Juan Arana: del recuerdo de su madre al dolor por no haber podido despedir a su padre y qué heredó de ellos
Trabaja detrás de escena desde los 20 años y recién hace diez se animó a subirse a un escenario; dice que todavía tiene que lidiar con la despedida de su querido padre
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Se llama Juan Arana y es el único hijo de Marzenka Novak y Hugo Arana. También es actor y aunque trabaja detrás del escenario desde hace muchos años, recién en 2014 se animó a mostrar su arte. Hoy protagoniza una obra en el circuito de teatro independiente, tiene dos proyectos para microteatro y reestrena la obra Sucursal, en septiembre. En diálogo con LA NACIÓN, “Juano” Arana, como le gusta que lo llamen, recuerda a su papá -que falleció durante la pandemia en 2020- y reconoce que todavía no pudo hacer el duelo. También cuenta que heredó de su mamá una inquietud mística, reflexiona sobre el oficio del actor y arriesga una hipótesis sobre por qué no actuó antes.
Hoy sus días transcurren en la casa que hasta hace unos años compartió con su papá y está dedicado al teatro. “Estoy actuando los domingos, a las 19, en un ciclo que se llama Teatro Breve 4x1, en el Teatro Cara a Cara en Villa del Parque y es como ir a casa, un antidomingo hermoso. La obra que hago se llama Guardianes de la patria y todas están escritas por Carlos La Casa, con quien trabajé en Sucursal, una comedia con la que volvemos porque le fue bárbaro. Es muy divertida y ganó el premio Orsai. En julio vuelvo a Microteatro con una obra que ya hice, se llama Inteligencia genital y la hacemos con María Zubiri, y escribe y dirige Gimena Riestra. En septiembre también voy a hacer otra obra de Jorgelina Vera, se llama Sexo en el puente, y nos dirige Víctor Laplace”.
-¿Siempre tuviste una continuidad de trabajo o necesitás hacer otra cosa además para vivir?
-En general tengo continuidad, pero estoy pensando en tener algún otro kiosquito pronto... (Risas). Lo necesito. Trabajé mucho en teatro comercial, pero debajo del escenario. Empecé a los 20 años, más o menos, como utilero, fui asistente de producción, de dirección, stage manager. Estuve siete años en Toc Toc como asistente de escenario, hasta la cuarentena de 2020.
-¿No te animabas a actuar?
-Había hecho cosas en la escuela, muchos cortometrajes, pero la primera vez que actué fue de grande, en 2014, en una versión de Romeo y Julieta que dirigía Virginia Lago, y todos éramos hijos de actores y actrices. Esa fue la primera vez que hice teatro profesional como actor.
-¿Y por qué?
-¡Qué se yo! Porque no se daba, porque no tenía ganas... Sí hice cortometrajes toda mi vida. Me acuerdo a los 11 años que mi papá nos filmaba con mis amiguitos y hacíamos historias y nos divertíamos mucho. Yo también después agarré la cámara y empecé a dirigir.
-Para vos era algo natural porque tus dos padres fueron actores...
-Sí, claro. Me crie en sets de televisión y entre patas, en los teatros. Me acuerdo mucho de un momento que viví y fue un golpe de magia. Tendría unos 5 años cuando mi mamá hacía un musical de Pepe Cibrián con Ana María Campoy que se llamaba Las dulces niñas. Estaba con el técnico maquinista de la obra que tenía que activar la máquina de humo, antes de que mi mamá saliera a escena a cantar una canción. Ese día me dijo que lo ayudara y apreté el botón para que saliera humo y mientras espiaba entre patas, veía a mi mamá de espaldas, con las luces... Fue mágico. Algo me impactó en ese momento. Cuando terminé la escuela estudié cine, pero mi abanico de intereses es amplio y leo muchísimo.
-¿Y cuáles son esos intereses?
-Me gusta la filosofía, la historia, lo esotérico. Tengo un costado místico que, me parece, heredé de mi madre que era polaca. Vino a Buenos Aires a los 4 años y en la vieja Europa es más común esto de las historias de fantasmas. Me interesa el mundo espiritual, no pertenezco a ninguna religión, pero creo en inteligencias superiores. También es un tema que me divierte. Me gusta meditar también.
-¿Qué heredaste de tus padres?
-De mi mamá, el oído musical. Tuve varias bandas. Y mi papá era más de barrio, un tipo muy leído, pero de la universidad de la calle. También tenía un costado místico. Era una pareja hermosa, 47 años juntos y se adoraban. Eran muy diferentes y también complementarios. Me dejaron la herencia más hermosa porque eran muy queridos y respetados.
-Ser hijo de actores y seguir el mismo camino que ellos, ¿tiene más contras que pros?
-Hay de todo, creo yo. Primero hay que saber qué querés, buscarlo y hacerse cargo. También depende del hijo de quién sos... (risas). Hace poco que me subo al escenario, aunque hace muchos años que trabajo en teatro. Quizá había algo que no me convocaba, o no me sentía listo, o sentía una mochila justamente por ser hijo de... No lo busqué demasiado y cuando sucedió fue porque Virginia Lago nos llamó para hacer esta obra con todos hijos de actores. No fui a un casting, simplemente se dio. Al año siguiente hice un programa en PakaPaka, precioso. No tengo representante... Quizá debería.
-¿Tuviste oportunidad de hacer ficción?
-Hice algún que otro bolito en cine, en una película de Tita Merello que dirigió Teresa Costantini. Y en televisión también. Me falta cierta hambre, quizá necesite activar, contratar un representante. La industria audiovisual está complicada.
-¿Y tus padres qué te decían?
-Les encantaba que trabajara en teatro, pero me dejaban hacer la mía. Fueron padres muy permisivos.
-¿Vivías con tu papá?
-Sí, viví con él hasta el final y sigo en la casa de San Cristóbal. Es una casa chorizo y en el fondo habían hecho una casita para que viviera yo, a la vieja usanza... (risas). En cuarentena quedamos encerrados juntos y él falleció en el peor momento, en octubre de 2020. Mi papá estaba operado del corazón en 2013 y desde hacía un tiempo no venía bien. Un día lo encontré tirado en el piso y al otro día, estaba mejor, pero no se acordaba de nada. Lo interné y a los 15 días se murió. No pude volver a verlo, abrazarlo, despedirme, aunque hablábamos todos los días por teléfono o en videollamada.
-¿No pudiste hacer el duelo?
-No, no pude hacer el duelo como lo hice con mi mamá. Recién estoy empezando a soltar ciertas cosas. No hubo ritual, no hubo velorio, no hubo nada. No pude ni verlo, así que hay cosas que no cerré todavía. Estuve muy mal porque siguió la cuarentena, no podía trabajar, no pude despedir a mi padre. Agradezco a Fede Marrale y a Carlos La Casa que me tiraron sogas porque yo estaba paralizado. Con Fede hicimos un trabajo hermoso en la Televisión Pública, en dirección de actores de una ficción. Me ayudó en lo económico y en lo anímico. Y Carlos La Casa me llamó para que me sumara a la obra Sucursal.
-Y empezaste a salir adelante...
-Esa es la verdad. En el medio, también me separé. El 2020 fue el peor año de mi existencia. Fue mucho. Soy hijo único, los tres éramos muy unidos y perder a mi papá de esa manera y en ese contexto fue difícil. Me mataba saberlo solito en una camilla. Mamá murió en 2011, a los 66 años. Tenía diabetes y tuvo dos ACV. Fui un niño muy feliz, un adolescente feliz y soy un tipo feliz, más allá de que los extrañe mucho. Mis padres fueron dos personas espectaculares, transparentes, encantadores, buena gente. Tenían sus cosas, sus miedos, pero eran dos divinos. Cuando mi mamá se murió, le dije a mi papá: “Se murió mi mejor amiga”. Porque así lo sentía y con mi papá me pasó lo mismo.
-¿Cómo viviste los picos de fama de tu papá?
-Siempre lo paraban en la calle para saludarlo y se me inflaba el pecho. Mucho orgullo. También me acuerdo de que cuando era chiquito una vez se nos vino un malón de gente encima y mi papá me soltó un momento para firmar un autógrafo y yo sentí terror. Pero ni me traumó ni nada y solo pasó esa vez.
-Muchos creen que Hugo era el papá de Facundo Arana, ¿alguna vez te preguntaron si son hermanos?
-Hasta hace poco me preguntaron si era mi hermano. Ellos trabajaron en Buenos vecinos y sin querer alimentaron el mito porque se decían papá e hijo, para divertirse... (risas). Además, mamá era rubia y de ojos celestes como Facundo, así que podía ser.
-¿Alguna vez trabajaste con tus padres?
-Con papá trabajé en mi primera obra como utilero, una comedia que se llamaba Más que amigos. Y volvimos a trabajar en una de las últimas cosas que hizo porque me dirigió en Microteatro en el verano de 2020. Fue muy linda la experiencia, los dos muy profesionales a la hora de trabajar. Y cuando hizo ese ciclo de Historias virales en cuarentena, yo lo ayudaba con el teléfono, las luces, arreglaba todo con los directores. Se despidió con eso: fue lo último que hizo. Tuvimos una relación hermosa, aunque de vez en cuando nos gritábamos como buenos vascos... Además, los dos actores, con lo cual todo era un poco sobreactuado, para despuntar el vicio. Con mi mamá, igual, y después todo terminaba en abrazo.
-¿Por qué te dicen Juano?
-Porque si decís Juan Arana seguido parece que dijeras Juana Rana. Soy Juan Gonzalo Arana. En el perfil de Instagram me puse Juano Arana y quedó. Me gusta como nombre artístico.
-¿Tenés otras pasiones?
-Me gusta cantar... Tuve bandas y me gustaría volver. Mientras canto en la ducha y fuera de la ducha... (risas). Y leo mucho también.
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