Dicen que no encuentra consuelo. Que está "devastada y conmocionada", según informó la Casa Real holandesa. Es mucho dolor para procesar en tan poco tiempo. A menos de diez meses de la muerte de su padre, Jorge Zorreguieta, Máxima de Holanda volvió a cruzar el océano Atlántico ante la noticia más triste, la de la muerte de su hermana menor, Inés, desde siempre su protegida.
Con el corazón partido, la Reina aterrizó el jueves 7 a las 5.28 en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Bajó las escalinatas del vuelo 701 de KLM con el gesto angustiado y claros signos de cansancio. A su lado estaban, incondicionales como siempre, su marido, el rey Guillermo Alejandro, y sus hijas, las princesas Amalia (14), Alexia (12) y Ariane (11). En medio de un poderoso operativo de seguridad, salieron por la pista y seguramente lo primero que hicieron fue correr a abrazar a María del Carmen Cerruti, quien, un día antes, inquieta por no poder contactar a su hija menor durante todo el día, fue a su departamento de Caballito y la encontró muerta.
Si bien desde un primer momento se habló de que el entierro sería sólo para la familia más cercana, fueron muchos los que se acercaron a acompañarlos, entre ellos David Lacroze, Federico Braun y Federico Nicholson, íntimos de toda la vida de los Zorreguieta. Tal como el año pasado, el lugar elegido fue el cementerio privado Memorial, ubicado en el kilómetro 47 de la Panamericana, en Pilar. En los alrededores y desde temprano, el grupo Halcón, el Grupo de Apoyo Departamental (GAD) y la seguridad de la Casa Real de los Países Bajos vedaron la zona. A pesar de que el responso estaba programado para las tres de la tarde y el entierro para una hora después (para acceder había que figurar en la lista de invitados), Su Majestad llegó mucho antes, a la una del mediodía, a bordo de una camioneta blanca con su marido y sus hijas. Su madre, en tanto, lo hizo en simultáneo y acompañada por sus hijos varones: Martín, que vive en Villa La Angostura y fue quien se encargó de los trámites, y Juan, que llegó desde Austria, donde vive (está recién separado de Andrea Wolf, con quien se casó en junio de 2014).
A pocos metros de la entrada se había montado un gazebo, donde se realizó la ceremonia, de la que participó la primera dama, Juliana Awada (el Presidente Macri despidió a Inés a través de un aviso fúnebre en el diario La Nación, esa misma mañana). En una nueva muestra de entereza, la Reina dio un sentido discurso en el que contó cuánto quería a su hermana. Y no se privó de despedirla en clave musical, como hizo en agosto pasado con su padre. Esta vez, entonó "Is This Love?", de Bob Marley, junto a su hermano Martín y sus tres hijas, y "Knockin’ on Heaven’s Door", de Bob Dylan.
El cortejo fúnebre estuvo encabezado por María del Carmen, su nieta mayor y heredera del trono, Amalia, y sus hijos Juan y Martín. Detrás iba la Reina –llevaba un ramo de flores blancas en sus manos– con su marido y sus otras dos hijas. El Rey, unido en el dolor, en todo momento estuvo pendiente de su mujer y de sus hijas, a quienes contuvo cariñosamente. La menor, Ariane, que además era ahijada de Inés, estaba desconsolada.
"Todavía no lo puedo creer. A Inés la vestí para el bautismo cuando ella fue madrina de la hija de Máxima y fue al colegio de mis hijos. La verdad es que siento un dolor muy grande y cercano. Estamos todos muy conmocionados", reconoció el diseñador Benito Fernández –uno de los preferidos de Máxima– a la salida del entierro. Otro integrante del círculo íntimo de los Zorreguieta, que prefirió no identificarse, resumió: "Están destruidos. Es un dolor inexplicable". Después de los abrazos de rigor, la Reina y los suyos, que fueron los últimos en retirarse, se refugiaron en el Tortugas Country Club.
Para permitirse llorar y atravesar este segundo e inesperado duelo, Máxima canceló su agenda y compromisos oficiales por dos semanas. El lunes, el Rey partió en solitario a Letonia, en visita oficial. A su llegada, visiblemente emocionado, reconoció ante los medios europeos: "La muerte de Inés ha sido un golpe muy duro para todos nosotros. Aún estamos profundamente conmocionados. Inés fue una mujer única y especial a la que queríamos mucho. La tristeza de todos es enorme. Este fin de semana asistimos al entierro y pudimos estar unidos en el dolor con la familia de la Reina". Por último, agregó: "Muchos se han solidarizado con nosotros y también en nombre de mi mujer quiero dar las gracias por los mensajes que hemos recibido. Estoy aquí para una visita de Estado que comenzará mañana, después iré a Estonia y Lituania. Durante esta visita la Reina estará más que nunca en mis pensamientos y en mi corazón".
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