Tras siete meses juntos, se casaron frente a cuatrocientos invitados en Finca Las Costas, la residencia del gobernador en San Lorenzo
La noche en que Isabel Macedo (41) y Juan Manuel Urtubey (47) se conocieron, el 13 de febrero en la casa del empresario Daniel Awada, supieron enseguida que entre ellos había algo especial. Tal vez no imaginaron que sólo siete meses después de ese encuentro, que comenzó como una reunión entre amigos y terminó con una “charla de a dos” a la mañana siguiente, se convertirían en marido y mujer, pero sí reconocieron que se trató de un flechazo. Por eso, no tardaron en oficializar su romance y la relación se afianzó con las constantes escapadas de Isabel a Salta y los viajes de Juan Manuel a Buenos Aires.
Fue por el encuentro de dos mundos algo diferentes –el político y el artístico– que su boda se convirtió en uno de los sucesos sociales del año y aunque ellos anunciaron que sería algo “íntimo” en Finca Las Costas –la residencia oficial del gobernador a 12 kilómetros de la capital salteña–, el sábado 24, la ciudad se revolucionó con este esperado “sí, quiero”.
EL PREÁMBULO
Urtubey estuvo casado durante veintidós años con Ximena Saravia Toledo (46), la madre de sus cuatro hijos, Marcos (21), Lucas (19), Mateo (15) y Juana (12), de quien se separó en 2014. El divorcio recién se firmó el 25 de agosto y por eso se especuló con la fecha de la boda, que en un principio había sido anunciada por Marcelo Tinelli para el 15 de noviembre.
En cuanto los nueve hermanos de Juan Manuel –él es el octavo hijo del doctor Rodolfo Urtubey y la escribana Lía Mera Figueroa– supieron que le había propuesto matrimonio a Isabel, decidieron regalarles la fiesta. Soledad, una de las hermanas, puso a disposición su empresa de eventos, Sol del Norte, y todos –incluso los hijos y sobrinos del gobernador salteño– colaboraron con la ambientación. Uno de los pocos requerimientos de Isabel fue que la celebración no fuese pomposa ni estrafalaria. Al principio los novios pensaron en hacer una ceremonia íntima, pero finalmente el número de invitados ascendió a cuatrocientos. Por ello, en el jardín de la finca –diseñado por Manuel Sundblad–, se ubicaron tres carpas (dos de ellas con livings y otra como pista de baile), un gazebo para la ceremonia y un photobooth de flores para los posados.
Si bien muchos de los invitados eran locales, la mayoría de los que viajaban desde Buenos Aires decidieron hacerlo el viernes, un día antes de la boda. Entre ellos, Agustina Lecouna y Milagros Brito (a quien algunos invitados vieron “muy cerca” de Mariano Martínez), las mejores amigas de Isabel y testigos del casamiento, que participaron de la comida “para unos pocos” que se llevó a cabo el viernes por la noche, donde además, después de la medianoche, celebraron el cumpleaños de “Licha”, la mamá de Urtubey.
EL “SÍ, QUIERO”
Los invitados estaban citados para el mediodía. Los más puntuales –además de los hermanos de Urtubey (Facundo, que también era testigo y a quien Juan Manuel reconoce como “un padre”, Soledad, Rodolfo, Alejandro, Amelia, José, Mercedes, Macarena y Guadalupe)– fueron María Laura Leguizamón y Marcelo Figueiras, y Daniel Awada –otro de los testigos– y su novia Yanina Solnicki. La ceremonia civil dio inicio a las 13.30. Mónica Antacle, quien fue asesora del gobernador, fue la jueza encargada de llevar adelante la celebración. En cuanto la novia –radiante con un vestido de Javier Saiach– caminó hacia el altar tomada del brazo de su futuro marido, no pudo contener las lágrimas. Después volvió a emocionarse con las palabras de la jueza: “Nadie puede dudar de que esto va a ser para siempre, que son de buena madera y que esas lágrimas de Isabel también tienen un sentido”. Si bien no hubo ceremonia religiosa, el sacerdote Miguel López Villanueva bendijo a los novios e invitados y hubo un momento para las fotos posadas con familiares y amigos. A las 15, los novios se acercaron a la entrada principal de la finca para su primer contacto con la prensa tras convertirse en marido y mujer. Si bien fueron muy escuetos, Juan Manuel anunció que la noche de bodas sería “una sorpresa para la novia en los Valles Calchaquíes”. Cuando regresaron a la fiesta, los invitados ya estaban degustando un típico almuerzo salteño –empanadas y cazuela de cabrito– y la música, a cargo de Juan Diego Martínez Larrea y Martín Blum para Grupo Sarapura, comenzó a tomar protagonismo. “Al principio, clásicos de los 50, 60, 70 y 80; después, cumbia sin parar”, contaron los DJ a ¡Hola! Argentina. La única interrupción la hizo Juanita, la hija menor del gobernador, que presentó a Daniel Awada, quien contó con lujo de detalles cómo fue aquella noche en la que se conocieron los novios.
Cuando empezó a caer el sol, el grupo folclórico Los Tekis se ubicó en un living para tocar, durante cuarenta minutos, sus clásicos. También hubo lugar para la Marcha Peronista, con la que la mayoría de los presentes hizo “pogo”.
Tras un largo día de celebración, los novios se despidieron de los invitados para refugiarse en su hogar ya que, unas pocas horas después, tenían planeado recibir a sus íntimos para un almuerzo. Más tarde partieron a Cafayate, donde empezaron a escribir su historia como marido y mujer.
- Texto: Paula Galloni
- Fotos: Tadeo Jones, Gabriel Rocca, Osvaldo Orlandi, Rodrigo Saravia y álbum privado de los novios
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