Hizo varios personajes de femme fatale en televisión, pero desde hace algunos años bucea más en el teatro y la escritura; su vida con el músico Diego Mizrahi y sus sueños
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Fue la chica sexy de La familia Benvenuto y la asesina a sueldo de Poliladron. Si bien se hizo popular en la televisión de los ’90, Jessica Schultz transitó muchos escenarios teatrales y sets de filmación. “Estoy esperando que reabra el Maipo Kabaret porque quedamos varados con Berlín en Buenos Aires, en marzo de 2020. Es una obra de mi autoría con la que nos había ido muy bien. Era la tercera temporada y veremos cómo se desarrollan los acontecimientos”, relata esperanzada la actriz a LA NACION.
En este año de pandemia por el Covid-19, de angustias e incertidumbre, la actriz logró que el encierro fuera creativo y escribió varios textos. “Terminé dos obras de teatro, Hermanas de sangre y una adaptación de un cuento de Pedro Orgambide, Siempre de yunta una tragedia porteña, e hice una adaptación con Myrtha Schalom, de su novela La Polaca, para un audiovisual: se llama Te llamarás Raquel y la va a dirigir Sabrina Farji”.
-¡No tuviste tiempo de deprimirte!
-Sí, me deprimí, pero traté de crear durante esa enormidad de tiempo que teníamos libre. Estoy grabando una miniserie con libro y producción de Walter Ghedin y con Carlo Argento, sobre sexualidad y diversidad de género. Somos dos actores que hacemos diferentes historias en cada capítulo, lo dirige Leonardo Bechini con música de Diego Mizrahi. Espero que esto pueda ver la luz en alguna de las plataformas. Por otra parte, en mayo va a salir otra temporada de Somos teatro, en Canal a, con nuevos capítulos que ya grabamos. Es un ciclo dedicado a la dramaturgia nacional y al teatro argentino, con entrevistas y monólogos. Y pronto espero grabar una temporada.
-Te adaptaste a esta nueva normalidad y buscaste una salida...
-No dejé de trabajar, la verdad. Empezó a sobrarnos el tiempo, al no poder salir y en algún lugar había que poner la locura y la creatividad. También ordené una biblioteca enorme que tenemos en casa con libros y CD’s. Hice algo de orden dentro de la casa, pero en algún momento eso se termina. Sobre todo, proyecté qué hacer cuando volvamos a la normalidad.
-Estás en pareja hace muchos años con Diego Mizrahi. En la casa de un músico y una actriz, el tema recurrente debe ser el arte...
-Así es. Hace casi once años que estamos juntos y en casa se vive esa dinámica permanentemente. Teníamos un espectáculo musical, de humor con monólogos y canciones, y durante la cuarentena hicimos pequeños extractos y los subimos a Instagram, como sketchs. Para seguir activos, de alguna manera y grabamos canciones. En esta casa hay música siempre y se habla de teatro a diario. Además Diego tiene un programa en el Canal de la Ciudad, a la medianoche y yo le sugiero actores para entrevistar y siempre hay un intercambio.
-Durante algunos años tuviste mucha exposición, ¿por qué te corriste?
-Nunca dejé de actuar, especialmente en teatro y cine. Hacer menos televisión no fue mi elección, sino que se fue dando de esa manera. Ahora la escritura me tiene muy entusiasmada. Escribí también la versión cinematográfica de Berlín en Buenos Aires y estoy tratando de conseguir a productores interesados en llevarla a la pantalla grande. Me autogestiono mis propios proyectos y eso lleva tiempo.
-Fuiste el personaje sexy de muchos programas exitosos, ¿te condicionaba para otros trabajos? ¿Lo disfrutabas o lo sufrías?
-Depende del programa en el que me tocara trabajar. Hubo momentos en que quizá no lo disfrutaba, pero aceptaba hacer algún personaje por la necesidad de trabajar y a lo mejor no estaba muy contenta con eso. Es distinto en el teatro, que elegís más lo que tenés ganas de hacer. Ahora escribo lo que tengo ganas de hacer yo y son obras en las que actúo también. No es que escribo para otros sino para mí, en eso tengo puesta mi energía y en poder concretarlas.
-¿Cómo fueron tus comienzos?
-Empecé haciendo algunos comerciales que tenían pequeñas historias. Desde los 15 años estudio canto, baile y actuación. Cantaba con un grupo en fiestas y casamientos, y tempranamente pude tener mi dinero para bancarme los estudios. Por estar en agencias de publicidad empecé a trabajar en Canal 9 haciendo tiras con Arnaldo André como El infiel y El seductor. Trabajé en varios programas con personajes más chicos, muchos en el viejo ATC y en Telefe. Los Benvenuto fue una rareza porque hacíamos ficción en vivo.
-Poliladron fue un estallido de popularidad...
-Sí, porque el programa irrumpió en un momento en que empezó a cambiar la manera de hacer televisión. Entré en el segundo año para hacer Camila, una asesina a suelto y tuvo mucha repercusión. Me gustaría mucho volver a hacer ficción. Creo es el sueño de todos los actores estar en alguna serie de las nuevas plataformas, pero eso no depende tanto del deseo de uno sino de estar en el momento justo en que se arman los proyectos o en una agencia que tenga esos contactos. No es algo fácil de lograr. Claro que me encantaría incluso escribir la adaptación de Berlín en Buenos Aires en formato de serie.
-Esa obra marcó otro camino en tu carrera, ¿no?
-Sí. Es la primera obra de teatro que escribí. En 2015 no tenía ningún proyecto, pensé que se había terminado mi carrera para siempre y me deprimí mucho porque no me convocaban. Entonces decidí generar mis propios proyectos y abrí una puerta que descubrí gracias a esa situación y que es la posibilidad de escribir y me encanta. Empecé a investigar sobre el nazismo en nuestro país porque en ese momento estaba viendo documentales sobre ese tema. Además tengo una historia ligada a eso porque parte de la familia de mis abuelos es polaca y la mitad murió en campos de concentración. Empecé a asociar y me movió la idea de escribir sobre la identidad, que es algo que me acompaña de toda la vida por ser hija de polacos, italianos y españoles, y venir de un matrimonio mixto, de dos religiones diferentes.
-¿Y profesás alguna religión?
-Tuve una educación judía porque la familia de mi padre es judía, pero la de mi madre no: ella es convertida al judaísmo. En mi vida siempre estuvo esa mezcla y me gusta bucear en los orígenes de la familia. Fue una búsqueda, aunque Berlín en Buenos Aires es ficción, habla de la identidad y de la inmigración y cualquiera se puede sentir identificado.
-¿Cuáles son hoy tus deseos personales y profesionales?
-Sueño con hacer la película de Berlín en Buenos Aires. Sería hermoso porque la historia es más amplia que en la obra de teatro, donde necesitás sintetizar o contar con relatos y no en imágenes. Después, me gustaría poder concretar las obras que escribí. En esa búsqueda de financiación estoy. Y en lo personal, queremos mudarnos porque vivimos en Villa Crespo o Palermo Queens, como lo llaman ahora, y el barrio se ha densificado tanto que buscamos un lugar más tranquilo. Antes, desde mi casa, no se escuchaban los ruidos de la calle y ahora sí. En la cuadra de nuestra casa hay un hostel y un bar que pone música fuerte y ya convivimos a diario con ruidos. La pandemia es un enorme ejercicio de capacidad de adaptación y paciencia, de pensar en el otro permanentemente porque el cuidado que se promueve no es el personal solamente sino el del otro, como nunca.
-Al principio de la pandemia decíamos que íbamos a salir mejores, ¿qué pensás ahora?
-No lo creo. La verdad es que no soy optimista, soy más bien realista y eso se parece bastante a ser pesimista. Veo la situación coyuntural en la que nos encontramos en este momento y la utilización política de la vacuna, el conflicto con la educación en un año preelectoral en lo que todo parece ser electoralista. ¡Cuándo vamos a salir de esta grieta infame! La grieta es cada vez más profunda y promovida por todos y con caldo de cultivo en las redes sociales. Vivimos en un nivel de estrés tremendo. Tenemos que dejar de lado las diferencias y pensar en el bien común.
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