José García, de ganador de Operación triunfo a concejal de Salta: “Nadie me apadrinó ni invirtió en mí”
Fue el ganador de la competencia de talentos de Telefe y pudo desarrollar su carrera a pesar de algunas trabas; ahora se dedica a la política, pero sin abandonar su veta artística
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Conquistó el corazón de todos los argentinos cuando llegó de su Salta natal, donde se ganaba la vida vendiendo empanadas y humitas, y se coronó campeón del Operación triunfo Segunda generación, el exitoso reality que Telefe emitió en 2005. Hoy, a 16 años de ese show de talentos, José García continúa viviendo en la ciudad de Salta, pero durante todo este tiempo grabó cinco discos, hizo teatro y se convirtió en concejal por el movimiento Yo Participo del Partido Fe. En diálogo con LA NACION, el artista repasó su historia y sueña con un mundo más justo.
-Pasaron 16 años desde que ganaste Operación triunfo, ¿en qué cambió tu vida este logro?
-Para mí fue el disparador más importante de mi vida. Creo que Operación triunfo fue mi padrino artístico. Si bien no tuve presencia en los medios nacionales, no me eché a dormir porque desde ese entonces llevo cinco discos editados, dos materiales en DVD y tuve la posibilidad de experimentar ser Disco de Oro, de Platino, participar de festivales nacionales e internacionales, y todo eso se fue construyendo con el empujón del reality. Tomé en serio el concepto de la música que quería llevar adelante, formé una banda y fui desarrollando otras pasiones artísticas como la actuación, la conducción en televisión y en radio. Entre 2013 y 2017 hice tres temporadas de El loco de Asís, un musical de Martín Bianchedi y Manuel González Gil que produjo Javier Faroni; fue maravilloso hacer esa ópera rock que cuenta la vida de San Francisco de Asís y por la que fui nominado a los premios Hugo. Además fui uno de los finalistas en las audiciones del musical de El rey león, en Madrid. Audicioné para el personaje de Mufasa y de 1200 personas llegué al final con otras tres. Fue un hermoso mes de trabajo en esa producción de Disney.
-¡Te diste muchos gustos!
-Muchos. Protagonicé el musical Tarzán en Chile y cumplí el sueño de trabajar con Flavio Mendoza en Stravaganza, estados del tiempo, en Carlos Paz, en Buenos Aires y en gira, y gané un premio Carlos. Tuve logros que quizá no fueron muy conocidos, pero sí muy gratificantes. La gente me conoció como vendedor ambulante de humitas y empanadas y después me acercó su cariño. Cuando tuve la oportunidad entrar al mundo del espectáculo, me lo tomé muy en serio, me entrené físicamente y vocalmente, y tomé clases. Siempre luché por ser un artista integral. En el noroeste argentino protagonicé musicales muy exitosos, entre ellos una versión de El país del no me acuerdo, con adaptaciones de canciones de María Elena Walsh, y grandote como soy, pude personificar al El ratón Pérez en el musical.
-¿Hoy trabajás en los medios?
-Todas las mañanas, de 7 a 10, conduzco Nuevo día, en La FM 90.9, una emisora salteña que nos cobija desde hace seis años. Hay gente que no entiende de dónde saco tanta energía, pero poder subirme a un escenario para actuar o cantar mis canciones ha sido mi motor. Cuando hay garra y ganas y se ha luchado tanto para tener un lugarcito, hay que cuidarlo.
Todo a pulmón
-Y ese lugarcito, ¿te lo ganaste a pulmón o tuviste ayuda de la industria discográfica?
-Creo que hay que estar en el momento justo, pero siempre demostrando talento y capacidad. Nunca nadie me apadrinó ni invirtió en mí. Fue autogestión, golpear puertas, derribar barreras. Nunca me pesó ser el ganador de Operación triunfo, lo agradezco y sé que me dio el empujón, pero en algún momento me quiso cerrar puertas y he llegado a hacer audiciones con un pañuelo en la cabeza o una gorra, o sacándome la barba para que el foco no estuviera puesto en “el ganador del reality” sino en el actor o el cantante.
-¿Por qué te cerró puertas?
-En su momento había prejuicios. En varias ocasiones no pude estar en proyectos importantes porque había una conexión directa con el reality. Ya no pasa, pero en ese momento los realities no estaban muy bien vistos. Antes el medio y la industria subestimaban a quienes salían de un reality. Había una mirada prejuiciosa con la que tuve que enfrentarme y no me pesó porque soy un tipo bastante guerrero, de desafíos. Me fui construyendo paso a paso mostrando lo que sé hacer, pero no tuve apoyo de la industria. Es más, creería que si me hubiese dejado llevar por la industria me hubiese deprimido porque mis logros no eran bien vistos.
-¿Cómo es eso?
-Recuerdo haber sido Disco de Oro y llegar feliz a la oficina de Fénix, que me tenía como artista, y encontrarme con un representante que se prendía un habano y me decía: ‘Mirá, pibito, que seas disco de Oro no le mueve ninguna moneda a Universal’. O estaba feliz porque me habían invitado al programa de Mirtha Legrand y enseguida me bajaban las expectativas. Y era la alegría de un pibe de pueblo de cumplir sus sueños. Si me hubiese dejado llevar por quienes en ese momento manejaban mi carrera, creo que me hubiese tirado por un balcón. Y de hecho, de esa empresa me fui con un arrebato, dando portazos y mandando a todos al carajo porque sentí que el dueño de mi camino era yo y no podía permitir que me bajaran las expectativas de crecimiento o de mis sueños.
-¿Cómo siguió tu camino entonces?
-En el reality gané 50.000 pesos en efectivo como adelanto de regalías por las ventas del disco y fueron muy bien pagadas porque Huellas fue disco de Oro y Platino. Luego hice Corazón norteño, con Epsa Música, producción mía y de Claudio Pacheco. Después edité un disco en vivo, Mi concierto, y finalmente Numeral Salta, con el que debuté como productor, autor y compositor de mis canciones e hice un giro en el estilo, indagando sonidos de baladas y urbanos y manteniendo la fusión con el folclore. Hace poco sacamos un nuevo videoclip que marca el regreso al sonido folclórico con “Zamba del gaucho guerrero”, un homenaje a Martin Miguel de Güemes.
-¿Viste La Voz Argentina? ¿Qué comparaciones hacés con Operación triunfo?
-Algunas cositas veo y creo que La Voz Argentina dio un aire de frescura porque en todos estos años aparecieron realities y en algún momento la gente se saturó, me parece. No son pensados en la colocación de un talento nuevo sino que están centrados en los jurados y no tanto en los participantes. En Operación triunfo la mirada estaba puesta en los participantes. Recuerdo que yo ni podía caminar por la calle y la gente sabía mucho de nuestras vidas. Creo que hay mucho talento y muchos artistas que nos merecemos visibilidad y oportunidades.
Su lugar en el mundo
-¿Salta es tu lugar en el mundo o pensaste en mudarte para seguir desarrollándote como artista?
-Si bien nací en General Mosconi, al norte de la provincia, Salta capital es mi lugar en el mundo. Siempre digo que uno pertenece al lugar en el que puede llevar adelante sus sueños y pasiones. He viajado bastante, pude comparar y Salta sigue siendo mi lugar en el mundo. Tengo un pacto muy especial con esta ciudad porque el día que partía a Buenos Aires a cumplir mis sueños como artista, me paré en el Portezuelo, miré todas las lucecitas de cada casa y pedí que me dieran mucho amor; y también le pedí a Dios que me diera la oportunidad de triunfar como artista y que eso fuera un puente para que algún día pudiera trabajar con mi labor social, especialmente para los niños y abuelos. Esas fueron mis palabras a los 21 años y ese paso a paso se fue cumpliendo. Hoy estoy en esa instancia, volcando todo eso a la realidad.
-¿Lo llevás a cabo como concejal por Salta?
-El movimiento se llama Yo participo y nos cobija el Partido Fe. Tenemos una filosofía participativa y naturalmente el movimiento de impacto social nos trascendió a la política y surgió un proyecto claro, franco, que presentamos en las elecciones de 2019. Me ha tocado liderarlo porque soy uno de los creadores del movimiento y con 23.000 votos entramos tres concejales en el Concejo Deliberante y nos convertimos en la segunda fuerza.
-¿Y cómo sigue ahora ese proyecto?
-En agosto hay elecciones legislativas y encabezo la lista de concejales de la ciudad nuevamente. Creo que estamos concibiendo algo diferente en la política. Siento que me metí en el peor de los lugares, pero soy guerrero, me gustan los desafíos y soy un tipo de principios. No me hubiera metido en la política si no era de esta manera, fundando una ideología, un proyecto y algo distinto que por más chiquito que sea, lo estamos poniendo en práctica. Nuestra bandera de lucha desde hace muchos años tiene que ver con los barrios populares que surgieron como asentamientos y muchas veces no pueden acceder a las obras y los servicios por no estar regulados. Si algo nos caracteriza es no estar detrás de un escritorio mucho tiempo porque nuestra principal consigna es un pie en el recinto y miles de pasos en la calle, escuchando al vecino.
-¿Te alcanza el tiempo para todo?
-Muchas veces mi día arranca a las 5.40 de la mañana preparándome para hacer el programa de radio y termina bien pasada la medianoche, y apoyo la cabeza en la almohada con la felicidad de la tarea realizada.
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