Fue su mujer, María Emilia Brochard, quien los alentó a concretar este primer viaje "de hombres solos". Juan Martín Hernández (35) y Beltrán (9), padre e hijo, se embarcaron rumbo a Cerro Chapelco para vivir una semana en la nieve. Desde que se retiró del rugby (el 3 de abril hizo el anuncio oficial), el Mago concentró toda su energía en la familia. "El último esguince en el ligamento interno de la rodilla derecha apuró mi retiro. No quería operarme otra vez. Así, como estoy, puedo correr con mis hijos, jugar al tenis, al golf… ¡hasta puedo hacer snowboard! Si pasaba por el quirófano no sabía cómo iba a quedar. ¿Para qué arriesgar? Al rugby ya no le podía pedir nada más, me dio muchas cosas lindas. Todo indicaba que era el momento justo para correrme", admite Juani.
Se ha escrito mucho acerca de la carrera de Juan Martín Hernández. El periodista Jorge Búsico, experto en rugby, lo pone en el podio de los jugadores más talentosos en la historia de los Pumas junto con Hugo Porta y Martín Sansot. La International Rugby Board, ente que regula el deporte ovalado, lo ubicó entre los cinco candidatos a "Mejor jugador" en 2007, cuando integró el plantel que alcanzó el tercer puesto en la Copa del Mundo de Francia. Pero todo eso hoy es historia: el presente de Juani está en el marketing, en la agencia BMG, a la que se incorporó como socio, donde está dando los primeros pasos de su nueva vida "de civil".
Me encanta pasar tiempo con mis hijos, nos divertimos mucho juntos. Me hace acordar a la relación que tenía con mi viejo. Ojalá pueda ser con ellos como papá fue conmigo
Hablamos de su viaje a la nieve con Beltrán, el mayor de sus tres hijos. Joaquín (4) y Tomás (2) quedaron al cuidado de su madre.
–¿Cómo te definís como papá?
–Soy muy cariñoso. Me gusta pasar tiempo con mis hijos, tirados en la cama. Me hace acordar a la relación que tenía con papá: siempre jugábamos con él, todos mis hermanos juntos. Me encantaría poder ser con mis hijos como papá fue conmigo.
–¿En qué cosas ves a Beltrán parecido a vos?
–De chico, decían que era muy hiperquinético ¡y él es igual! Está siempre buscando cosas para hacer. No para un segundo, pero le va muy bien en el colegio y le gusta mucho hacer deporte.
–Tu papá, Miguel, brilló en Deportiva Francesa. Y tu hermana, Maripi Hernández, hizo historia como jugadora de las Leonas. ¿Beltrán sigue el legado del deporte?
–Ojalá que así sea. Porque, además de ser saludable, el deporte te da muchos amigos. Por el momento, está fascinado con el fútbol y el rugby, dice que son los mejores deportes. Y ahora que conoció el esquí, le divierte mucho.
–Llevás doce años con tu mujer, Emilia. ¿Están casados?
–En algún momento lo pensamos, pero nunca lo concretamos. Igual, yo siento que ella es mi mujer. Y yo soy su marido, claro. Estamos bien así, formamos una familia divina sin necesidad de firmar un contrato, pero quién sabe… Tal vez en el futuro nos casemos.
–Emilia te acompañó en prácticamente toda tu carrera. Incluso en los tiempos en los que te presentaban como un sex symbol.
–[Ríe]. Emilia se bancó mi compromiso con el deporte. Eso fue lo más difícil. Para triunfar en mi carrera, siempre fui muy exigente conmigo mismo: dormía temprano, comía muy sano, viajaba mucho. Lo otro (por lo de sex symbol) es una anécdota. Desde que tuve hijos decidí no hacer más los calendarios con desnudos que eran un clásico de mi club, el Stade Français. Lo hice porque al club le servía para recaudar fondos.
–Siempre mantuviste un perfil bajísimo. Poco sabemos de tu familia.
–Fue toda una decisión. Nunca me gustó exponer a mi familia. Siempre busqué mantenerlos separados de mi trabajo, para cuidarlos.
No quería volver a operarme la rodilla… Como estoy, por lo menos, puedo correr con mis hijos, jugar al tenis y al golf y hasta puedo hacer snowboard
–¿Y cómo es tu vida desde que dejaste el rugby?
–Muy distinta, más relajada. Hace un año y medio me asocié a la agencia de marketing BMG y desde que dejé de jugar voy más a la oficina, cosa que antes no podía hacer porque estaba entrenando o de gira.
Me tomé tiempo para descansar, estar más presente en casa con mis hijos, ir a buscarlos al colegio, disfrutar de ir al gimnasio sin un objetivo preciso. También juego al golf, que es un deporte que me encanta porque tiene un trabajo mental parecido al que hacía como pateador en el rugby. Y, al mismo tiempo, estoy capacitándome para mi nueva vida empresarial porque el rugby me llevó a vivir al exterior a los 20 y no pude ir a la universidad. Cuando salí del colegio empecé a estudiar Marketing, pero nunca terminé.
–¿Te quedaste con algún sueño por cumplir?
–Me hubiese encantado ser campeón del mundo, pero no me arrepiento de nada porque sé que dejé todo para serlo. Era mi gran sueño, pero no lo pude cumplir. Después, todo lo que quise lo viví. Por eso digo que el rugby me dio todo. Estoy muy agradecido.
–¿Qué partido volverías a jugar?
–La semifinal de 2007. Hoy lo pienso y hubiese intentado otras cosas, pero se dio así.
–¿Qué fue lo más lindo que te dio el rugby?
–Siempre me van a quedar los amigos, como Agustín Pichot, que fue como un padre para mí cuando estuve en Europa. Me quedo con los momentos en el vestuario. Lo que no se ve desde afuera del plantel. Y eso es lo que me gusta transmitirle a mi hijo cuando me dice que está enganchado con el rugby.
Me hubiese encantado ser campeón del mundo, pero no me arrepiento de nada porque sé que dejé todo para serlo. Era mi gran sueño, pero no lo pude cumplir""
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