El actor estuvo en Buenos Aires para el rodaje de su nueva película
En un gigantesco tráiler ubicado en una callecita escondida de Munro se refugia Joseph Fiennes (42), el británico que conquistó Hollywood con su papel en la multipremiada película Shakespeare apasionado. Vestido con jeans, un cashmere de lana y un gorro negro del que parece no querer desprenderse a pesar del sol del mediodía, el actor saluda con timidez y, al mismo tiempo, se muestra cordial. Habla despacio, tranquilo, como queriendo darle sentido a cada palabra que deja escapar. ‘Jo’ –como le dicen sus amigos– confiesa que descubrió su pasión por la actuación a los 7 años, cuando protagonizó su primera obra de teatro en el colegio. Alentado por su hermano mayor, Ralph Fiennes (50) –famoso por sus papeles en El jardinero fiel y La lista de Schindler –, el joven actor se metió de lleno en el mundo artístico e incluso trabajó para la prestigiosa Royal Shakespeare Company.
Extremadamente reservado, Joseph apenas revela retazos de su vida privada. Está casado desde 2009 con la modelo suiza de sangre española María Dolores Dieguez y juntos tienen dos hijas de 2 y 3 años, de quienes no dice sus nombres. "Es la única manera de preservarlas", explica mientras lo maquillan para su próxima escena. El actor llegó hace dos semanas al país para integrarse a la filmación de la película argentina The Games Maker; escrita y dirigida por Juan Pablo Buscarini y basada en el libro infantil de Pablo De Santis El inventor de juegos. "Desde un principio me atrajo la idea de participar en una película para los más chicos. Si bien ya había prestado mi voz en una película animada como Simbad, la historia de De Santis tiene la dosis perfecta de misterio, aventura y humor. Además, mi personaje es el malo del cuento, así que no la estoy pasando nada mal", cuenta entre risas.
–¿La paternidad influyó en tu elección de protagonizar una película infantil?
–Sí, en parte sí. Ahora que lo pienso, me encantaría que en un futuro mis hijas vean esta película; no por el hecho de verme a mí, sino porque es lindo compartir con los hijos lo que uno hace. Es otro modo de conectarte con ellos y establecer un lazo. Además, me gusta que las películas lleven en sí un mensaje. A través de los cuentos de hadas o de una simple historia de aventura y misterio los chicos aprenden cómo es el mundo de verdad.
–¿Qué es lo que más te apasiona de tu trabajo?
–Nada me hace más feliz en este mundo que actuar. Y eso para mí es casi un privilegio. Me encanta ser testigo del proceso artístico desde el principio, como cuando el escritor tiene la hoja en blanco. Ese es el momento que más disfruto. También, como todo actor, me gusta la magia que tiene este oficio de hacerte desaparecer y perderte en otro mundo, completamente distinto a vos. Desde chiquito soñé con hacer esto.¿A qué chico no le gusta vivir una vida fantástica, llena de aventuras? En ese sentido, siempre digo que la actuación de alguna manera cumplió todos mis sueños.
–Es la primera vez que estás en Argentina. ¿Cómo fue la experiencia?
–Uff..., parece que fue ayer. A pesar de que salí muy poco por las intensas jornadas de filmación, pude hacerme un tiempo para caminar. Con mi familia recorrimos Palermo y San Telmo y fuimos al Malba. Buenos Aires es una ciudad verdaderamente fantástica. Una de las primeras cosas que me llamó la atención fue su arquitectura. Tienen edificios que despiertan cierta nostalgia europea y, al mismo tiempo, conviven con los más históricos y coloniales. Eso me pareció alucinante. Y el tema del mate, todavía me cuesta entender por qué están tan apegados a eso. [Risas].
–¿Tuviste oportunidad de probar algún plato típico argentino?
–Sí. El asado [lo dice en perfecto español]. Increíble. Uno de los chicos del equipo de producción nos invitó a su casa. Fui con mi familia y nos divertimos mucho. Ustedes los argentinos llevan en su sangre un increíble sentido del humor.
Texto: Jacqueline Isola
Fotos: Paul Roger y Getty Images
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