Javier Camarena, el gran tenor mexicano regresa al Colón: “Ahí di uno de los tres mejores conciertos de mi carrera”
El domingo dará un recital con famosas arias y desde martes participará en una nueva versión de El elixir del amor; en diálogo con LA NACION, afirma: “En mi familia está mi propio bienestar, mi centro y mi balance”
- 9 minutos de lectura'
Los cantantes líricos son, al igual que otros artistas que se dedican a la música clásica, gente que estudia mucho. Y los que se destacan son aquellos que tienen un plus. A veces esto se debe a sus condiciones naturales; otras, a un manejo técnico impecable que, combinado con una gran sensibilidad interpretativa, logra emocionar a quienes los escuchan.
Javier Camarena es un tenor con un carisma especial, que ha sabido emocionar y, en más de una presentación, ha tenido que ofrecer bises (algo que sucede en ocasiones especiales, pero no es de lo más habitual en la ópera).
Las abuelas dirían que Camarena hizo “capote” en teatros de México, los Estados Unidos y España. Con varios títulos en los que participó en el Metropolitan de Nueva York debió dejar su propina con arias de La Cenerentola (en 2014), Don Pasquale ( en 2016) y La Fille du Régiment (en 2019), entre otras funciones que lo tuvieron como protagonista.
El público argentino también lo recibe muy bien. Cantó en el Teatro Colón, cinco años atrás, y volverá a pisar ese mismo escenario el domingo. Primero dará un recital de arias (de Vincenzo Bellini, Gaetano Donizetti, Giuseppe Verdi, Édouard Lalo, Jules Massenet, Charles Gounod, Georges Bizet y Giacomo Puccini, entre otros), junto a la cantante Alyson Rosales, acompañados por el pianista Ángel Rodríguez. Eso será este sábado 30. Y, desde el martes 2 de agosto participará, junto a la soprano Nadine Sierra, en una versión de El elixir de amor, de Donizetti, con dirección musical de Evelino Pidó y dirección escénica de Emilio Sagi.
“Es una ópera que quiero mucho y tengo la posibilidad de compartir el escenario con una cantante que admiro como artista y como persona, Nadine Sierra, con quien tuve la oportunidad de hacer la Lucia di Lammermoor en el MET -dice el tenor-. Y aquí tenemos la dirección escénica del gran Emilio Sagi, con el que colaboré en diferentes ocasiones, y la musical de Pidó”.
Tarde en la Argentina, noche en Suiza. Vía Zoom: ese fue el escenario de esta entrevista. El escritorio del tenor estaba despoblado. Hay cambios en su vida. Una mudanza. Javier lleva 19 años de casado, tiene una hija de 18 y un hijo de 12. Viven en Zúrich, pero pronto comenzarán una nueva etapa en Málaga, en su nueva casa. Dice que la pandemia reestructuró su vida personal y profesional y aspira a nuevos desafíos. Otro idioma, otro clima, ¿quizá más parecido al de ese México donde nació, hace 46 años?
Durante su primera visita a la Argentina, en 2017, compartió un programa de arias con la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Su director, Enrique Arturo Diemecke, que también es mexicano, dio esta definición sobre el registro que tiene Camarena: “Lírico. Ligero. Creo que es una tesitura que se da mucho en nuestros países. Será por el canto ranchero, por el canto popular, que la voz es aguda, muy fuerte y alegre”.
Camarena, especializado en bel canto pero con una importante ampliación de repertorio en la última década, se toma unos segundos para pensar en ese comentario y dice: “Comparto su teoría, como elemento de una general, que forma parte de la fisonomía. En México no somos tan altos y tenemos una complexión que hace que nuestra anatomía defina la forma de nuestras cuerdas vocales, que nos hace ideales para conformarnos como tenores. Esto aunado a una gran tradición de cantantes, no solo operísticos, también de la tradición popular, como Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier Solís, o Vicente Fernández. Hay una larga lista de grandes cantantes que admiramos”.
-¿Cuánto tiene que ver el carisma en el éxito de tu carrera? Te tocó hacer unos cuantos bises...
-Tal vez sí, el carisma sea un factor pero no creo que sea el más determinante al momento de hacer un bis. La ejecución tiene mucho que ver. Y como el cantante tiene la comunicación del texto, hay que transmitir lo que se está viviendo, con cada personaje, por eso llega de manera más directa al público. Cuando la interpretación del cantante logra transmitir lo que vive el personaje o conecta con la gente se logra una atmósfera y el cometido de la ópera: llegar al público y emocionarlo. Así se da esta situación del bis. Si busco alguna analogía podría pensar en una película de Misión Imposible con Tom Cruise. Lo ves hacer una acrobacia y querés ir para atrás para verla de nuevo, incluso en cámara lenta porque te impacta. Pero la diferencia con la ópera es que el espectáculo es en vivo. El primer bis que hice fue en el Palacio de Bellas Artes, con La hija del regimiento [Gaetano Donizetti], cantando el aria de Tonio. Y son momentos siempre muy emocionantes, mágicos. La comunicación entre público y cantante es la parte con la que me quedo y disfruto. Saber que lo que pude aportar al personaje llegó a los oídos y al corazón. Y lo quieren revivir.
-¿Cantantes de tu generación, tu caso o el de Rolando Villazón, tienen una manera de conectar con la gente que décadas atrás no se daba?
-Yo creo, en realidad, que la ópera ha tenido una evolución importante en lo que corresponde al compromiso escénico. La Callas ha sentado un precedente. Pero hoy hay gente como Villazón o como Anna Netrebko que está muy comprometida con la escena. Hoy día al cantante se le exige mucho más ser buen actor que a los de generaciones pasadas. Creo que esto es lo que ha hecho que haya una diferencia marcada con generaciones anteriores. El director está mucho más involucrado con la trama, sabe perfectamente lo que quiere hacer. El ejemplo más reciente que te puedo dar es la versión de Lucia di Lammermoor que hicimos en el MET. Teníamos un director de cine porque a la par de lo que sucedía sobre el escenario en las pantalla había escenas que seguían diferentes aspectos que completaban de una forma más clara lo que estaba sucediendo. También hubo momentos sincronizados de lo que vivía el personaje y, en la pantalla, la gente podía ver lo que sucedía en la cabeza de esa persona. Las reacciones, tu forma de actuar, accionar y reaccionar deben ser muy precisas. Por eso hablo del compromiso mayor. Esa es la diferencia más grande.
-¿Qué diferencias hay con la vida prepandemia?
-Hay más emoción por parte de todos los que trabajamos en este oficio. Yo creo que la ópera, como cualquier espectáculo musical, se tiene que ver en vivo. El público estaba ávido de regresar al teatro.
-En el contexto de tu agenda profesional, sos una persona con muchos compromisos en un mundo que, además, es muy competitivo. Me llamó la atención cuando tuviste que cancelar tu actuación del año pasado en el festival Gstaad. Tu explicación fue: “por motivos familiares que requieren mi total atención, no podré acompañarles en ‘I puritani’ de Bellini”. ¿Hasta qué punto la carrera es el principal eje de un tenor lírico internacional de tu nivel?
-No fue nada terriblemente grave pero era un tiempo en que mi familia necesitaba mi atención. Eso fue algo que cambió radicalmente en la pandemia. Antes, la carrera era lo principal y todo debía organizarse en base a eso. Después vino esta pausa obligada y se reconfiguró todo. Volví a poner en su lugar muchas cosas que habían cambiado de centro por la inercia con la que puede llevarte la velocidad de esta carrera. Hoy día el eje principal sobre el que quiero basar mi vida es mi familia. Porque ahí es donde está mi propio bienestar, mi centro y mi balance. En todo sentido. En el más emocional, que fue algo que no me había dado cuenta: cuán fatigado estaba hasta que llegó el parón. Hoy tomo mis decisiones principalmente por lo que pueda o no afectar a mi familia. Mis esfuerzos deben ser acordes a mis necesidades y las de mi familia. A pesar de lo complicada que pudo haber sido la vida por esta carrera, ahí seguimos.
-¿Ya dejan Zúrich?
-Estamos ya en nuestras últimas semanas aquí. Porque pude comprar una casa en Málaga y nos vamos a vivir allí. Ahorita la casa ya se va vaciando.
-¿Y el canto?
-Estoy en un momento clave. Llevo prácticamente 20 años de carrera y en todo este tiempo, como sucede con cualquier otro cantante, hay una evolución en la voz. La propia anatomía va cambiando. La voz se va modificando. Estoy en ese proceso, con nuevas situaciones que se van presentando en mi voz, asimilándolas, entendiéndolas, resolviéndolas. Y eso lleva un cambio en el repertorio, aunque no sea radical. Sigo haciendo obras del bel canto. Rossini ha quedado un poco a un lado y estoy abriéndole paso a Verdi. Estoy retomando Rigoletto, con el que debuté hace cinco años. La voz es la que me va dictando qué es lo que debo hacer. Acabo de debutar en el rol de Tamino de La flauta mágica [de Mozart]. Y fue precisamente porque mi voz está ahora en el lugar que yo quería para interpretar este rol. Viene La Traviatta, que cantaré por primera vez en marzo, en Montecarlo. Estaré debutando con Manon, con una parte más lírica. A la par de esto sigo con Lucia di Lammermoor o El elixir de amor, combinando con Mozart, con cosas que son del estilo belcantista.
-¿Qué te dejó la visita anterior a la Argentina, junto a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, y que esperás de las próximas actuaciones?
-La primera vez me enamoré de todo. Del chimichurri y los buenos asados, de las empanadas, del Colón, su orquesta y su público. Dentro de mi lista, está entre los tres mejores conciertos de mi carrera. Y fue una noche especial. El público estuvo muy cálido y acogedor y especialmente con el final, “El día que me quieras” de Gardel. El broche de una muy buena velada operística. Ahora volvemos con un formato más intimo y expuesto. Tengo la fortuna de que me acompañará Ángel Rodríguez, mi pianista de cabecera. Trabajé con él por once años y es un gran pianista. También tengo el gusto de presentar a Alyson Rosales, soprano chilena que ha tenido una participación destacada en diferentes concursos internacionales de la liga europea. En uno de esos tenía como premio cantar conmigo en un concierto y se presentó esta oportunidad gracias al Teatro Colón. Haremos un programa de óperas y de dúos. Después, tengo El elixir de amor.”
Otras noticias de Teatro Colón
Balance 2024. La danza tuvo un año variado aunque austero, con un puñado de hits
Estreno. Con "La Bayadera", termina la temporada y se cierra el ciclo de Mario Galizzi en el Ballet del Teatro Colón
Zoe Zeniodi, la nueva directora de la Filarmónica. De la vida en Atenas con sus mellizos a una gran proyección internacional
- 1
Claudia Villafañe: su mejor rol, por qué no volvería a participar de un reality y el llamado que le hizo Diego Maradona horas antes de morir
- 2
“Hoy está picante”. Jimena Monteverde reaccionó al cruce entre Mirtha Legrand y Roberto García Moritán
- 3
Shakira reveló el sorprendente rol que desempeñó Chris Martin tras su separación de Gerard Piqué: “Él estuvo ahí”
- 4
Soledad Silveyra y Luis Brandoni: seguir activos luego de seis décadas de carrera y por qué nunca antes habían trabajado juntos en teatro