Itziar Ituño: su nueva miniserie para Flow, la lucha que no piensa abandonar y lo que más extraña del anonimato
La actriz española de La Casa de Papel charló con LA NACION sobre Alardea, su nueva ficción, que habla sobre la batalla de las mujeres por la igualdad y el reconocimiento; los motivos que la llevaron a aceptar este desafío, sus límites en el set y cómo se lleva con la fama
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Seguramente al ver su rostro o escuchar su nombre un personaje se te venga inmediatamente a la mente. Es que la inspectora Raquel Murillo o la atracadora “Lisboa” fue uno de los papeles más exitosos de su carrera; esa que empezó hace dos décadas atrás pero que explotó a nivel internacional gracias a La Casa de Papel. “Después de ella no paran de ofrecerme papeles de mujeres fuertes, serias, dramáticas... no sé si es que doy esa imagen o qué”, bromea Itziar Ituño a punto de estrenar Alardea; una nueva miniserie que ya está disponible por Flow.
Es que, en esta trama de tan sólo cuatro capítulos, la actriz española también se enfrentó a la tarea de encarnar a una mujer de armas tomar, de esas que van al frente y pelean por lo que creen justo. “Mi personaje es una maestra de inicial que luchará junto a un grupo de vecinas por el derecho de las mujeres a participar en el desfile de su ciudad, donde históricamente solo los hombres han podido participar”, cuenta la intérprete que comparte elenco con Carmen Climent y Clara Badiola.
Creada por David Pérez Sañudo y producida por The Mediapro Studio, esta historia -que ya fue estrenada en España en 2020- aborda una problemática social y real que todavía sigue vigente en dos ciudades vascas y que deja al descubierto la disparidad de género y de derechos que aún se vive por estos días. “Me considero una militante por los derechos de las mujeres entonces donde hay un frente de batalla, ahí voy”, advierte Ituño que ni bien leyó el guion quedó fascinada y se lanzó de cabeza en esta nueva aventura.
-¿Qué podés contar sobre Alardea?
-Es una serie de mujeres, de tres generaciones dentro de una familia que ante un mismo hecho tiene distintas visiones y choca por eso. Alardea está inspirada en un problema real que sucede en dos ciudades vascas como son Irún y Hondarribia. Por tradición, no se permitía a las mujeres desfilar en El alarde, un desfile histórico y tradicional que se mantiene vigente hasta el día de hoy. La historia fue ficcionada en un pueblo que en realidad no existe para no herir sensibilidades ni apuntar contra nadie, pero tiene un punto de crítica que se basa en la defensa de los derechos de las mujeres y de la igualdad.
-¿En qué consiste este desfile tradicional? ¿Cómo surgió?
-A nivel festivo se rememora la resistencia de la ciudad a la invasión de los franceses. Desfila la milicia del pueblo (mayoritariamente compuesta por hombres) con escopetas, con txapelas (que son como una especie de boinas), algunos van a caballo, otros tocando tambores. Son como pelotones militares y si las mujeres quieren participar solo pueden hacerlo como cantineras que son las encargadas de darle agua a los soldados; hay una por cada pelotón. La primera vez que las mujeres intentaron agarrar una escopeta les pegaron, las insultaron y se armó tremendo lío. Está tan enraizada esta fiesta dentro de la sociedad que ha habido hasta separación de familias, de parejas, gente que no se habla, que no te vende el pan en su panadería porque eres del otro alarde (el mixto) y eso es lo que estas tres generaciones de mujeres se encargaran de reflejar en esta serie.
-Amaia, tu personaje, primero se resiste a la creación de este otro alarde y después decide involucrarse de lleno... ¿por qué el cambio de parecer?
-Amaia es maestra de inicial, tiene una hija adolescente y un marido muy majo. Su madre fue una de las primeras en desfilar en El alarde y a la que se le echó todo el pueblo encima. Ella piensa que su padre murió como consecuencia de ese momento convulso de sus vidas entonces no tiene una relación muy buena con ella, básicamente no tiene feeling. Cuando a su hija la nombran cantinera para participar en el desfile se genera un conflicto porque Amaia es parte del grupo de mujeres del pueblo que participa de las asambleas planeando el otro alarde entonces ahí se genera un desencuentro familiar. Al principio no quiere meterse pero después abre los ojos y se pone al frente, a liderar esa lucha por lo que terminará enfrentándose a su hija y a su marido.
-Tu personaje es una mujer muy fuerte, de armas tomar... ¿tenés algo en común con ella?
-Bastante. Cuando me ofrecieron el papel no lo pensé dos veces, me tocó de lleno la historia porque soy del país vasco, conocía la historia del alarde, conocía lo mal que la pasaron las mujeres entonces sabía que era un tema polémico (al menos aquí). De hecho, cuando la serie estrenó en España hubo gente que me escribió por Instagram, diciendo: “¿qué sabrás tú si no eres de aquí?”, “No sabes lo que estamos pasando”, “Estás contando una historia sin tener idea”. Sin embargo, lo acepté sin mucho miedo porque me considero una militante por los derechos de las mujeres entonces donde hay un frente de batalla, ahí voy.
-La serie aborda temas muy actuales como la lucha por la igualdad de género. ¿Se siente más responsabilidad o compromiso a la hora de encarnar este tipo de papeles?
-Yo no siento ese peso o una mayor responsabilidad, la verdad que no, pero sí me meto con todo el corazón sobre todo cuando cuento una historia que me creo y cuando toca ser la heroína que lucha por eso. Este tipo de papeles me motivan, ya que siempre pienso que quizá el que lo vea puede hacer un cambio en su propia consciencia. Creo que eso es lo bonito de nuestro trabajo, hacer sentir y sacudir por dentro a la gente, quizá así generes un cambio para mejor en este mundo.
-¿Cómo ves el rol de la mujer en la industria?
-Yo estoy relativamente contenta porque voy viendo los avances pero nadie nos ha regalado nada. Lo que logramos lo hemos ganado todas a pulso con sororidad, echándonos una mano y peleando por lo que creemos justo. Pero es verdad que todavía hay muchísimo por hacer porque hemos llegado a ciertos lugares pero no a todos. Mientras las mujeres no estemos en los lugares donde se toman las decisiones (en los lugares de poder) difícilmente cambien los guiones, la manera de narrar historias, el prisma con el que estas se abordan.
-¿Y qué pasa en cuanto a los protagónicos o los salarios? ¿Sentís que hay mucha disparidad con los hombres?
-Yo estoy viendo un cambio en el tipo de papeles que me ofrecen. Ahora son mujeres de mi edad que pueden protagonizar una historia, cosa que hace un par de décadas no sucedía. Al pasar los 40 ya no le interesabas a nadie, por ser mujer y por la edad. Por supuesto que me siguen llegando algunas propuestas como “mujer relleno” o “florero” que acompaña al hombre en su aventura y lo único que hace es amarlo, pero por suerte cada vez menos. Igual creo que hasta que nosotras no nos metamos a escribir guiones, a producir películas, y a dirigirlas difícilmente cambien las cosas. Cada vez estamos más cerca pero necesitamos más mujeres en la toma de decisiones porque si no vamos a seguir contando siempre lo mismo.
-¿Alguna vez viviste en carne propia alguna situación en la que sentiste esa diferencia?
-¡Muchísimas veces! Desde cobrar menos que mis compañeros o que se me desnude solo a mí y al hombre no hasta ponerme como objeto a la hora de vender una película. Por no hablar de esos guiones absolutamente machistas en los que me he tenido que plantar diciendo: “Yo esto no lo digo porque va contra mi sensibilidad y mi autoestima”. He vivido varias situaciones así y al principio quizá por la inexperiencia o la juventud una no es tan consciente de que se la está utilizando de esa manera, pero con el tiempo te vas dando cuenta. Es complicado pero entre todas estamos ganando bastante terreno aunque todavía falta bastante.
-O sea que sos de poner límites...
-¡Sí, ahora sí! Cuando una es más joven y no tiene tanta experiencia (tampoco estaba tan presente la lucha feminista) haces lo que te dicen porque tienes que trabajar pero ahora no me callo. A veces algo se me cuela porque una también se está deconstruyendo en esta sociedad patriarcal que nos ha inculcado tanta basurita, pero por lo general voy con los anteojos bien puestos y atenta a todo.
-¿Sentís que la popularidad que te dio La Casa de Papel te permitió empezar a plantarte de otra forma?
-¡Absolutamente! Y esa fue la parte buena y maravillosa (entre muchas otras) que me ha dado La Casa de Papel. También he podido viajar y participar en proyectos que antes solamente soñaba. Ahora me llegan propuestas de Chile, de Argentina y eso es maravilloso. Pero es verdad que ahora tengo como un peso y una voz más fuerte, ahora se me escucha más y eso me da mucha rabia porque antes era la misma persona que ahora. Pero bueno, así funciona el mundo. Ahora tengo la posibilidad de ponerme en el lugar que yo quiero estar y elegir las historias que me merecen la pena contar y eso es un lujo en los días que corren.
-¿Qué tiene que tener una historia para que digas que sí?
-Le estoy dando valor a los personajes que no he hecho todavía. He hecho muchas veces de policía y eso ya lo sé hacer. Como a mí me gusta la aventura, crecer y enfrentarme a cosas nuevas cuando veo que hay un personaje diferente o una manera de trabajar diferente de un director o una directora entonces digo que sí, ya sea para cine independiente, para la TV o el streaming. Eso no me importa, si hay algo que me engancha de la historia y me conmueve... ¡allá voy!
-¿Te costó despegarte del encasillamiento de la Inspectora Murillo?
-Yo sé que Raquel Murillo se va a quedar ahí por siempre tanto en mi vida como en el corazón de la gente que me va a reconocer por ella a lo largo y ancho del mundo. Pero estoy teniendo bastante suerte. Sí, después de ella no paran de ofrecerme papeles de mujeres fuertes, serias, dramáticas... no sé si es que doy esa imagen o qué pero también tengo ofertas de comedia entonces no me siento estancada. Siento que voy evolucionando y estoy muy contenta por eso.
-¿Es verdad que, en tus ratos libres, cantás en una banda de rock?
-Lo único que sé de canto es lo que aprendí en la escuela de teatro, pero como soy muy aventurera es verdad. Hasta hace muy poco he estado en una banda de folk tocando percusión y hace cinco años tengo un grupo de rock que se llama INGOT. Me invitaron a cantar y todos los miércoles ahí estoy, tratando de soltar mis complejos, mis prejuicios y mis miedos. Lo peor que puede pasar es que lo haga mal y bueno... ya me echaran (risas). Hacemos presentaciones chiquitas en bares o en alguna fiesta en algún pueblito, cosas pequeñas. Aunque con el boom de La Casa de Papel nos empezaron a llamar de todos lados hasta de la TV italiana.
-Eso y que te abrió muchas más puertas para poder decidir entre varias propuestas fue lo bueno, ahora: ¿qué fue lo negativo de estar en una serie tan exitosa?
-Perder el anonimato, que es algo maravilloso y lo que te da plena libertad. Yo viajaba siempre de mochilera, haciendo trekking, durmiendo en cualquier hospedaje u hotelito, y ahora no puedo hacerlo porque me reconocen. Ahora todo el mundo tiene un celular con cámara y te puede hacer una foto, subirla a las redes e inmediatamente todos saben dónde estás, qué estás haciendo y con quién. Esa falta de intimidad no la llevo bien, pero estoy trabajando en ello.
-Es el peaje que toca pagar...
-Exacto. Y haber probado las mieles del éxito está muy bien, pero después te das cuenta que en la vida eso no es lo más importante. Lo bueno es que te coloca muy bien en el lugar que quieres estar y de eso estoy muy agradecida.
-¿Cuándo te tendremos por Argentina?
-El año pasado a estas alturas estaba en Buenos Aires haciendo una película de cine independiente que se titula Pensamiento lateral. Todavía están con el proceso de montaje, pero estoy esperando que se estrene para poder volver porque para mí fue una hermosa experiencia. Nunca había estado en Buenos Aires y descubrí una ciudad hermosa, me sentí como en casa.
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