Jey Mammon: “No tengo tiempo libre ni lo disfruto”
Algunas voces empiezan a señalarlo como el sucesor natural del enorme Jorge Guinzburg. La comparación podría resultar exagerada, pero llega por decantación. A pasos cortos pero seguros, el músico, comediante y conductor Jey Mammon se instaló en los últimos años entre los preferidos de un público masivo que lo sigue a fuerza de talento, carisma, sentido del humor y una probada inteligencia que destaca en medio de la empobrecida grilla de entretenimiento. Los espectadores, agradecidos, lo premian con un rating que trepa a las alturas.
Así las cosas, este 2021 lo sorprendió en la cresta de la ola en su debut como conductor en dos destacados programas en radio y TV. En América, con Los Mammones, donde acierta con el tono de su late night show. Los platos fuertes del ciclo son las entrevistas a figuras populares, donde también toca el piano y está acompañado por Gabriel Schultz, Silvina Escudero y un coro a cargo de Lula Rosenthal y Carla del Huerto (ex Cantando...) y la participación estelar de su personaje insigne: Estelita.
En la radio, desembarcó en la Metro 95.1 con Mañana la seguimos, programa que conduce junto a Felipe Colombo, Fernanda Metilli y Calu Bonfante, en el horario de 17 a 20 que supo ocupar Sebastián Wainraich. Todo eso en un contexto atravesado por la pandemia y el dolor por la reciente pérdida de su padre.
“Hay una mezcla de sensaciones. Por supuesto que prima la alegría en cuanto a lo laboral. Ahora, desde la ventana de mi casa veo una pantalla de led en la esquina que de repente aparece la gráfica del programa de radio, y un poco grafica este momento. El año pasado y este fueron muy productivos, en un contexto en el que el trabajo no abunda, al contrario, donde la gente también la pasó muy, muy mal. Por supuesto, nadie está privado al dolor o a pasarla mal, como lo de mi papá, pero yo dentro de la pandemia me considero un privilegiado, no sólo de laburo, también de progreso personal, un montón de cosas. Ir sorteándolo al virus me parece que también es parte de ese privilegio, por el momento, mientras me toco los dos testículos”, cuenta Mammon al otro lado de la línea desde su departamento en el barrio de Palermo donde vive solo con sus dos gatos.
El éxito no es casual. En los últimos años Jey Mammon construyó una sólida trayectoria en los medios, y tras su paso por programas populares como Tu Cara me suena, La pelu o el ciclo Cantando por un sueño, por mencionar algunos, este 2021 lo encuentra en su mejor momento a sus 44 años.
Nace una estrella
Juan Martín Rago, como figura su nombre en el documento, nació el 6 de diciembre de 1976 en el seno de una familia de clase media en el barrio de Palermo. Segundo de tres hermanos, le gusta contar que pasó por más colegios que mudanzas, y que su padre Roque, ingeniero mecánico, era músico, aunque su abuelo le cerró el piano con llave y lo mandó a la facultad.
“El músico viene un poco de ahí, también la ironía, el humor, la acidez. Si bien mi padre no lo desarrolló a nivel profesional, era como un Jey Mammon más grande en todo sentido, ¿viste? Mejor, mejorado también”, cuenta a LA NACION.
Arrancó su carrera como músico. Tocaba en la parroquia de su barrio y trabajaba como catequista ad honórem. Años después formó una banda de música que llamaron Mammon, donde hacía canciones propias con letras escritas siempre desde el humor, pero diciendo cosas en serio. Allí nacieron también sus primeros personajes como la popular Estelita.
“En la misma banda me decían que asumiera que era un proyecto unipersonal, pero no mal, me lo dijeron bien, como diciendo ‘hacete cargo de vos mismo’. Y de a poquito se fue construyendo y a la vez fue todo bastante rápido, porque la verdad es que no empecé la búsqueda muy temprano, sino en algún momento donde yo estaba seguro de mí mismo, de mi identidad en todo sentido, sabía lo que quería decir, sabía quién era, estaba bien conmigo, y ahí salí a la búsqueda”, señala.
-La música formó parte de tu trayectoria en la radio, en el teatro, en la televisión. ¿Cómo te forjó este oficio de músico y comediante todos estos años?
-Me parece que en el ejercicio. No te digo que soy autodidacta, pero casi te diría que sí. Sobre todo, con la música, quizás por tener mucho oído que heredé de fábrica. Y en relación a la actuación, se me dio más por observar que por estudiar -que no deja de ser estudiar también- y de no saber exactamente qué es lo que quería, pero todo para mí es un experimento, un juego. Me gusta hacer música, me gusta conducir, me gusta entrevistar, me gusta actuar, personificar, entonces es como tan diversa la cosa que termina siendo casi imposible focalizar (se ríe).
-¿Te sentís identificado con el personaje de Jey Mammon o hay diferencias con el Juan Martín del documento?
-No, yo considero que todos los que formamos parte de este medio no somos cien por cien lo que mostramos. Todos somos personajes en el medio. Lo que hacemos es todo muy virtual, o sea, no hay nada de la realidad ahí. Jey Mammon es lo que cada uno quiera. Uno puede creer que es alguien que no le importa nada y tal vez otro puede llegar a ver la sensibilidad que tiene ese personaje o esa persona, nadie termina de saber al cien por cien acerca de cada uno de nosotros.
-¿Cómo definís a Estelita, tu personaje más popular?
-Hace muy poquito, charlando con [Martín] Bossi, le digo ‘pará, esta es una drag queen’, y él me dice: ‘Ah, ¿recién te diste cuenta?’. Y termino asumiendo que es una drag queen, con el respeto supremo que le tengo a la movida porque hay drag queens que son maravillosas, espectaculares. Estelita es un cachivache, pero no deja de ser una drag queen. Tiene vida propia, es una entidad que cuando aparece le habla a los técnicos, a los invitados antes de hacer la nota; un año nuevo salió a bolichear con amigos míos. Cuando es ella, yo desaparezco, y es muy lindo ver como todo el mundo juega a eso naturalmente.
-¿Cómo descubriste que eras gracioso?
-En la escuela me pasaba, pero no lo registraba. Tampoco registré que me gustaban los hombres y creía que me gustaban las mujeres, o sea, no estaba muy registrador. Una vez presenté una banda que eran amigos míos, hice un personaje, vi que la gente se reía y fue un flash. Antes de mandarme a hacerlo lo pensé ochocientas veces: ‘¿por qué deberían reírse?’ Una máxima de Chespirito que siempre amé es: ‘Si a vos te causa gracia, si a vos te gusta, va por ahí, y no te importa lo que le pase a los demás’. Está bueno porque sos convincente, le ponés el pecho, como los vendedores del colectivo. Y ahí arranqué con la banda y los personajes, hablaba entre tema y tema y la gente se reía.
-¿Qué cosas te hacen gracia?
-Bueno, como concepto general, lo que me hace gracia es el absurdo, lo que no tiene sentido. En mi adolescencia miraba mucho a Casero, a Capusotto. Benny Hill me hacía reír, pero también me reía con Calabromas. Me parece que me hacían gracia muchas más cosas cuando era chico que ahora.
-¿Y qué situaciones te ponen de mal humor?
-Trillado, pero la injusticia me pone de muy mal humor, desde la injusticia que puede ser social o la injusticia relacionada con la condición sexual de una persona, o el que está laburando rompiéndose todo el día y cobra dos mangos, esas cosas. No suelo ponerme de mal humor, aunque por ahí un amigo mío te diría que te estoy mintiendo, pero todos tenemos momentos. Me pasa que me puedo poner de mal humor por cualquier cosa y enseguida darme cuenta que no tiene que ver puntualmente con lo que está pasando y retrocedo al instante, en dos segundos se me pasa.
-¿Qué significa el humor para vos?
-Primero es una manera de comunicarse, una herramienta de comunicación más agradable. Se pueden decir cosas muy serias a través del humor. Y después es una manera de transitar la vida un poco más relajado. Me parece que el humor es paliativo, no cura (o sí, no lo sé), es algo que acompaña.
-De chico dabas clases de catequesis, ¿en qué crees ahora?
-Creo que hay algo, pero no me creo tan soberbio para ponerle nombre a las cosas. Yo retrocedí o avancé, no sé, hacia ese lugar. No podemos saber qué es o cómo es lo que hay. Uno que otro puede tener una mirada más perceptiva, lo que sea, pero claramente algo más hay. No me cierra que no haya nada más. De repente que una mujer lleve un bebé en el vientre me parece una locura. Atrás de eso algo tiene que haber.
-¿Hacés alguna práctica espiritual?
-Claramente sí, tengo mis momentos, pero los considero como muy míos, muy personales. No abriría ni explicaría mucho, pero no por una cuestión de ‘no sabés la que te estoy escondiendo’, sino porque es un espacio que me parece súper personal. Lo tengo. Hay cosas que uno ve, hay señales, ahí hay algo.
-Hacés terapia hace muchos años. ¿Sos carne de diván?
-En todo caso diría que todos somos carne de diván. Hay mucha gente que al que va a terapia lo mira medio de costado, como que está medio loco y para mí la terapia es un espacio que está buenísimo para cualquiera y en cualquier momento de su vida. Pero más allá de eso, me parce fundamental el tema de la salud mental, sobre todo ahora en medio de la pandemia. Cuando todo esto pase nos vamos a encontrar con mucha salud mental rota y me parece que eso es tanto o más peligroso que lo que está pasando con nuestros físicos en relación a este virus.
-¿Qué cosas te angustian?
-El dolor del otro, sobre todo de la gente que uno quiere. También la ansiedad genera angustia, pero es una angustia basada en algo que no es real. Uno a veces genera angustias donde no las hay y de vuelta el tema de la salud mental.
-¿Cómo te manejás con el dinero?
-La verdad es que estuve mucho tiempo en otro plan, no estoy muy atento ni a lo material ni al dinero. De hecho, a veces pierdo noción de lo que salen las cosas (bueno, igual vivimos en un país donde es muy fácil perder noción de lo que salen las cosas, o del valor de la moneda); pero no soy derrochador para nada. El tano [Rodolfo] Ranni siempre me cuenta que él hace economía de guerra porque vivió la guerra. Yo no viví la guerra, pero sí supe lo que es no tener o estar ahí al día, entonces me comporto de esa manera. Probablemente cuando me muera alguien diga: ¡qué pelotudo! No sé, por el momento estoy en esa. Sí me parece que cuando uno tiene la posibilidad de dar una mano, lo tiene que hacer y si lo tengo, te ayudo.
-¿Qué hacés en tu tiempo libre?
-No tengo, posta. Bueno, el fin de semana me fui al Tigre con un amigo a relajar un poco, pero no dispongo de mucho tiempo libre, de hecho, como es poco, cuando lo tengo no lo disfruto, siento que tengo que estar haciendo algo.
-¿Qué mirada tenés sobre la convivencia?
-Pasa que la convivencia se ve sobre la convivencia, no se puede proyectar cómo va a ser. Si bien no me costó adaptarme cuando tuve pareja y convivimos, después de estar tanto tiempo viviendo solo, el silencio de estar solo tiene un valor que para mí es fabuloso, pero eso no quita que uno pueda convivir con alguien.
-¿Y sobre la monogamia?
-Estoy de acuerdo en tanto el otro esté de acuerdo, para mi cada relación es un contrato diferente. Lo peor es no comunicarse, o sea, te meto los cuernos y no te enterás, eso habla de una pareja que no está funcionando. Si hay licencias compartidas para mí está todo bien.
-¿Te planteaste la paternidad?
-Planteármelo en serio me parce que nunca. Es algo sobre lo que no tengo ni siquiera asumida una idea al respecto. Sí tengo asumido que no tiene que ver con lo que uno piensa o sienta en este instante. Hemos hablado de eso con [Luis] Novaresio, que de repente a los cuarenta y pico no quería ser papá y a los cincuenta y pico sí. Entonces me parece que no es nada determinante lo que uno sienta en el momento. Hoy no sería padre, pero... ¿por qué no? Hay algo que tiene que ver con nuestra generación diversa, que nunca nos proyectaron como padres, nunca nos visualizaron como padres; ni en las ficciones, ni en las canciones ni en los cuentitos, ni en el discurso, ni en nada, entonces uno no se ve padre. Es un gran tema para tratar. Antes de preguntarte si querés o no ser papá tenés una cosa anterior que tiene que ver con la generación de los que tenemos cuarenta, cuarenta y pico, de decir ‘me veo padre o me compro la que me vendieron toda la vida, que yo no soy padre’. Hay un tema ahí, es algo que sucede. Hoy sí veo que las nuevas generaciones van viviendo la vida con una naturalidad total, y no por nada las ficciones, las series, las películas, hasta Disney empiezan a mostrar que la realidad no es una sola, y estos pibes cuando sean grandes van a vivir su sexualidad de otra manera, con mucha más libertad, y van a ser padres.
-Para terminar: ¿qué te gustaría que dijera tu epitafio?
-No te voy a extrañar. Firmado: Estelita.
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