Piedras soleadas
Cuando Guillermo Alejandro de Holanda le pidió la mano a la carismática economista argentina, lo planeó todo a la perfección, desde hacerlo mientras patinaban sobre hielo en un lago congelado, hasta el anillo, hecho con extraño diamante naranja para honrar sus raíces como heredero de la casa de los Orange. Desde entonces le regaló a la actual reina varias piezas con citrinos naranjas y topacios, tal como el anillo que le dio cuando nació una de sus tres hijas.
Duquesas deslumbrantes
Si hablamos de romance, el príncipe Harry y Meghan son la pareja "de póster". Y desde su boda real, el joyero de la ex estrella de televisión se completó con varias piezas de Cartier –Meghan tiene dos pares de aros y un brazalete que forman parte de su "trousseau"–. De los regalos que recibió de Harry con motivo de su casamiento, su preferido es el anillo de aguamarina con corte de esmeralda diseñado por Asprey, que tiene un valor incalculable, ya que perteneció a su adorada madre, Diana. Por supuesto, la joya más preciada e icónica de Diana es su anillo de compromiso, que hoy luce en manos de su otra nuera, Kate. Como complemento, el príncipe William le regaló a la duquesa de Cambridge un reloj Cartier Ballon Bleu, con agujas azules. Según se dice, para el nacimiento del príncipe Louis, el heredero de la corona británica le obsequió a su mujer un anillo con un citrino, una piedra que, dicen, representa la nueva vida.
Belleza oceánica
Cuando el príncipeAlberto de Mónaco se casó con la nadadora olímpica Charlene Wittstock, su novia deslumbró con tres impresionantes piezas de joyería que él había creado especialmente para ella inspirándose en su carrera y en el mar que la rodea. El set de diamante y zafiro Ocean fue creado por Van Cleef y Arpels, joyeros de la corte desde los días de la madre de Alberto, la princesa Grace. Formado para que se asemeje a la cresta de las olas, cuenta con un collar que se puede usar como una tiara a juego con un par de aros. La víspera de su casamiento, Charlene llevó un collar de oro rosa con 1,237 diamantes engastados y seis perlas grandes (abajo a la derecha), hechas a mano por Nagib Tabbah de Tabbah Jewellery. Y durante la recepción de la noche, sus trenzas rubias brillaban con la tiara Baumer Aigrette de Lorenz Baumer, con once tallos largos y finos de diamantes, combinados con oro blanco, que terminan cada uno con un diamante con forma de pera para imitar la espuma de mar.
Perlas perfectas
Como corresponde a una mujer que fue una princesa y una estrella de cine a la vez, la glamorosa suegra de Charlene, Grace Kelly, recibió exquisitos regalos de parte del padre de Alberto, Rainiero de Mónaco. Para su boda le entregó una suite de perla y diamante de Van Cleef y Arpels que comprende collar, aros y anillo, y con la que añadió un toque elegante a los trajes que lució a lo largo de su matrimonio. "Elijo las perlas tanto en la pantalla como en mi vida privada", dijo alguna vez el ícono de estilo.
Toque personal
No es fácil dar un regalo a alguien que tiene las joyas de la Corona de un reino a su disposición, por eso el marido de la reina Isabel , el príncipe Felipe, optó por piezas sentimentales llenas de significado familiar. En su compromiso, usó piedras de la tiara de su madre para crear un anillo con un solitario de tres quilates con cinco diamantes más pequeños a cada lado y un brazalete de diamantes (a la izquierda, en la muñeca derecha de la Reina), ambos diseñados con la ayuda del joyero Philip Antrobus. A Kate le permitieron usar el brazalete en un banquete en el Palacio de Buckingham en 2015. Otro regalo muy querido del duque de Edimburgo es un broche de oro, rubí y diamante tallado que le entregó a la monarca en 1966, y que lo usó en el retrato del 70o aniversario de la pareja.
Mujer de diamante
Cuando su Alteza Karim Aga Khan IV se casó con la modelo británico Sally Croker-Poole, le otorgó el título Begum Salimah Aga Khan y fabulosas joyas también. Como el líder espiritual de 15 millones de musulmanes ismailíes y con una fortuna estimada de 800 millones de dólares podía permitírselo. Cuando el matrimonio se rompió después de 25 años en 1995, Salimah vendió su colección de joyas en una subasta por alrededor de 8 millones, incluido el "Begum Blue", un diamante azul en forma de corazón de 13,78 quilates que forma la pieza central de un impresionante collar de 41 diamantes más pequeños en forma de corazón.
El lenguaje del amor
Para explicar cuánto ama a su mujer, el príncipe Carlos lo dice con diamantes... y perlas y topacios. Fuentes reales revelan que está "siempre" comprando joyas para Camilla: las piezas más destacadas son el Collar de Diamantes de la Serpiente, un topacio rosa y un collar de perlas, cuyo cierre central supuestamente perteneció a su bisabuela Alice Keppel, quien fuera amante del antepasado de Carlos, el rey Eduardo VII. No es de extrañar, entonces, la afirmación del fotógrafo real Alex Lubomirski: "Sentís que son una joven pareja enamorada".
Reina de su corazón
Incapaz de otorgar una corona a la mujer que amaba, Eduardo VIII pasó el resto de su vida tratando de compensarla con joyas que llamaran su atención. A lo largo de su matrimonio con Wallis Simpson –la estadounidense divorciada dos veces por quien abdicó el trono británico–, el duque de Windsor demostró su amor con un conjunto de joyas de Cartier, Harry Winston y Van Cleef & Arpels. Para mostrar sus pulseras, Wallis insistió en llevar las mangas de los vestidos más cortas. E hizo todo un statement cuando llevó un opulento collar "babero" de amatista de Cartier, con una gran piedra en forma de corazón, a una gala en Versalles, en 1953. Tenía, además, un collar de diamantes y esmeraldas hecho por Cartier en 1960 con cinco esmeraldas en forma de pera, que van desde 5,8 a 14,6 quilates, rodeado de diamantes. Eduardo le dio más piezas personales, como una pulsera con nueve pequeñas cruces enjoyadas representando momentos significativos en su relación, que llevaba en el día de su boda. La elegante Wallis también marcaba tendencia con joyas de animales extravagantes: los grandes felinos eran sus favoritos, pero también tenía un llamativo broche de diamantes de flamencos, con rubíes, zafiros y esmeraldas.
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