El actor francés se casó dos veces, aunque también mantuvo amoríos tormentosos y vivió relaciones apasionadas con celebridades como Ursula Andress y Laura Antonelli
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Nariz de boxeador, dientes separados y cuerpo desgarbado. Herramientas suficientes para convertirse en un galán atípico, en un actor convincente y en un apasionado seductor que construyó amores dignos de una ficción cinematográfica. Acaso su sangre, mezcla de exquisitez francesa y pasión italiana, le cinceló una personalidad irresistible. Jean Paul Belmondo no pasaba inadvertido. Y si sus dotes artísticas seducían a millones de espectadores en todo el mundo, su sex appeal lo llevó a vivir romances fugaces y relaciones apasionadas.
Con la bailarina Élodie Constantin conformó su primer matrimonio formal. Se habían conocido siendo muy jóvenes, en la academia de teatro a la que ambos concurrían. En 1955, cuando Jean Paul había cumplido los 21, se casaron ante no pocas resistencias. Sin embargo, la pareja se transformó en una familia marcada por el arte, pero también por los convencionalismos.
Jean Paul y Élodie tuvieron tres hijos. La primera descendiente en llegar fue Patrice, muy buscada por sus padres. Sin embargo, la tragedia marcaría su destino: en 1993 murió como consecuencia de un incendio en su piso de París. A Patrice le siguieron Florence y Paul, quien fue el más conocido de los tres ya que se dedicó al automovilismo y mantuvo un sonado romance con la princesa Estefanía de Mónaco.
Con los años, el matrimonio entre Jean Paul y Élodie se desgastó, al punto tal que ella comenzó a sospechar sobre posibles infidelidades de su esposo. El agua llegó al río y en 1965, una década después de consumado el enlace, se divorciaron. Nunca quedó del todo claro si Jean Paul ya noviaba con aquella actriz conocida en un set.
¡Acción!
En 1965, Belmondo fue contratado para estelarizar el elenco de la versión cinematográfica de Las tribulaciones de un chino en China, bajo las órdenes del director Philippe de Broca. El destino quiso que, al galán, que ya contaba con un muy buen cartel, lo secundara la actriz suiza Ursula Andress, quien era la mujer del momento.
Al principio trataron de ocultarse, pero la pasión fue tan fuerte que no pudieron evitar dar a conocer el romance. Los dos eran mitos sexuales de su tiempo y conformaban una pareja aspiracional para sus seguidores.
La pareja duró hasta 1972, año en el que concluyó abruptamente el vínculo y en medio de un escándalo. Según trascendió, una noche él regresó a su casa conyugal con algunas copas de más de un encuentro boxístico, deporte del que era fanático. Al encontrar las puertas de la residencia cerradas, el protagonista de Dos mujeres supuso que su mujer le estaría siendo infiel.
Ante las peores sospechas, el actor no dudó en tomar una escalera portátil y trepar por los muros de su mansión hasta dar con la ventana de la habitación matrimonial. Al percatarse de la situación, Ursula Andress no tuvo mejor idea que empujar la escalera al vacío, causándole serias heridas a Belmondo.
Rendirse jamás
Después de aquel bochorno, el galán de Un domingo maravilloso buscó consuelo en otra famosa: Laura Antonelli, la italiana que rodó tanto como sus compatriotas Sofía Loren y Gina Lollobrigida. Todos presagiaban un romance pasajero y trivial. Nada de eso aconteció: Belmondo y Antonelli estuvieron juntos por casi una década.
Antonelli hablaba maravillas de Belmondo, estaba realmente enamorada del actor. Sin embargo, la vida de la actriz había entrado en un cono de sombras, se dijo que víctima de algunas adicciones había sucumbido ante una depresión insostenible y una obesidad impiadosa. Aunque Belmondo no compartió el momento más oscuro de aquella que fuera una de las mujeres más eróticas del cine mundial, la pareja se hizo trizas sin posibilidad de reconvertirse.
Mil vidas mejor que una, es el título con el que Jean Paul Belmondo decidió bautizar a sus memorias. Razones no le faltaron para tal aseveración. Al menos, puede afirmarse sin temor a equivocación alguna que, tanto en su trayectoria profesional como en sus zigzagueos maritales, ha transitado más de un camino. En lo que al amor se refiere, jamás pasó a cuarteles de invierno.
Ya maduro, estableció una relación con la cantante y actriz brasileña Carlos Sotto Mayor, que antes había obnubilado al entonces alcalde de París Jacques Chirac. El amorío no pasó a la historia y la corista Natty Tardivel fue quien logró enamorarlo nuevamente.
Belmondo y Tardivel se casaron en el 2002 y tuvieron a Stella, la cuarta descendiente del actor. Natty fue la segunda esposa con papeles del actor y la mujer que lo cuidó esmeradamente cuando, luego de un ataque, quedó inmóvil en una silla de ruedas. Si bien en los comienzos de la relación se mostraron apasionados y unidos, con los años todo se fue desintegrando hasta llegar al divorcio de 2008, cuando Jean Paul, recuperado, volvió a sus correrías de Don Juan.
La peor elección
La última pareja conocida del actor fue una belga de nombre Barbara Gandolfi, quien había sido conejita de Playboy y participante del programa La isla de la tentación, de tono picaresco. Los allegados a Belmondo no veían con buenos ojos esta relación. Sus hijos fueron los primeros detractores. El amor es ciego hasta que deja de serlo y, cuatro años después, él puso fin a la relación, anunciando la ruptura con un comunicado de su abogado.
Sin embargo, Gandolfi declaró que, cuando Belmondo sacó a la luz la separación, ellos ya llevaban mucho tiempo distanciados. Esta ruptura también tuvo ribetes escandalosos ya que la Justicia investigó a la mujer por supuestas estafas contra su ex.
La vida de Jean Paul Belmondo, quien hoy falleció a los 88 años en París, estufo definida por el éxito, la fama sin fronteras, una fortuna algo diezmada y un puñado de amores intensos y algo inconvenientes. Demasiado para una sola persona, o no tanto. Ya lo dijo él, varias vidas, bien vividas, siempre resultan mejor que una.
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