Después de estar varios años alejada de la actuación, la actriz regresa a su oficio para interpretar nuevamente a la villana Delfina, pero esta vez en Margarita, la nueva serie de Cris Morena; en una charla sincera con la NACIÓN, contó cómo es su vida en Salta, cómo se maneja con las redes y por qué decidió retomar su carrera
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Dos décadas atrás, su vida era muy diferente. Isabel Macedo deslumbraba a la audiencia y a los productores interpretando a Delfina, la villana de Floricienta. Hoy, veinte años después, la actriz vuelve a calzarse este rol en Margarita, una especie de spin-off creado por Cris Morena y que llegará a la pantalla de Max el próximo 2 de septiembre. “Me da mucha emoción como artista ser convocada para hacer este personaje después de 20 años. Un personaje que fue súper icónico y que los chicos amaron y odiaron tanto”, asegura la artista a LA NACIÓN mientras revela que en esta oportunidad Delfina será “más madura”, “más resuelta” y “más calculadora que nunca”.
Así como a su personaje seguramente le pasaron cosas a lo largo de estos años, a Macedo la vida le cambió por completo. Se casó con Juan Manuel Urtubey, exgobernador de la provincia de Salta, se fue a vivir al norte y cumplió su mayor sueño: ser mamá. Y si bien su carrera pasó a segundo plano para acompañar a su marido en sus actividades como mandatario, la actriz supo reinventarse y creó su propia marca de sweaters Beneida. “Este último tiempo elegí abocarme a la familia, que era lo desconocido, lo anhelado, lo deseado (...) Siempre me soñé así, en familia”, confiesa emocionada la mamá de Belita y Julia.
-Estamos todos alucinados con este mundo Cris y tu vuelta también…
-¡Qué impresionante! La verdad es que estamos todos muy emocionados. Me emociono por los chicos y por mis nuevos compañeros pero sobre todo, me da mucha emoción como artista poder vivir la experiencia de ser convocada para hacer este personaje después de 20 años. Un personaje que fue súper icónico y que los chicos amaron y odiaron tanto. Las giras, los shows y espectáculos por el mundo entero, tres estadios Vélez; fue una locura. Pienso cómo será ahora porque sale por una plataforma que es un nuevo formato para los actores que venimos trabajando hace mucho. Entonces es como un mundo nuevo y decís: “¿cómo será que lo vea todo el mundo entero a la vez?” Van a salir cinco capítulos por lunes, son 40 en total. Y un poquito más adelante empieza a salir por Telefe. No sé a qué hora saldrá, pero yo me los imagino a todos con la chocolatada, haciendo la tarea rápido para poder sentarse frente a la tele en familia a disfrutar.
-Muchas veces, después de un éxito tan grande, un actor quiere desprenderse de ese personaje. En tu caso, la profesión te lo vuelve a proponer 20 años después... ¿Qué te pasa con eso?
-Yo soy como muy agradecida con todo lo que me va pasando en la vida en general, en todos los aspectos y en este sentido fue un personaje que realmente a mí me modificó. Siento que fue mucha más la cantidad de gente que me conoció a través de ese personaje.
-¿Sentís que fue tu papel?
-Fue como un puntapié para que pasaran un montón de otras cosas porque después la convocatoria para Graduados fue impresionante y ese es un personaje inolvidable para mí. Y si hoy me llamaran para volver a hacer ese, lo volvería a hacer. Y si me llamaran para hacer a Laura de Guapas, volvería a hacerlo, o Botineras... Siento que tuve unas oportunidades muy lindas a lo largo de un camino extenso, porque hace 28 años que trabajo casi sin parar. Fue solo este último tiempo que elegí abocarme a la familia, que era lo desconocido, lo anhelado, lo deseado. En una mirada ajena, estaba el “¿pero cómo va a dejar todo?” “¿Por qué dejás todo para irte allá?” y para mí no había ningún allá, ningún acá, ningún dejar todo porque era como comenzar algo nuevo, como una búsqueda, como un descubrimiento para lo que también había que trabajar porque en la construcción de una familia tenés que trabajar sí o sí, sobre todo, cuando ensamblás.
-Era un deseo, ¿no?
-Sí, era un deseo súper anhelado por mí. Siempre me soñé así, en familia, con una familia súper grande, con esas mesas eternas. Recuerdo que viajaba y era yo sola. Me volvía a mi departamento sola, con 12 platos, esos manteles gigantes y decía: “¿Para qué? ¿A quién va invitar?” (risas)
-El público también celebró mucho el encuentro tuyo del amor...
-Sí, yo siento que sí.
-Se conocieron en la casa de unos amigos, llovía mucho y se quedaron los dos solos bajo la lluvia, hablando horas y horas. Y ahí empezó la historia de amor...
-12 horas hablando sin parar, era como que nos conocíamos de toda la vida. Me fue muy sencillo todo, muy fluido. Como esos amores sin tanta traba, sin complicaciones. Descubrir que eso es posible y que existe, solamente que no te pasa antes porque no te tiene que pasar, porque no es ese el tiempo del amor. Porque cuando no llega te empezás a convencer que probablemente no sea para vos ni la pareja súper estable, ni el amor, ni los hijos, ni nada. Entonces buscás obviamente la excusa que más te refleje, que más te resuene, y decís: “por ahí lo mío es trabajar sin parar”, “Lo mío es ocuparme de mi familia, que es mi mamá y mi papá y que no les falte nada”. Sinceramente creo que cuando saqué el ojo de ahí fue cuando sucedió.
-Es un hombre que te acompaña mucho en el tema del trabajo...
-Sí, somos muy buenos compañeros. Yo también lo acompaño mucho a él y se da naturalmente. Cuando amás mucho a alguien querés que al otro le vaya bien y que sea feliz porque cuando uno es feliz, todo el mundo que está a su alrededor está contento y feliz, y reina la paz, que es lo que a mí más me importa para el mundo y para mi casa, sobre todo. La verdad que cuando se presentó esta oportunidad (en referencia a Margarita) eran muchas horas fuera de casa, pero fue “cuenten conmigo para todo”. Yo tenía la misma actitud que cuando estaba sola, pero con las dos chicas, y viviendo en Salta. Cris me decía: “mirá que por ahí se hace en Colombia”. Y lo le decía: “Estoy”. “Quizá se haga en Madrid” y yo: “Estoy”. “Finalmente se hace en Uruguay”, “estoy”. Yo para todo estaba (risas).
-¿Cuándo fue el primer llamado?
-Yo ni siquiera estaba embarazada de Julia (ahora cumplió dos años). De hecho, me llamaron para un especial que estaba haciendo en Otro mundo de Floricienta y me dijo: “¿Podés venir que van a estar todos los chicos cantando las canciones?”. Entonces fui y terminamos ese momento con: “Hay un cuento... que tu cuento valga la pena” y la mano en el corazón y cuando volvimos a su oficina, me dijo: “¿Estás para volver a ser Delfina?”. Y fue todo sí.
-Y ahí tuviste que decirle a Juan que esto iba a ser en Uruguay...
-Claro, después me di cuenta de que tenía toda esta familia, que había que conversarlo a nivel familiar para ver qué íbamos a hacer (risas). Y me dijo: “Mirá, sea donde sea, vos lo tenés que hacer porque la felicidad que tenés, la alegría que tenés... Vos me acompañaste un montón, ahora es el momento de preparar las valijas, ir y quedarme yo con las chicas y que vos vayas a hacer lo tuyo”. Y así fue. Él fue el que iba a las reuniones del colegio, el que las peinaba, las llevaba, las pasaba a buscar. Eran muchas horas (como 12 o un poquito más), más los sábados que grabábamos, más algunos domingos que ensayábamos.
-¿Qué les pasa a las chicas con la mamá famosa?
-Allá empezaron a ir al set. Julia es muy chiquitita y Belita también... Las dos como observando mucho todo, pero después de cuatro meses y pico ya entraban al set y las veía entre todos los disfraces o en el medio de los decorados; para mí fue muy emocionante.
-Hace 20 años este personaje te tenía parada en otro lugar. Hoy me imagino que tal vez lo vivís distinto...
-Lo que más importa para esta Delfina, esta nueva versión de Delfina (más allá de lo que me haya pasado a mí en la vida), es pensar todo lo que tiene que haber transitado ella en estos 20 años y cuáles son las cosas que sí o sí, aunque haya vivido lo que haya vivido, no van a modificarse nunca por cómo fue criada por su mamá. Para mí esa falta de amor de cuando Delfina era niña no tiene vuelta atrás. Siento que hicieron mella en ella como mujer y, puede intentar enamorarse, pero finalmente va a ganar siempre otra cosa. Ahora es más madura, más adulta, más resuelta, más viva también en el sentido de que sabe perfectamente dónde tiene que ser más amorosa y dónde no; está más calculadora que nunca. Tuve que volver a armar toda la historia de ella, como si no conociera otra Delfina porque también uno en su vida lo hace. No te gusta todo el tiempo la misma música, o no tenés la misma manera de maquillarte o peinarte, o no te gustan cosas que hacías antes, entonces como que le quería dar la posibilidad también a esta Delfina que tuviera ese espacio de corrección y de madurez.
-¿Cómo fue la decisión de irte a vivir a Salta y de dejar la carrera para acompañar a Juan (Urtubey)?
-No sentí ninguna duda de que eso iba a ser así. O sea, sentía que él tenía un trabajo muy importante y que teníamos que estar en ese lugar, pero no era como que estaba dejando nada de lado. De hecho, yo estaba grabando Amar después de amar cuando me casé y me iba solo los viernes y sábados a verlo y el domingo ya me volvía para poder estudiar y preparar toda la semana. Pero también lo quería acompañar, estar con él y estar con los chicos y bueno, esa época fue así. Terminé el proyecto y ya me quedé allá. Cuando quedé embarazada de Belita, que fue a los dos años más o menos, me llamaron para trabajar con Adrián Caetano para hacer Sandro. Yo lo amaba al director y a Sandro, ¿cómo hago para decir que no a eso? Así que me fui muda. No le dije a nadie que estaba embarazada. Me acuerdo que le explicaba a la beba: “es un personaje lo que está haciendo mamá, vos quedate tranquila” porque era muy fuerte el papel. Y yo estaba viviendo la situación de más amor, de más deseo y más soñada de toda mi vida entera, entonces como que tenía que salir todo bien. Así que tenía mucha energía puesta en que ella entendiera que esto era un trabajo y que después todo volvía a la paz y a la tranquilidad.
-¿Te adaptaste enseguida a Salta?
-Yo soy la persona que más rápido se adapta a todo. Lo acompañaba a los actos o a las inauguraciones y para mí era fantástico conocer gente, hablar, tener la posibilidad de ir a las bancas y estar siete horas conociendo a las mujeres, viendo todo ese proceso de laburo interno en los barrios. Belita tenía dos o tres meses y a mí me interesaba muchísimo ser una buena mamá pero también hacer, acompañar, conocer, escuchar con toda mi sensibilidad predispuesta.
-¿Es difícil ser la mujer de alguien de la política?
-No lo pensé nunca así. O sea, yo me enamoré de él y me enamoré de él. No lo pensé como: “yo soy actriz, ¿en qué lugar me va dejar esto?” Te mentiría si dijera que alguna vez tuve miedo de que no me llamaran más para trabajar. Primero, que yo no soy mucho de decir porque soy muy medida con mis palabras. Vengo de una madre que siempre me dijo: “si no tenés nada lindo para decir, no digas nada” o “Las palabras dichas nunca vuelven al silencio”; toda esta onda de ser cuidadoso con lo que uno le dice al otro o dice del otro, aunque el otro no esté. Yo lo único que quería hacer era no hablar para poder escuchar cada historia, poder saber cuáles eran las necesidades más profundas de cada situación. Conocí muchísimas mujeres súper fuertes.
-¿Te enriqueciste mucho como mujer?
-Absolutamente. Yo iba ahí porque quería saber qué hacían con ese dinero que le estaba dando el gobierno de la provincia pero, no como una espía, sino como para ver qué pasaba con eso. Cómo lo hacían, cómo se organizaban porque había desde peluqueras que atendían en su casa hasta gente que hacía pan o que vendía grasa de chancho. Era un momento muy profundo y movilizante.
-¿Fue una gran experiencia para vos?
-Sí, sí, fue una gran experiencia. Una experiencia que yo naturalmente en mi casa siempre tuve con esa mamá que se la pasaba tejiendo para los hospitales, para las escuelas y para cualquier niño que necesitara abrigo.
-Contame de esa mamá...
-¡La amamos a Lizy! Creo que hacerla venir tanto a Salta y que se quede tanto tiempo con nosotros en casa es porque quiero que ella viva todos los momentos que pueda con mis hijas. O sea, no quiero que se pierda nada por estar viviendo en provincias diferentes. Y miles de veces me encuentro diciéndole a Juan Manuel “gracias” porque por ahí cualquier otra persona te dice: “tu mamá es divina, es amorosa pero la visitamos cuando vamos a Buenos Aires o que venga los fines de semana”... Y ella cinco meses se clavó (risas). Le agradezco por entender que para mí es importante, porque obviamente que la dinámica de la casa cambia, no es lo mismo nosotros dos con las dos chicas, no es lo mismo nosotros dos con las dos chicas y los chicos y no es lo mismo con los chicos y mi vieja. Pero siempre que pueda estar con ella y compartir el rato, lo voy a hacer. La verdad es que yo la re disfruto, pero más que nada por las chicas y por ella misma porque siento que estamos acá una sola vez y necesito como cerciorarme de que ella va a disfrutar de la vida que tiene acá el tiempo que estemos.
-Te emocionás cuando hablás de ella...
-¡Reee! Me emociona el amor, me emociona la familia, me emociona lo que para mí es importante en la vida.
-¿Qué diría tu viejo de la Isabel de hoy?
-¡Ay, estaría fascinado! Súper orgulloso, fascinado y contento. Mientras él vivía, yo lo llevaba a todos los shows de Floricienta, entonces siento que él -que vivió tanto conmigo o mi mamá, que mientras yo me iba a la audición, ella le rezaba a todos los santos- está todo el tiempo cerca.
-¿Le hablás?
-Sí, le re hablo y le digo: “esto te va a poner feliz” y le cuento lo que me va a pasar. No lo hago a propósito, para mí es natural. La otra vez veía fotos del casamiento, no todas porque aún no vi las fotos del casamiento, y en una de las fotos cuando estoy diciendo: “sí, acepto”, veo que miro al cielo. Obvio que lo estaba mirando a él, lo estaba buscando y contándole. No me acuerdo que lo hice, pero veo esa foto y es obvio que le estaba haciendo.
-Perdón, me quede con esto de que no viste las fotos del casamiento, ¿cuántos años pasaron ya?
-Ocho. No las vi, no tengo álbum todavía. ¡Esto es una primicia! (risas) Es que ya pasó para mí y eso me pasa con todo. Si ya lo viví, como que ya ese momento pasó. Como que va pasando la vida y si estás conectada con lo que pasó atrás, ya no podés ver lo que está pasando ahora, ni siquiera mañana.
-¿Va a haber fiesta para renovar los votos?
-Ay, no lo pensé. ¿Por qué? ¿Hay que hacerlo? No me gustan las fiestas. Soy aburridísima. Soy de otra época (risas).
-Hoy estás acá en Buenos Aires, pero tu vida y tu casa están en Salta, ¿cómo es criar a las chicas allá?
-Creo que también mi elección tiene que ver con el ritmo de vida más tranquilo que hay allá. Me copa vestirlas con el vestidito, sus botanguitas, el saquito blanco. Me encanta preguntarles: “¿qué hicieron hoy?” “¿Con quién jugaron?” “Le hicimos una casita a las hormigas”, me dicen y yo me desmayo. Pienso que es el mejor plan del mundo. No quiero que jueguen con otra cosa en el mundo que no sea buscar hojas para armar algo.
-¿Pero tienen tablet, ven tele?
-Las dejamos ver la tele sí, sí. No tengo como esta nueva onda de sacarles todo; tampoco quiero que estén todo el día con eso. Todo en su justa medida y equilibrio. Yo estoy todo el día con ellas, o sea menos cuando están en el colegio, puedo saber lo que hacen todo el resto del día.
-¿Cómo hacés ahora que estás acá trabajando y ellas allá?
-No pienso en lo que no veo (risas). Mi mamá me llama y me dice: “no puede ser que no extrañes” y yo le digo: “es que no puedo pensarte porque no te veo”. Te cuido mientras te tengo enfrente y te veo. Lo tuve que ir aprendiendo porque me pasaba que lo acompañaba mucho Juan Manuel y por ahí no podíamos volver tan rápido a casa porque teníamos que ir de un lugar al otro y me iba varias horas durante el día. Me acuerdo que un día la estaban cambiando a Belita y vi que le estaban poniendo algo de una manera en la que yo no se la pondría. Me quedé en la puerta y pensé: “¿te podés quedar a cambiárselo?” “No”. “¿Ganás algo diciéndole que no es así?” “Tampoco porque no tenés tiempo de quedarte a ponérselo bien como vos se lo pondrías”. Entonces directamente seguí camino y las dejé, confiadas a Dios.
-¿Las llamás mucho?
-No, no mucho. Ahora este viaje sí se me hizo un poco largo porque fueron muchos días; fueron como diez porque trato de que me pongan todo medio junto para no irme tanto. Esta vez se extendió porque había muchas cosas diferentes para hacer. Entonces Juan Manuel se vino con ellas dos para el fin de semana para vernos, abrazarnos. Justo gracias a Dios a Belita se le cayó el diente el día que vino, porque si no ahí sí me da algo. Yo soy full cuando estoy con ellas ahora después no pregunto qué comieron, qué desayunaron, no me interesa. Juan Manuel también me dice: “Estoy bien, hice tal cosa, me fue muy bien, ya estoy en casa...” (risas).
-¿Tus amigas también te hacen reclamos?
-Ya no, pero porque ya me conocen. Gisela (Dulko), Mili (Brito), Agus (Lecouna) son mis amigas adoradas. Amigas amadas que admiro y que quiero. A veces te ves más, menos porque Agustina ahora se fue a vivir a Miami, Mili vive acá en Buenos Aires, Sol vive en Uruguay, yo en Salta; pero somos nuestro lugar de confianza. No importa hace cuánto que no hablás, cuando hablás no es con nadie más que no sea ahí. Más allá de que cada una después se va armando otros grupos, que eso también lo tuve que aprender porque a mí me daba un poco de celos que tuvieran otras amigas con las que charlaban.
-¿Y en Salta te pudiste hacer tu grupo de amigas?
-Yo soy bastante solitaria. Tengo un grupo con Juan Manuel que es con el que salimos y comemos, pero soy más familiera. Él tiene muchos hermanos y a mí siempre el plan que más me divierte es decirles que el domingo vengan a comer y que haya esa mesa larga o que pase una hermana de él a tomar el té.
-¿Te ves volviendo a vivir a Buenos Aires?
-Sí, hay que ver cómo sería pero sí. Los últimos siete meses del año pasado viví en Uruguay y la experiencia fue fantástica. Estemos dónde estemos, si estamos los cuatro vamos a estar bien. Los hijos más grandes de Juan Manuel fueron y vinieron y nos visitaron un montón y si fuera acá también sería así.
-Hace poco saliste a defender a tu hija más chica por las críticas en las redes, ¿cómo lo viviste y por qué lo quisiste hacer? ¿Te sirvió?
-Yo lo único que quería transmitir es que desde el odio no se llega a ningún lado; para mí ese no es un buen puerto. No es que si vos me gritás, yo te grito más fuerte para demostrarte que tengo más poder. Mi madre siempre me decía: “si vos te vas a enamorar de alguien, fijate quién es su alma. No estés sentada adelante ni de un cuerpo, ni un chico canchero porque si el chico tiene un accidente ¿ya no lo querés más?” Siempre me hizo entender que no importa el envase que tengamos, sino lo que somos. Son cosas muy naturales en mí, entonces esa pavada me dio entre risa y terror que fuera un tema de conversación, sobre todo, en un bebé. No me da nada más que pánico, pero no quería transmitirlo con bronca o enojada. Para mí la respuesta a eso es algo más amoroso, más respetuoso y más responsable.
-¿Te llevás bien con las redes sociales?
-Sí, tengo una buena relación con las cosas en general hasta que no la tengo. Cuando no la tenga te vas a dar cuenta porque cierro y no muestro más nada. Para nosotros nunca fue una duda ni un tema de conversación si mostrábamos a las chicas o no. Para mí somos gente querida y nuestras hijas son nuestro amor, lo más lindo que tengo y que hice.
-¿A Juan Manuel le gusta que lo grabes?
-Siempre está cocinando con un guante, sacando algo del horno... (risas). A Mateo siempre lo agarro lavando, pero bueno, somos una familia; cada uno si o sí tiene que hacer algo y colaborar con la causa.
-El miércoles fue el Cris Morena Day… ¿Cómo lo viviste?
-Fue muy impresionante. Fui a disfrutar del show con Gisela (Dulko) y su hija, que es mi ahijada, y pensé: “vamos a disfrutar, va a estar buenísimo, vamos a cantar todas las canciones”. Y de golpe apareció Cris, empezó a hablar y yo ya lloraba. Dije: “ahora, me sacan en camilla”. Veo los videos que sube la gente y estaba sacada en la primera fila dándolo todo.
-En la presentación de Margarita, estabas igual...
-(Risas) Es que es un momento muy feliz y siento que este es el momento que tenemos para disfrutar porque nadie sabe lo que va a pasar con un proyecto tan grande como este. Vos sabés lo que viviste, todas las horas que estuviste, el tiempo que le dedicaste a armar el personaje, pero ya a partir del 2 de septiembre es de la gente.
-¿Qué significa Cris para vos?
-Es una mujer que yo admiro muchísimo, que quiero muchísimo. Me copa trabajar con ella, para ella. Me copa el mundo que ofrece de magia, fantasía y música y su mirada para descubrir talento. Me copa la posibilidad también de trabajar con adolescentes y con chicos que se quieren comer el mundo, entonces volver a tener un poco de eso y que sea una vuelta con tanto amor y tanta euforia y tanta juventud, me gusta. Con Cris hice Verano del 98, Alma Pirata, dos años de Floricienta y ahora Margarita. La primera vez que yo entré en un set de televisión -tenía cinco o seis años- fue en Mesa de noticias y ella era la ascensorista. Entonces siento que es alguien que estuvo presente en mi vida y en mi profesión desde el día uno.
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