Juan Di Natale: "Tengo mis arrebatos, soy una persona pasional"
Que un formato con fines de educativos, que aborda la divulgación de disciplinas como la Matemática o la Astronomía, inicie su cuarta temporada es un motivo de celebración. Este lunes, a las 17, tal cosa acontecerá con el debut de la nueva temporada de Todo tiene un porqué, el espacio conducido por Juan Di Natale en la Televisión Pública y que es producido por Mandarina, la compañía fundada por Mariano Chihade.
"Cuando el programa se inició, el disparador era el por qué que define su nombre. El año pasado se organizaron los contenidos a través de ejes temáticos y, en esta temporada, se abordarán materias", explica Juan Di Natale a LA NACION. La idea es que el formato pueda acompañar los procesos de estudio a través del abordaje de la temática curricular de los niveles primario, secundario y terciario. En tiempos de cuarentena, algo impensado en la última emisión del programa, la propuesta se potencia como un recurso posible y de notable accesibilidad: "Gente con hijos en edad escolar me ha comentado que los docentes utilizan capítulos del programa para dar clases", reconoce el conductor.
Personaje poco habitual Juan Di Natale. Figura pública de ininterrumpida actividad en los medios desde hace más de dos décadas, sin embargo, elige una visibilidad no ostentosa. Subió uno a uno los peldaños en el no siempre justo escalafón televisivo. Las nieves del tiempo platearon su sien anticipadamente y conformaron un sello estético. Aunque su verdadera esencia está en un sitio más trascendente. Si de simbolismos se trata, una imagen fragmentaria, de esas que definen parte de la obra de la artista plástica Marta Minujín, bien podría caberle como representación visual de su ayer y de su hoy. En él convive el ayudante de cátedra de Semiótica en la Universidad de Buenos Aires y el cronista irreverente de Caiga Quien Caiga. El melómano que volcaba su pasión editando la versión argentina de Los Inrockuptibles, aquel bastión de la gráfica nacido cerca de Champs Elysees, y el que disfruta la charla en Lo artesanal, su espacio de Radio Cantilo. Es el que madruga en La Mega y el que conduce con sobriedad Todo tiene un porqué. Y casi siempre la música atravesándolo todo. "Me crié con el rock", reconoce, como si hiciera falta tal aclaración. Dicen que canta muy bien y también que se atreve a las aguas como un buzo experimentado.
La respuesta a casi todo
Este año, debido a las restricciones impuestas por la situación pandémica, buena parte de los contenidos de Todo tiene un porqué se desarrollará a través de charlas virtuales entre Di Natale y los especialistas invitados: "Hay que adaptarse a condiciones que no son las mismas que conocimos. Es muy raro. No entraba, desde el año pasado, a un canal de televisión. Hay mucha menos gente trabajando y los protocolos de ingreso son estrictos: te toman la temperatura en la puerta, se debe pasar por un espacio sanitizante, por supuesto la utilización de barbijos es obligatoria y somos muy pocos en el estudio. Además, tenemos un solo invitado por bloque y mucha conversación remota, que es el lenguaje televisivo de la cuarentena. Desde ya, estarán los informes habituales y tendremos secciones que saldrán del tema monográfico de cada capítulo", explica el conductor en referencia a fragmentos que se apartarán del eje del día para abordar cuestiones vinculadas a datos, a hechos históricos o a preguntas formuladas por figuras famosas como Leonardo Sbaraglia, Narda Lepes o Eleonora Wexler. "El año pasado hicimos un programa sobre los virus que fue muy consultado".
-Un capítulo anticipatorio.
-A algo le íbamos a pegar porque, durante el 2019, hicimos alrededor de 170 programas. En ese sentido me parece un proyecto noble y muy ambicioso, en el mejor sentido del término.
Ciclos como Cocineros Argentinos, Los Siete Locos, Otra Trama, Caminos de tiza, y el propio Todo tiene un porqué han trascendido cambios de autoridades nacionales y de la emisora, y siguen en el aire sin interrupciones. Algunos de ellos se emiten desde hace décadas. Habitualmente, en Argentina, los medios públicos son moldeados por la lógica del gobierno de turno, a diferencia de cadenas internacionales estatales europeas donde la programación no está pendiente de los vaivenes de la política y mantienen independencia cumpliendo con el verdadero carácter público y plural para el que fueron creadas. Es loable que la Televisión Pública sostenga ciclos valiosos más allá de los cambios en su directorio. "Habla de la madurez y de la sabiduría de las gestiones, de la anterior y de ésta, al considerar un programa como Todo tiene un porqué para la programación de la Televisión Pública. Además, hay que tener en cuenta que es un formato producido por una productora privada. Que el Estado pueda seguir generando contenidos desde productoras privadas, más allá de los cambios de gestión, me parece que es destacable. Habla bien de las dos gestiones", reconoce Di Natale.
-No debería sorprender.
-Es una curiosidad para celebrar, a partir de la madurez de todas las partes. Lo que importa es la calidad de los contenidos y el sentido de esos contenidos para la Televisión Pública, más allá de quién los produzca.
-Hemos naturalizado los tapabocas, el distanciamiento social, y los túneles sanitizantes. Para alguien que integró una cátedra de semiología, la vida cotidiana se convirtió en un muestrario de signos, de significados y significantes, con mucho para examinar.
-Basta con asomarse a las redes sociales para encontrarse con mucha gente teorizando y especulando. Estamos viviendo una experiencia inédita que rompe con los manuales. Todos los saberes nos sirven, el conocimiento científico es lo primero que tenemos que abrazar en una situación como esta, y, en ese sentido, nuestro programa encuentra allí su campo. De todos modos, todo es provisorio, todo lo que sabemos se pone a prueba. Cada día nos enteramos acerca de lo que la ciencia descubre sobre un virus nuevo, pero eso mismo puede ser puesto en duda dentro de una semana. Estamos inmersos en un experimento involuntario al que se viene sometiendo a la humanidad desde hace tres meses.
-¿Significará un cambio de era?
-Es una especulación más, una de las tantas cosas que podemos imaginarnos acerca de cómo concluye y que terminará significando este momento que estamos atravesando.
Público y privado
-Se te percibe muy pensante, racional. ¿Cuál es la irracionalidad mayor a la que recurre, frecuentemente, Juan Di Natale?
-Tengo mis momentos cotidianos de impulsividad. Tengo mis arrebatos, soy una persona pasional. Me considero sensible, pero duermo poco y eso puede convertirte en alguien irritable, pero estoy controlado, no soy peligroso, no hago daño.
Apela al humor para reconocer la maratón diaria que lo lleva a amanecer a la madrugada para conducir, desde las 6, Reloj de plastilina, en La Mega. A las 4 de la tarde se pone al frente del micrófono de Radio Cantilo. Y, en el ínterin, graba los episodios de Todo tiene un porqué en los cómodos estudios de Figueroa Alcorta y Tagle.
-Alguna vez confesaste que eras rencoroso y que esperabas que la pérdida de memoria, que podrían aparejar los años, aplacase esa característica. ¿En qué instancia del rencor o de la pérdida de memoria estás?
-No soy de olvidarme. Me olvido de lo irrelevante, pero eso que está atravesado por algún daño o por un dolor, que luego se convierte en rencor, es más difícil que se olvide.
-En tu haber profesional se incluyen programas de gran repercusión e incidencia como CQC. Sin embargo, el medio no te llevó puesto y poco se conoce de tu vida personal.
-¿Qué significaría que el medio me lleve puesto?
-No involucrarte en ningún tipo de escándalo y mantener reservada tu vida familiar. No has recurrido a una exhibición desmedida y, cuando se te consulta por el vínculo con excompañeros como Mario Pergolini, evitás sumirte en una polémica.
-Cuando he realizado alguna declaración que luego repercute, me incomoda. Me arrepiento de eso, por eso trato de ser prudente, aunque no siempre me sale. Tiene que ver con una decisión. Mucha gente se siente cómoda poniendo en el juego del espectáculo, y del consumo masivo, aspectos de su vida privada; están bien con eso. Es respetable. Tampoco fue igual para mí la relación entre lo privado y lo público a lo largo de mi vida adulta y profesional. Quizás ahora puedo mostrar o decir algo que antes no. Pasa por lo que uno está dispuesto a vender y eso tiene un precio. Así como hay un beneficio también hay un precio que se paga.
-Por otra parte, cuando se abre una puerta del ámbito privado es muy complejo volver sobre esos pasos.
-Es así, pero también, en algunos casos, existe la mala suerte.
-¿A qué te referís?
-Por más cuidadoso que se puede ser, alguna vez se puede tropezar. No se puede controlar todo.
Políticos a prueba
Una de las particularidades, un bastión, de aquel recordado Caiga Quien Caiga era enfocar la lupa sobre la gestión de los políticos en funciones ejecutivas o legislativas. En muchos casos no faltaron las preguntas que dejaron en evidencia a los entrevistados. También es cierto que los cronistas del ciclo contaban con algunas ventajas metodológicas, podían organizar las inquietudes mientras que los consultados eran sorprendidos in fraganti. Quedó como una de las páginas bochornosas aquella pregunta que Juan Di Natale le hizo a la entonces ministra de Educación de la Nación Susana Decibe, acerca del Teorema de Pitágoras. Fue un golpe bajo, quizás. La funcionaria no supo responder.
-En muchas de las entrevistas que se realizaban en CQC se delataba un alto índice de desconocimiento sobre cultura general de la clase política argentina. ¿Qué sucedería hoy con esas mismas preguntas?
-No lo sé. Con respectos a aquellas bromas de CQC, puedo decir, ahora que pasó tanto tiempo, que hay que ponerse en el lugar de una persona que está resolviendo sobre muchos temas diferentes de coyuntura. En el caso de Decibe, es cierto que se trataba de una ministra de Educación y debía asumir las consecuencias de una pregunta, pero, más allá de eso, es difícil para una persona que está respondiendo sobre tantos temas que pueda, en el momento, referirse al Teorema de Pitágoras. Era un show para la tele. No me parece que eso haya convertido a Susana Decibe en una mejor o peor ministra. Esta es la verdad. Y hay que entender que la tele es la tele. Más allá de eso, vemos todos los días que hay mucha gente que está preparada para las funciones que asume y otra, no tanto. No podría trazar una línea histórica en torno a una evolución o no en ese sentido. No lo sé. Además, la política pone en juego otro tipo de capacidades y saberes.
-A la luz del tiempo, ¿te arrepentís de aquellas preguntas?
-No, para nada. No me arrepiento porque mi trabajo en ese momento era ese.
-El ciclo cumplía un rol, más allá de un Teorema de Pitágoras no explicado. Dejó en saludable evidencia cuestiones que hacían a la función pública de los funcionarios de los distintos gobiernos de la época.
-El programa funcionó.
Se nos parecen
Tercer hijo de un padre jefe de personal de un laboratorio y una mamá comerciante en una galería de Caballito, el barrio donde Juan Di Natale transcurrió su niñez junto a sus dos hermanos mayores. "De mi infancia tengo recuerdos cariñosos. Fueron tiempos muy en el barrio, en el Parque Rivadavia, con la bici o la patineta. En la adolescencia comencé a circular un poco más, a conocer otros ambientes, encontrarme con otra gente".
-¿Qué separa tu infancia de la de tu hijo?
-Aquella fue muy inocente con respecto a la infancia de hoy, lo puedo ver claramente en mi hijo. Si bien eso que llamamos inocencia de la niñez sigue estando ahí, hay muchas cosas que se presentan ante los ojos de mi hijo que yo no recuerdo haber visto de chico. Son dos mundos muy distintos.
-Podemos pensar que los 50 representan, simbólicamente, la mitad de la existencia. Tenés 51 ¿Qué sucede cuando se atraviesa esa línea?
-Pensar en la mitad me parece optimista.
-Seamos optimistas.
-Los 50 los pasé de largo. Me cuesta tomar conciencia a qué lugar del camino llegué. Volviendo a la infancia, si pienso en la imagen de mi padre a los 50, es muy distinto a cómo me siento yo a los 51. Se trata de vivir, como dice Litto Nebbia. No se puede hacer mucho. No me siento viejo, pero, a la vez, hay un montón de cosas con las que ya no siento el mismo placer o que disfruto tanto como antes. Uno se va poniendo grande.
-Hay algo de sabiduría en ese crecimiento. Aunque no siempre sucede.
-Si comparamos nuestros conocimientos con los conocimientos que va adquiriendo la humanidad, nos vamos volviendo más ignorantes. ¿No?
-Habrá que recurrir a Todo tiene un porqué para no quedar desactualizados.
-Seguramente. En eso estamos.
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