Juan Luis Guerra, Nora Vega y un amor para toda la vida
El matrimonio de Juan Luis Guerra y Nora Clementina Altagracia Vega integra, sin lugar a duda, la categoría de los que cultivan el perfil bajo, de los que van por la vida sin estruendos. Para estruendos, alcanza y sobra con la rimbombante carrera musical que lo convirtió a él en una estrella popular a nivel internacional, con más de treinta millones de placas vendidas entre álbumes y sencillos.
El cantante, que siempre concentró su exposición a los conciertos y a la difusión de sus nuevos materiales, prefiere obviar la vidriera impiadosa y evitar ser comidilla de los medios con aspectos íntimos que hacen a su vida personal. El halo de misterio atraviesa, en cierta forma, su vida privada. No se trata de sincretismo, sino de una herramienta para poder preservar a los suyos y a él mismo. Esa es la marca en el orillo del músico nacido en la República Dominicana y de su aguerrida mujer.
La fe de ambos atravesó la relación y la condujo por caminos de espiritualidad. Los estudios iniciales en los colegios La Salle y Santa Teresita fueron fundamentales para que Guerra se formase en el camino cristiano, algo que no abandonaría jamás. "Mi mujer, mi familia y Dios son mis puntales", declaró hace poco el popular ídolo latino.
Dorados años 80
A comienzos de la década del 80, Juan Luis Guerra conoció a Nora Clementina, una joven y muy bella estudiante de diseño. El tenía poco más de veinte años y soñaba con poder vivir de su vocación. Si bien ella era una mujer de mente abierta, amante del arte y la bohemia, su familia le sembraba algunas dudas con respecto a la seguridad económica que podría dispensarle el joven músico. Otros tiempos. Épocas de hombres proveedores. Sin embargo, Nora era una mujer de armas tomar e independiente, así que poco importó la opinión del afuera para decidirse a entablar una relación con Juan Luis.
Las dudas rápidamente se despejaron cuando la familia de la chica comprobó que Guerra era un avanzado estudiante de Filosofía y Literatura en la Universidad Autónoma. Pero, si bien las Letras eran su vocación, el joven era un apasionado amante de la música, al punto tal de estudiar teoría y guitarra en el Conservatorio Nacional. Tal era su afición que no dudó en radicarse un tiempo en Estados Unidos para estudiar en el Colegio de Música Berklee de Boston, casa de estudios en la que obtuvo un prestigioso certificado en composición de jazz.
La voluntad de Juan Luis, su perseverancia en el estudio y para formarse como músico, seducían a Nora tanto como el buen porte del cantante. La ciudad de Santo Domingo de Guzmán enmarcó este romance idílico. Transcurrieron cuatro años desde que se conocieron hasta que concretaron la ligazón con un "Sí, quiero" formal. Los paseos por la Ciudad Colonial, una de las zonas más pintorescas de Santo Domingo donde se yerguen el primer castillo y la primera catedral de América, eran uno de los planes preferidos de la pareja. Al igual que llegarse hasta los bares donde las bandas indie tocaban en vivo, o salir en busca de discos incunables por las bateas de las disquerías.
En 1984 se produjo la boda tan anhelada por la pareja. Eran muy jóvenes, entusiastas. Sentían un amor incondicional. Y una pasión, de esas que solo los cuerpos veinteañeros pueden experimentar. Fue un año de grandes cambios y concreciones. A la par que la pareja se convertía en matrimonio, él lanzaba Soplando, su primer disco, de estilo muy diferente a los álbumes que lo coronarían como una de las grandes estrellas de la bachata. El material se enrolaba en una atmósfera claramente de jazz debido a la influencia de sus estudios en Berklee. En esta aventura iniciática lo acompañaron los músicos con los que luego conformaría la banda 4.40.
Agrandar la mesa
Juan Luis y Nora tuvieron dos hijos: Juan Gabriel y Paulina. Los cuatro conforman un núcleo férreo, infranqueable. Viven a la vieja usanza sin dejar que el show business y sus códigos los atraviesan desestabilizando todo rasgo de normalidad.
La filantropía fue, y es, uno de los ejercicios habituales de la familia. El mentor de "La bilirrubina" creo su propia fundación, primero bautizada como 4.40 y luego con su propio nombre, para ayudar a los más necesitados de su país. La tarea solidaria también lo convirtió en Embajador de Buena Voluntad de la Unesco.
Mientras todo eso sucedía, la familia marchaba unida apoyando los proyectos del popular músico y productor de imponentes dos metros de altura. Si bien la decisión de Juan y Nora era que sus hijos no descuidaran sus estudios, no fueron pocas las oportunidades en la que compartieron algún tour de conciertos en familia. Es que la década del 90 encontró al creador de "Burbujas de amor" en la cima de su éxito y acumulando fama, fortuna y codiciados premios Grammy al por mayor. El álbum Bachata rosa fue su mayor suceso, marcando récords de ventas y obtención de galardones en el mundo.
En medio del ruidoso ascenso profesional, Nora siempre estaba allí. Sosteniendo. Apoyando a su marido y uniendo a la familia. Sabido es que las luces del espectáculo suelen encandilar, separar, y correr el eje de lo esencial. "Ella siempre supo conducirme, aconsejarme. Hacer que nada ni nadie disuelva nuestra familia", confesó él alguna vez.
En su tema "Para que sepas", editado en 2014, Guerra sentenciaba: "Vivo soñando, buscando cómo agradarte. mujer. Eres la flor del naranjo donde yo encuentro la miel". Habían pasado 14 de años desde que se había puesto de novio con su esposa, sin embargo la letra de la canción "Tus besos" se convirtió en una confirmación, ratificación de principios. "Mi mayor bendición". Así definió el músico la llegada y permanencia de Nora en su vida.
Palabra de Dios
La vida marital marchaba sobre rieles, a pesar de algunas diferencias, sobre todo las concernientes al poco tiempo que Juan Luis pasaba en la casa familiar. Terminaba una gira e iniciaba otra. El vértigo había comenzado a hacer mella en el ecosistema familiar.
Ya no era tan frecuente escuchar en las cenas familiares las Variaciones Goldberg de Johann Sebastián Bach. Y a los reclamos de Nora, se sumó la ansiedad que comenzó a atravesarlo al, hasta ahora, siempre vivaz músico nacido en 1957. Fue, justamente, esta condición la que lo llevó a buscar refugio en lo espiritual.
La fe en Dios invadió al músico al punto tal de mutar el rumbo, ya no solo de su vida, sino también de su carrera. Juan abandonó el cristianismo y abordó la religión protestante. Esta decisión lo llevó a dar un giro en sus composiciones y los temas religiosos comenzaron a fluir de sus partituras. "La música es un don de Dios y Dios es la clave de todo", dijo alguna vez. Pero, aún las cuestiones ecuménicas pueden tener contratiempos. Y aunque nunca fue confirmado del todo, se dice que la extrema fe del cantante comenzó a generar interferencias en su matrimonio. Los gossip shows de Latinoamérica se encargaron de propagar una versión jamás confirmada: se dijo que Nora habría sentido celos de la pastora del templo al que asistía Guerra y que habría interpelado a su marido de manera definitoria: "Ella o yo". ¿Para tanto? "Fue una etapa de encontrarme y relacionarme con Dios. Ahora lo tengo como Señor y Salvador y es el mejor regalo de todos", confesó Guerra. Lo cierto es que, si bien no abandonó su fe, ya su activismo al respecto quedó circunscripto. Y ya no son frecuentes las visitas del músico al Ministerio religioso.
Corolario: Juan Luis Guerra sigue junto a Nora, su única esposa. El amor de toda una vida. Juntos han sabido edificar una familia sostenida en un amor profundo, íntegro. Esos amores que acompañan los crecimientos, dolores y alegrías de sus integrantes. Fueron novios, matrimonio, socios y familia. No se imaginan uno sin el otro. "Mi mujer ha sido el gran premio de mi vida y eso vale mucho más que cualquier galardón musical". No hace falta agregar nada más.Los 34 años de idilio hablan por sí solos.
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