Jodie Sweetin, la actriz que logró superar un pasado tormentoso y volver a brillar
La lucha de la protagonista de Full House contra el abandono, las adicciones y el desamor
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¿Mito o realidad? Es curioso pero pareciera que hay una maldición en torno a los actores de Hollywood que alcanzan el éxito de pequeños. Sus vidas -diametralmente opuestas a la de los papeles que interpretan- pasan repentinamente del estrellato a una etapa más oscura y caótica, llena de traumas, escándalos y adicciones con las que lidiar.
Mientras que, en algunos casos, la fama repentina o la excesiva popularidad pueden hacer que se mareen un poco, en otros el fin de ciertos proyectos o personajes con los que hicieron historia los hacen tambalear dejándolos a la deriva. Tal es el caso de Macaulay Culkin, el protagonista de Mi pobre angelito, quien luego del éxito de los dos films fue más conocido por sus escándalos que por sus trabajos. Los actores de Blanco y Negro (Gary Coleman, Todd Bridges y Dana Plato) también podrían ser ejemplo de este encasillamiento que los llevó a tomar decisiones desacertadas, inclusive hasta alcanzar la muerte.
La historia de Jodie Sweetin no es muy diferente. De hecho, su vida podría resumirse en tres etapas: desde 1987 hasta 1995, donde interpretó a Stephanie Tanner en la popular serie Full House; luego cuando dejó de ser una inocente niña para convertirse en una bomba sexual adicta al alcohol y a las metanfetaminas, protagonizando un escándalo tras otro; y por último, cuando el milagro de la maternidad la salvó de la autodestrucción.
Crecer en la TV
Nacida el 19 de enero de 1982 en Los Ángeles, California, Jodie Lee Ann Sweetin creció en la pantalla chica. Con apenas 4 años, la niña rubia de rulos prominentes empezó a asistir a castings para comerciales y series de TV sin saber que en 1987 iba a conseguir un papel protagónico en Full House, la comedia que marcaría su vida para siempre.
Mientras que en televisión personificaba a Stephanie Tanner, una muchachita dulce, traviesa y parlanchina que no paraba de repetir la frase “Qué grosero”, su vida fuera de los sets era muy diferente. Su padre estaba preso y su madre era adicta a las drogas, por lo que a los 9 meses su tío Sam se ocupó de su tutela hasta adoptarla legalmente a los dos años.
Pese a esta situación y al acoso de sus compañeros que se burlaban de ella por “ser famosa”, Sweetin siempre demostró carisma y talento de sobra para desenvolverse ante las cámaras. “Crecí como hija única, así que Candance Cameron Bure (DJ) y Andrea Barber (Kimmy) fueron lo más cercano que tuve a hermanas reales”, confesó en una entrevista con la revista Complex.
De ir diariamente a las grabaciones, aprender guiones de memoria y convivir con una familia soñada en televisión, la vida de esta estrella infantil se derrumbó por completo cuando la serie -creada por Jeff Franklin- dejó de emitirse en 1995. Esta decisión no sólo fue un duro golpe para los protagonistas sino también para los fanáticos que no sabían cómo llenar ese vacío luego de ocho temporadas al aire.
“Tenía 13 años cuando la serie terminó y yo sólo quería seguir haciéndola”, recordó la actriz sobre aquel abrupto final que le impedía seguir disfrutando de lo que más le gustaba hacer. Lo cierto es que con este final, los años felices fueron quedando lejos y la niña (que perdió su inocencia en la TV) nunca más volvió a ser la misma. “Fue un gran cambio en mi vida. Todo lo que había conocido desde que tenía 5 años de repente terminó y fue como decirle adiós a una familia que había amado mucho, mucho. A una edad tan temprana, fue realmente una gran pérdida para mí. No supe cómo hacer el duelo”, detalló angustiada quien entró en una adolescencia sin rumbo.
El declive
Su oportunidad de llevar una vida “normal” llegó cuando la sitcom terminó y abandonó su carrera como actriz para ir al secundario. Sin embargo, sin la estabilidad que le aportaba la sitcom se sentía perdida y era incapaz de encajar y hacer amigos. Por desgracia, las drogas y el alcohol se convirtieron en su mayor refugio. “La primera vez que me emborraché probablemente tomé una o dos botellas de vino. Tenía 14 años. El primer trago me dio la autoconfianza que busqué toda mi vida, pero eso sentó un patrón sobre lo que el alcohol podría hacer”, confesó en su autobiografía Memoir UnSweetined lanzada en 2009.
De hecho, en sus páginas, recordó uno de los primeros escándalos que la expusieron públicamente durante el casamiento de su compañera Candance Cameron con el jugador de hockey Valerie Bure, donde se emborrachó de tal forma que tuvo que ser asistida y llevada a su casa para evitar más papelones. A partir de ese día, la adorable niña de los rizos de oro que había conquistado al público con sus muletillas cursis y sus bailes se marcó una nueva meta en la vida: convertirse en la anti-Stephanie, la oveja negra de la familia Tanner.
Tras graduarse de la escuela secundaria con muy buenas calificaciones, la actriz ingresó becada para estudiar en la Universidad Champman en 1999, lugar donde sus adicciones se acrecentaron convirtiendo sus días en un descontrol. A la cocaína y el alcohol, se sumó el uso de metanfetamina y éxtasis, perdiéndola por completo. “Quería probar que podía drogarme más que cualquier otro. Hubo tiempos en que consumía tanta coca, que quedaba embotada, enferma y pensando: ‘voy a morir’. Pero no me importaba”, reconoció en más de una oportunidad.
El no estar en pantalla, el olvido del público y su historia familiar son algunas de las razones que podrían explicar sus excesos y sus constantes recaídas e idas y venidas de las clínicas de desintoxicación. Mientras que su madre perdió su custodia por culpa de sus vicios, su padre estaba encarcelado y falleció al poco tiempo en prisión. “Escuchaba historias acerca de mi mamá dejándome para irse de fiesta. Por muchos años pensé: ‘¡qué se joda!’. ‘¿Cómo alguien puede hacerle eso a su hijo?’. Cuando empecé a ver que mi propia adicción estaba interponiéndose en mi camino para ser una buena madre, finalmente entendí. Si no estás en el lugar adecuado para estar sobria, no estás lista para ser madre”, expresó al hablar abiertamente de su batalla.
Drogas, desamor y maternidad
Mientras intercalaba esporádicamente algunos proyectos en el medio (Los cinco magníficos, Redefining Love, Can’t Get Arrested y Singled Out), la intérprete estadounidense no era noticia por su talento sino por sus adicciones y escándalos sentimentales. A sus 20 años, conoció a Shaun Holguin, un oficial de la policía (con el que contrajo matrimonio) que intentó ayudarla, aunque sin éxito.
Si bien ante su marido y la prensa, la actriz fingía que estaba intentando rehabilitarse, lo cierto es que ella aún consumía con avidez y estaba muy lejos de recuperarse. Pero la verdad salió a la luz cuando, tras dar la nota en la premier de Un instante en Nueva York -protagonizada por las gemelas Mary-Kate y Ashley Olsen- la rubia sufrió una sobredosis y debió entrar nuevamente en rehabilitación.
Lejos de tomarse el tratamiento en serio, la joven pisó el acelerador participando de cuanta fiesta se le cruzara por el camino. “Esta era mi vida y estaba decidida a estropearla de forma irremediable”, recuerda sobre una de las épocas más oscuras de su vida.
Tan sólo un año después de su primer fracaso matrimonial, la intérprete presentó como nuevo novio al diseñador Cody Herpin, con quien se casó en Las Vegas a los dos meses de conocerse. Su loca y repentina historia de amor se coronó con la llegada de su primera hija, Zoie, en 2008, hecho que la hizo replantearse por enésima vez qué estaba haciendo con su vida. Tras barajar la posibilidad de abortar, Sweetin decidió darle una oportunidad a la maternidad y su hija le salvó la vida. “Fui una persona egoísta, insegura, enojada y temerosa que vivía una doble vida. Cubría mis problemas pretendiendo estar feliz y diciendo que todo estaba bien”, expresó dando a entender que esta vez estaba dispuesta a cambiar.
Un mes después del parto, Jodie volvió a beber, pero se sintió tan mal consigo misma, que empezó a tomarse realmente en serio la rehabilitación. “Tomé dos vasos de vino y manejé con ella (su hija) en el auto. No sólo me puse en riesgo a mí, sino también a mi hija, a quien amo más que nada en el mundo. Me sentí terrible. Desde ese día en adelante, me obligaba a ir a reuniones de Alcohólicos Anónimos y evitaba a ciertas personas”, confesó en una especie de mea culpa.
Sin dudas, Sweetin quería ser una buena madre e hizo todos los esfuerzos posibles para lograrlo en medio de un panorama desalentador. A su adicción, se sumaban los números en rojo de su cuenta en el banco y la tensión con su nuevo marido, quien no trabajaba ni se hacía cargo de las tareas del hogar. El divorcio volvió a ser su mejor opción.
A pesar de sus continuos fracasos sentimentales, la protagonista de El desfile navideño volvió a apostar al amor y se casó (por tercera vez) con Morty Coyle, el padre de su segunda hija llamada Beatrix. Sin embargo, esta relación tampoco duró mucho y para 2013 Jodie Sweetin volvía a quedarse sola, aunque no sería por mucho tiempo.
“No siempre tuve la mejor suerte en las relaciones, pero he aprendido muchas lecciones. Quiero estar casada. No creo que haya nada malo en admitir que no funcionó antes y volver a intentarlo”, aseguró cuando conoció a su cuarto marido, Justin Hodak. Así fue como con 33 años y tres divorcios a cuestas, la actriz hizo oídos sordos a las críticas y volvió a pasar por el altar con este hombre con quien, al parecer, tenía muchos puntos en común. “Nos apoyamos el uno al otro. Los dos tenemos nuestras vidas y cosas que nos apasionan, pero sabemos combinarlas”, aclaraba ante quienes pensaban que este adicto en recuperación no era el mejor ejemplo para ella.
Como era de esperarse, Hodak se volvió agresivo y una mala compañía. A las amenazas de suicidio de él, se sumaron una orden de restricción por violencia y un arresto por portar armas.
Volver a empezar
Actualmente, la actriz lleva cinco años sobria. Mientras asegura que su pasado la hace sentir “mucha gratitud”, Sweetin es un claro ejemplo de que se pueden revertir los años de sufrimiento y, además, con su experiencia ayudar a otros. De hecho, hace poco recibió el Writers in Treatment’s Experience, Strength and Hope Award, un reconocimiento por su labor y apoyo a personas en recuperación, entre los que se encuentran John Stamos, su tío en la ficción. “Su sobriedad es inspiradora. Felicidades a Jodie por este premio que reconoce tu extraordinario viaje. Das esperanza a tanta gente”, expresó el actor en su cuenta de Instagram.
Además de tomar las riendas de su destino, profesionalmente la vida también le dio una nueva oportunidad. En 2016, la protagonista de las películas románticas de Hallmark volvió a calzarse el traje de ese papel que tanto la marcó y la llevó a la cima del éxito en los ’80. Convertida en una DJ que viaja por el mundo, el spin off de Full House lanzado por Netflix, Fuller House, se centró en la vida de Stephanie Tanner, su hermana mayor y su mejor amiga, Kimmy Gibbler, tres mujeres que lidian con los problemas de la vida cotidiana, con ingenio y humor.
Sin dudas, su historia de superación y resiliencia es un claro ejemplo de que la vida siempre da revancha. Hoy, tres décadas después de ese personaje que la hizo conocida, todo parece encaminado en su presente. Gracias al amor y apoyo de sus hijas y a un nuevo hombre (Mescal Wasilewski) que se cruzó en su camino, la actriz recuperó el equilibrio, las ganas de vivir y, sobre todo, su lugar en el medio.
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