Se conocieron hace un año y nueve meses y el flechazo fue inmediato: a los dos meses se fueron a vivir juntos y desde entonces se volvieron inseparables. Además de compartir la vida, también “enamoran” desde el escenario con su espectáculo de música
Compartir un rato con ellos es lo más parecido a ver una película romántica que hace latir fuerte el corazón o leer un buen libro en el que los personajes se quieren tan profundamente que dan ganas de enamorarse. Inés Estévez (51) y Javier Malosetti (50) se miran de una manera especial, sonríen cómplices y vuelven a posar para la cámara. Juntos desde hace un año y nueve meses –con convivencia incluida– comparten su vida de pareja con Vida (7) y Cielo (6), las hijas que la actriz adoptó con su ex, Fabián Vena. También decidieron compartir el mismo escenario para hacer música, un plan que comenzó como algo distendido y terminó encontrándolos con giras por todo el país, Uruguay y Chile. Por delante, el jueves 18, los espera un teatro ND (Paraguay 918), y en medio de ensayos y puestas a punto para ese día especial, Inés y Javier se entregan a la charla con ¡Hola! Argentina.
–Inés, sos de las mujeres que siempre hablan de su edad. ¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
–Nunca tuve ningún problema. Me parece un cliché, un lugar común padecer algo irrefutable como el paso del tiempo. Es más importante ocuparse de evolucionar como ser humano para que el tiempo te devuelva una imagen de vos mismo que te deje satisfecho. Yo creo que la gente que padece la edad suele no estar satisfecha con su realidad o cumplió los pasos preestablecidos socialmente y se encuentra en la vida sin haber plasmado sus propios sueños.
Javier: Eso lo dice ella que está buenísima… [Se ríe].
–¿Cómo te cuidás?
Inés: Por una cuestión de salud, aprendí mucho de macrobiótica cuando tenía 21 años y cada vez que tengo algún desperfecto de salud, vuelvo a eso. En general, mi alimentación base tuvo durante muchos años esa inclinación. Ahora no me cuido mucho, desgraciadamente; si me cuidara estaría mucho mejor. Sí hice yoga durante un tiempo, cuando era muy joven.
–¿Qué te trajo la maternidad?
–Durante toda la vida tuve una tendencia a ocuparme más de los demás que de mí misma y cuando tuve hijos empecé a entender que si yo no estaba bien, no podía ser buena madre, asi que aprendí lo contrario a lo que aprenden todos, que es priorizarme.
–¿En qué momento de tu vida apareció Javier?
–Javier apareció en un momento de vacío absoluto en mi vida, un vacío completo. Pero un vacío positivo, ¿eh? No solamente entró Javier, entró una nueva manera de enfocar la vida de su mano. Creo que a los dos nos pasó algo similar, estábamos predispuestos a un cambio. Toda renovación en la vida aparece cuando uno abre la compuerta para que las cosas sucedan.
–¿En qué momento llegó Inés, Javier?
–En un momento muy tremendo, de grandes pérdidas… Poco antes de conocerla había muerto mi papá y un gran amigo que extraño mucho… Cuando bromeamos con Inés, ella dice que la mandó mi mamá y yo le digo que a ella me la mandó mi amigo, el gordito Ariel. Inés vino para enderezarme, como alguien que sabe dónde va todo.
–Antes de que los presentaran, ¿se conocían, se tenían el uno al otro?
Inés: No nos conocíamos personalmente…
Javier: Pero por supuesto sabíamos quién era el otro. A mí siempre me pareció una mujer hermosa… En un paquete de partituras todavía guardo una foto de ella de una revista que guardé muchos, muchos años antes de conocerla.
Inés: Y yo lo admiraba muchísimo como músico, pero no sabía absolutamente nada de su vida personal.
Javier: Ahora se sabe que además de mi hijo (tiene 24 años y es baterista) tengo una nueva energía que me rodea, la energía de Vida y Cielo, las hijas de Inés. Yo no soy su padre, pero soy el encargado de tocarles la guitarra, de jugar con ellas, de llenarlas de caries con cosas dulces, pero también soy el que se ocupa de lavarles los dientes.
Inés: Cuando él y ellas se encuentran, yo no existo, tienen un romance de a tres. Al principio eran dos groupies y el ídolo, ahora directamente son tres amantes de 7 años… ¡Muy lindos!
–¿Cómo es el amor a los 50?
Inés: En una edad donde generalmente la gente tiene todo resuelto y casi terminado, nosotros nos encontramos de un modo profundo y genuino. Por eso nuestra actitud –que siempre había sido completamente cuidadosa y de poca exposición– es muy celebratoria. Al principio tuvimos la necesidad de compartir con la gente la alegría de un encuentro de gran profundidad.
Javier: Además del amor, también yo celebré la familia. Cuando supe que Inés era madre fue un punto a favor, enseguida tuve ganas de conocer a sus retoños.
–Javier, vos siempre fuiste de un bajísimo perfil y con Inés tuviste que acostumbrarte a las fotos, a los paparazzi.
–Ella está más acostumbrada a este juego, lo conoce más y entonces cuando estamos por salir de algún lugar me dice: “Hay fotógrafos en la puerta, vamos a hacer así: mi amiga está con el auto, yo salgo y vos me seguís… Yo miro para abajo, no sé, rarísimo, me parece muy loco. Me acuerdo que un domingo al mediodía estábamos en el supermercado y al salir nos salió un ñato de atrás de un árbol con una cámara.
–Vos fuiste el encargado de oficializar el romance a través de tu cuenta de Twitter.
–Porque soy mucho más inocente, no esperaba tanto revuelo.
LA MÚSICA, OTRO AMOR COMPARTIDO
–Además de todo tienen los mismos gustos musicales…
Inés: En realidad, es así: Javier siempre dice que ya sabía que yo cantaba, no sé cómo sabía porque yo lo tenía bastante oculto, pero cuando nos conocimos, él me mandó un tema de jazz que estaba grabando y enseguida le contesté que ese era un tema que yo cantaba con mi papá.
Javier: Se lo mandé como para decir “con esto la mato de amor” y ella me lo devolvió doble. Me quise hacer el galán y no me salió. [Se ríe].
Inés: Le conté que mi padre tocaba contrabajo y piano de oído y tenía una banda con sus amigos… Empezamos a hablar de eso, a juntarnos, ¿viste? Hablábamos de los discos que nos gustaban… Después un día me escuchó cantándoles una canción infantil a mis hijas…
Javier: … Sus hijas tienen un oído musical increíble, no sabés cómo cantan, cómo afinan.
Inés: Además, nos dimos cuenta de que cuando éramos chicos escuchábamos la misma música, los mismos intérpretes…
Javier: ¡Y después nos enteramos de que cumplíamos años el mismo día!
Inés: Yo me enteré de eso de una manera muy china: un día me pasaron a buscar para ir a un asado y cuando me subo al auto, mi amigo me dice: “Pasá esa horma de queso a la parte de atrás”. La horma estaba envuelta en papel de revista con una nota de Javier donde decía su fecha de nacimiento: “Javier Malosetti, 26 de noviembre de 1965”. Entonces ahí le escribí y le dije: “No puedo creer, nacimos el mismo día”.
Javier: Estábamos predestinados a estar juntos. Por eso, lo celebramos todo el tiempo.
–¿Y cuándo llega la propuesta de hacer música juntos?
Inés: Me lo propuso Javier, pero yo siempre pensé que no íbamos a salir del living de casa.
–¿Enseguida empezaron a convivir?
Javier: Muy rápido, a los dos meses. ¡Dos adolescentes! [Se ríe].
Inés: Yo creo que en mi caso fue un síntoma de madurez total porque siempre había sido muy cauta, había tardado mucho en tomar esas decisiones…
Javier: …Bueno, eso está bien, pero nos conocíamos muy poquito.
Inés: Pero había como una intuición de que todo iba a salir bien. Volviendo a la música, él tuvo la idea del show y empezó a deslizármela, pero yo no le daba mucho crédito ni me lo tomaba muy en serio.
Javier: No me creía que yo estaba copado de verdad con hacerlo.
–¿Cómo fue el primer recital?
Inés: En realidad, primero nos contrataron para cantar en un evento. Fue un poco raro porque había demasiada gente, hablaban todos a la vez y a los gritos y éramos nosotros solos con Hernán Jacinto en piano y fue rarísimo
Javier: Estuvo muy bueno, igualmente.
Inés: Después de eso, él dijo: “Vamos a armar unas fechas en Boris”.
Javier: Claro, un lugar donde la gente se siente, coma, se tome un vino y lo pase bien… Y de repente empezamos a meter dobles funciones… Volvíamos a casa en cuatro patas, pero recopados.
Inés: Yo pensé que iban a ser tres sábados y chau. Y de pronto, ahora estamos con giras y el jueves 18, tenemos un ND. Ya hicimos todo el Litoral, el Noroeste, La Plata, Mar del Plata, Montevideo… Tenemos Córdoba en octubre, Mendoza, San Juan, San Luis, también hay una posibilidad de tocar en Chile.
–¿Y qué dicen tus músicos de tu novia, Javier?
–Están copados. Inés nos contagió un entusiasmo que estaba medio dormido con el tema de las giras… Otra vez el avión, mirarnos siempre las mismas las caras, subirnos a la combi… Ahora vamos con ella, que es todo un cascabel, con su mate…
Inés: Para mí también es una novedad maravillosa porque no hice gira ni cuando actuaba en teatro. Además, la música es muy festiva, no es recrear un drama en una sala. Yo entré a este mundo de Javier que es un capo, bajo la tutela de él y con el sonido del jazz que es la música de la que se desprendió todo lo que me gusta… ¿Qué más puedo pedir? ¡Y con amor! ¡Un combo hermoso!
–Quiero saber cómo viviste tu primer show en vivo, Inés.
–Yo quería estar –sin el recorrido de semejantes músicos– a la altura de ellos y, por otra parte, tenía temor del prejuicio de que se me midiera con la vara de una carrera de actuación de treinta años…
Javier: La primera noche no le habló al público… Entró y se sentó. Le dije: “¿No vas a saludar?”. [Se ríe]. Levantó la cabeza y dijo: “¡Hola!”, nada más. Yo no lo podía creer… Ella, la actriz, y casi ni habla.
Inés: Sigo siendo tímida en ese marco, tímida en el sentido que me remito a hacer bien lo que tengo que hacer, que es cantar, lo mejor que pueda, con esa vara de búsqueda de exigencia y de excelencia que tengo.
–Javier, ¿qué trajo Inés a tu vida?
–Bueno, ahora hace dos meses que no como carne.
Inés: Yo no le dije nada, ¿eh?
Javier: Pero yo lo hago de copado… Y ella empezó a comer un poquitito de carne.
Inés: Empecé a transar un poco con eso. Yo no comía carne, pero no soy vegana, ni vegetariana, ni nada… Pero bueno, yendo a tu pregunta que es mucho más interesante y más abarcadora que la comida. Javier trajo a mi vida una gran esperanza en aspectos personales, respecto a que siempre se puede recuperar la alegría.
Javier: A mí Inés me trajo una luminosidad muy importante porque yo tenía una visión bastante más oscura acerca de la vida y los seres humanos… Al principio, cuando empezamos a salir, fue muy lindo ver que ella no tenía esa misma visión, sino que además me invitaba a ver todo de otro modo. ¡Aparte de eso, me trajo a sus dos hijas, que amo mucho! Todo eso vino con ella.
–¿Qué desean para esta historia de amor?
Inés: Una cosa es lo que uno desea y otra es lo que la vida te depara. Ojalá tengamos la inteligencia de no sólo sostener esto, sino hacerlo crecer. Eso sólo se va a dar en la medida en que cada uno sienta individualmente que puede seguir creciendo al lado del otro. Espero que la vida siga ofreciéndonos instancias constructivas, positivas y bellas, que no están exentas del desafío de seguir aprendiendo de uno mismo y seguir cultivando el propio espíritu y quizá atravesar situaciones de dificultad. Y vos, amor, ¿qué pensás?
Javier: El futuro es impredecible. “Tomorrow never knows”, como decía John Lennon, pero mi deseo es seguir compartiendo la misma cama, los cuatro siempre juntos, la guitarra y mis gatas cerca… Por ahí anda la cosa.
- Texto: Sebastián Fernández Zini
- Fotos: Soledad Rubio
- Producción: Victoria Miranda
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