El actor, que tuvo unos años de popularidad, se reinventó y hoy es un requerido locutor y músico. Con tres años en pareja con la actriz, dice que están ensamblando familias.
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Chiquititas y la novela Abre tus ojos le dieron popularidad pero Iván Espeche tiene una trayectoria mucho más jugosa. Actor, cantante, conductor, locutor y director teatral, Espeche cultiva el perfil bajo y esquiva las preguntas relacionadas a Paola Krum, su pareja desde hace tres años. Sin embargo, cuando habla de ella le brillan los ojitos y revela que están ensamblando familias, con sus dos hijos, Olivia y Jano, y con Eloísa, hija de la actriz.
En diálogo con LA NACION, Iván Espeche recorre su historia, y comparte sus proyectos y sus sueños. “Pasó mucha agua bajo el puente y en el camino de reinventarme tengo dos carreras encima. Una es la de locutor nacional: me recibí a los 43, y habiendo reactivado las neuronas, me metí en el Conservatorio Nacional de Música J.J. Castro, en Martínez e hice dos años de piano. Amo la música y esa era una deuda”, confiesa Espeche.
-¿Primero fuiste músico o actor?
-Lo primero que fui es músico. Toco guitarra, piano y soy cantante. Ahora digo que soy todo ‘or’: cantor, locutor, conductor, actor, director (ríe con ganas). La música fue una gran aliada para sobrellevar la vida de hijo de diplomático (su papá, Vicente Espeche Gil fue embajador argentino en varios destinos). Siempre tuve voz muy grave y entonces empecé a estudiar actuación para enriquecer mis aspectos de cantante. Lo primero que hice sobre un escenario fue cantar, mucho antes que actuar. Estudié en un lugar que se llamaba Pianissimo, de donde salimos muchos de la comedia musical de mi generación.
-¿Cuándo empezaste con la música?
Tuve mi primer grupo de rock a los 13 y con el Bebe Contepomi, compañero de colegio, íbamos a los recitales de Los Abuelos de la Nada. Yo recién llegaba de los Estados Unidos, donde había vivido durante cinco años, y estuve otros cinco en Italia, luego en Argelia un tiempo y esas experiencias me dieron grandes herramientas, como los idiomas que hoy uso un montón. Con el Bebe teníamos un dúo que se llamaba Saco y Corbata. Después tuve un grupo que se llamaba Los locos Addams y empecé a componer con otra banda que se llamó Dago y creo que fue una bisagra, porque si hubiera sido con músicos profesionales, seguramente hubiera devenido músico y no actor. Todos tenían otra actividad y yo decidí tomármelo en serio. Empecé a tomar clases con Raúl Serrano y luego con Daniel Ruiz en el Teatro San Martín, que fue mi gran maestro y me enseñó cómo decir. Es a lo que me dedico hoy actuando, locutando, cantando, conduciendo. También tomé clases con Augusto Fernandes y hace un tiempo entrené con Javier Daulte. Estoy en lista de espera para estudiar con Nora Moseinco. Me encanta estudiar.
-¿Cómo recordás esos tiempos de popularidad que experimentaste?
-Fue una experiencia maravillosa y puedo contar que como fue adentro, fue afuera, porque los dos proyectos fueron muy lindos, con compañeros de lujo y personajes divertidos. Recuerdo esa época con mucho cariño y satisfacción. Y para el afuera fueron casi dos de los únicos proyectos que hice y tocaron una fibra popular. Fue muy grato, aunque no extraño para anda ese aspecto. El otro día me invitó Diego Mizrahi a cantar en su programa y me preguntó cómo era eso de ser famoso. Y la verdad es que yo no soy famoso. Puede ser que sea conocido en determinados nichos. Por ejemplo, como locutor soy conocido por ser muy bueno en idiomas. A veces pienso qué hubiera pasado si me dedicaba nada más que a actuar, sobre todo en televisión. Cada vez que tuve un momento de exposición y un posible trampolín a la fama, me fui.
-¿Por qué?
-Porque se daba, no lo hice a propósito. A los dos meses de hacer Cybersix, en el 96, con Carolina Peleritti, me fui a vivir durante tres años a Nueva York porque me gané una beca. Estando allá me llamaron de la producción de Cris Morena para audicionar para Chiquititas. Y cuando terminé ese programa me fui a Europa a cantar tangos, durante tres años. Por alguna razón, cada vez que aparecía esa ventanita de la popularidad, yo iba por otro camino. No es algo consciente ni nunca le busqué una explicación, simplemente sé que fue así y estoy en paz con eso. Y contento. A veces pienso que soy actor por una inercia que traigo, como hijo de diplomático, y de vivir aquí y allí, cambiando de colegios, con amigos nuevos. No sé dónde escuché esta explicación, si en terapia o en teatro, pero me cabe: una vida sola no alcanza y está bueno poder vivir varias. Lo que sé es que lo mío siempre tiene que ver con la voz.
-¿No te aburrís nunca?
-Jamás. Seguí trabajando y pasé a ser un actor no popular (ríe). Ahora estoy filmando una película que se llama Pipa, con Luisana Lopilato, Ariel Staltari e Inés Estévez, y es la tercera parte de una trilogía. Hago de un intendente salteño. Ya filmamos en Buenos Aires y en noviembre voy a Salta. Y filmé otra película cordobesa, Club de pesca, en Córdoba y en Mar del Plata, e interpreto a un francés, experto en arte. Estuve en Uruguay haciendo El Presidente II, para Amazon Prime Video, donde hago al abogado de João Havelange. Yo quiero Hollywood, quiero una carrera internacional.
-¿Es un deseo o un objetivo?
-Mi objetivo es ser un actor internacional. Quiero hacer de Carlos Gardel, a quien interpreté ya dos veces en la película de Tita Merello (Yo soy así, Tita de Buenos Aires), con Mercedes Funes y dirigida por Teresa Costantini. Y lo hice en el Teatro Cervantes, en una obra de teatro-danza y era un encuentro onírico entre Cervantes y Gardel. Pidiendo una yapa especial antes de que se me pase el cuarto de hora, quiero hacer a Gardel una vez más: él murió a los 45 años y yo tengo 50, pero con el arte del maquillaje y el teatro estamos como queremos.
-¿Seguís haciendo música?
-Sí, estoy componiendo, y ya subí algunas canciones a Spotify. Algunas son de otro tiempo y otras más actuales. También estoy con otro proyecto, que es Fuerte al Medio, un grupo de tango entre comillas, porque hacemos world tango, por decirlo de una manera. Fuimos a la India y en abril del 2020 íbamos a ir a un festival en Bolivia y eso quedó pendiente. Ahora tenemos una invitación para ir a Córdoba en diciembre y ya estamos ensayando. Hicimos un video hermoso de una versión de “Lanterna dos afogados”, de Os Paralamas do Succeso y grabamos en el estudio de Gustavo Cerati. También hay un proyecto para hacer de Fabio Zerpa. El director Leandro Bartoletti tenía un proyecto para una biopic sobre Zerpa y yo venía de hacer un bio-documental sobre Artigas. En ese momento un amigo en común, Martín Bianhedi, me presentó a Zerpa, que estaba buscando a un actor que pudiera interpretarlo. Enseguida pegamos onda, tuvimos la misma sintonía. Fue amor a primera vista. Los dos compartimos una visión muy particular sobre el universo. Me dijo: “Iván, quiero que vos seas yo en la biopic”. Hay algo tan mágico en interpretar a personajes que existieron porque eleva la vara a niveles inusitados.
-¿Y encima tenés tiempo para ser papá de dos?
-Olivia tiene 15 años y Jano 7. Son adorables. Olivia vive conmigo (su mamá era la actriz Silvina Bosco, fallecida en 2019) y con Jano tenemos tenencia compartida (su mamá es Florencia Berthold, actriz, directora y dramaturga). Estamos en un momento re lindo, ensamblando familias. Somos muy afortunados porque son como tres hijos únicos que se encontraron y son hermanos del alma y se llevan divino.
-Están ensamblando familia con Paola Krum, que es mamá de Eloísa. ¿Viven juntos?
-Con Paola estamos juntos hace tres años pero no convivimos: taza, taza cada uno a su casa.
-¿Se conocieron trabajando?
-Fuimos novios de chicos, así que retomamos.
-¿Cómo es eso?
-Nos conocimos en El jorobado de París, de Pepito Cibrián, en el 93. Teníamos 23 años... Después pasó la vida y estamos retomando (ríe). Paola es lo más, qué te puedo decir. Estoy feliz, enamorado, mis hijos están bien. Estoy en mi mejor momento.
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