Juan Carlos Dual: el actor que cambió el fútbol por los libros y conoció en el escenario al gran amor de su vida
A 8 años de su muerte, colegas y amigos lo recuerdan con cariño y respeto, a través de anécdotas que pintan de cuerpo entero a un intérprete que dejó huella en los escenarios
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Se llamaba Juan Carlos López Monghi, pero lo conocimos como Juan Carlos Dual. Galán de galanes, se movía muy bien tanto en el drama como en la comedia y, dicen, tenía el don de actuar con las manos.
Nació el 19 de febrero de 1933 y falleció el 24 de agosto del 2015, hace exactamente 8 años. Antes de ganarse la vida como actor, trabajó como modelo publicitario y “de lo que pintara”, según declaró alguna vez. Ya había cumplido 30 cuando tuvo su primera oportunidad en el teatro y supo aprovecharla. Después vinieron un puñado de películas, como Los muchachos de antes no usaban gomina, Estoy hecho un demonio, Donde duermen dos... duermen tres, Hotel de señoritas, Viva la vida, Visión de un asesino, El año del conejo, ente otras.
En televisión, Dual se lució en muchas ficciones, entre ellas El amor tiene cara de mujer, Rosa de lejos, Matrimonios y algo más, Libertad condicionada, Propiedad horizontal, Las vendedoras de Lafayette, Los Libonatti, Alta comedia, Primicias, Yago pasión Morena. Son de Fierro fue su último trabajo en televisión, en el 2007, donde interpretó al padre de Osvaldo Laport. “Compartimos muchas charlas y mates en la novela, pero lo recuerdo especialmente en una obra que hice hace muchísimos años, en mis primeros pasos en el teatro. Era como tocar el cielo con las manos, tan joven ya con ese privilegio”, le cuenta Laport a LA NACIÓN. “La obra se llamaba Sábato, doménica e lunedí, con la dirección de Cecilio Madanes y un elenco tremendo, porque junto a Dual estaban María Rosa Gallo, Jorge y Aída Luz, Raúl Rossi. El aprendizaje fue total”, admite.
“Más allá de mi admiración a todos, recuerdo la caballerosidad, la generosidad, el don de gente, la cordialidad de Juan Carlos. Y era un tipo muy elegante. Me acuerdo que, por mi personalidad y respeto, trataba de no invadir y me acercaba solo si me llamaban, si no me quedaba observando en un rincón. Creo que sigo siendo así (risas). Era un tremendo profesional”, continúa Laport.
En teatro, Dual hizo Hello Dolly, con Naty Mistral, Camino a la meca, con China Zorrilla y Thelma Biral, Descalzos en el parque, con Beatriz Bonnet, Hombre de confianza, con Aldo Pastur, Lulú, con Osvaldo Bonet, La visita que no tocó el timbre, con Antonio Grimau y Pablo Alarcón. Cash, dirigida por José María Muscari, fue su último trabajo en teatro. Muscari recuerda una anécdota de ese entonces: “Siempre nos juntábamos en el camarín del Maipo con Gustavo Garzón, Daniel Aráoz y Ronnie Arias a tomar fernet y charlar de la vida. Era un tipo muy apasionado, profesional, y muy dúctil que logró tener prestigio y popularidad al mismo tiempo. Lo recuerdo siempre de buen humor”.
Aldo Pastur también trabajó con Dual y lo recuerda para LA NACION: “Hicimos una comedia en Mar del Plata que dirigía y escribió Dual. Escribía muy bien, tenía buen timing para la comedia. Y también hicimos Hombres de confianza, en el Teatro del Pueblo. Era un placer laburar con él, excelente comediante, sabía mucho del manejo de los tiempos y el gag. Brillante. Tengo muy buen recuerdo profesional, y era un tipo macanudo”.
Sus colegas coinciden en decir que a Dual lo definía su gestualidad, porque actuaba con las manos. Hace algunos años, el actor decía en una entrevista: “A veces tengo que pedirle a mis manos que se calmen, porque yo fui formado para que el que estuviera en el último rincón de una sala teatral, con la entrada más barata, no se perdiera nada. En homenaje a esa gente es que siempre modulé serenamente y moví mi cuerpo para que se viera a la distancia”.
Varias veces contó que se hizo actor de pura casualidad, escapando de la policía y por jugar al fútbol en la calle: “De pibe yo jugaba a la pelota con unos amigos en una cortada de Barracas. Era un lugar con trampa, porque como los vecinos se quejaban, entraban patrulleros por los dos lados y quedábamos encerrados, y después tenía que ir tu viejo a sacarte de la comisaría. Un día apareció el autito y no sé cómo zafé del brazo del policía y empecé a correr como loco. Corría sin mirar hacia dónde iba, y de golpe vi una puerta abierta de una casa y me mandé. Subí la escalera y me topé con una cantidad impresionante de libros. Apareció un señor que me dijo si estaba perdido. Me dijo que estaba en la Biblioteca Popular de Barracas, y me propuso ir dos veces por semana para leer, porque había cosas interesantes. Así conocí la novela inglesa, la española, la literatura rusa. Era un viejo socialista divino que me abrió un mundo. Ahí también funcionaba un taller de teatro y me anoté”.
También contó cómo fue la elección de su nombre artístico. “Mi viejo decía que actuar era cosa de maricones y cuando tuve la oportunidad de hacer teatro, me pareció deshonesto usar mi apellido. Entonces, cuando los productores me preguntaron, yo no supe qué decir porque no había pensado en un nombre todavía. De casualidad vi algo en la pared que tenía la firma de un tal Duval y lo repetí, pero estaba tan nervioso que me salió Dual, y quedó”, explicaba.
Su gran amor
Conoció a Diana Maggi a sus 34 años, en 1967, después de separarse de la actriz y locutora Edith Boado. Fue durante los ensayos de la obra La historia de la guita, en el teatro Astral, y el primer encuentro no fue el mejor. Según contó la pareja alguna vez, Dual estaba junto a Joe Rígoli y el director Onofre Lovero, esperando a Maggi. Dual comentó que tenía fama “de medio piantada”, a lo que sus colegas le respondieron que era “una buena mina, tranquila como agua de tanque, aunque un poquito extrovertida, como buena tana”. Para resumir, ella llegó tarde y furiosa porque no encontraba lugar para estacionar. Encima, Dual encendió un grabador para aprender algunas canciones de la obra, y nada salió como pensaba; ella le pidió que lo apagara porque no podía concentrarse. Sin embargo, algo hubo en ese cruce de miradas.
“Me empezaron a correr unos fríos por la espalda. Fue como una especie de enamoramiento, así que empecé a suavizar mi forma de ser, porque al principio lo había tratado mal”, se reía Maggi al recordar ese primer encuentro. Un día fueron a tomar un café y hablaron de teatro y de literatura; otro día la acompañó hasta su casa y al poco tiempo concretaron la historia de amor que duró hasta la muerte del actor.
Dual también tenía sus propios recuerdos sobre el inicio del romance: “La invité a bailar a un boliche que estaba frente a la cancha de River y ese día empezó nuestro amor. Noviamos un año y medio, después nos separamos dos, volvimos a tener un idilio de un año, nos distanciamos tres años más y finalmente en 1976 decidimos irnos a vivir juntos a un chalet en la General Paz y 3 de Febrero, en Nuñez”.
En las muchas entrevistas que dieron en los ‘80, ella decía de él: “Juan Carlos es un fuera de serie. Forma parte de una raza de hombres que ya se extinguió. Es educado, respetuoso, caballero. Estoy profundamente enamorada de él”. En tanto que él sostenía: “El sentimiento es recíproco. Y el respeto es fundamental porque entre dos personas que se aman no puede haber maltrato. Si estoy enojado por algo, lo máximo que hago es levantar el tono. Tenemos discusiones, pero nunca con las garras hacia fuera”.
No se casaron porque, según decían, no creían “en los papeles”. “Entre nosotros hay un compromiso de palabra mucho más importante que la ley o los ritos”, decían.
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