Julieta Bal, tras el fin de su relación con Roberto Peña: “Es la separación más rara de mi vida”
Alejada de los escenarios, la actriz reflexiona sobre su presente laboral, sus vínculos familiares y los motivos por los que decidieron dar por terminado el noviazgo con el humorista
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En el último año y medio hubo algunos cambios en la vida de Julieta Bal, y uno de ellos está directamente relacionado con lo amoroso: tras cinco años de relación, se separó del humorista Roberto Peña. De eso, de su trabajo como actriz y de la íntima despedida de su papá Santiago Bal, que falleció en diciembre del 2019, habla en esta charla con LA NACION.
“Cuando nos agarró la pandemia, en marzo del 2020, estaba trabajando en una productora audiovisual y en los shows con Roberto Peña, haciendo la producción y la técnica, y alguna intervención con un stand up o una imitación. Pero se paró todo, no hubo teatro y tampoco productora que quisiera contratar a nadie para hacer un video para una fiesta porque ya no había. Al principio no sabíamos cuánto iba a durar, teníamos esperanzas de que fuera pronto, pero la vida pasaba y todo era más heavy”, relata la hija de Silvia Pérez.
-Y decidiste activar, ¿de qué manera?
-Sentía la necesidad de trabajar no solo por el ingreso, sino para ocupar mi cerebro. Unos amigos abrieron un lugar de diseño de bicicletas, un showroom muy cool, con barcito, y hacen bicicletas personalizadas. Arranqué, sigo y me encanta porque además trabajo con un grupo de gente que ama lo que hace, y siento que aprendo de la vida. Hace unos días vino mi hermano Fede (Bal), que nunca aprendió a andar en bici; papá intentó enseñarle, pero no pudo y otras personas tampoco. De alguna manera, es una frustración para él, y me dijo: ‘Tengo 31 años y no sé andar, Juli, deciles a tus amigos que me ayuden’.
-¿Pudieron ayudarlo?
-Le armaron una bici y está recontento; hoy el mundo se mueve en bici, y si hay algo que no paró fue eso. Además empecé a estudiar algo que tenía pendiente y que postergaba, por un motivo u otro: estoy haciendo constelaciones familiares, una filosofía de vida creada por Bert Hellinger para restablecer el orden del sistema familiar. Me cambió el mundo. Mi maestra es una mujer que conocí en India hace 22 años, pasó el tiempo y un amigo me propuso ir a un taller a constelar y la facilitadora era ella, aunque cuando la conocí era psicóloga. Tiene su escuela y para mí es sagrada. Me recibo este año.
-¿Estás alejada de los medios?
-Cuando empecé a estudiar constelaciones me alejé más de los medios. No fue una decisión tomada, pero la vida me llevó por otro camino. Jamás diría que no trabajaría más como actriz porque lo amo.
-Pero hay algo que no encaja, ¿qué es?
-Siento que la forma en la que quiero vivir es muy distinta a la que se vive en el medio. Yo quisiera ir, actuar y volver a casa y eso se puede hacer, claro. Por otro lado sabés que estás expuesto a que se comente, que se diga y eso es lo que no me gusta tanto. Dos veces en la vida algo me colmó plenamente: una fue actuar arriba de un escenario, y otra cuando conocí a Sai Baba en la India, en el mismo viaje en el que conocí a mi maestra hoy en día. Fueron dos momentos muy cumbres en mi vida. Momentos bisagra de la vida. Y con las constelaciones me pasó lo mismo.
-¿Cómo decidiste formarte en constelaciones?
-Hace muchos años que participo de talleres y un día fui a ver a mi papá, que ya estaba internado, y me salió decirle algo que no le había dicho en toda una vida y tenía que ver con las constelaciones. Enseguida pensé que tenía que dedicarme a esto. Mi papá siempre me dijo que tenía que ser actriz. No sé si me voy a dedicar a hacer talleres o qué va a pasar, porque cada día sé menos. A veces creés que la tenés clara, pero desde que murió mi papá, no sé nada. Es como si me hubieran limpiado el cerebro y ahora tengo espacio para que entren cosas nuevas. Ojalá la vida quiera que pueda dedicarme a ser facilitadora en constelaciones porque es lo que quiero; llega un punto en que te envuelve de una manera en que no existe nada más. No hay dudas sino certezas. Tu alma sabe.
-Ser actriz era lo natural en tu familia y fue el primer camino que seguiste...
-Quizá era como un legado y me formé durante muchos años, pero igualmente el estudio no te asegura que puedas ser una gran actriz. Siempre me acuerdo cuando mi mamá (Silvia Pérez) decía que (Alberto) Olmedo nunca estudió teatro, y mirá lo que era. Claro que hay que estudiar porque es un respaldo que te sostiene, pero a la hora de hacer no hay teoría que valga, y es lo que sucede. En el mundo del espectáculo primero te la tienen que hacer padecer. Yo lo viví, aunque en ese momento no se lo llamaba bulliyng. Sos la nueva, con el extra que sos ‘la hija de…' y hay que ver si servís o estás por ese motivo. No estuvo bueno y no sé si estoy dispuesta a pasar por eso hoy. Descubrí que hay algo más que también me gusta y no hace falta padecerlo, sino que puedo aprender, sanar y crecer.
-¿No creés que ya te hiciste un nombre en el medio artístico?
-Me conocen mucho más por sentada en el sillón de Intrusos (el ciclo de América) que por actuar, lamentablemente para mí porque hubiera querido que fuera de otra forma. Pocos directores y productores, que son los que contratan, conocen mi trabajo, pero me escuchan hablar y les encanta. Eso hizo que gestionara la mayoría de mis trabajos. Claro que si surge un papel como actriz acepto, porque todo puede combinarse con otras cosas. Es algo que me encanta aunque me cuesta el medio porque soy muy sensible, todo me afecta tanto, soy emocional y a veces la paso mal, pero es un trabajo que amo. El haber elegido otro camino también tiene que ver con creer que no siempre hay que lucharla. No sé si hay que luchar todo lo que querés en la vida o eso te encuentra a vos.
-¿A veces ser ‘hija de…' es más una traba que una ayuda?
-No lo sé, porque conozco a muchos ‘hijos de…' que no lo vivieron así. Cada uno tiene su historia, y no sé si va por el lado del sacrificio siempre. Entiendo que lo que uno quiere merece un esfuerzo pero no tanto, al punto de preguntarte si te confundiste de camino. Y muchas veces sentí la profesión de esa manera, aunque sé que es inestable. Hoy siento que voy a favor de la marea. Lo que hago fluye y estoy dispuesta a sanar, a crecer y seguir aprendiendo.
-Durante mucho tiempo trabajaste con tu papá, ¿cómo resultó esa experiencia?
-Muy buena, y aprendí muchísimo porque trabajé con gente muy grosa y con otros que recién arrancaban y veía sus ganas. Me pasaba que un Alberto Martin me preguntaba si había estado bien. Y yo decía: ‘¿En serio me preguntas eso a mí?’. Estoy re agradecida por los laburos que tuve, porque todos me enseñaron muchísimo.
-A lo largo de tu vida tuviste una relación difícil con tu papá, pero en el último tiempo pudiste reencontrarte no sólo con él, sino también con tus hermanos, Mariano y Federico. ¿Qué repaso hacés hoy?
-Desde que papá se fue, está cada día más cerca mío y más presente en mi vida. Tengo una foto suya en mi mesa de luz. Está todo lo presente que no estuvo en vida y gracias a las constelaciones, que trascienden la vida y la muerte porque se trabaja a nivel del alma, pude hacer un trabajo intenso con mi papá. Empecé a estudiar a los tres meses de su muerte y al mes de que a mi hermano le diagnosticaran cáncer (de colon); fue todo un aprendizaje. Me di cuenta de que hay otras formas de mirar las cosas, desde otro lugar; agradezco ver a mi papá como lo veo hoy, que no es la misma manera en la que lo veía en vida sino como un hombre que no pudo dar más de lo que dio y yo tampoco pude dar más de lo que di, y eso no nos hace ni malos ni buenos. Ojalá hubiese sido otra la historia, pero tampoco la elegimos nosotros. El otro día hablaba con una amiga que me decía que no podía creer la cantidad de veces que le contaba que había compartido algo con mi papá. Me empiezo a dar cuenta de que tengo muchos más encuentros de los que creía.
-¿Cómo es la relación con tu mamá?
-Tengo una relación maravillosa y la voy a tener toda mi vida. Con las constelaciones empecé a ver muchas cosas, porque restablecen en orden familiar. Todo el mundo cree que con el amor basta, pero si no hay orden, no hay amor. Y noté que en mi vínculo con mi mamá quizá había cosas que ordenar y poner en su lugar.
-Te separaste hace poco tiempo de Roberto Peña, ¿cómo estás?
-En enero dejamos de convivir, me mudé sola y durante algunos meses intentamos tener una relación, pero no fue por el mismo camino y decidimos separarnos. Pasé por todos los estados en estos meses. Es la separación más rara de mi vida, porque otras relaciones que tuve se terminaban porque se acababa el amor, creo yo. En cambio ésta vez no fue así, por eso es una de las más difíciles y extrañas, y seguramente nos deje mucho aprendizaje a los dos. Tengo los mejores recuerdos de los años compartidos y mi deseo para Roberto es el mejor del mundo siempre, porque es un gran ser.
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