La actriz, que estrena el martes próximo su unipersonal en el Teatro Astros, habló con LA NACION y repasó su historia, desde sus inicios hasta su participación en Casados con hijos; además habló del paso del tiempo y de su relación con su hija adolescente
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Versátil como pocas, Jorgelina Aruzzi brilla en la comedia y también en el drama. Su primera experiencia en los medios fue tocando el bandoneón en El palacio de la risa, con Antonio Gasalla, y desde entonces no paró de crecer. Ahora reestrena su unipersonal Animal humano, todos los martes de noviembre, a las 20.30, en el Teatro Astros, que ya había hecho hace veinte años con Guillermo Cacace, como coautor y director. En una charla con LA NACION, la actriz repasó su historia, reveló cómo vivió su participación en teatro de Casados con hijos, y aseguró además que la gente la identifica todavía con Susana Ximena, la parodia a Susana, y Chiquititas. También habló sobre la crianza de su hija Ámbar, de 14 años, y reflexionó sobre el paso del tiempo: “Hay que aceptar la transformación del cuerpo y respetarnos el paso del tiempo porque como mujer parece que tenemos que pedir disculpas por envejecer”.
–Alguna vez contaste que te pusiste botox y no quedaste contenta con el resultado, ¿cómo te llevás con el paso de los años?
–Si me dijeras que existe una bañera en la que te metés y salís joven, yo me meto (risas), pero no quiero gastar plata en eso, perder tiempo y después qué. Ya está... Hay que aceptar la transformación del cuerpo. No hay que ser esclava de la edad aunque venimos de siglos de esa cultura que valora mucho la belleza y la juventud. Entonces hay que empezar a mostrar otros tipos de belleza y de juventud porque yo me siento re joven. Tengo 49 años y me siento más joven y madura que a los 30. Y más feliz y consciente de la finitud. Deberíamos tener conciencia de eso, de que podemos caminar bien, de no tener dolores y tener salud. Trato de aceptarme lo más posible, me cuesta un montón mirarme en las escenas, no las chequeo porque ya está filmado. Hay que respetarnos el paso del tiempo porque como mujeres parece que tenemos que pedir disculpas por envejecer. Y tiene que ser todo lo contrario, porque tenemos mucho para contar de nuestra experiencia. Dicho todo esto, soy muy coqueta (risas). A veces hacés cosas de desesperada, hay que evitarlo y valorarse.
–Ser mamá de una adolescente no debe ser fácil en el mundo de hoy, ¿cómo lo vivís?
–Mi hija es divina y es muy tranquila. Está entrando en la adolescencia. Es muy independiente, tiene su grupo de amigas y me encanta. No sé qué va a pasar cuando salga sola de noche, por ahora no sucede. No le llegó la etapa de la rebeldía, aunque tiene sus ideas y es firme con eso.
–¿Estás en pareja?
–No y en general no hablo porque no todo es contable (risas) y si empezás a hablar de tu vida privada, después tenés que dar explicaciones. Me da pánico mostrar mi intimidad. La quiero resguardar. Estuve 18 años en pareja y ahora me da fiaca... Tenés que estar muy enamorada para defender un proyecto de pareja con todo lo que implica. Yo estoy bien conmigo, con mis amigas y amigos.
–Volvés al teatro con un unipersonal, ¿de qué se trata Animal humano?
–La hicimos con Guillermo Cacece hace veinte años en el Centro Cultural Rojas cuando los dos recién empezábamos. Este año la reescribimos porque era muy chiquita. Es la historia de una mujer grande, que en un momento fue cancelada por el barrio por algo que sucedió y las redes sociales la informan y la animan a defenderse de esa cancelación. También hablamos de los vínculos con los animales, por qué nos comemos a unos y a otros los tenemos como mascotas, y esa es nuestra relación con la naturaleza y el planeta también. Si los conservacionistas dicen que la producción tiene que ir de la mano de la conservación del planeta, por qué hacemos lo contrario. Hay muchas preguntas, sin juzgar. Trabajamos mucho con el grotesco con mucha verdad. Fue un caso real en Lanús y quedó esa anécdota como base. No puedo contar cuál era la noticia porque develo todo.
–Se te relaciona mucho con el humor...
–La obra tiene mucho humor, mucha comedia, pero habla de una mujer que está atravesada por un drama. Hacemos humor con la confusión, la desinformación y ella es muy irreverente. Me gusta encontrarme con el público de una forma más alternativa y ahora, después de veinte años que la hicimos, podemos volcar nuestra experiencia, nuestra sabiduría. Es casi una obra nueva.
–¿Y en temporada te vas a Mar del Plata?
–Sí, con una comedia que se llama El beso, de Nelson Valente, con Luciano Cáceres, Mercedes Funes y Luciano Castro, con quien trabajé en El primero de nosotros y nos divertimos mucho. También está en cartel Pura sangre hasta mediados de noviembre en el Teatro la Plaza. Griselda (Siciliani) es una bomba, canta, actúa, y el texto es mío y comparto la dirección junto con Carlitos Casella. Además hice El vestido verde para una amiga. Siempre escribo obras para tener la independencia de actuar y moverme como yo quiero. Siempre me llaman para comedia y el unipersonal me permite hacer otra cosa. Ahora hice la serie Menem, pero no puedo revelar qué personaje hice.
–Versátil y completa...
–Yo te hago todo y te limpio la casa, te plancho (risas). Me gusta crear.
–En algún momento de tu vida decidiste ser actriz, ¿cuál es el primer recuerdo que tenés de ese momento?
–Descubrí el teatro gracias a que fui al Instituto vocacional de arte Labardén, que es una escuela municipal. Fui por artes plásticas y me di cuenta que me gustaba el teatro. Después estudié en un centro cultural de Parque Chacabuco y cuando terminé el secundario hicimos una obrita en un bar, con una amiga: Las tertulianas. No iba nadie a vernos y me acuerdo que una vez salimos a pedirle que entraran a unos hombres que estaban tomando cerveza en la calle porque no teníamos público... De ahí en más, entendí que esta era mi herramienta de trabajo, hacer, hacer y hacer. La autogestión que me da la libertad de trabajar y hacer lo que quiero y mostrarme.
–¿Y cómo fue tu experiencia con Gasalla en los inicios?
–Tuve una fugaz experiencia con Antonio Gasalla: yo tocaba el bandoneón, hice un casting para El palacio de la risa y no quedé, pero Antonio me dijo que igual fuera a tocar y estuvo bueno. También hice cámaras ocultas en Videomatch, donde conocí a Mariana Briski. Entré por un casting y recuerdo que había una cola de dos cuadras de gente y yo había ido con una amiga que a las horas se desanimó y se fue, así que me quedé solita. Después conocí a Eugenia Guerty y escribimos juntas Pasado carnal y ese fue el puntapié para que nos vean productores. Jorge Guinzburg y Andrea Stievel me llevaron a Chabonas. Y ahí empezó todo. Durante algunos años trabajaba de actriz y también hacía funciones para niños en un shopping, fui repositora en un súper, niñera. A los 20 años me fui a vivir sola y había que pagar cuentas. Tuve mucha suerte, aunque también hice trabajos que no me gustaban, pero siempre tuve algo.
-¿Tuviste antes prestigio que popularidad?
-Hice muchos programas de humor y creo que una bisagra en mi carrera fue La niñera, que yo estaba fija en el elenco. Después me llamó Cris Morena para hacer Amor mío y Chiquititas. Hice mucha tele y teatro y mucho menos cine porque cuando me llamaban estaba grabando y no me daba el tiempo. Ahora cambió el paradigma y las series se graban por dos o tres meses y no todo el año.
-Creciste en una televisión en la que había novelas y unitarios, ¿se extraña?
-Extraño muchísimo la tira diaria. La televisión de aire te da una popularidad que no tienen las plataformas. Tiene sus pro y sus contra porque en plataformas trabajás con directores de cine, hay otra producción y la tira diaria te da un contacto con el público que es impagable y ven qué historia pega y es la que va creciendo. Hay que adaptarse. Yo espero que vuelva la ficción a la televisión abierta porque es parte de nuestro patrimonio cultural y lo que necesita el ser humano como espectador para procesar la información y poder elevarse y tener empatía con algún tema. Por ejemplo, cuando hice El hombre de tu vida (interpretó a una médica pediatra con una discapacidad neurológica), mucha gente me decía que estaba muy agradecida porque tocábamos ese tema, porque su hermano tenía esa dificultad y tal vez alguien que no tiene contacto con esa discapacidad no sabe lo que le cuesta al otro tomar un colectivo o enamorarse. Eso capaz está en la plataforma, pero no es tan masiva. Por otra parte, podés ver la serie a la hora que tenés ganas o hacer maratón; pero la tele de aire también jugaba con los horarios y decía que una ficción empezaba 20.30 y era a las 21.
-¿Con qué personaje te identifica la gente, de los muchos que interpretaste?
-Con Susana Ximena porque está viralizado y Chiquititas, pero porque hay nenas que lo ven por YouTube; evidentemente los productos de Cris (Morena) tienen una magia que no vence.
-Hiciste la temporada de teatro de Casados con hijos porque se bajó Erica Rivas y su personaje, María Elena, ¿cómo fue esa experiencia?
-Me sentí muy cómoda. Fue riesgoso, pero traté de no imitar a María Elena que es un personaje genial. Yo creo que el malestar de los fans fue porque pensaron que yo iba a reemplazarla o a imitarla. Al hacer algo diferente, tuvo aceptación y fue la manera que se pudo hacer la obra. Por otra parte, la gente siempre me tira buena onda... El amor del público es mi capital (risas). Se arma polémica por todo también y yo trato de no entrar en ninguna polémica porque no lo resisto. No me la banco, no salgo a contestar, todo lo contrario, me hundo en la sábana. No quiero saber nada con que me “buleen”. Intento buscar siempre lo positivo y hacer esa experiencia, lo fue.
-¿Trabajás mejor en equipo o con unipersonales?
-Siempre es mejor en equipo, que es la base del éxito. El unipersonal me da libertad para hacer lo que quiero.
-Te apasiona mucho lo que hacés, ¿trabajás 24/7?
-No. Me gusta mucho estar en mi casa, con las plantas... Vivo en un PH y tengo la suerte de tener un jardincito precioso. Parece que estoy trabajando siempre porque se viralizan cosas; hay algo expansivo de los proyectos que está buenísimo. Me gusta mucho escribir y me doy permiso para el ocio. Toda la vida trabajé mucho, incluso cuando nació mi hija y me la llevaba conmigo. Hasta que un día me permití el ocio.
-¿Y qué te dio ese permiso?
-La pandemia me puso un poco en órbita. Si aparecían dos proyectos, yo los aceptaba porque me gustaban los dos o porque el oficio de actor es muy incierto entonces decidía aceptar ambos. Y con los años me di cuenta que me gusta mucho viajar, estar con mi hija y con mis amigos.
Para agendar
Animal humano: todos los martes de noviembre, a las 20.30, en el Teatro Astros (Avenida Corrientes 746, CABA).
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