Después de un año consagratorio, la joven promesa del cine y la televisión se confiesa con ¡Hola! Argentina

Mientras camina por la orilla, en Punta Piedras, todas las miradas se vuelven hacia ella, que todavía no se acostumbra a que la reconozcan. A los 26, Justina Bustos está disfrutando de "una muy buena cosecha", como ella misma dice. Sin dudas, 2015 fue un año consagratorio en su vida: tuvo su primer protagónico en cine con Vóley, interpretó a Mónica Sorwick –novia de Alejandro Puccio– en el unitario Historia de un clan, Gael García Bernal la eligió para encabezar un corto dirigido por él y, Cecilia Roth le propuso compartir rol en la película uruguaya Migas de pan, donde encarna al personaje de la reconocida actriz durante su juventud.
Después de meses cambiando de set y de personaje, por fin llegó el descanso. Hace dos semanas la actriz cordobesa disfruta de una estadía soñada en "El Antojo", el refugio esteño de Any Costaguta, abuela materna de su novio, Mariano Bustillo (30), y ex mujer del periodista Bernardo Neustadt. Allí, frente al mar, recibió a ¡Hola! Argentina para una charla íntima y sincera. "Este fue un año de grandes oportunidades. Viví una seguidilla de proyectos increíbles", confiesa.
–¿Te acostumbraste al reconocimiento?
–[Risas]. Todavía no caigo. Pensá que antes de hacer Vóley no había dado ni una sola entrevista... Es algo que todavía me pone tensa, así que cada vez que termino una producción termino agotada.
–¿Recordás el momento en que decidiste convertirte en actriz?
–Sí. La primera vez que soñé con la idea fue a los 6 años, durante unas vacaciones en familia en un Club Med de Brasil. Entre otras actividades, hacía teatro y me tocó interpretar a Olivia Newton-John en un show de Grease. Quedé fascinada con el vestuario, el maquillaje, el escenario, y algo quedó latente dentro de mí. Después, a los 20, me instalé dos meses en Nueva York con una amiga. Allí trabajaba como recepcionista en un restaurante en el Lower East Side y, durante la estadía conocí a un grupo de argentinas que estaba estudiando canto y teatro, entre ellas, Sonia Zavaleta [hija de María Emilia Fernández Rousse, una de la Trillizas de Oro], que acrecentaron ese sentimiento. Pero el clic lo hice un día antes de volverme, mientras miraba una obra de teatro. En medio del show decidí que quería ser actriz. Cuando volví a Buenos Aires, donde vivía sola desde los 17, dejé mis estudios de Historia del Arte [cursó dos años] y me inscribí en la escuela de Augusto Fernández. Tiempo después conocí a Mónica Bruni, con quien me formé durante cinco años. Y hace tres que tomo clases con Nora Moseinco. Es algo que nunca voy a dejar de hacer, lo necesito.
–Aunque tuviste participaciones en tiras como Violetta y Somos familia, tu nombre empezó a estar en boca de todos por ser la "revelación" del cine nacional. ¿Cómo viviste ese cimbronazo?
–No sé bien qué fue. Como trabajé con el Chino Darín, Inés Efron, Martín Piroyansky y Vera Spinetta, que son gente muy conocida y experimentada, supongo que fui la novedad y eso llamó la atención. Jamás me la creería. Durante mucho tiempo mi vida era estudiar teatro, baile y canto. Sólo me importaba formarme. Ahora encontré un equilibrio sano entre el trabajo y el estudio.
–Casualmente, volviste a trabajar con el Chino Darín en Historia de un clan, donde hicieron escenas jugadísimas...
–Si bien la situación era incómoda, rozaba lo gracioso. El Chino hacía las escenas vestido con ropa interior femenina superchiquita, cero glamour. Y ayudaba que seamos amigos. Yo le pido consejos porque me gusta cómo maneja su carrera. Además, es muy buen compañero, supertrabajador, respetuoso y está pendiente de todo.
–¿Y cómo conociste a Gael García Bernal?
–Me contactó alguien de su productora por Facebook. Me pareció raro, pero después me llamaron de manera más formal, a través de mi representante. Fui al casting y estaba Gael, que era el director. Me puse nerviosa, pero como es muy humilde, me acomodé enseguida. Pasó una semana hasta que me respondieron que había quedado otra persona. Me frustré un poco, pero cuando estaba superándolo, me contactaron para decirme que Gael quería ir a tomar el té conmigo esa misma tarde. Quedé en shock. Era raro todo pero fui, no quería perder la oportunidad. Hablamos mucho acerca del corto pero nunca me confirmó si había quedado. Volví a hacer el casting y recién ocho horas después me llamaron para decirme que iba a ser la protagonista. Esa misma noche, me agarró una fiebre que duró tres días. Estaba feliz pero pasé muchos nervios. La película se llama Madly: son seis directores y cada uno cuenta su historia con el común denominador del amor.

–Y para cerrar el año, protagonizaste una película junto a Cecilia Roth.
–Sí, fue una locura. Un día Cecilia llegó al set de Historia de un clan, me apartó y me contó que estaba preparando una película, Migas de pan, donde también iban a personificarla de joven y creía que el papel era ideal para mí. Que ella me dijera que me veía en ese personaje significó un montón para mí. Hasta entonces, había compartido pocas escenas con ella, así que lo sentí como un voto de confianza. Tuve que hacer escenas pesadas y fuertes, porque se trata de la vida de una mujer que fue torturada durante la época de la dictadura en Uruguay. Fue muy impresionante. Rodamos dos semanas en Montevideo y otras dos al norte de España, en La Coruña. Es una historia inspirada en la vida de las amigas de la directora uruguaya Manane Rodríguez, quien se exilió en España. Para Cecilia también fue muy importante y, aunque no nos cruzamos en el set, nos mensajeamos permanentemente.
–Tenés una belleza innegable. ¿Alguna vez padeciste ser linda?
–Siempre fui yo: este cuerpo, esta cara. Nunca lo pensé de esa forma. Sí tenía un prejuicio con dedicarme al cine. No quería que me catalogaran como la novia tierna y fresca. Pero me di cuenta de que la única que podía decidir eso era yo. Y por suerte, nunca me pasó que me encasillen. De hecho, durante la última película me pidieron que me cortara el pelo y estuvo genial.
Raíces cordobesas
En 1999, Unquillo, una ciudad ubicada a casi cuarenta kilómetros de la capital, se convirtió en el "refugio" de la familia Bustos. "Cuando tenía 10 años, mis papás se enamoraron de una casa en el campo, entre las sierras y un arroyo. Y entonces, dejamos el ruido por la calma total", cuenta.
–¿Cómo fue tu adolescencia ahí?
–Un placer, en contacto permanente con la naturaleza. No tenía vecinos, lo más cercano a casa era un gallinero. No dejé de ver a mis amigas porque seguía yendo al mismo colegio de antes… Pero siempre me encantó la paz del lugar. Papá juega al polo como hobbie, así que también tenemos una cancha y es común que haya mucha gente y organicemos cabalgatas multitudinarias. Disfruto mucho mi casa cordobesa, que se llama "La Montarina". Hay un pan muy rico en Unquillo, también. Además, muchos pintores, escultores… Es que es un lugar inspirador.
–¿Sos una chica de campo?
–Me encanta, todos los fines de semana vamos con Mariano a su campo en Cañuelas y me gusta porque lo necesito. Pero también me encanta la ciudad. Me llevo bien con el caos y el ruido y me muevo siempre en colectivo.
–Y de tu familia, ¿alguien está vinculado con el mundo del espectáculo?
–Nadie. Papá es médico y dirige el Instituto Privado de Alergia y Asma Dr. Bustos, fundado por su padre. Mamá ahora también trabaja ahí. Tengo una tía que fue bailarina y profesora de ballet. Y heredé su pasión por el baile: de chica estudié clásico y también freedance. Ahora retomé las clases de ballet y biomecánica.
–¿Tenés otros hobbies?
–Sí, juego al fútbol con un grupo de amigas cordobesas y porteñas. El equipo se llama Pasión de Sábado y cada una tiene un apodo relacionado con la cumbia o el cuarteto, así que el mío es La Mona. Juego de delantera pero hago pases y doy las charlas técnicas. Me comparan con Mascherano. [Se ríe].
–¿Cuál es tu vinculo con la moda?
–Me gusta sentirme linda, pero no soy fanática de la moda. Soy observadora pero no me siento una persona fashion ni una it girl. Soy muy simple.
Las vueltas de la vida

–Hace dos años que estás de novia con Mariano. ¿Cómo se conocieron?
–[Risas]. ¡En la calle! Yo estaba yendo a comer con mamá y él estaba sentado en un bar con amigos. Nos miramos mucho, pero para mí quedó ahí. Yo saludé a un chico que estaba sentado en otra mesa, cerca de la de Mariano, y resultó que se conocían. Cuando me fui, se acercó a preguntarle mi nombre. Después me agregó en Facebook, pero como yo había vuelto con mi ex novio pasaron dos años hasta que volvimos a cruzarnos. Fue en el cumpleaños del novio de una amiga... Yo nunca imaginé que era el chico que había visto aquella vez. Había cortado y estaba muy bien, lista para algo nuevo. Mariano me gustó enseguida y nos quedamos hablando toda la noche.
–¿Sos enamoradiza?
–Tuve un noviazgo muy largo antes de Mariano y salí con varios chicos. Me gusta que me cuiden y me mimen, pero también me llevo bien con la soledad.
–¿Qué encontraste en Mariano de especial?
–Me sorprendió su personalidad. Tiene una energía muy para arriba, no para de hacer cosas. Pero a la vez, es supertranquilo, le gusta el arte, le encanta la gastronomía... Él trabaja en una oficina pero también le encanta lo artístico. Además, es muy estético: él decoró nuestra casa. Supongo que lo lleva en la sangre: es bisnieto del arquitecto Alejandro Bustillo [el creador del imponente hotel Llao Llao, entre otros].
–¿Y cuál es tu función en la casa?
–Me ocupo de las tareas más básicas, como hacer las compras. Pero como no sé cocinar y a Mariano lo relaja, él se encarga de la comida. ¡Lo van a raptar después de esta entrevista! [Risas].
–¿Cuándo se mudaron juntos?
–A fines de 2014. Antes habíamos tenido un impasse, en junio, y yo me fui con amigas a Ibiza pero él me fue a buscar.
–Un valiente…
–¡Sí! Pero no es que se arriesgó, antes me avisó. Después de eso, volvimos, lógico. Y como a mí se me había terminado el contrato del departamento que alquilaba me propuso que me fuese a vivir con él. Los dos somos muy relajados. No lo tomé como un gran paso porque hacía mucho tiempo que vivía sola. Para mí, tener un compañero en casa es mucho mejor. Más si estoy enamorada de él. [Risas].
–¿Te gustaría casarte?
–Trato de que todo vaya con un ritmo natural. Este momento no se va a repetir, entonces dejo que las cosas buenas lleguen solas.
Texto: Paula Galloni
Fotos: Tadeo Jones
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