Julieta Clemente, de Survivor: del enojo por quedar eliminada a la traición que sintió y lo peor de vivir esta experiencia
La joven chubutense fue la última en quedar fuera de juego del reality conducido por Marley; habló con LA NACIÓN sobre el programa, sus compañeros y en qué cambió su vida
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Julieta Clemente quedó afuera de Survivor: Expedición Robinson, el reality de Telefe, y su eliminación la dejó enojada porque no esperaba que sus compañeros la votaran. LA NACIÓN habló con ella, quien contó por qué se sintió traicionada y cómo está hoy, qué fue lo que más sufrió de la isla y lo qué más disfrutó. Además confesó que algunos de sus planes cambiaron luego de vivir esta experiencia. “Estaba muy enojada. En realidad no sé si la palabra es enojo sino desilusión porque tenía muchas ganas de seguir”, aseguró.
-¿Y a qué se debe esta desilusión?
-Sí, me pasó que al principio yo siempre lloraba y un día cambié el chip y pensé que de ahí no me sacaban hasta el último día. Entonces irme cuando ya había hecho ese cambio fue muy duro, por eso el enojo. Pero tampoco es algo supersorpresivo porque si hacía cálculos me iba a dar cuenta de que ya estaba en la mira. Me costó bastante entenderlo y creo que fue por la falta de alimentación y de sueño, no estás con todas las luces. Ahora ya está, leo en las redes que hay mucha gente que no quería que me fuera. Me gusta haber generado eso.
-Fuiste una persona importante en la isla y la que dividía la comida en partes iguales, por ejemplo.
-Sí, me ganaba mi carácter. No podía controlarlo, aunque en la vida real me callo mucho más, me guardo más cosas (risas). Pero en ese momento estaba súper verborrágica y reaccionaba por todo. Como mujeres teníamos que ir marcando una cierta pauta de compartir la comida porque podía pasar que los varones dijeran que hacían más fuerza en las competencias y necesitaban comer más y nosotras quedar a la deriva. En muchas situaciones te tenías que poner firme y decir lo que te parecía.
-¿Qué cosas disfrutaste del reality?
-Lo más lindo era el posjuego, sobre todo si habíamos ganado. Cuando volvíamos quedábamos todos un poco cansados, con la guardia baja y era un ambiente superlindo para relajarse y conversar con los compañeros, que más allá de mi salida y cualquier pelea, era un equipo muy lindo y unido, compartíamos muchas cosas. Me gustaba ganar el juego y volver al campamento a charlar.
-¿Y qué padeciste?
-Dormir debajo de la lluvia. Nunca podías dormir mucho con los bichos, en la tierra, y cuando lograbas dormirte, a la hora empezaba a llover y no tenías dónde esconderte. Creo que era lo peor.
-¿Por qué te anotaste en Survivor?
-La parte que menos me gustaba era la de las cámaras y la exposición y el qué dirá la gente después. Me importaba la experiencia y quería vivirla. Había visto Survivor de otros países y me parecía una locura, me llamaba la atención saber cómo podía funcionar un ser humano con falta de todo, cómo funciona el cerebro con falta de harinas y azúcares. Funcionás a media máquina y encima este es un juego también de complots y traiciones. Tu cabeza va a bien mil revoluciones cuando en realidad solamente tenés energía para dormir y nada más. Quería ver cómo iba a ser yo sin recursos, en esa situación y la verdad es que estoy contenta.
-El límite se puede correr siempre un poco más allá de lo que uno espera, ¿no?
-Es tal cual lo decís. En la primera semana, no la pasaba bien, me quería ir, lloraba mucho y en un momento hice un clic y cambié el chip. Una vez que tu cerebro dice aguanto, aguantás.
-¿Y qué te hizo cambiar el chip?
-El clic fue con dos de mis compañeros, Tomy y Agus. Yo lloraba mucho, nos hicimos muy amigos y ellos se reían porque lloraba de nada. Ahí me di cuenta de que los demás lo estaban notando y eso era una señal de debilidad. Entonces me dije que tenía que cambiar el chip y jugar porque sino me iba al día siguiente. Me puse guerrera y no lloré más, salvo si me preguntaban por mi familia.
-¿Extrañaste mucho?
-Sí. Extrañé a mi familia. No sé por qué, todavía me queda la duda. Parecía que mi cerebro no distinguía, que era una experiencia de máximo 60 días. No entendía que mi familia estaba bien. También le echo la culpa a la falta de harina y azúcares, había un desequilibrio cerebral y emocional.
-¿Qué hacías antes de Survivor?
-Soy de Sarmiento, un pueblito de Chubut, pero hace unos años que estoy en Buenos Aires estudiando abogacía en la UBA. Y trabajaba en un estudio al que renuncié un mes antes de ir al reality. Una vida un poco monótona, iba a la facultad, estudiaba, trabajaba y cuando tenía un fin de semana libre viajaba a mi pueblo, que es superchiquito y hermoso y que ahora está conmocionado porque todos me conocen desde chiquita y les parece raro verme en la tele.
-¿Y cambió algo ahora?
-Sigo estudiando en Buenos Aires, me falta un año para terminar y sigo esperando un fin de semana para volver a mi pueblo. Es todo bastante parecido, pero con un cambio, ahora valoro todo, hasta sentarme a estudiar con un café en mi casa. Es todo un evento.
-¿Vas a volver a Sarmiento cuando te recibas?
-Por ahora no creo que vuelva a Sarmiento. En un principio mi idea era terminar la carrera, hacer un poco de práctica profesional y volver al pueblo, pero ahora pienso que podría trabajar en redes y es un buen complemento. No fue esa mi intención cuando entré a Survivor porque subestimé mucho el tema, pero ahora me doy cuenta de que es una buena oportunidad y me gustaría aprovechar. No me había preparado para el después y el fruto de la exposición me está tomando por sorpresa.
-¿Cómo fue tu infancia y adolescencia en el pueblo?
-No cambio mi infancia por nada. Me mimaron y cuidaron mucho, y al vivir en un pueblo chiquito todos se conocen y vas a la panadería y te preguntan cómo está tu abuela. Todo el mundo sabe todo y todos nos conocemos. Es un ambiente chacarero y jugás en la naturaleza siempre.
-¿Te costó adaptarte a la vida de ciudad?
-Fue difícil, pero todos sabemos que cuando crecemos tenemos que ir a estudiar a la ciudad. Es lo más común que te mudes a una ciudad grande cuando terminás la secundaria. Ya estamos acostumbrados y no lo dramatizamos. Y volvemos los fines de semana largos y en las vacaciones, pero es duro.
-¿Estás en pareja?
-Sí, nos conocimos en enero y se llama José, y tanto él como mis amigas no pueden creer lo que ven en Survivor y me festejan todo.
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