El español que dejó el fútbol, brilló con su protagónico en una exitosa serie de Netflix y ahora hará teatro en Calle Corrientes: “Buenos Aires es muy especial para mí”
Sus días transcurrían haciendo jueguitos en una cancha hasta que, sin buscarlo, fue fichado para protagonizar Toy Boy y su vida cambió para siempre; LA NACIÓN conversó con Jesús Mosquera, el actor que, a partir de esta noche, sumará un nuevo desafío a su carrera
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A pesar de tener un pasado en el mundo del fútbol, Jesús Mosquera se hizo popular en 2021 por protagonizar Toy Boy, una de las series españolas más vistas de Netflix. En ella, el actor tuvo la tarea de encarnar a un stripper que es acusado de un homicidio, en un papel que marcó un significativo giro en su vida.
Es que, a partir de esta ficción, este español decidió colgar los botines para siempre y dedicarse a la actuación, un oficio que por estos días lo trae a Buenos Aires para seguir sumando desafíos. Junto a Denise Dumas, Gastón Soffritti, Sofía Pachano y Lionel Arostegui, Mosquera está a punto de debutar en teatro con Somos nosotros, una comedia que este miércoles llega al escenario del Multitabaris Comafi para hablar del amor y las relaciones de pareja. “Se van a reír muchísimo y también van a salir del teatro pensando. Es una oportunidad para que las parejas pongan conversaciones incómodas sobre la mesa y poder crecer juntos; después de todo la vida es evolucionar, ¿no?”, reflexiona el intérprete de 30 años en una íntima entrevista con LA NACION antes de subirse a las tablas por primera vez.
-¿Qué es lo que te trae a nuestro país?
-Me traen muchas cosas aquí. Además de la obra de teatro, que es una oportunidad increíble para mi carrera, mis sueños, mis metas y mis fantasías, había un componente personal de trasladarme a otro país, a otra cultura, conocer otras energías y otras personas que me atrapaba. Así que hubo muchos alicientes para venir.
-¿Cómo te llegó la propuesta de hacer teatro en Calle Corrientes?
-Mi agencia me dijo que estaban buscando a un chico español para un personaje de la obra Somos nosotros. Me mandaron el libreto, lo leí y me encanto. Desde el primer momento fue: “Quiero hacerlo”. Pero después de la emoción empezaron las dudas y el miedo de no poder, de vivir en un país por tres meses sin conocer a nadie, de no poder integrarme; claramente era el miedo a salir de mi zona de confort. Y como una de las cosas que más me gusta e interesa en este mundo es explorar la incomodidad, me animé. Lo tome como una experiencia más para aprender.
-¿Y cómo está resultando?
-El balance es más que positivo, una de las mejores experiencias de mi vida. Todos me decían que me iban a tratar súper bien aquí, que iba a aprender muchísimo, que me iba a encantar Buenos Aires. Vine con las expectativas muy altas y ya desde el primer día supe que este era un lugar muy especial para mí. Llevo un mes y es como si solo llevara tres días, se me pasa el tiempo volando.
-¿Ya aprendiste palabras en lunfardo?
-Sí, muchas pero no quiero repetirlas porque a veces las utilizo mal y hago cada lio (risas).
-¿Cómo te recibió el elenco?
-Increíble. En muy poco tiempo, he creado amistades y vínculos muy cercanos, vínculos laborales donde me siento con seguridad para poder expresarme y comunicarme; todos me tratan súper bien. Saben que vengo de afuera y por eso han estado muy atentos a mí; a veces demasiado y me siento como una carga porque ellos tienen su vida y quieren todo el tiempo ayudarme. Pero lo agradezco muchísimo. Me muestran la ciudad, me llevan a comer a lugares bonitos, a ver teatro del bueno. Cuando te acogen de esta forma, uno se siente como en casa, así que sin dudas han superado mis expectativas.
-¿Qué pasa con el público? ¿Te reconocen en la calle?
-Sí, y es muy lindo. Las personas aquí son muy apasionadas, pero es verdad que muchos no se esperan verme entonces algunos están en duda de acercarse. No se piensan que pueda estar aquí ese actor español que han visto en Toy Boy, no se lo esperan. Es muy divertido ver sus expresiones imprevistas cuando se dan cuenta. Me parece lindo poder hacer feliz a una persona por un proyecto que hice y poder compartir una charla, una foto, o como se sienten. Para mí eso es lo más bonito de esta profesión.
-Contanos sobre Somos nosotros… ¿qué es lo que más te atrapó de este proyecto?
-Lo primero que me atrapó fue lo bien que está escrito el libreto y cómo están desarrollados los personajes. Lo que me gusta del cine o del teatro es que uno entra de una forma y sale de otra; completamente atravesado o emocionado por esa historia y eso es lo que me pasó con esta obra. Me pareció muy divertida y dinámica, pero también me hizo reflexionar acerca de las creencias que yo tengo sobre lo que es el amor o una pareja. Se cuestiona la monogamia, se cuestiona el machismo, la posesión, si es mejor mentir y ocultar o decir la verdad y eso me pareció muy interesante.
-¿Cómo es tu personaje?
-Mi personaje vive en pareja con el personaje de Sofía Pachano desde hace 10 años y tiene un hijo. Él piensa que si ocurre algo por fuera de la pareja no hay que compartirlo hasta que, de repente, su mujer le dice que se ha enamorado de otra persona. La obra mostrará cómo él gestiona sus emociones y lo que le está pasando.
-Es tu debut teatral... ¿Qué es lo que más te gusta y lo que más te cuesta de hacer teatro?
-Una de las cosas que más me gusta del teatro es que puedes ensayar mucho. Poder tener un espacio para eso junto a tus compañeros es maravilloso. Sin embargo, lo diferente a estar en un set es la sensación de que por más de que hayas ensayado un montón en el momento en que se levanta el telón sientes un gran vacío, ya que no tienes red. Es confiar en tus compañeros, en el técnico de iluminación y sonido, por eso cuando sale bien es una sensación que no se puede explicar. Además, esto hace que cada función sea distinta y tengas que estar atento a recoger todo lo que puede pasar, hay que resolver en el mismo segundo ya que no hay un “corten” como en el audiovisual. Esa sensación de estar en alerta es maravillosa.
De las canchas a los sets
Su infancia, su adolescencia y su juventud transcurrieron en una cancha. Es que desde los 4 hasta los 24, Mosquera se desempeñó como defensor central de reconocidos equipos españoles. El Málaga, el Athletic de Bilbao, el Betis B y el Antequera son algunos de los clubes que lo ficharon hasta que, un día, el jugador decidió colgar los botines y cambiar las canchas por los sets de televisión.
“Yo jugué al fútbol durante 20 años. Era mi pasión, mi sueño y a lo que me dedicaba 24 horas al día. En un momento, deje de jugar a nivel profesional y tuve un par de meses de descanso (no habíamos hecho una buena temporada por lo que no habíamos clasificado para los play off) y entonces decidí apuntarme en un gimnasio al que iban unos amigos con los que vivía para no perder la forma”, revela este deportista que no imaginaba que mientras hacía su rutina de ejercicios iba a ser fichado para protagonizar una serie de Netflix.
“Llegaron de una agencia buscando perfiles de chicos que pudieran encajar con los personajes de una serie que estaban por filmar, era Toy Boy. Yo no me presenté porque no lo veía muy serio el casting, además todo el mundo estaba mirando y no me animé. La chica que hacia las pruebas (se llama Cristina y gracias a ella en parte hoy estoy aquí) me convenció y a las dos o tres semanas me presenté. Empecé a pasar las pruebas y a los seis meses me llamaron para decirme que era el elegido para el personaje de Hugo Beltrán”, recuerda con una sonrisa quien, de un día para el otro, hizo las valijas y voló a Madrid para prepararse a nivel interpretativo, físico y mental.
-¿Cómo fue tomar la decisión de cambiar las canchas por los sets?
-Dejar algo que llevas haciendo durante 20 años fue muy difícil. Yo era una persona que veía ocho partidos el fin de semana y no sabía lo que era un set, ni tampoco había tenido curiosidad por actuar. Pero tomé la decisión porque en ese momento tenía 24 años y sabía que mi carrera como futbolista podía durar seis u ocho años más como mucho; sabía que en el futuro me tenía que buscar otra profesión. Si bien mi mente estaba enfocada en el deporte y en estudiar algo vinculado a eso, cuando me llegó esta oportunidad dije: “Sé que voy a tener que dar el paso con 24 años o con 30 y esta oportunidad no sé si la voy a volver a tener después, así que me lancé a la pileta”. Además todo lo que me ofrecían era puro aprendizaje: aprender a actuar, a bailar, a hacer una dieta para cambiar mi físico, tener energía para aguantar todo un día de rodaje. El saldo era más que positivo.
-¿Qué dijo tu familia cuando les comunicaste que dejabas todo para ser actor?
-Ellos, como mis amigos, han estado desde la primera anécdota conmigo. Y si bien para ellos también significó un gran cambio, entendieron que yo lo único que quería era ser feliz. Yo no sabía si era con el fútbol toda mi vida o con cualquier otra profesión, pero si tenía muy en claro que lo que hiciese tenía que hacerme feliz. Entonces mi familia me dijo: “Ven, prueba y, si estas feliz, continúa; si no siempre puedes volver al fútbol” y era así, no tenía nada que perder. Si no era lo mío, lo iba a tomar como un aprendizaje, no como un fracaso.
-¿Eras fan de ver series o películas?
-Me gustaba ir al cine pero yo veía a los actores y decía: “Qué difícil hacer eso”. Ni se me pasaba por la cabeza hacer algo así y al final descubrí que los que nos ponemos los límites somos siempre nosotros. Si tienes paciencia y eres disciplinado, el camino lo vas a hacer.
-¿Qué paso cuando te viste en pantalla por primera vez?
-¡Uyyyy, fue horrible! (risas). No me gusta verme, pero es verdad que viéndote podes corregir cosas. Me pasaba lo mismo con el fútbol cuando nos ponían videos de las jugadas, era horrible porque me juzgaba, me daba vergüenza, pero entiendo que es necesario para mi crecimiento. Así que día a día intento amigarme con la idea y digo: “Bueno, esto es lo que soy, lo que puedo ofrecer”.
-¿Te paso que, a partir de la serie Toy Boy, figuras del deporte o jugadores que admirabas se acercaran a vos?
-Sí, me ha pasado y es muy gracioso. Muchos me mandan mensajes a través de sus familiares, sus hijas, sus sobrinas, su mujer y no sólo figuras del deporte con los que soñaba compartir una cancha sino también otros actores, cantantes o escritores. Para mí es muy bonito tener el reconocimiento de estas personas que son referentes en otras disciplinas.
-¿A qué ídolo o referente pudiste conocer gracias a esta profesión?
-Tengo una anécdota con Ricardo Darín. Este año, me lo cruce en los premios Platino; justo coincidimos en el photocall. Cuando terminó la gala, él estaba con su equipo y se acercó a uno de los puestos que había para tomar y comer y ahí me acerqué. Le dije que no quería molestarlo, pero que de corazón me encantaba su trabajo. Esa posibilidad antes no la hubiera tenido. Lo mismo con los deportistas de alto rendimiento. Todos los años en estos premios se juega un partido benéfico entre artistas y futbolistas. Mi entrenador el año pasado fue David Villa por ejemplo, el máximo goleador español. Entonces compartir el campo con él o quitarle la pelota a Guti o que Iker Casillas me ataje un penal fue muy fuerte. Esta profesión me ha dado cosas que nunca logré con el fútbol, como cuando en una serie me tocó encarnar a un futbolista del Atlético de Madrid y tuve la posibilidad de jugar en estadios increíbles que no había jugado cuando era profesional (risas).
-¿Con qué papel o proyecto soñás a futuro?
-Para mí sería increíble escribir, dirigir y actuar algo propio. Me gustaría hacerlo con amigos, porque yo vengo con el chip del deporte en eso de trabajar en equipo. Así que ponerle voz a un tema que me interese contar, llegar al espectador y hacerlo reflexionar, es mi objetivo. Pero para ello sé que todavía tengo que aprender muchísimo.
Un “toy boy” suelto en BA
Su timidez, su humildad y su bajo perfil hacen que Mosquera se diferencie de esos personajes que lo llevaron al estrellato. También, que se ponga colorado a la hora de hablar de amor o de sus romances como el que tuvo con la actriz mexicana Esmeralda Pimentel en la primera mitad de este año y del que muy poco se sabe.
-¿Cómo está el corazón? ¿Dejaste algún amor en España?
-Estoy solo aquí y estoy bien. Una de las cosas que me motivó a venir a Argentina, además de lo profesional, es que estaba transitando un momento personal muy especial, una introspección muy profunda y estar acá solo hace que esté conociéndome a fondo, escuchándome muchísimo más, reflexionando sobre mis creencias.
-¿Y a qué conclusión llegaste?
-A que soy una persona que intenta hacer lo mejor posible con las herramientas que tiene. Que siempre está dispuesto a aprender y a evolucionar a pesar del miedo que pueda generarle salir de la zona de confort y que, sobre todo, busca ser feliz.
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