Jacobo Winograd, de la estafa que le hizo un amigo a la operación de cadera que tuvo que dilatar: “Tuve miedo”
El mediático habló con LA NACIÓN sobre le trance de salud que tuvo que atravesar en los últimos días; su pasado como ludópata y la razón para la que salió de ese infierno y el proyecto que lo tiene entusiasmado
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“No tengo problema en hablar de todo, de la Argentina, de Venezuela, de todo”, dice Jacobo Winograd al comenzar la charla con LA NACIÓN. Son las 18 y hace apenas unas horas que se levantó, pero aprovechó bien el tiempo: ya hizo los ejercicios que le ordenó el kinesiólogo y se tomó un cortado “en el bar de siempre”. “Pasaron más de 50 días de la intervención y me siento impecable”, dice como quien repasa el tiempo de recuperación de la operación de cadera a la que se sometió hace menos de dos meses y no quiere saltarse ningún ejercicio y hace todos los deberes. Es que debido a la burocracia y a una estafa de la que fue víctima dejó pasar el tiempo sin ir al quirófano, hecho del cual hoy se arrepiente, pero mira hacia adelante.
La televisión hoy no le quita el sueño, más bien lo conmueven otras cosas: “La gente en situación de calle, con el frío me mata, en los semáforos pidiendo monedas, me parte el alma y el corazón. Gente que a lo mejor come salteado, los jubilados que no pueden ir a la farmacia...”. Aun así no quiere irse del país y aunque nació en Chile y nunca se nacionalizó argentino, se siente uno más y ama esta tierra. Recibió invitaciones para hacer streaming, pero afirma que no se volvió adicto a las cámaras y que puede vivir sin los medios, aunque confirmó que está en tratativas con la gente de Netflix para llevar su vida a la pantalla.
El hombre que en 1986 hizo saltar la banca del casino de Mar del Plata asegura que pudo salir de la ludopatía gracias al amor de su hija, pero advierte tajante: “Tarde o temprano el juego te mata”. Es por eso que se entristece y enoja al ver las constantes publicidades de apuestas online que hay en eventos deportivos. Es justamente su hija Nazarena, quien lo acompaña en su recuperación y a quien menciona, junto con Dios, es varios pasajes de la charla.
—¿Cómo estás de salud?
—Me operé el 10 de junio en el Otamendi, con el doctor Alejandro Druetto, pasaron 50 días y me siento impecable. Estoy en un 90 por ciento, camino bien, no ando con bastón. Tuve miedo. Tuve veinte días de rehabilitación y ahora kinesiología en mi casa. Tardé un año y medio en operarme, me había operado la derecha y ahora la izquierda, que por un problema personal lo demoré, yo le aconsejo a la gente que se opere, que no lo demore, que quedás bien.
—¿Cuál era tu diagnóstico?
—Artrosis severa desde hace dos años y tenía que operarme, pero no quería agregar problemas a mi hija y quería estar presente, fue un error, pero ahora a seguir con lo que se viene.
—¿Te arrepentís de haber dejado pasar el tiempo?
—La salud es todo. Ahí me di cuenta cuando estaba internado que la plata, el poder y la fama no son nada, es mentira. La verdad es que hay que tener fe en Dios, tener salud es primordial, sin salud no somos nada.
—¿Cómo fueron la operación y el post?
—Estuve internado en el Otamendi dos días, después 15 días en una clínica y ahora tengo que llegar a una mediación con la prepaga porque soy socio hace 30 años y me tuve que poner una prótesis importada, ellos me querían poner la nacional que sale 700 dólares y pagué mucho más. Espero llegar a un acuerdo. Es una tristeza que le pasa a miles de personas que pagan prepaga y después no hay turno para tomografía, no pagan las prótesis y tantas cosas que no entiendo lo que pasa en el país desde hace 20 años.
—¿Ahora cómo estás físicamente?
—Camino bien, tranquilo, hago kinesiología, hago los deberes bien y camino perfecto, hay que seguir para estar bien e impecable. El médico dice que estoy perfecto.
—Ya te habías operado la otra cadera, ¿no? ¿Cuándo?
—La primera fue hace once años, la cadera derecha, después tuve una hernia de disco con pinzamiento, que me operaron la médula y quedé bien, podría haber quedado hemipléjico. Soy sano, solo me pasaron esas tres cosas.
—¿Tuviste miedo en ese momento?
—Tristeza. Le dije a los médicos: ‘Si voy a quedar en silla mándenme para arriba’. No quería dejar esclava a mi hija, con mi temperamento, ¿te imaginás? Pero Dios me protegió. Amo a Dios, me salvó, y los médicos que hay en la Argentina son un orgullo.
—Volviendo a esta última operación, ¿cómo eran los tiempos previos?
—Mucho dolor, con la humedad era terrible y con el frío rengueaba mucho, estaba con analgésicos todos los días. Fue un error mío no operarme antes, pero ya pasó. Ahora puedo caminar bien, estoy bien en mi vida cotidiana, disfruto con mi hija y de su amor. Pasaron muchas cosa en el país y en los medios, debuté en 1986 en La noticia rebelde, 37 años en los medios, no soñé y la gente me eligió, servía, daba rating. Fui tapa cuando salté la banca y era otra Argentina, otro país, otra televisión. No extraño, no me hice adicto a las cámaras. Voy mucho a Telefe, soy amigo de Federico Levrino, de Darío Turovelzky, pero en algunos canales estoy prohibido, censurado, porque empecé a hablar de política, me cansé de pelear con los Süller. Soy chileno, vine a los cinco años porque mis papás escaparon de Auschwitz, nunca soñé con un montón de cosas que me pasaron, estar en la tele, que no era lo mío, yo alquilaba coches, era ludópata. Después vino la tele y fue terrible lo que hice, la gente me eligió. Hoy la tele ni la miro, miro series en Netflix porque depende el canal que mires cómo está el país.
—¿Cómo está el país?
—Yo sufro por lo que pasa en Venezuela ahora, lloré, sufro por lo de Loan y Sofía Herrera, sufro por la inseguridad, el desastre de que la gente no llegue a fin de mes... Es terrible como están las cosas. La gente que no prende la calefacción porque no puede pagar la luz y anda con velas, los supermercados vacíos, no sé qué pasa que estamos tan mal, tengo fe en Dios, que saque a la Argentina adelante. La tele dice lo que quiere, cada canal es diferente al otro y ¿cuál es la verdad? La inflación baja y las cosas no, las farmacias son prohibitivas, los jubilados no pueden comprar un remedio, las amas de casa salen llorando de los negocios, ¿cuál es la realidad? ¿Cuándo nos ponemos en pie? ¿Cómo no duele? Un país rico, qué pasó, en qué nos convertimos, lo importante es la gente. El dueño del país es el pueblo, la gente que no tiene nada y los políticos tienen todo y son millonarios y duele, por qué no hacen algo por el pueblo que tan mal está y lo que va a venir por tres, cuatro, cinco, ocho, diez años... Ojalá me equivoque, pero lo veo difícil. Al Presidente lo votó el 55 por ciento la gente, prometió muchas cosas, esperemos, pero quiero que gobierne para la gente. Basta de promesas y palabras porque la gente no puede más. Los políticos son inquilinos.
—¿Viene de hace mucho esto?
—Sí. A veces escucho hablar de Alfonsín, pero se olvidan que veníamos de una dictadura, que él se enfrentó a los cara pintadas, a la Rural, a los medios. Que Favaloro se mató por dignidad. Sufro cuando veo a la Argentina. No entiendo cómo el mundo no se juega para defender a nuestros hermanos venezolanos.
—¿No te nacionalizaste argentino?
—No, no voté nunca tampoco.
—Vos fuiste ludópata, desde hace un tiempo ya se habla de “ludopatía infantil”, sumado a que figuras públicas y del deporte promocionan sitios de apuestas online, ¿qué te pasa cuando ves esas cosas?
—Es patético, lo he visto, el juego, la ludopatía es una enfermedad y una adicción terrible y la pude dejar cuando nació mi hija, su amor pudo, pero hay gente que se ha matado. Ahora todo es juego, en la Selección, en los partidos, ¿no saben que te mata? ¿Qué promocionan? ¿Qué la gente juegue? Es una locura. No entiendo cómo nadie pone freno y dice que el juego te destruye, arruina familias, lo vi en carne propia, amigos que se mataron a causa de eso. Me estafó una persona conocida que dejó a 400 personas en la calle porque se la jugó. Yo tenía una amistad, le presté ahorros y nunca más, por eso demoré mi operación, pero me corro a mí y pienso en esas 400 personas que se quedaron en la calle. Cómo es posible tanta publicidad que hacen la AFA, la Selección, ¡están locos!
—Y a alguien que está metido en el juego o nota que tiene un familiar que está jugando, ¿qué le dirías?
—Que el que inventó el casino en la ruleta se pegó un tiro, que de enero a enero la plata la tiene el banquero, que el que juega por necesidad, pierde por obligación. Hay jubilados que quieren ganar un peso más para llegar a fin de mes y juegan, eso es la destrucción más grande, a la larga o corta te mata. Es imposible ganarle, soy la persona que más jugó, la única que saltó la banca de los casinos y te digo que el juego te mata. El consejo de alguien que sabe es que por favor no jueguen, que no te lleva a nada. Ojalá alguien lea esto y lo haga. Yo pude salir por mi hija.
—Volviendo a lo que decías antes sobre cómo está el país, ¿lo que te pasó con la prótesis creés que es un reflejo de la crisis?
—Sí, a mí me prestaron la plata para la prótesis, un amigo, Roberto de La Matanza, si no, no hubiera podido y el doctor Drueto no me cobró sus honorarios, yo soy uno más que está padeciendo este problema grave. Recurrí a amigos que me ayudaron.
—¿Pensaste en irte del país?
—Ya estoy grande, tengo 60 y pico, mi hija tiene 28. Si tuviera 30 sí, pero yo amo Argentina y hasta que Dios me llame me quedaré acá. No sé cuándo, pero tengo fe de que saldremos adelante porque Dios es argentino y nos tiene que ayudar, tiene que haber igualdad de condiciones.
—En varios pasajes de la charla mencionaste a tu hija, Nazarena, ¿cómo es la relación entre ustedes?
—Ella es el amor de mi vida, es perfecta, bella. Está de novia, es arquitecta y es por lo cual quiero que Dios me dé mucha vida. El día que me vaya no la veré más y me agarra la locura de solo pensarlo… Es el único amor de mi vida, yo fui mujeriego, pero amar... amo a mi hija, ella es todo y más. Todo es por y para ella, salió bien: profesional, sana, educada. Estoy orgulloso. Es el orgullo más grande y por eso pienso en el futuro de ella y de sus hijos el día que los tenga, que las nuevas generaciones puedan tener un país mejor.
—¿Te estuvo acompañando durante la operación? ¿Se ven seguido?
—Sí, tenemos una buena relación.
Entre rutinas y proyectos
—¿Querés volver a la tele?
—Me llaman para lo que hice durante 28 años y hay cosas que no haría hoy, cambió mucho el tema de la violencia de género, el abuso, mueren mujeres y hombres. No entiendo cómo Nahir Galarza tiene una serie. ¿Las mujeres que mataron a Lucio van a hacer una serie? ¿Y lo de Loan? ¿Qué pasa? ¿Hay que matar a alguien para salir en los medios y hacer una serie? ¡Qué locura! Por eso no quiero ver tele, ni noticieros...
—¿Cómo es un día tuyo? Te levantás muy tarde, después de las 15...
—Me levanto, hago gimnasia, tomo un cortado en el bar de siempre que no voy a decir cuál es para que no me vengan a buscar (risas)... Salgo a cenar, miro Netflix. Voy a algunos programas si me gustan. Me voy a recuperar y a tener una vida tranquila.
—¿Y la gente? Te reconocen en la calle...
—Sí. Sé que la gente me adora, me pide que vuelva a la televisión porque digo la verdad y me enfrento a todos.
—¿Y qué se viene en lo laboral?
—Hay cosas que quedaron pendientes por lo de la operación, pero hay charlas con Netflix para hacer mi historia, en dos o tres temporadas para hablar de todo, del juego, de la televisión, hay mucho archivo. Vamos a ver cuándo puedo sentarme, puse algunas pautas porque cambió el mundo.
—¿Y a hacer streaming no te llamaron?
—Sí, pero quiero saber de qué se trata, si no, no me interesa. Lo hago si me dejan ser Jacobo, si no, no volveré. Yo no soy adicto a las cámaras como muchos se han vuelto y ahora fracasan y se destruyen. Es muy complicado el medio.
—Además de mencionar en reiteradas oportunidades a tu hija, mencionás a Dios, ¿qué es Dios para vos?
—Siempre fui creyente, sé que Dios nos ama. Lo amo y hay que pedir a Dios que nos ayude a todos, no solo a la Argentina sino al mundo. Y para cerrar, quiero decirle a los argentinos que pueden cambiar cuando se den cuenta que los dueños de la Argentina son ustedes, el pueblo señor, señora, abuelo, jóvenes. Pidan pacíficamente por sus derechos que ahí va a cambiar la Argentina. Los políticos son empleados nuestros.
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