Los programas sostenidos en el conocimiento científico y cultural no abundan en las grillas de programación de los canales, sobre todo en la televisión abierta, cuyos contenidos apuntan al entretenimiento, la información y el impacto inmediato. Al fin y al cabo, de rating se vive, y se sobrevive, en el universo televisivo. Todo tiene un porqué, el ciclo que este lunes 27 de mayo a las 18 estrenará su tercera temporada por la Televisión Pública Argentina, es una de las excepciones a la regla. Este año, luego de dos a cargo de Germán Paoloski en la conducción, el programa tendrá a la cabeza a Juan Di Natale , una figura conocida, pero de extremo bajo perfil y con un sesgo de intelectualidad en su identidad como comunicador.
A priori suena bien empático su nombre con el tipo de desafío que le tocará abordar. "Me parece muy valioso que la Televisión Pública le de espacio a un programa como este. La idea es buscar las respuestas para las cuestiones más diversas y, este año, además, cada emisión estará vinculada a un tema en particular", comenta el conductor en su camarín, ubicado a pocos metros del set del icónico edificio de la avenida Figueroa Alcorta. El formato es una creación de Mandarina, la productora que tiene a Mariano Chihade como fundador CEO y a Mario Cella como director general. El tiempo apremia. Di Natale acaba de llegar de la radio y debe grabar dos emisiones consecutivas. Se cambia de pie mientras conversa y alterna con sorbos de un café de media mañana que suena casi a almuerzo teniendo en cuenta que se levanta cuando la luz del sol aún es un proyecto.
–¿Te preparás para cada tema? ¿O preferís llegar desde un lugar más virginal al abordaje?
–Me interesan ambas posturas. Llego un poco virgen porque no soy especialista en nada, más allá de temas con los que tengo un poco más de roce. Pero la producción es bien rigurosa y nos acerca material.
Juan Di Natale estará acompañado por los periodistas especializados Maximiliano Tomas, Florencia Ballarino y Paloma Bokser, todos respaldados por profesionales de cada disciplina abordada. El interrogante como disparador conceptual se convierte en el basamento para desarrollar conocimiento sobre las más diversas cuestiones: desde el arte hasta la historia. Sobre la mesada del escueto camarín reposan varios corpus impresos que bien podrían convertirse en el trabajo final de una ponencia académica y que, dado su grosor, podrían estremecer al estudiante novato. Di Natale se sumerge cada día en esas cientos de impresiones para, al mejor estilo del Ismael de Herman Melville, darle vía libre a su curiosidad innata.
–Imagino que ahondar en cada eje es un trabajo paralelo a la conducción en sí misma.
–Hay que saber un poco para poder preguntar, pero no es necesario saberlo todo. Desde ya, me interesa abordar la conversación desde un lugar de producción de ideas. Siento que mi actitud, más que virginal, es la de un amateur del conocimiento.
–Te definís como un amateur del conocimiento, pero tu perfil siempre ha sido bastante intelectual. Incluso en algún momento fuiste docente de la Universidad de Buenos Aires.
–Fui un proyecto de intelectual. Cuando comencé en los medios, hace 25 años, estudiaba Letras y era Ayudante de Segunda en la cátedra de Semiología del Ciclo Básico Común. Tenía un proyecto de investigación y había ganado una pequeña beca. Pero no soy un intelectual. Me interesa el conocimiento, pero no todos los temas por igual. Algunos me cuestan más que otros.
–Trocar aulas por estudios de televisión, ¿sucedió con la co conducción de Caiga Quien Caiga?
–En realidad fue a comienzos de los 90, cuando ingresé a La TV ataca, un programa que fue muy exitoso. Así que conocí cierta fama desde un lugar vertiginoso. Luego de eso tuve un impasse en los medios y regresé a la universidad, pero ya no era lo mismo, no estaba tan entusiasmado.
–En tiempos de la universidad, ¿se había despertado en vos una atracción por los medios o la llegada de La TV ataca fue azarosa?
–Siempre me interesó. De hecho, en los tiempos de mi colegio secundario tuve algunas experiencias prematuras.
–Transitaste con fluidez la televisión y la radio. ¿Te interesan ambos medios por igual?
–Mi trabajo cotidiano siempre pasó por la radio. De hecho, luego de La TV ataca jamás volví a hacer un programa diario. Esta nueva experiencia en la Televisión Pública es una vuelta a eso.
–De alguna forma es regresar al origen.
–Esta es una vuelta intensa porque tengo a mi cargo la conducción del programa y porque me encuentra en un momento de mi vida de mucha ocupación.
–Los que amanecen de madrugada dicen que es imposible acostumbrarse a eso.
–Es así. Me levanto a las cuatro, a las seis estoy en Radio Mega con Reloj de plastilina. Y a las cuatro de la tarde hago Lo artesanal por Radio Cantilo, de City Bell.
–¿Qué te sedujo de esa propuesta que te obliga a desplazarte varios kilómetros por día?
–Mi final en Rock & Pop, luego de 25 años de trabajo, fue bastante traumático. Me comí todos los villanos, entre ellos Szpolski (Sergio) y después Fígoli (Marcelo). Terminé muy mal, muy abruptamente fuera de la radio. Y el primer lugar donde se me abrió una puerta fue en Radio Cantilo, gracias a los consejos de Bebe Sanzo y el Ruso Verea. Luego de dos meses de no hacer nada, el primer trabajo que tuve fue ese. Y me quiero quedar ahí porque es un proyecto hermoso.
–Imagino que esos dos meses sin actividad habrán sido de mucha angustia y ansiedad.
–Y de dolor.
Estoy en juicio con Rock & Pop y debería haber sentencia este año. Hay muchos compañeros en igual situación
–¿Cómo sucedió esa salida abrupta de Rock & Pop?
–Había una muy mala relación. Los últimos dos administradores, para no nombrar a otros anteriores y entrar en polémicas que están desgastadas, son dos inescrupulosos. La situación la siguen padeciendo mis excompañeros de Rock & Pop, que sigue administrada por Fígoli, quien, además, es productor musical.
–¿Rock & Pop te debe dinero?
–Estoy en juicio con Rock & Pop y debería haber sentencia este año. Hay muchos compañeros en igual situación. En aquel entonces me debían mucho dinero, venía cobrando en partes y con cheques sin fondos. Y firmando convenios que luego no se cumplían. Un nivel de impunidad realmente escandaloso el de los últimos administradores de Rock & Pop.
–Doloroso pasar del sentimiento de pertenencia de aquel emblema de la radio que hizo época y ocupaba el mítico edificio de Belgrano 280, a una Rock & Pop en las condiciones que comentás.
-Es muy triste, pero a la vez todo tiene un ciclo.
–Pero los ciclos pueden concluir de manera más amorosa.
–Le tengo mucho cariño a esa historia y a ese equipo. En ningún lugar trabajé tantos años y con esa continuidad.
–Pensando en ciclos históricos, ¿cómo vivís la polémica entre los ex Caiga Quien Caiga en torno a la diferenciación entre los que ganaron buen dinero y los que no?
–Me desconcierta mucho por qué surge en este momento. Todo nació con la pregunta de Daniel Malnatti a Mario (Pergolini) en TN, pero luego de eso hubo medios que publicaron, sistemáticamente, una nota por día sobre la cuestión.
–Será por el interés que despierta en la gente.
–Es posible. O porque alguien esté tratando de revivir el formato o hacer un negocio con esto.
–¿Creés que esa pueda ser la razón?
–Me comentaron que le pidieron CQC al dueño de la marca.
–¿Es Mario Pergolini el dueño de la marca?
–No. Su ex socio.
–¿Diego Guebel?
-Sí, pero no me consta que todo esto haya sucedido.
–Según lo que te comentaron, ¿eltrece podría haberle pedido a Diego Guebel la marca CQC para comprársela?
–Eso me dijeron, pero no me consta.
–¿Tenés buen vínculo con tus ex compañeros de Caiga quien Caiga?
–La verdad es que no me veo casi con nadie.
–¿No mantenés amistad con ninguno?
–Sería exagerado decir amistad. Con Clemente Cancela y con Daniel Malnatti tengo la mejor. Trabajé con Eduardo (De la Puente) luego de que nos hicieron una cosa espantosa en Rock & Pop.
–¿Con Mario Pergolini tenés vínculo?
–Con Mario no tengo relación ahora, di vuelta una página y todo lo que tenía para reprocharle por lo que fue su rol como, de algún modo, administrador y su responsabilidad por lo que pasó en Rock & Pop, se lo dije en su momento, no quiero hablar más de eso. Ya está. A la vez, con Mario deberíamos tener algún tipo de gratitud mutua. El me dio mucho y se lo agradezco, y yo también le di mucho. Al final de todo, nos debemos querer en algún punto, pero pasaron muchas cosas.
–Quizás los desencuentros se solucionen compartiendo un café.
–Este año no será. Estoy muy ocupado.
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