La actriz y activista de 85 años se casó en tres oportunidades y tuvo romances muy fogosos; en la actualidad, asegura que está cansada de las citas y que disfruta la vida de soltera
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Cuando habla con total candidez de su vida privada, Jane Fonda traza paralelismos entre lo que sucedió con sus romances y lo que observaba en su padre, Henry Fonda, mientras crecía. “Mi papá se casó cinco veces, yo me detuve en el tercer divorcio, me di cuenta de que no se me había dado la capacidad para ser buena en las relaciones”, se sinceró en diálogo con Harper’s Bazaar. En la misma entrevista, la actriz y activista de 85 años aludió al patrón que se repitió en sus tres matrimonios. “Tenía un rol pasivo, trataba siempre de acomodarme a lo que cada marido quería de mí, pero no atendía mis propias necesidades, y creo que lo que más me atraía de estos vínculos era que cada persona me llevaba por caminos diferentes, me enseñaba cosas nuevas. Me atraen las personas que me puedan enseñar cosas, que viven vidas completamente diferentes a la mía, entonces me entrego a eso”, remarcó. Sin embargo, con el paso del tiempo, Fonda supo que tenía que atender esos anhelos personales.
“Cuando pienso que no puedo lograr una intimidad genuina con alguien, no culpo a la otra persona, me culpo a mí, tuve siempre una tendencia a estar con quienes no aparecían, con quienes no mostraban tanto de sí mismos tampoco, hasta que cumplí 60 y tuve una suerte de epifanía: que cuando estuviese soltera iba a darme cuenta de quién era verdaderamente”, expresó. En efecto, Fonda pasó gran parte de su vida en relaciones, sin darse ese espacio que tanto necesitaba para ahondar en lo que quería. Según sus palabras, las salidas con amigas no eran algo tan cotidiano como lo empezaron a ser cuando le puso “punto final” al romance para explorar otras facetas de su personalidad. “Lo que menos quiero es tener arrepentimientos. Cuando tuve miedo a eso, las cosas cambiaron”, subrayó una mujer que siempre estuvo adelantada en una industria con tendencia a encasillar al género femenino.
La actriz entabló vínculos con los actores Warren Beatty, Peter Mann, William Wellman Jr., y James Franciscus, y con los productores Sandy Whitelaw y José Antonio Sainz de Vicuña. Asimismo, habló de la intensidad sexual que la unía a Robert Redford, con quien actuó en El jinete eléctrico, La jauría humana, Descalzos en el parque y Nosotros en la noche, el film que los reencontró en 2017. Cuando Fonda aludió a la química sexual, hablaba de lo que sucedía en el set, pero nunca confirmó si efectivamente tuvieron un vínculo por fuera de los rodajes. “Robert es mi amigo, mi colega, peor también estuve enamorada de él por años, vivo por las escenas de sexo que hacemos juntos, besa muy bien, fue muy divertido besarlo cuando tenía 20 años y es divertido hacerlo 60 años después”, declaró en la rueda promocional de Nosotros en la noche. En diálogo con Ellen DeGeneres, reconoció que, además de la piel que había, cada vez que lo veía surgían otros sentimientos. “Cuando abordábamos una nueva película, me enamoraba de él, me sucedía eso, me enamoraba cada vez que lo veía”, expresó. Redford, por su parte, declaró: “Las cosas con Jane fueron perfectas desde el primer instante. Nuestra relación nunca necesitó explicaciones, todo se colocaba en su sitio. Hay amor, conexión, trabajo”.
Otra relación que no pudo ser pero sobre la que la actriz también se explayó tuvo como protagonista al músico Marvin Gaye. “Él es mi gran arrepentimiento”, remarcó en una entrevista con The New York Times. “Cuando tuvimos la oportunidad de estar juntos, él estaba casado. Si bien me insistió, yo no quería, y luego supe que tenía una foto mía en su heladera. No era el momento, pero a veces pienso en qué pudo haber pasado”, reconoció la actriz, quien luego de atravesar tres matrimonios y de estar en relaciones que no la satisfacían, supo encontrar el común denominador de esos vínculos.
“Siempre sentí que un hombre tenía que validarme para considerarme una persona de valor, completa, y eso tiene mucho que ver con la muerte de mi madre [Frances Ford Seymour, quien se quitó la vida en 1950, cuando Jane tenía 12 años] con la falta de una figura femenina fuerte en la casa. Muchas de mis parejas lucharon con la realidad de que estaban al lado de una persona fuerte e inteligente e intentaron restarle importancia. Como consecuencia, me sentí pequeña muchas veces”, manifestó una de las voces feministas más importantes de las últimas décadas, quien debió realizar “un ejercicio introspectivo” para encontrar por qué en muchas circunstancias no creía en sí misma. “Si tenés un padre que no es capaz de aparecer, que no es capaz de reflejarte a través de los ojos del amor, eso tiene un gran impacto en tu sentido del yo”, dijo Fonda en una entrevista para People TV. “De niña, siempre creés que fue tu culpa porque el niño no puede culpar al adulto porque depende del adulto para sobrevivir. Lleva mucho tiempo superar la culpa”, dijo la actriz en relación al suicidio de su madre y la crianza de su padre.
Roger Vadim y un matrimonio conflictivo
Fonda conoció al director francés Roger Vadim en 1963 y se enamoraron rápidamente. Sin embargo, a diferencia de otros vínculos que tendría la actriz, con el cineasta decidió tomarse un tiempo antes de pasar por el altar, que sucedió el 14 de agosto de 1965 en un hotel de Las Vegas. Tres años después, mientras colaboraban juntos creativamente (en películas como La ronda, The Game Is Over y Barbarella), también formaban una familia con la llegada a sus vidas de su hija, Vanessa. Sin embargo, la relación comenzó a resentirse al poco tiempo debido a los problemas con el alcohol de Vadim. En 1973, firmaron los papeles de divorcio. “Fue difícil estar con él cuando empezó a tomar de manera excesiva, y eso también se notaba en las decisiones que tomaba en los rodajes”, escribió en sus memorias de 2005, My Life So Far.
“Filmaba escenas de una forma totalmente desconsiderada”, amplió la actriz sobre el momento en que su vida junto a Vadim – quien murió de cáncer el 11 de febrero de 2000- empezaba a deteriorarse. Según Fonda, su atracción por el cineasta (quien al conocerla ya se había divorciado en dos ocasiones: de Brigitte Bardot y de Annette Stroyberg) nació de un acto de rebeldía. “No tengo dudas de que me sentí atraída por él y por su vida porque era muy diferente a la forma en la que yo había sido criada”, aseguró y apuntó: “¡Pero tenía una reputación conocida! En los primeros años de nuestra relación, mientras caminábamos por París, la gente lo miraba todo el tiempo y reaccionaba como si estuvieran frente a una estrella del cine”, recordó la actriz sobre su primer matrimonio.
Por otro lado, Fonda contó que empezó a entablar vínculos sexuales con mujeres a pedido de Vadim. En una entrevista con CBS, declaró que no lo disfrutó debido a que accedía a esos encuentros para satisfacer a su pareja, relegando sus propios deseos. “Una noche Vadim trajo a otra mujer a mi cama y lo acepté (...) Lo único que sé es que realmente me hizo daño y reforzó mi sentimiento de que no era suficientemente buena, sentía que si decía que no, me abandonaría y yo no podía imaginarme la vida sin él”. Cuando el matrimonio finalmente se disolvió, la actriz mantuvo romances breves con el político Fred Gardner y con el actor Donald Sutherland, con quien protagonizó el largometraje de Alan J. Pakula, Klute.
Tom Hayden y Ted Turner, del activismo al celibato
En enero de 1973, cuando se oficializó su divorcio de Vadim, Fonda volvió a apostar al matrimonio. En este caso, con el activista Tom Hayden, con quien la unía su lucha por causas como los derechos civiles y su apoyo a las manifestaciones antibélicas. La pareja tiene dos hijos en común. En 1973 Fonda le dio la bienvenida a su hijo Troy y en 1982 adoptaron a una niña, Mary. Seis años después se separaron y en 1990 se divorciaron. En ese período de distanciamiento, la actriz tuvo una fugaz relación de siete meses con el futbolista italiano Lorenzo Caccialanza y conoció a quien sería su tercer esposo, el empresario Ted Turner. La pareja se casó en 1991 y su matrimonio duró 10 años. “Mi exmarido favorito es Ted Turner”, declaró la actriz al recordar sus relaciones. El magnate de los medios, fundador de CNN, se convirtió en uno de sus grandes amigos, una de las personas a las que Fonda llama cuando necesita un consejo.
En cuanto al motivo de la ruptura, Fonda expresó que se había perdido a sí misma en el matrimonio al punto tal de dejar de actuar. “Él era sexy, era brillante y tenía mucho dinero cuando me fui. Hubiera sido fácil quedarme”, expresó la actriz. “Pero también tenía una especie de ángel en el hombro diciendo: ‘Si te quedás, morirás sin llegar a ser quien podés ser. Nunca serás realmente auténtica’”. Antes de conocer al productor discográfico Richard Perry, con quien tuvo un vínculo de 2009 a 2017, Fonda practicó el celibato por siete años. “Luego me costó volver a tener sexo con alguien, fue difícil, pero en esa etapa me volqué mucho a la religión para sanar cosas del pasado, como la presión que sentí de verme bien para los demás y un cuadro de bulimia que se extendió por 25 años”, contó en una entrevista con Amanda de Cadenet.
Cuando empezó su noviazgo con Perry, empezó a experimentar el sexo de otra forma. “Yo había evolucionado, había experimentado un cambio. A los 74 años, nunca tuve una vida sexual tan satisfactoria”, le contó a la publicación The Sun. “Con Richard descubrí lo que era la intimidad, él me brinda una gran seguridad, me transporta a cuando tenía 30 años”, declaró la actriz sobre ese vínculo que la hizo redescubrir el sexo desde otro lugar. Cuando la relación terminó en 2017, Fonda declaró que “no estaba hecha” para el amor y decidió priorizar otros aspectos de su vida que habían sido relegados.
Tiempo de cambios
Fonda, quien se encuentra en remisión luego de que le diagnosticaran un linfoma no Hodgkin y de atravesar sesiones de quimioterapia, aseguró que ya no piensa en entablar relaciones con hombres. “Siento que durante mucho tiempo de mi vida fueron ellos quienes me definieron, crecí pensando que tenía que satisfacer a los demás”, manifestó en diálogo con revista People. En recientes declaraciones, Fonda reveló que ya no quiere vincularse ni sexual ni románticamente con otra persona. “Ya no tengo el deseo”, manifestó tajante. “Por supuesto que fantaseo con eso, que conozco a un profesor, a un investigador, a una persona que tenga la capacidad de amarme y aceptarme como soy y fantaseo con hombres más jóvenes que yo (…) Pero en este momento disfruto de la soltería, de estar con mis amigos, no así del romance”.
Por otro lado, su batalla contra el cáncer reforzó su perspectiva de las cosas. “Pienso mucho en la muerte. Lo he hecho durante los últimos 30 años. Creo que es algo saludable. Es difícil vivir bien si no pensás en la muerte. Es parte de la vida, Otras culturas no tienen tanto miedo de pensar en la muerte como nosotros. Yo paso mucho tiempo pensando en ello y eso ha hecho que mi vida sea mucho mejor. Y cuando te diagnostican un cáncer, pensás aún más en eso y querés asegurarte de que hacés las cosas que querés hacer mientras estás viva, para que cuando llegue el momento no tengás muchos remordimientos”, añadió una mujer que tuvo la capacidad de reinventarse a sí misma, de eludir las etiquetas. Una mujer que pudo ser una bomba sexual y una activista en simultáneo. Una mujer que no le teme a nada más que a no responder a sus necesidades.
“No me siento sola”, aclaró. “Leo mucho. Escribo mucho. Soy activa en las redes sociales. Me preparo para mis viernes de simulacro de incendio”, expresó sobre sus manifestaciones que abogan por la acción contra el cambio climático: “Así que ahora me gusta estar sola, lo disfruto”.
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