Juliette Binoche: los amores de una actriz misteriosa que no reniega del paso del tiempo
Pocos referentes en el mundo del cine pueden presumir de una carrera tan dinámica, polifacética y prolífica como la de Juliette Binoche. La actriz francesa de 57 años, que en sus tempranos 18 llegó a trabajar junto a Jean-Luc Godard, participó en más de 60 películas, en parte junto a algunos de los mejores directores del mundo, siguiendo una máxima que hizo extensible a su vida personal: aceptar solo aquellos proyectos que la conmuevan.
Es así como llegó a decir sí cuando quiso dar el sí y a rechazar lo que no se adaptó a sus cánones, como, por ejemplo, su negativa a las tres propuestas que llegó a ofrecerle Steven Spielberg para trabajar o, en lo privado, a no ceder ante el establecido paso por el altar a lo largo de su vida amorosa.
La actriz ha destacado en reiteradas ocasiones la importancia de la libertad de elecciones. “Elegir tu vida es elegir tu felicidad”, afirmó la también pintora y bailarina de rostro magnético y sereno en una entrevista para la revista Elle, en 2019.
Binoche ya era una estrella en Francia cuando su interpretación en La insoportable levedad del ser (1987), de Philip Kaufman, supuso para ella el salto a la fama internacional. En 1993, desplegó toda su sensualidad en el evocador e inolvidable filme de culto Bleu, bajo la dirección de Krzysztof Kieślowski. Por su memorable interpretación en El paciente inglés (1996) obtuvo un Oscar y un Bafta. En Chocolate volvería a seducir al público en el año 2000 y Copia certificada, de Abbas Kiarostami, la haría merecedora del premio a la mejor interpretación femenina en Cannes, diez años más tarde.
Tras más de 35 años de carrera, la actriz ganadora de la ‘triple corona europea’ tras haber obtenido los máximos premios en los festivales de cine de Venecia, Cannes y Berlín, sigue destacando por su talento y versatilidad. Pero no todo en su camino ha sido color de rosas.
Víctima de abusos en su infancia y juventud
Nacida en París, de madre directora de cine y padre escultor, Binoche no tuvo una infancia puramente feliz. A los siete años fue abusada por un profesor de su escuela, y sobre ello hablaría muchos años después en la prensa francesa.
La actriz fue víctima de posteriores agresiones sexuales a los 18 años, en este caso por parte de un director de cine que se había citado con ella para ofrecerle un papel, y a los 21, esta vez por parte de un productor en una cena de trabajo, en la misma época en que la intérprete se estrenaba en su primera película destacada, Yo te saludo, María (1984).
Dos años atrás, la actriz contó al diario El País que revelar estos episodios no han sido para ella un tema tabú. “No lo fue, quizá, entre otras cosas, porque había hablado de ello mucho antes de que saliera el movimiento #MeToo. No esperé a ese momento para hablar del tema. Cuando me ocurrió el primero, hablé de ello con una amiga y luego con mi madre. Yo estaba aterrada de que ella se lo dijera a alguien, y sobre todo a los profesores. De hecho, nunca supe si lo hizo o no. Empecé a usar siempre pantalón. Y de forma inconsciente empecé a tener una relación mucho más desconfiada con los hombres. Pero, a la vez, sufrir esas tres agresiones sexuales me fortaleció, porque me enseñó a construir mis propias defensas. Desde luego, es mucho mejor no tener que hacerlo, claro”, relató.
Sus hijos y el amor lejos del altar
A lo largo de los años, Binoche ha mantenido el misterio en relación a su vida sentimental. Una mirada retrospectiva por los hombres que marcaron sus relaciones permite señalar que varios de sus romances tuvieron lugar junto a quienes compartieron con ella experiencias laborales.
En 1986, la actriz participó en la película Mauvais sang, del director francés Leos Carax, con quien vivió una historia de amor de varios años que culminaría tras el rodaje de la película Los amantes de Pont-Neuf, en 1991.
Hacia 1992, la actriz rechazó los papeles que Steven Spielberg le propuso para Jurassic Park y La lista de Schindler (ya había dicho que no al director en Indiana Jones y la última cruzada) para interpretar la primera parte de la trilogía de Tres colores de Kieslowski. Este papel no solo le permitió ganar el premio César como mejor actriz en 1994, sino que además, durante el rodaje, conoció a un buceador profesional, André Hallé, con quien se convirtió en madre de Raphael, el primer hijo de la actriz.
En 1995, Binoche, cada vez más popular en Estados Unidos, actuó en El jinete sobre el tejado, film en el que conoció al actor Olivier Martinez, con quien estuvo en pareja durante dos años.
En 1999, participó en Los niños del siglo, una película que narra los amores románticos de George Sand y Alfred de Musset. Su pareja en la pantalla era Benoît Magimel, de quien se enamora. Los dos actores se convirtieron en padres de una nena, Hannah, en diciembre de 1999. Años más tarde, la actriz también estuvo vinculada al actor y músico estadounidense Patrick Muldoon.
Santiago Amigorena: un romance con acento argentino
En 2005, durante el rodaje de la película Algunos días de septiembre, Binoche conoció al productor, director y guionista argentino Santiago Amigorena -quien estuvo casado con la actriz Julie Gayet, señalada como amante del expresidente François Hollande. Amigorena -primo del actor Mike Amigorena- nació en Argentina pero vive desde los 11 en Francia. El fin del amor llegó para la pareja cuatro años más tarde.
En una reciente entrevista con la revista Marie Claire, Binoche reveló por qué nunca llegó a pasar por el altar con ninguno de sus vínculos. “Nunca he conocido a un hombre con el que me sintiera realmente como una pareja hasta el punto de casarme con ella”, dijo.
En la piel de sus personajes: desde dormir en la calle a encerrarse en un camión frigorífico
Espontánea pero meticulosa en la preparación de sus papeles, la célebre actriz ha destacado por su implicación junto a los directores en el desarrollo de los films en los que ha participado. De ella se ha llegado a decir que vive sus películas cuando las actúa y quizás ello tenga parte de su explicación en los procesos de inmersión a los que se entrega en la preparación de los personajes.
Binoche recibió clases de música para su interpretación como violinista en la película francesa Alice y Martin (1998), aprendió a elaborar dulces en una chocolatería de París antes de las filmaciones de Chocolate y llegó a dormir durante varias noches en la calle para encarnar a una indigente en Los amantes del Pont Neuf.
En Nadie quiere la noche (2015), bajo la dirección de Isabel Coixet, pidió la presencia en el rodaje de un camión frigorífico para encerrarse dentro del vehículo y poder percibir el frío que debía invadir su cuerpo para escenificar con mayor realismo, debido a que la trama que discurría en las gélidas tierras del Polo Norte.
“Lo que cuenta en la interpretación es la preparación. Una puede decidir no prepararse mucho previamente, es una forma como otra cualquiera de trabajar, pero en mi caso es una obligación. Es como la gestación de un embarazo. El rodaje es solo la llegada, el parto. Es una consecuencia, no es casi nada. Pero la gestación lo es casi todo”, dijo en una entrevista al diario español El País, en 2018.
A su laureado recorrido en la actuación, Juliette suma sus dotes como pintora y ha sido la autora de varios de los posters de sus películas, como en el caso de Los amantes del Pont Neuf.
La vida a los 50 y en pandemia
“Por nada del mundo quisiera volver a tener 20 años”, afirmó la actriz en 2019 en una nota con la revista Le parisien. “La mayoría de las veces son los hombres quienes, alrededor de los 50 años, se ven tentados a dejar a sus esposas por una más joven. Probablemente por miedo a la andropausia, por miedo a perder potencia”, sumó.
“Junto con un compañero más joven, uno debe tener la impresión de escapar de la vejez, pero la madurez debería permitirnos superar estos miedos. Es el amor el que debe vencer, hacernos amar aún más a la persona, a pesar del tiempo, o más bien gracias al tiempo. Estoy convencida de que si vivieras al 100 por ciento todas las edades de tu vida, entonces no querrías volver a los 50. Por mi parte, no quisiera volver a tener 20 por nada del mundo, porque a los 20 vivimos en base a valores muy aprendidos, le tenemos miedo a los demás, todavía no nos conocemos. Nos preguntamos: ¿cómo ser aceptados? ¿Cómo salir adelante económicamente? Conocemos nuestras primeras emociones: los celos, la traición, esos sentimientos que duelen. Cuando salimos de la adolescencia, imaginamos que finalmente seremos libres, pero para nada, estamos en una especie de máquina infernal de la que buscamos la salida, para no hundirnos. La sensación de que todo es posible no me ha abandonado, no es algo únicamente propio de la juventud. Creo que es algo que pertenece al ser humano desde el principio hasta el final de su vida. Es nuestro tesoro y depende de nosotros mantenerlo. También es un estado mental”, expresó la actriz.
Binoche, que entre otras acciones benéficas destaca por el apadrinamiento de varios niños en Camboya, habló recientemente sobre su presente en los actuales tiempos de pandemia. En una entrevista con el diario El País el pasado agosto, la actriz pronunciaba: “Debo confesar, aunque lo diga bajito, que me tiene muy feliz. Me alegra estar en casa, sin correr de un lado a otro. Para mí, lo de quedarme en casa es un lujo, estar con mis hijos, leer, tener tiempo propio. Es un lujazo que alimenta mi alma”.
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