Convocado por Sergio Massa, trabajó años en el área de Cultura de Tigre pero en unos meses volverá a subirse a un escenario
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Hace ya varios años que Juan Vitali no trabaja en televisión, cine ni teatro. Pero en septiembre volverá al Teatro Alvear con un espectáculo que hizo en varias oportunidades, María de Buenos Aires, la ópera tango de Horacio Ferrer y Astor Piazzolla.
En diálogo con LA NACION, el actor cuenta que en los últimos años trabajó en el área de Cultura del Municipio de Tigre, da detalles sobre la construcción de su casa, que es un polígono de 22 lados, y reflexiona sobre su vida.
Protagonista de decenas de obras de teatro y programas de televisión, Juan Vitali fue un galán atípico. En los ‘80 le decían “el loco de la bici” y los medios hasta llegaron a poner de moda la palabra “bicitali”.
“Hacía El guapo del 900 en el Teatro Cervantes y llegaba con mi bicicleta, la metía en mi camarín, me pegaba un baño y estaba listo para subir al escenario. Lo mismo ocurría cuando iba a los canales a hacer María de nadie, La pobre Clara y tantas más. Yo andaba en bici cuando solamente lo hacían los carteros y los albañiles, porque era muy cómodo moverme de esa manera y esquivar en tránsito”, se sincera el actor, en su casa de Don Torcuato, adonde se mudó hace casi veinte años, huyendo del mundanal ruido.
“Quizá fue intuitivo o una necesidad porque, tanto mi mujer Lilian como yo, somos provincianos. Ella nació en Mar del Plata y yo en Tres Arroyos, que es donde está viviendo ahora mi hijo mayor, Juan Pablo, que tiene su casita atrás de la mía. Nahuel vive al lado de casa, mi hija Luz Lila viven en Punta del Indio, y Yuri vive con nosotros. Los cuatro son músicos y además mi hija tiene un emprendimiento de alfajores artesanales que se llama Campo libre. Cuando la visito trato de no traer demasiados, porque no podemos parar de comerlos; son riquísimos”, casi los saborea. “Juan Pablo tiene una banda que se llama La Orquesta del living; Nahuel, Criollitos Swing y Yuri, Jugo de Coco. Y mi hija es músico terapeuta”.
-Viven en una gran comunidad, tus hijos y vos...
-Pienso que las instituciones, y la familia también lo es, están viviendo una transformación fuertísima, llena de matices. Entonces hay que aprender a fluir de una manera que les haga bien a todos los miembros. Y eso es un aprendizaje. El rol de los padres y las madres ya no es el mismo que hace treinta años atrás. Yo creo que existe un plan en el universo y hoy los seres humanos estamos tratando de entender cuáles son los nuevos paradigmas. Y parecería que hay dos estilos muy diferentes que necesitan complementarse, uno es la vuelta a la naturaleza y otro el de la tecnología a su enésima potencia.
-Hace varios años que no trabajás como actor, ¿por qué?
-En el 2007 Sergio Massa, que entonces era el Intendente de Tigre, me ofreció integrar el equipo de Cultura y me gustó la idea. Yo pensé que iba a poder hacer las dos cosas al mismo tiempo, pero después me redobló la apuesta y me propuso armar el equipo y estar al frente. Tuve que aprender muchas cosas, y además no tenía una militancia sino que entré como independiente a una estructura político-partidaria. Pensé que iba a estar cuatro o cinco años, pero me fui fascinando y me enganché en proyectos de orquestas juveniles, en recuperar el carnaval con murgas y comparsas como Tu sonrisa mi sonrisa, Yeimara, Esquivando la Malaria... Renuncié en el 2020. Hasta el 2013 hice algo de televisión, algo de teatro como la obra de Pacho O’Donnell, Leandro y Lisandro, pero me di cuenta que no podía hacer las dos cosas como a mí me gustaba.
-¿Fue difícil tomar la decisión de correrte de la actuación?
-Si, fue un cambio radical para mí. Pero ahora vuelvo.
-¿Y cómo será esta vuelta?
-Va a ser en septiembre, en el Teatro Alvear con de María de Buenos Aires, que es un hito que me llevó a recorrer varios países en tres giras, en el 2002, el 2004 y el 2008. Vuelvo a ser el duende, un personaje que escribió Horacio Ferrer, el único rol para un actor porque los demás son músicos y cantantes. María de Buenos Aires me llevó a Hungría, Holanda, Italia, de donde vinieron mis ancestros. Ya había hecho giras en Perú, en México, pero lo de Europa jamás lo había imaginado. Y en el 2016 hicimos una función en el Teatro Colón con la Fundación Piazzolla, como cierre del Festival Internacional de Tango. María de Buenos Aires fue la alfombra roja en mi carrera. Es fascinante y amo esa obra de Piazzola y Ferrer tanto en lo musical como en lo poético. Me convocó Néstor Tedesco que es un celista con quien ya trabajamos juntos en la gira recorriendo Italia. También hago micros para Sábado verde, el programa que Sergio Elguezábal conduce en AM1110. Los micros se llaman Íntimo Vitali, mi hijo Yuri me ayuda con la parte operativa y Juan Pablo me cedió la música.
-¿Alguna vez pensaste en retirarte?
-Nunca, pero ya a mis 30 años sabía que mi vida no iba terminar como actor, sino que me pondría al servicio de otras cosas. Y me enorgullece saber que en Tigre ahora hay siete orquestas escuelas, por ejemplo.
-¿Qué recuerdos tenés de esos años en que hacías una ficción detrás de otra?
-Tengo recuerdos muy afectuosos. Hicimos nuestra casa gracias a mi trabajo en televisión y teatro. Cuando con Lilian decidimos dejar de alquilar y construir nuestra casa, empezó a lloverme trabajo: Más allá del horizonte, El precio del poder, Inconquistable corazón, Mi familia es un dibujo, Casados con hijos. Todo eso nos permitió levantar nuestra casa, poco apoco. Todavía no está terminada, pero la queremos entrañablemente. Ahora tenemos un centro cultural que se llama El propósito y en el que se dan clases de aikido, un arte marcial japonés fascinante porque te enseña a defenderte y no a atacar. Somos la sede número 91 en nuestro país.
-Sos de Tres Arroyos, creciste en Mar del Plata, ¿cómo llegaste a Buenos Aires?
-Ganamos el premio Estrella de Mar y eso nos permitió venir a hacer Israfel, de Abelardo Castillo. Debutamos en el Cervantes haciendo un fragmento de esa obra para el Día Internacional del Teatro. Después la hicimos en el Santa María del Buen Aire, y seguí trabajando. Recién a mis 25 años empecé a cobrar algo por mi trabajo como actor. Antes trabajé como disc jockey en Mar del Plata, donde viví durante 20 años.
-Siempre le escapaste a lo mediático, ¿nunca te viste envuelto en algún romance o en alguna pelea?
-Nunca. Cuando en un momento era el galancito de moda, me propusieron armar un romance ficticio para las tapas de revistas. Nunca lo fui ni lo seré y lo digo con respeto a quienes hicieron bien su negocio. Yo no pude.
-Además, llevás muchos años de matrimonio…
-Hace 46 años que estamos juntos con Lilian. Nos hizo bien airear la pareja con mis giras, fundamentalmente. Es muy importante eso.
-Hace años elegiste vivir lejos de la ciudad, en una casa de campo y con tu propia huerta, ¿también cambiaste tu alimentación?
-Como de todo, pero hace años que no pruebo la carne roja ni los fiambres. Y no los extraño. Me encanta el queso, por ejemplo, y los pescados. Trato de comer saludable. Hay que aprender el funcionamiento de nuestra máquina; no esperemos que los de afuera nos digan qué hacer. Tenemos que aprender el amor a nuestro cuerpo, el amor a la inteligencia emocional. Siempre dije que los actores somos discapacitados emocionales y hay compañeros que se molestaron conmigo. Pero yo me siento así porque los actores necesitamos permanentemente del aplauso y del cariño, y nos hacemos pasar por otros.
-Vivís en una casa sustentable que empezaste a construir hace más de veinte años…
-Sí, es un polígono de 22 lados, y es una brújula cuyo eje central es Norte-Sur, porque es bueno que los frentes de las casas estén al Norte. La hicimos con la técnica del feng shui y cuando empezamos no sabíamos que se iba a poner de moda. La casa tiene determinada orientación, las ventanas, los muebles, todo, de tal manera que la energía fluya. Nos asesoró Guido Bassler, que es pionero en la Argentina, y el arquitecto Fernando Couto, que ya tenía un proyecto que se llamaba casa consciente. Estamos a punto de poner paneles solares, tiene estructura para un molino, colectores de agua, está hecha con materiales atérmicos, tiene doble pared, muchos ladrillos y poco cemento y una chimenea en el centro del living que calefacciona toda la casa. Es nuestro pequeño paraíso.
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