Jesica “Osito” Gómez: su duro pasado, su deseo de volver al reality y el sueño que quiere que su madre cumpla
En diálogo con LA NACION, la exparticipante de GH recordó sus días en el programa y habló sobre los episodios que la marcaron de joven; además aseguró que no tiene nada que lamentar de la exposición que le generó el ciclo de Telefe
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Hace 15 años, en la casa de Gran hermano, Jesica Gómez se ganó el corazón de todos por su ternura, su inocencia y la canción, “El beso del Osito”. Desde entonces -y para siempre- es Osito y no hay día en que alguien no se lo recuerde. De espíritu inquieto, entró al reality con el objetivo de ser famosa. Hoy es actriz, productora y está empezando el CBC de psicología, pero además se dedica a la crianza de su hijo Kalel, de 6 años. En diálogo con LA NACION, recordó sus días en el reality, contó por qué su mamá hizo el casting para ser parte de la nueva edición de Gran hermano -que vuelve en breve a la pantalla de Telefe-, y habló sobre las razones de su separación del humorista Santiago Domínguez.
Actualmente está ensayando El ídolo, una obra que se estrenará el año próximo en el Centro Cultural San Martín. Y, como desde hace muchos años, se gana la vida produciendo los espectáculos que protagoniza su ex y padre de su hijo Kalel. “Tenemos muy buena relación”, aclara.
-¿Están separados con Domínguez?
-Nos separamos hace un año y tenemos la mejor relación porque a los dos nos gusta compartir con nuestro hijo. Como en cualquier relación hay algunos días mejores que otros, pero tratamos de que todo sea armonioso por nuestro hijo y también por nosotros, porque nos queremos.
-No debe ser fácil trabajar con tu ex...
-Llevarse bien es un trabajo diario porque a veces no queremos lo mismo, pero aprendemos a escucharnos y respetarnos. Al principio costó un poquito y yo lo cargo, le digo: “Sé que soy difícil de olvidar, superame”. Lo bueno es que no hubo terceros en discordia. Compartimos la tenencia de nuestro hijo, nos vamos los tres juntos de vacaciones y a veces Santi se queda a dormir en casa o yo en la de él. Trabajamos muy bien juntos, nos conocemos mucho y para los dos nuestra prioridad es nuestro hijo, que se llama así por Superman, que en Criptón es Kal-el, hijo de Yor-el. Somos fans de la peli. Después descubrimos que es un nombre hebreo que significa “la voz de Dios”. Y también se llama Leónidas, por el protagonista de 300, el espartano.
-¿Tenés más trabajo como productora que como actriz?
-En general, sí. Ahora estamos ensayando El ídolo con dirección de Jorge Filippis para el Centro Cultural San Martín. Es todo un desafío para mí porque es la primera vez que voy a hacer algo que tomo con tanta responsabilidad. Hoy, mirando para atrás, me doy cuenta que lo que hice después de Gran hermano fue sin mucha conciencia de lo que sucedía. Alimento a mi ser actriz, aunque también me gusta la producción. Me encantaría hacer ficción en televisión.
-¿Y en cine también hiciste algún proyecto?
-Sí, por ejemplo en septiembre se estrena Lennons, una película que dirige José Cicala, con guion de Griselda Sánchez, compañera de Gran hermano y mi hermana del alma. Yo hago un personaje y también estoy en la producción. Lennons es una comedia absurda sobre un personaje que busca dobles de los artistas en cada persona que se cruza en la vida, y de repente encuentra a Javier Parisi y lo ve parecido a John Lennon. De hecho, Parisi es una personal real, un argentino que es muy parecido a Lennon que estuvo en la casa de la hermana de John, se fue a vivir con ellos durante tres meses. Canta y habla como John, es una locura. La protagoniza Gastón Pauls junto a Luciano Cáceres, Luis Machín, Santi Domínguez, Malena Guinzburg y Betiana Blum. Además en estos años hice obras infantiles, pero era más chica y hoy considero que hago todo con un poco más de conciencia. O eso trato... (risas).
-¿Qué recuerdos tenés de tu paso por Gran hermano?
-Cuando entré al reality yo quería ser famosa, aunque no entendía bien qué era, pero lo quería. Después me di cuenta que mi deseo era dedicarme a la actuación porque hay cosas que no me interesa exponer. De todas maneras, no me arrepiento de nada, estoy feliz por todo lo que pasó.
-Nunca hiciste críticas al reality, ¿te dio más de lo que te quitó?
-Si tengo que decir que me quitó algo, es mi nombre porque era Osito para todo el mundo, pero en realidad me dio un apodo y es algo que no suele suceder. Tenía mi propia canción, “El beso del Osito”, y el cariño de la gente fue muy lindo. No entiendo bien por qué algunos hablan mal del reality, porque entrar es una elección, nadie te obliga. Quizá podés no sentir el acompañamiento que esperabas posterior al reality, pero tampoco te lo aseguran. No está escrito en ningún lado que te tienen que acompañar de tal o cual manera. Yo ni leí el contrato, era irrevocable y yo quería entrar. De qué me voy a quejar entonces, tenía 21 años y estaba decidida a entrar, sin imaginar nada de lo que sucedió después de esos tres meses que estuve en la casa.
-¿Es verdad que tu mamá, Marta Ibarra, se presentó al casting del nuevo Gran hermano?
-Sí, es verdad. Apenas salió la publicidad del reality, mi mamá me llamó para contarme que podían anotarse personas hasta los 101 años. Yo misma filmé el video que mandamos al casting y nos reímos tanto. No sabemos nada todavía y no sé si es excluyente o no que un familiar de un exparticipante pueda entrar a la casa.
-¿Por qué quiere entrar?
-Evidentemente compartíamos ese sueño. Ella también quería ser famosa, que la conozcan, quizá por eso tenemos un vínculo tan hermoso y somos muy unidas. Ella quiere contar que se puede salir adelante de situaciones duras, tuvo una vida bastante difícil y quiere dar un mensaje positivo. Somos seis hermanos. Mi papá falleció hace 23 años, después ella tuvo otra pareja y nacieron mis dos hermanos más chicos. Con mi papá vivió muchas situaciones de violencia; de hecho, soy producto de una violación, y mi mamá se dio cuenta años después de que eso había sido una violación porque en ese momento él la obligó y ella creía que era normal porque vivían en el mismo techo. Hacía diez años que no tenían nada y un día llegó y sucedió eso.
-¿Qué te produjo enterarte de eso?
-Nunca fui a terapia por ese tema. Recién empecé hace poquito, pero por otro tema, para entenderme un poco más, hacer foco en las cosas que me importan. Mi papá murió cuando yo tenía 14 años y poco antes me había enterado de esta historia y lo único que le pregunté fue por qué había sido tan malo con mi mamá y no llegó a decirme nada. Pero antes de morir la agarró de la mano y le pidió perdón. Con el tiempo me enteré de muchas más cosas y traté de entenderlo, me enteré de que podría haber lidiado con una esquizofrenia, por ejemplo.
-Lejos de enojarte trataste de entenderlo...
-Sí, porque el enojo te enoja a vos y para qué estar enojada. Si no se enojó mi mamá que fue la víctima... Ella pudo convertir todo lo malo que le pasó. Todos los días agradezco que decidiera tenerme. A mí también me encantaría ser parte del reality, esta vez desde la producción o en el debate. Los llamé para que me tengan en cuenta. Antes no lo hubiese hecho por miedo al rechazo y ahora me di cuenta de que el otro puede no saber qué te interesa y está bien decirlo. Entonces dejé expresadas mis ganas, aunque también entiendo que en la televisión hay que ser funcional.
-¿Seguís en contacto con los chicos que estuvieron en la casa con vos en 2007?
-Tenemos un WhatsApp muy activo y de hecho estamos armando un programa de radio con algunos, como por ejemplo con Diego Leonardi, Sebastián Polastro, Griselda Sánchez y Nadia Epstein.
-¿Están todos en ese chat?
-Las únicas que no están son Claudia Ciardone -que ya no está en el medio- y Marianela Mirra que fue la ganadora de esa edición. Nunca tuve relación con Marianela dentro de la casa y afuera menos. Si intercambiamos mensajes, todo está bien, pero la realidad es que empatizas con algunos y con otros no.
-¿Estudiaste una carrera universitaria?
-En agosto empiezo el Ciclo Básico Común para la carrera de Psicología porque es una asignatura pendiente. Me había anotado en 2019, pero surgió la posibilidad de hacer una obra de teatro y prioricé eso. Todo lo que hago es para sumar a lo que realmente me gusta, aunque también fantaseo con tener un consultorio y acompañar a las personas en sus procesos.
-¿Cómo era tu vida antes de entrar al reality y qué cosas cambiaron?
-Cuando terminé el secundario, trabajé en el Aeropuerto de Ezeiza, atendiendo al público en los traslados. Después hice un curso para ser tripulante y en ese momento me enteré de mi temor a volar. No lo sabía porque nunca me había subido a un avión. De todas maneras, no ejercí y ahora viajo con temor sufriendo un poco. Y cuando salí de la casa era como estar en Disney porque se hizo realidad todo lo que había soñado, firmaba autógrafos, la gente se sacaba fotos conmigo... Incluso hoy en día hay al menos una persona que se acuerda de Osito y me dicen cosas lindas. No tengo nada malo que decir. Después trabajé con el productor de teatro Aldo Funes y aprendí mucho.
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