Joaquín Cortés, el famoso renovador del flamenco, está acusado de no pagar el alquiler de su casa en Lisboa
El bailarín español que revolucionó al mundo de la danza deberá pagar 55 mil euros porque ya lleva un año y medio sin pagar la renta de su vivienda en Portugal
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A principio de este siglo, el bailarín español Joaquín Cortés era sinónino de flamenco, de la mixtura de la danza y del glam. “Soy un privilegiado, porque hago lo que quiero y lo que siento. Y encima tengo éxito. No se le puede pedir más a Dios. Me siento feliz”, dijo en diálogo con LA NACION en Caracas antes de llegar a Buenos Aires para presentar su espectáculo Soul.
Su anterior show, Pasión gitana, lo había estrenado en 1995 y durante 5 años llenó todos los teatros del mundo imaginables. Los diseñadores Giorgio Armani, Jean-Paul Gaultier o John Galliano se peleaban por vestirlo.
Entre escenarios, pasarelas, publicidades, su participación en una película de Pedro Almodóvar y su comentado noviazgo con la modelo Naomi Campbell, su fama había escalado a nivel global.
Veinte años después de aquellas postales, la realidad del bailaor y coreógrafo, uno de los artistas españoles más reconocidos en todo el mundo, es muy distinta: ha sido condenado a pagar 55.000 euros al propietario del inmueble en el que vivía de alquiler junto a su familia, ubicado en un exclusivo barrio de Lisboa, según ha informado el medio portugués Correio da Manhã.
A principios de año, salió a la luz que Cortés había dejado de pagar el alquiler de la casa de la capital portuguesa, acumulando una deuda de 20.000 euros. Llevaba nada menos que 18 meses sin pagar el alquiler, una mensualidad que asciende a 1.200 euros.
“Empezó a decir que pagaría más tarde y luego dejó de responder a cualquier tipo de notificación”, lamentó el propietario en el citado medio. Ante la falta de respuesta, el dueño de la propiedad decidió acudir a los tribunales e iniciar acciones legales para poder recuperar su vivienda. Luego de varios meses de enfrentamientos en la justicia, Joaquín Cortés deberá abandonar la vivienda y pagar sus deudas acumuladas.
El propietario está de acuerdo con la sentencia, pero no cree que el bailarín, coreógrafo y productor de sus montajes vaya a abonar lo pautado ya que durante todo este proceso en los tribunales portugueses no se presentó al juicio y se desconoce su paradero. Según una de las últimas entrevistas que brindó, a la revista Vanity Fair España, el bailarín vive “entre Madrid y Lisboa”.
“Espero poder entrar pronto a la casa para ver cómo está. El señor Joaquín dijo que me iba a devolver las llaves, pero de momento no lo ha hecho”, señaló el casero al periódico portugués. Por lo pronto, el contrato de alquiler finalizó el pasado 29 de abril.
La palabra de su mujer
Quien salió a hablar sobre el tema es la pareja del bailarín y madre de sus dos hijos, la psicóloga Mónica Moreno. Lo hizo a principio de año cuando se conoció la noticia. En aquella oportunidad admitió la deuda y justificó el impago por las “terribles condiciones” en las que se encontraba el inmueble. “Durante días no pudimos dormir en nuestra habitación porque había muchos bichos, luego productos tóxicos… Fue una experiencia horrible”, detalló Moreno en la revista Semana.
No es la primera vez que Joaquín Cortés se enfrenta con la justicia. En 2010, el bailarín fue condenado a un año de prisión por quedarse con 700.000 euros de unos empresarios argentinos con los que pretendía montar un negocio, aunque finalmente no tuvo que cumplir la pena. En 2012, fue acusado de apropiación indebida por una supuesta estafa en el montaje de una discoteca. Finalmente, también fue absuelto.
A lo largo de su trayectoria, sus diversos montajes pasaron por los grandes escenarios del mundo. Casi un millón de personas lo vieron bailar en la playa Copacabana, de Río de Janeiro, Pero también lo hizo en sitios como el Royal Albert Hall, de Londres; el Radio City Music Hall, de Nueva York; el Arena, de Verona: el Coliseo, de Roma; y hasta en el mismo Vaticano.
Cuando premiaron con el Nobel de la Paz al expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, lo invitaron a bailara en la ceremonia cuyos presentadores fueron Anthony Hopkins y Jessica Lange. Cuando se contactó con los grandes diseñadores de moda muchas voces puristas criticaron esa mixtura entre el flamenco y el glam, poco le importó. La mixtura entre el flamenco y la danza contemporánea también despertó resquemores, pero tampoco le importó. Fue (y es) su marca.
La Unesco reconoció a su legado artístico como Patrimonio Universal de la Humanidad. En 1995, fue uno de los protagonistas de las películas La flor de mi secreto, de Amodóvar; y de Flamenco, de Carlos Saura.
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