Comenzó su carrera en la televisión en un programa súper exitoso del género juvenil (Verano del 98), y su belleza y ductilidad actoral le vaticinaban un futuro importante e inequívoco en la pantalla chica. Pero al poco tiempo Jazmín Stuart decidió tomar riesgos y recorrer otros caminos menos certeros y desde entonces alterna periódicamente entre el cine, el teatro y la tele a través de todas las facetas artísticas que ha sabido aprender y desarrollar en el tiempo: tanto la de actriz como la de autora y directora teatral y, principalmente, la de guionista y directora de cine. Su curiosidad y humanismo la han conducido, también, al activismo feminista, hoy encarnado en su participación en el colectivo Actrices Argentinas.
Ahora, luego de tres laureadas películas como directora, vuelve como intérprete a la televisión con un personaje que dará que hablar en Tu parte del trato, la serie de ocho capítulos que hoy empieza a emitir TNT a las 23, mañana lo hará eltrece a partir de las 22.45 y desde el jueves estará completa en on demand en Flow. Esta flamante ficción es un thriller con condimentos de comedia negra y suspenso, de alto voltaje erótico, encabezado por un elenco que integran también Nicolás Cabré y Eleonora Wexler. La historia transcurre en el mundo financiero y se desencadena cuando un empleado - al que su jefe le niega injustamente un ascenso- intima con una intrigante mujer que le propone un pacto para cumplirle sus deseos de reconocimiento. Y él lo acepta, claro, pero sin saber el costo que luego ella le hará pagar...
-¿Qué es lo que más te interesó de Patricia, el misterioso personaje de la serie?
-Cuando me llegaron los guiones de la serie lo que más me atrapó fue el personaje. Pocas veces una encuentra un personaje con ese nivel de complejidad, que a la vez toca distintas fibras; porque es un personaje que puede por momentos tener un tinte de comedia medio oscura; por momentos un dramatismo feroz y por momentos es un personaje que inspira mucho miedo. Esa complejidad me resultaba muy atractiva. Me parecía que Patricia era un personaje para interpretar desde la audacia y al mismo tiempo desde la profundidad. Así que no lo dudé.
-En general, se te convoca para interpretar roles más angelicales y acá sos una psicokiller.
-Sí, sí,sí. En general la televisión no ofrece mucha variedad en cuanto a los colores y al abanico de los personajes. Eso suelo encontrarlo más en el cine. Por eso me pareció tan poco habitual, tan fuera de serie encontrar un personaje así para interpretar en televisión. Así que de ninguna manera podía decir que no, era una oportunidad que no podía dejar pasar. Es una puerta para jugar cosas muy extraordinarias y fuera de lo habitual. Porque a las mujeres, en general, nos ofrecen roles más convencionales. Los personajes femeninos están más estereotipados.
-Tu personaje parece remitir, en parte, a la protagonista de la saga Millennium.
-Un poco sí. Cuando empecé a pensar en referencias aparecieron varias cinematográficas, porque el cine extranjero suele construir personajes femeninos con este nivel de complejidad. Y entonces sí, apareció la chica de Millennium.
-Además esta serie tiene una estética muy cinematográfica.
-Sí, la tiene. Yo empecé a grabar una semana después del inicio del rodaje o sea que cuando yo llegué al set por primera vez ya había material editado; y cuando lo vi me dije: "Me entrego ciegamente a este proyecto porque esto está muy bien filmado, muy bien iluminado". Había como un trabajo profundo y cinematográfico y eso para los actores es como una superficie sobre la cual trabajar con más comodidad y entrega.
-Sin spoilear, ¿qué más podés contar de lo que hará tu personaje?
-Es un personaje muy divertido, a pesar de lo que el público verá en el primer capítulo... Es muy raro lo que pasa con ella, porque es terrorífica y al mismo tiempo muy divertida. Dentro de su oscuridad, hay cierta dosis de humor, de desparpajo y de delirio que es muy interesante. Y después va apareciendo todo un trasfondo emocional fuertísimo, en donde uno empieza a ver el interior del personaje y esto te sacude emocionalmente. Te lo anticipo.
-La serie contiene escenas de sexo bastante jugadas, ¿te costó protagonizarlas?
-No suelen ser escenas muy cómodas. Me cuestan, pero con un buen equipo, un buen director y un buen compañero se pueden sobrellevar más fácilmente.
-¿Cómo te llevás con la exposición de tu cuerpo? ¿Sos de las actrices que no tienen problema a la hora de trabajar con el cuerpo o solés tener tus reparos?
-Nunca hago algo que me haga sentir incómoda. A esta altura de mi vida, ya no y además me parece que históricamente fue sucediéndose un cambio muy grande respecto de la comodidad de los actores en el set. No es como antes cuando había que hacer lo que el director mandaba o el guion disponía. Hoy en día hay una consideración distinta con los actores. Me parece que ya todos entendimos que hay como ciertos cuidados que tienen que estar presentes, cierto respeto y, al mismo tiempo, ya se sabe que si el actor está cómodo actúa mejor y que las escenas de sexo no están puestas solamente en busca de lo escandaloso. En general, si las escenas de sexo están bien escritas son escenas que sirven para contar algo que está detrás y que tiene que ver con la intencionalidad de los personajes y lo dramático. Si están encaradas desde ese lugar no es necesario exponer tanto porque lo más importante es contar por qué esos personajes están ahí y qué es lo que se está jugando dramáticamente en esa escena de sexo.
-Cuando decís que ahora los actores tienen más poder de decisión con respecto a las escenas de sexo, ¿te referís a todos o a las actrices específicamente? Te lo pregunto porque a lo largo de la historia del cine y la televisión los desnudos han sido mayoritariamente femeninos.
-Me parece que las actrices siempre estuvimos más expuestas y vulnerables y que dentro de todo un conjunto de reivindicaciones que se fueron dando una fue poder poner un límite, decidir hasta dónde, físicamente, queremos exponernos y hasta dónde no, poder pedir ciertas condiciones para sentirnos más protegidas o más cuidadas. Y creo que por propiedad transitiva esto favorece también a los actores varones, porque ese límite nos cuida a todas y todos.
-Y los equipara a la hora de los desnudos... Porque en el primer capítulo de Tu parte del trato llama la atención la proporción idéntica, tanto en planos como en duración, de los desnudos femeninos y masculinos.
-Sí, se podría decir que en ese aspecto ahora estamos en pie de igualdad.
-¿La historia de Tu parte del trato concluye definitivamente o hay posibilidades de una segunda parte?
-Escuché algo al respecto, pero no tengo ninguna certeza. Yo creo que sí puede haber una segunda parte, narrativamente puede haberla, el argumento lo permite porque hacia el final de la historia hay un giro que podría permitirlo.
-Además de actriz sos guionista, dramaturga, directora de teatro y de cine. ¿Cómo congeniás todas estas actividades?
-Me hacen muy feliz porque soy muy inquieta y necesito ir cambiando de roles como para no aburrirme. Son energías muy distintas. Cuando actúo la energía es de más exposición y extroversión; y dirigir para mí es como irme detrás de cámara, saber que no soy vista, que sólo es visto mi guion y mis herramientas de dirección. Para mí es muy placentero desaparecer por momentos de la pantalla y dedicarme a contar historias. Me encanta dirigir actores, me gusta mucho trabajar con ellos, siento que actuar me enriquece para dirigir y dirigir me enriquece para actuar porque voy descubriendo los problemas que suceden de un lado y del otro y voy encontrando herramientas muy artesanales para terminar los diferentes oficios. Y cuando estoy escribiendo es directamente un retiro de la vida, un estado de introspección total. Son distintos roles que me permiten tocar distintas fibras de mi misma y eso me sirve para todas las áreas.
-¿Te gusta repartirte entre todas esas actividades a la vez o ir alternando?
-Ir alternando, aunque muchas veces se me superponen. Por ejemplo, mientras empezaba a grabar como actriz Tu parte del trato estaba terminando los guiones de una serie de 72 capítulos (para el mercado extranjero); por eso llevaba la computadora al set y en el horario de almuerzo me quedaba trabajando en el motorhome y era guionista. Tenía un deadline y no me podía retrasar, tenía que entregar los guiones sí o sí. Y, luego, mientras seguíamos grabando la serie, se estrenó en Flow una que dirigí (Cartas a mi ex) y tuve que estar atenta a la postproducción.
-Además tenés una importante actividad militante a través del colectivo de Actrices Argentinas. ¿Siempre te interesó la militancia o fue algo que surgió específicamente al calor del #MeToo y del #TimesUp?
-En realidad siento que siempre fui feminista de una manera muy intuitiva. Siempre me interesó la temática feminista y leer al respecto y aprender, pero no encontraba o no se me había presentado un espacio de militancia, un espacio de trabajo en conjunto. Y cuando surge Actrices Argentinas siento que encontré mi lugar, mi espacio de debate y de aprendizaje compartido. Mi espacio de acción como activista porque yo siento que lo que estamos haciendo es activismo. Militante es una palabra que vale también, pero en realidad lo que hacemos nosotras es activismo, estamos accionando para transformar una realidad.
-¿Cuánto creés que se avanzó en la Argentina y cuánto aún falta por hacer en materia de reivindicaciones de género?
-Yo siento que en los dos últimos años se avanzó mucho, pero que todavía falta bastante por hacer; y al mismo tiempo la historia nos demuestra que los derechos ganados hay que seguir defendiéndolos y cuidándolos siempre, porque el mundo suele tener esas contraofensivas contra ciertos movimientos y ciertas transformaciones; por eso nunca hay que bajar la guardia y seguir atentas y atentos para preservar lo que logramos.
-A tu criterio, ¿cuánto han prosperado y cómo creés que van a terminar las causas por violación contra Juan Darthés y por acoso sexual contra Diego Pimentel, el exdirector del Centro Cultural San Martín?
-Son dos causas que están judicializadas y van avanzando muy bien. De todos modos, y al margen de lo judicial, creo que lo importante es reconocer cómo hay algunos casos que son emblemáticos y paradigmáticos y hacen que muchísimas mujeres que han pasado por lo mismo o están pasando por ello, cobren una conciencia de cuál es la situación real y empiecen a animarse a hablar y a denunciar. Que se desnaturalicen ciertas situaciones que antes teníamos absolutamente programadas desde lo cultural. Por eso creo que más allá de los casos puntuales y del acompañamiento que nosotras damos con Actrices Argentinas, siempre la intención es generar conciencia para que eso resuene en todos los otros casos que aún no salieron a la luz.
-¿Qué opinás del caso Axel?
-No estoy al tanto, sé que hubo una denuncia, ¿no?
-¿Actrices Argentinas sólo se ocupa de los casos sufridos por actrices o podría, también, involucrarse en otros, como el de la denunciante de Axel?
-Públicamente, hasta ahora hemos acompañado casos que tienen que ver con el ámbito artístico y cultural, porque sentimos que son los espacios que mejor conocemos. Al mismo tiempo hay todo un trabajo y una tarea inmensa que hacemos en forma cotidiana y de manera anónima, donde acompañamos a un montón de casos que no tienen que ver con el ámbito donde nosotras trabajamos.
-Hablemos de otra de tus actividades extra profesionales, que en su momento emparentaste con "el feminismo" y tus deseos de "empoderamiento femenino", porque lo considerabas un sistema de apoyo entre mujeres basado en "lo emocional": tu participación en el Telar de la Abundancia. Hubo mucha controversia acerca de ese tema. ¿Qué pasó en realidad?
-Pasó algo muy distinto a lo que los medios replicaron. Estuve tres semanas conociendo esa experiencia y terminé yéndome. No gané un peso, perdí mucha plata y aún así conocí mujeres muy bien intencionadas y muy respetuosas, intelectuales y profesionales que participan de esa experiencia. Me hago cargo de que participé fugazmente y de que perdí, de eso me hago responsable, pero no del manejo que luego hubo del tema, fue algo muy desprolijo e irrespetuoso. Se está hablando de un movimiento que funciona desde hace décadas alrededor del mundo, en muchísimos países y en la Argentina, sin ir más lejos, hay un montón de mujeres de distintas áreas que participan a repetición. Yo pasé por esa experiencia sólo tres semanas, no me fue bien y los medios lo replicaron como si fuera un sistema prácticamente inventado por mí; lo cual me hace pensar que quizás no fue una iniciativa del todo inocente por parte del medio que disparó todo esto. De hecho el mismo medio unos días después echó a correr la noticia de la fractura de Actrices Argentinas cuando en realidad nada de eso era cierto; y luego sacó una editorial bastante paupérrima y terrible con tintes antiderechos...; ahí empecé a preguntarme si de verdad había una investigación respecto del tema del Telar o si había otra intencionalidad.
-El hecho de que esta red funcione en todo el mundo, ¿significa que no es una estafa?
-Ese debate yo no lo puedo dar. ¿Cómo voy a opinar sobre algo tan inmenso si lo único que hice fue participar tres semanas? No tengo la experiencia ni el conocimiento suficiente para hacerlo. A lo sumo te puedo decir que es algo debatible y que creo que si había una investigación que pretendía debatir el tema tendría que haberlo hecho en vez de terminar de la manera en que terminó. Porque eso no es una investigación sino otra cosa.
Cambios de rumbo
-Estás casada con un chef. ¿Quién cocina en tu casa?
-No, ya no estoy más casada. Me separé hace como un año. Nadie lo sabía porque no suelo hablar de mi vida privada. Pero es el padre de mi hijo y nos llevamos muy bien. Hoy somos muy amigos.
-Ah, entonces esa es la noticia: te separaste.
-Sí, y que la que ahora cocina soy yo. [Risas]
-En tus comienzos, despuntabas como futura heroína de televisión, pero luego tu carrera viró para otro lado, ¿a qué se debió el volantazo?
-A pesar de que estudiaba actuación desde los 12 años, elegí como carrera universitaria la dirección de cine. Hice la carrera de dirección y me gradué a los 20 años. Y en ese momento no había demasiado trabajo detrás de cámara, entonces decidí empezar a trabajar como actriz. Entré a trabajar en televisión, un poco sin entender el código, un poco con dudas y fue un espacio en el que estuve trabajando seis años ininterrumpidos en tiras diarias, lo cual me dio una entidad como actriz y me permitió irme a vivir sola y un montón de cosas muy buenas, pero en un momento me di cuenta de que me estaba desviando de mi búsqueda original que tenía que ver más con lo autoral, pero no con lo autoral solamente desde el guion sino desde la dirección sino con lo autoral que hay dentro de un actor, que a veces dentro de una tira diaria es muy difícil encontrar. Necesitaba encontrar espacios para actuar desde un lugar más profundo y exploratorio, en donde se pudiera debatir un poco más. La televisión tiene una inmediatez, sobre todo la tira diaria que es bárbara porque la adrenalina que conlleva te entrena mucho, pero yo siento que a veces hay que poder retirarse de ese espacio para poder navegar aguas más complejas.
-¿Hoy estás conforme con el devenir de tu carrera o te arrepentís de aquella decisión?
-No, no me arrepiento. Creo que tenía que ser así, yo tenía que conocer esa manera reglada e industrial y comercial del trabajo, porque es necesario entender esa disciplina y esos tiempos para después poder valorar otras formas de trabajo y también entender que puedo ir a un espacio y al otro y que son cosas que se pueden combinar y alternar, que puedo ser autora y puedo dirigir y actuar en piezas que yo elija específicamente y que también puedo participar en un proyecto grande, comercial, masivo y disfrutarlo. Estoy en un momento en el que me doy cuenta que puedo transitar todos esos espacios en paralelo y me siento muy libre y eso es muy lindo.
-¿Algún día alguno de esos espacios le ganará a los otros?
-No, no creo. Ningún rol le va a ganar a otro porque yo descanso de la directora cuando actúo y descanso de la actriz cuando dirijo y si no tuviera esos descansos sería todo demasiado intenso. Me parece que la vida del actor es de mucha entrega y vulnerabilidad, no sólo a la hora de actuar sino a la de transitar el espacio de trabajo, esa cuestión de esperar que a uno lo llamen o que a uno lo elijan. Yo no puedo estar solo entregada a eso, necesito también gestionar y producir desde mi propio deseo y desde mi propia voluntad. Y a la vez después de filmar un largometraje, que por ahí es un proceso de tres años y de estar empujando un proyecto, necesito descansar en manos de una producción ajena y entregarme como actriz. Como ahora, en Tu parte del trato.
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