Jeannette Rodríguez regresa a la Argentina y recuerda un episodio de acoso que vivió en el país
La actriz, radicada en Miami, habló con LA NACION sobre su paso al costado del mundo de las novelas; además, nos contó que está entusiasmada con su vuelta, pero no olvida un episodio de violencia de género que le ocurrió durante una producción realizada acá
Jeannette Rodríguez , la actriz venezolana protagonista de Cristal, vive hace más de veinte años en Miami. No tiene pareja, ni hijos. Se dedica a estudiar, a pasear, hacer algunos trabajos y cuidar a su perrito. A pesar de haber hecho varios éxitos en la Argentina, nunca volvió al país. A los 56 años, contactada por LA NACION para saber qué era de su vida, recordó su paso por Buenos Aires y nos manifestó sus ganas de locas de regresar. Tanto lo deseó, que finalmente lo cumplirá. En diciembre, vendrá al Fymti (Festival y Mercado de Televisión Internacional) y lanzará un taller de coaching actoral. “Y si me convocan para algún trabajo, ¡acepto volando!”, nos dijo.
-¿A qué te dedicás en Miami?
-Este es mi sitio de residencia hace muchos años, pero me muevo hacia España, tengo propuestas de allá y de México. Hace poco hice teatro en Miami, dos obras de teatro interesantes: Ocho mujeres y El matrimonio de Bette y Boo. El teatro para mí es oxígeno, fue maravilloso retomarlo.
-¿Qué haces en tu tiempo libre? ¿Te ocupás de vos, vas al gimnasio...?
-¡Siempre! Voy a clases de baile, de acento... Estoy ocupada en eso, estudiando para estar lista para cualquier oportunidad de trabajo que se presente.
-¿Cuidás mucho de tu imagen?
-Las actrices no somos modelos ni misses, pero el público nos quiere ver bonitas siempre. Ellos no entienden del paso del tiempo. Entonces hay que estar impecable. No me pesa porque lo vivo muy naturalmente y la genética me ha ayudado un poco. No es que le estoy encima a eso. Admiro a las compañeras que se cuidan mucho, a mí eso me agota. Yo estoy más ocupada en cuidar mi estado emocional, de salud. Me gusta estar bien conmigo misma. Trato de perdonarme, de quererme y de aceptar cómo soy. Eso es realmente un arte. Busco el equilibrio constantemente. Nunca pretendí ser un producto, aunque en su momento lo he sido. Pero no era mi intención. Yo era una estudiante de teatro y lo sigo siendo. Me encanta, me apasiona. Pero las consecuencias del éxito me llevaron a otra cosa. Y lo transité como pude. Porque yo no había nacido para eso. Sin embargo, bueno, he tenido mis altas, mis bajas... La lucha interna con la fama, que tiene sus cosas horribles y a la vez es buscada por todo el mundo.
-¿Te sentiste un producto cuando hacías telenovelas?
-Sí. Por supuesto. Trasladarse de un país a otro, adaptarse a otra cultura... Ahora no hay que moverse para ser famoso. Sólo tienes que tener muchos “likes”. Eso es bien contrastante para nuestra generación, que lo logró de otra forma, con mucho más trabajo y más ímpetu. Antes, eras lo que eras. Ahora todo es muy disfrazado. Esto sin ánimo de criticar nada, yo tengo Instagram incluso y es una herramienta fantástica para comunicarme con el público.
-¿Por qué dejaste de hacer telenovelas?
-Me agoté. Y además mi norte no era ése. Mi norte era la música, el baile, los musicales... Así me formé yo. Estaba un poco saturado el mercado de tantas series mías y entendí que eso iba a perdurar por mucho tiempo y de hecho es así. Hoy en día tenemos telenovelas de todos los tiempos colocadas en otros países. En la Argentina, en el canal Volver, dan Amándote. Eso es hermoso. Me llena de orgullo, me da un subidón muy lindo.
-¿Cuándo hiciste el clic y dijiste “no hago más tiras”?
-En el 94, cuando terminó Micaela. Venía muy saturada de muchas cosas, de mucha responsabilidad y empecé a perderle el amor y la pasión a lo que estaba haciendo. Me sentía mecanizada. Y dije 'basta', esto no es lo mío, esta no soy yo. Ahí decidí irme a a Miami y Dios estuvo conmigo, de la mano, marcándome el camino. Me hice muchas preguntas, entre ellas qué era lo que yo quería y por qué lo quería. Busqué adentro mío mucho y encontré mi verdad, que era la actuación. Entonces me fui a Nueva York, cual estudiante, a hacer el método de Lee Strasberg de nuevo, en inglés. Y empezó otra etapa de mi vida. Fue maravilloso. Abrí puertas dentro de mí que estaban dormidas y pude retomar mi carrera. Es muy fácil ser exitoso, que todo el mundo te alabe y te diga qué guapa estás, pero la verdad está dentro de uno.
-¿Qué edad tenías en ese momento?
-Era el comienzo de mis 30 y yo venía dándole desde los 22 años sin parar. Y sola. No es que tenía una maquinaria atrás. Llegó un momento que me agobié. Igual, tengo lindos recuerdos. Lo feo lo puse en la basura.
-¿Qué trabajos hiciste después?
-Me fui con una banda de rock a San Petesburgo. Estuvo muy bueno, pero después tuve que abandonar la gira porque me quedé en los Estados Unidos por el proceso de migración. Una vez que conseguí la residencia, me fui a España porque tenía que facturar. Fui por quince días y terminé montando apartamento y me quedé diez años. Hice muchos programas de televisión, tuve un novio... Fue una etapa muy hermosa, la gente me quería, me trataba bien, ganaba dinero, era feliz. Después, la relación con mi novio no prosperó y volví a Miami.
-¿Nunca te arrepentiste de haberte bajado de las telenovelas?
-No, para nada. Hay tiempo para todo. Pero el mejor tiempo es el que dedicas para tí mismo, para tu crecimiento personal. Eso es oro. Puedes tener más o menos dinero, pero si tú no estás bien contigo mismo, no eres nadie.
-Vos tenías dinero...
-Claro, sí. Si no, no lo podía hacer. Igual depende de tus ambiciones en la vida. Hay gente que quiere ser multimillonaria, yo nunca quise eso. Nada que ver. Yo lo que pido es el cariño y el respeto del público y lo tengo. Eso me alimenta a seguir adelante.
-¿A Venezuela no volvés cada tanto?
-Voy, pero el problema allá es bien difícil. Fui hace poco y estoy en contacto con mi familia, pero cada vez se cierra más el espacio. A nivel trabajo, no hay nada que hacer ahí. Hay mucha inseguridad, una situación extrema de pobreza. Yo ayudo económicamente a mi familia desde acá. Tengo a mi mamá y a mi hermano viviendo en Venezuela.
-¿Tenés sobrinos?
-No.
-Tu mamá debe querer ser abuela.
-No le dimos nietos, le dimos unos maltecitos muy lindos... Me encantan los perritos. Yo digo que son angelitos que Dios nos manda para que los cuidemos hasta que Él decida.
- ¿Por qué nunca volviste a la Argentina?
-No sé. El trabajo me llevó para Europa y ya no volví.
-¿Te quedó un mal recuerdo?
-¡No! Para nada. En Argentina viví la primavera más hermosa de mi vida.
-¿Volverías?
-¡Claro que sí! Me gustaría hacer ficción o teatro. Incluso integrar algún elenco coral, donde uno entra, sale... Me encantaría disfrutar el talento que hay allá. Parte de mi carrera internacional se inicia en Argentina, por eso siento que tengo un compromiso. ¡Quiero volver! En Venezuela hay mucha influencia argentina. Yo de chica aprendí a bailar tango, me encanta la milonga, soy una apasionada de esa cultura. La vida me llevó por otros rumbos y para allá tuve que andar, pero lo bueno nunca se olvida y se añora. Pienso que lo disfrutaría más ahora, con más sabiduría. Cuando era pequeña tuve muchas oportunidades, pero no tenía experiencia. Entonces siento que esta vuelta sería distinta. La responsabilidad ya no me limita, no me intimida.
-Es una época en que muchas actrices se animan a contar situaciones de abuso o acoso que vivieron de jóvenes, ¿a vos te pasó algo así?
-Sí, me pasó. Lo viví. Fue muy fuerte, pero era una niña y me quedé callada. Seguí andando.
-¿Qué te pasó?
-Me tocaron la cola, me agarraron, de frente, abusivo. Es la primera vez que lo cuento.
-¿Fue en la Argentina?
-Sí, en una producción. Ahorita, si me pasa, le vuelo la cabeza, pero ahí me agarró en un momento de la vida en el que uno no sabe cómo reaccionar. Por suerte, cumplí mi trabajo y eso no me minimizó, al contrario. Tuve un super éxito y salí adelante. Pero claro, tú me lo preguntas y sí, me acuerdo. He vivido cualquier cantidad de cosas en el mundo del espectáculo. No todo ha sido color de rosa, no, claro que no, pero me he hecho respetar también. Y eso es importante.
-¿Hiciste una denuncia en ese momento?
-No lo denuncié. Ahí quedó y lo fui manejando como pude. No pasó a mayores.
-¿Qué pensás de eso a la distancia? ¿Qué le dirías a las mujeres jóvenes?
-Que se valoren, que crezcan profesionalmente, que estudien y que no dependan de nadie. Nunca permitan ningún tipo de maltrato ni físico, ni psicológico, ni moral. Que no están solas, que lo digan y busquen ayuda que la encontrarán.
-¿Añorás tener una pareja estable?
-Y, a veces, hace falta que te pasen la manito por la espalda. Pero bueno, tuve muchos novios y ahora disfruto de mí misma. Quizás encuentre un hombre en Argentina. Voy a la conquista de un guapote, de esos grandotes bellos que hay allá.
-¿No tuviste un novio argentino?
-¡Tuve! ¿Cómo me voy a perder eso? El hombre argentino es cariñoso, protector, tierno... ¡Es un hombre para casarse! Tuve un amor allá y me quedó un muy buen recuerdo. ¡Ojalá se repita!
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