Jake Gyllenhaal, el actor que “fracasa” en Hollywood y que responde con más y más trabajo
Su nuevo film, Culpable, uno de los más vistos de Netflix, se filmó durante doce días en plena pandemia
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En Culpable, la película de Netflix que desde su estreno el viernes pasado aparece entre lo más visto de la plataforma, Jake Gyllenhaal, su protagonista y productor, está en todas las escenas. Aunque por momentos aparezcan otros personajes en pantalla, el foco siempre está puesto en su oficial Joe Baylor, un policía obligado a atender llamadas en el servicio de emergencia de Los Ángeles hasta que se resuelva un juicio pendiente del que los espectadores conocerán detalles a medida que avanza la trama. Filmada en 12 días en octubre del año pasado cuando la pandemia obligaba a renovadas cuarentenas y aislamientos, la idea de hacer una película en una sola locación y con pocos actores en el set parecía la mejor posibilidad para volver al trabajo. Y, desde su debut en cine a los 11 años, parece que nada le gusta más a Gyllenhaal que trabajar.
De aquel primer papel en el que interpretó al hijo de Billy Crystal en Amigos…siempre amigos (City Slickers) hasta su intensa interpretación del policía con problemas de ira, la carrera de Jake, hijo de la guionista Naomi Foner y del director Stephen Gyllenhaal y hermano menor de la actriz y directora Maggie, tomó caminos tan inesperados como interesantes. Obras de teatro en el off Broadway, una nominación al Oscar por su papel en Secreto en la montaña, musicales, nominaciones a los premios Tony como intérprete y productor, más de 70 películas en su haber y hasta varias canciones editadas en la compilación de la obra musical Sunday in the Park with George, que estaba interpretando en Nueva York, listo para trasladarla al West End londinense, cuando la emergencia sanitaria global puso sus planes en suspenso.
Pero claro, el actor nacido en Los Ángeles que desde sus tiempos de estudiante universitario -asistió a la Universidad de Columbia durante dos años-, reside en Nueva York, parece tener una energía inagotable para encadenar un proyecto detrás del otro. Tal vez su impulso tenga origen en sus primeros tiempos en la arena de Hollywood, una etapa postadolescente en la que la industria del cine no parecía saber qué hacer con él. Después de interpretaciones notables en películas de culto como Donnie Darko (disponible en Amazon Prime Video) y en films independientes como Una buena chica, dónde compartió escenas con Jennifer Aniston, Gyllenhaal aparentaba estar listo para las grandes ligas, las películas de presupuesto enorme que se espera que arrasen con la taquilla en el primer fin de semana en cartel. Una hazaña que el actor hasta ahora no consiguió. Su primera oportunidad llegó con la película de cine catástrofe El día después de mañana, que no logró el impacto taquillero que el estudio esperaba de ella.
Y aunque para ese momento Gyllenhaal ya había debutado en el teatro londinense, una experiencia que lo entusiasmó mucho más que la posibilidad de convertirse en una estrella clase A, de todos modos no dejó de intentarlo: hizo el casting para convertirse en el nuevo Batman (papel que fue para Christian Bale) y el del Hombre Araña, que quedó en manos de Tobey Maguire. Con los años, claro, Gyllenhaal tendría su revancha con el superhéroe de Marvel-ya en manos de Tom Holland-, al interpretar al villano Mysterio en Spider-Man: lejos de casa.
Mientras Hollywood no terminaba de decidir si le interesaban sus ojos expresivos y su interés por los personajes excéntricos, demasiado peculiares para encajar en los moldes preestablecidos, el actor planificaba su futuro sobre las tablas y en el cine independiente. Hasta que llegó el personaje de Secreto en la montaña, el melodrama dirigido por Ang Lee y protagonizado por Heath Ledger, por el que consiguió la nominación al Oscar como mejor actor de reparto. La dorada mención más un par de protagónicos en películas de directores importantes como Soldado anónimo, de Sam Mendes y la brillante Zodíaco, de David Fincher hicieron que los estudios, una vez más, decidieran que tenía pasta de protagonista de esos tanques que despliegan en las salas durante el verano boreal. Su nueva oportunidad, la adaptación del video juego El príncipe de Persia-Las arena del tiempo fue un desastre de crítica y público que lo hizo reconsiderar su trayectoria como actor.
“En aquel momento no me estaba escuchando a mí mismo en relación a los proyectos que me interesaba hacer. Primero tenía que descubrir qué tipo de actor quería ser y tener la confianza para conseguir esos papeles. Al principio de tu carrera es difícil saber lo que querés y hacer preguntas no es algo que sea muy bien recibido en Hollywood donde todo el mundo parece saber lo que está haciendo”, decía Gyllenhaal en una entrevista con The New York Times en 2012, al tiempo que ya se sentía cada vez más cerca del teatro y cada vez más lejos de las expectativas de estrellato que otros tenían para él.
En el cine eso supuso hacer películas de género como la muy interesante y entretenida 8 minutos antes de morir de Duncan Jones, la sátira Primicia mortal de Dan Gilroy y el drama Revancha, escrito por Kurt Sutter, creador de la serie Sons of Anarchy, y dirigido por Antoine Fuqua. Con este director volvió a trabajar en Culpable, adaptada por Nic Pizzolatto (True Detective) de la película danesa La culpa, escrita y dirigida por Gustav Möller, quien pronto hará su debut en Hollywood con Snowblind, protagonizado precisamente por Gyllenhaal.
Claro que en medio de sus búsquedas profesionales y más allá de su suerte esquiva con la taquilla, el actor se transformó en blanco preferido de los paparazzi. Sus paseos por Manhattan con Kirsten Dunst cuando fue su pareja o, años más tarde, por Los Ángeles con Reese Whiterspoon, aparecían de vez en cuando en alguna revista pero el furor por captar su imagen llegó al punto más álgido cuando empezó a salir con la novia de América: Taylor Swift. Curiosamente el frenesí mediático provocado por el romance de la cantante y el actor duró mucho más que su noviazgo. De hecho, el fuego de la curiosidad parece avivarse con el paso de los años. Es que luego de terminada la relación, Swift compuso y editó uno de sus discos más exitosos, Red, sobre el fin de la relación. Con ventas de más de un millón de copias en la primera semana de lanzamiento, el disco hizo que los fanáticos de la cantante rastrearan datos sobre la ruptura con Gyllenhaal en las letras de sus trece canciones. El consenso general entre los Swifties, los fans de la cantante, es que los temas “State of Grace” y especialmente “All To Well”, cuentan detalles de la relación que a casi diez años de terminada volvió a circular en las redes cuando Swift anunció la reedición de su disco “de ruptura”, como lo llamó en la revista Rolling Stone.
Lo cierto es que Gyllenhaal, a diferencia de muchos de sus ensimismados y volátiles personajes, parece tomarse todo el asunto de la fama con bastante liviandad. Y aunque no suela dedicarse a la comedia sus apariciones en Saturday Night Live, el ciclo de sketches Inside Amy Schumer y en el especial John Mulaney and the Sack Lunch Bunch (disponible en Netflix), en donde interpreta al más frenético animador infantil, Mr. Music, demuestran que tiene talento para el humor. Y la música también. Aunque en los proyectos que tiene por delante probablemente no tenga posibilidades de demostrarlo.
El año pasado, además de Culpable filmó Ambulance, una película de acción -otra remake de un film danés-, dirigida por Michael Bay en la que se cuenta la huida de unos ladrones de bancos en la ambulancia del título. En 2022, además de la película que hará con Möller para Netflix, también encabezará junto a Jessica Chastain The Division, un film de ciencia ficción adaptado de un videojuego e interpretará al productor Robert Evans en Francis and the Godfather, una película de Barry Levinson sobre la producción de El padrino en la que Oscar Isaac encarnará al director Francis Ford Coppola. Y como si todo eso no alcanzara para ocupar sus días también está pensando en la posibilidad de seguir los pasos de su hermana mayor, que debutó este año como directora con The Lost Daughter (se estrena en Netflix el 31 de diciembre). Porque, claro, después de una carrera de treinta años como actor y productor en cine, teatro y TV, el próximo desafío es ver qué hay detrás de las cámaras.
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