Ignacio Monná, un “trotamundos” de la actuación: fue modelo vivo en Alemania, viajó por todo el país y se luce en la temporada de Carlos Paz
El actor repasa sus inicios, sus proyectos y sus viajes de estudio en los que también trabajó como camarero, ayudante de cocina y modelo
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La vida de Ignacio Monná podría ser una road movie. Protagonista de Ya lo sabía, junto a Santiago Camaño, todos los lunes y martes en el Teatro Candilejas de Carlos Paz, acaba de ser nominado a los Premios Carlos en la categoría Mejor actor. La obra tiene otras dos nominaciones: Mejor director (Pablo Gorlero) y Mejor comedia dramática.
Monná vivió en varias provincias y también viajó por el mundo entero. Pero elige vivir entre Buenos Aires y Concordia, Entre Ríos, donde pasó gran parte de su infancia y adolescencia. En una charla con LA NACION, Monná hace un repaso de su historia, recuerda que trabajó como modelo vivo posando desnudo para estudiantes de arte en Alemania y lo relaciona con Ya lo sabía, donde también se muestra, en una escena, como “Dios lo trajo al mundo”.
“Voy y vengo todas las semanas a Carlos Paz y a veces también voy a Unquillo, porque ahí viven mis hermanas. Y viajo todas las semanas a Concordia porque hace 11 años que tengo un proyecto cultural que se llama La cigarrera, que es una sala de teatro independiente. Somos una cooperativa que la gestionamos y además doy clases en la Universidad Autónoma de Entre Ríos. El año pasado empecé a dirigir la Escuela Municipal de Teatro de Concordia”, detalla el multifacético Monná, que interpreta a uno de los dos personajes de Ya lo sabía, del catalán Jordi Cardellans, que fue un gran éxito en España. La obra, que habla sobre el acoso, el bullying, el perdón, los sueños, lo prohibido, el sexo, la manipulación y la mentira es la historia de dos excompañeros de escuela que se encuentran después de 25 años y rememoran un pasado en común en el que no fueron amigos. Pero sus recuerdos no concuerdan. “Tenemos un equipazo con Santiago Camaño y Pablo Gorlero en la dirección”, asegura.
-¡Sos muy federal!
-(Risas) Nací en Córdoba capital, mi mamá es chaqueña, mi papá de Entre Ríos y se conocieron estudiando en la universidad de Córdoba; ella, bioquímica y él, ingeniería. Soy el más chico de cuatro hijos y cuando fundió una fábrica en la que mi papá trabajaba, nos fuimos a vivir al sur, a Neuquén, que es donde consiguió trabajo en el Ente Provincial de Energía. Yo tenía un año y medio. A mi mamá no le gustaba el sur y por eso nos mudamos a Concordia, donde hice toda la primaria y la secundaria. Y eso de ser viajero me acompañó bastante durante toda mi vida.
-¿Cómo fue que te hiciste actor?
-De chiquito quise ser actor y en algún momento lo combinaba con basurero, heladero o mago, pero actor siempre. Era un mundo de ficción en el que aparecía la imaginación y eso me atraía mucho. Era un lugar de ritual muy fuerte. Primero actuaba y después dirigía en las obras a mis primos, a mis compañeros de escuela. En 5° grado dirigí una versión moderna de Cenicienta en la que el príncipe era yo y la princesa era otro niño travestido de mujer. Quizá fue un modo de poder besar a otro chico en mi deseo infantil. Les dije a mis viejos que quería ser actor y a mis 8 años se hicieron 500 kilómetros hasta Buenos Aires para llevarme a una audición que hacía Luis Puenzo. Yo lo había leído en el diario e insistí hasta que me llevaron. No quedé seleccionado, pero me saqué el gusto. Después no volví a hacer castings porque Buenos Aires era muy lejos, pero sí hice teatro en Concordia.
-Y en algún momento decidiste mudarte a la gran ciudad...
-Sí, a los 18 años. Todos mis hermanos se habían ido a estudiar a Córdoba y yo elegí Buenos Aires porque es la capital teatral y había posibilidades de hacer cine y tele, que en ese momento estaban en mi imaginario. Después no se dio porque me identifico mucho con el teatro.
-¿Tuviste experiencias audiovisuales?
-Muy poquito y las dos únicas series que hice fueron en pandemia. Hice un personaje en El marginal 4 y en Robo mundial. Me gusta mucho el teatro, estudié en el Conservatorio de Arte Dramático y danza contemporánea en el San Martín. Me gustan el teatro físico y la línea de investigación que elegí, y entendí que es un modo de vida, de entrenar, de conocer el mundo. Cuando terminé el conservatorio, me fui de viaje.
-¿Cómo fue tu experiencia por el mundo?
-Me fui con la intención de conocer el mundo, pero ya habiendo aplicado a becas el año anterior y además me había agendado audiciones para compañías y escuelas en Alemania. Estudié danzas en la escuela de Pina Bausch, trabajé en algunos proyectos artísticos y seis meses después de estar allá me dijeron que había ganado la beca de la Fundación Antorchas. Estuve un año y medio viviendo en Alemania y un año y medio en Italia, luego de ir a audicionar a Pontedera, cerca de Florencia. Viajé también por Austria, Francia, Turquía, Polonia, Rusia, Corea. Cuando volví hice muchas obras de danza contemporánea y teatro físico. Y en 2010 decidí no bailar al menos por un tiempo, porque sentí que me estaban encasillado o yo me estaba encasillando. Empecé a participar en proyectos teatrales de texto y después hice musicales, entre ellos Hair, con dirección de Pablo Gorlero; Todas las canciones de amor, con Marilú Marini y dirección de Alejandro Tantanian; Dios mío, con Juan Leyrado y Thelma Biral y dirección de Lia Jelin; Lord, el musical, de Valeria Ambrosio y Pepe Cibrián Campoy y varias más.
-Tenés un gran poder de adaptación y hablás muchos idiomas...
-(Risas) Me encanta viajar y me gustan los idiomas. Hablo inglés, francés, italiano, alemán. Y es verdad que me adapto rápido. Cuando se me acabaron los ahorros en Alemania y todavía no me había salido la beca, trabajé como camarero, de ayudante de cocina y de modelo vivo para pintores. Posaba desnudo para los alumnos de una escuela de arte.
-¿Y cómo era ese trabajo en el que posabas desnudo?
-Lo primero que tenés que vencer es el miedo a la exposición, cómo se ve tu cuerpo, la mirada del otro. La necesidad hace que hagas cosas que no habías imaginado, y ese trabajo era mucho mejor pago que el de camarero. Tenía que mantenerme quieto durante, al menos, 20 minutos y hay algo de la disciplina y la antropología teatral que me ayudó en ese momento. Fue un muy buen entrenamiento. Y estar en otro país te anima a hacer algo que no harías en el tuyo. No lo padecí ni lo hice a costa del sufrimiento.
-En Ya lo sabía te desnudás y también lo hiciste en Hair. ¿Todavía sentís pudor?
-Los pudores nos acompañan toda la vida. No es que no los tengo sino que logro trabajarlos, pero el miedo está. Si es un trabajo teatral, está dentro de la ficción, en cambio el modelo vivo era yo. Las dos obras están dirigidas por Pablo Gorlero. En 2019 me convocó para Hair y quedaron las ganas de volver a trabajar juntos. Se dio ahora, con Ya lo sabía. Me acuerdo que la primera lectura con Santiago Camaño fue virtual, él propuso que lo produjera Nazarena Vélez y todo fluyó. Cuando nos conocimos pudimos construir un vínculo durante los ensayos. Estrenamos en Andamio 90 en noviembre, hicimos algunas funciones y vamos a volver a esa sala en marzo o abril, los sábados a las 22. Habla sobre el reencuentro de dos compañeros de escuela, muchos años después y confrontan porque hay heridas no sanadas, a pesar del paso de los años. Le va a repercutir a todos los que la vean porque es realmente interesante.
-¿Sufriste bulliyng alguna vez?
-Yo tenía una personalidad de líder en la primaria y secundaria y un sentido ya definido por lo artístico. Y no daba lugar tampoco. Mi precoz manifestación sobre ciertas sexualidades preocupó al mundo adulto. Me di cuenta de que me gustaban las chicas y los chicos, y a los 21 empecé a salir con chicos. Se los conté a mis padres, con quienes compartía mi vida y no di más explicaciones.
-¿Estás en pareja?
-No, pero me encantaría. Estuve en pareja con una mujer cuatro años, después otros cuatro con un hombre. Estoy soltero desde hace bastante. Soy muy familiero, me gusta compartir.
-La producción de la obra es de Nazarena Vélez, que es muy famosa. Aunque tenés mucha experiencia en teatro, el gran público no te conoce. ¿Es algo que te gustaría que suceda?
-Mi interés tiene más que ver con lo popular que con la fama. Si hago una obra con Marilú Marini tengo el reconocimiento de mi comunidad teatral, pero no me conoce el país. Y tampoco la gente de Concordia, porque no van a Buenos Aires a verme. Y miles de veces me han preguntado: “¿cuándo vas a estar en la tele?”. Yo me río y les digo que vamos a tratar de ir con la obra, porque quiero que me vean. Pero yo no trabajo para estar en la tele. Con la obra Dios mío, con Juan Leyrado y Thelma Biral, recorrimos todo el país, y también estuvimos en Concordia. Me encanta recorrer el país haciendo teatro.
-La fama no te atrae, entonces...
-Quieren cerrar el Instituto Nacional del Teatro y a veces la gente no se da cuenta que han podido ver muchas obras de teatro porque fueron posibles gracias a una política, gracias a una ley creada por teatreros y teatreras. Y cuando pasa eso pienso que me gustaría ser un poco más conocido para contárselo a muchas más personas, advertir y sensibilizar. Nuestra cultura es rica porque hay productos comerciales y exitosos y otros independientes que van a desaparecer si cierran el Instituto. No tenemos que perder esa impronta que hizo que Buenos Aires fuera una ciudad cultural enorme. También hay mucho teatro en las provincias donde tenemos salas hermosas. Un actor es un comunicador, un tipo que cumple un rol social. Por eso Ya lo sabía me gusta como obra, porque le genera al espectador ciertas preguntas y te deja pensando. Todo lo que tenemos como riqueza cultural en nuestra sociedad va de la mano de esa política y esa concepción que le damos al arte y a la cultura. Entonces, la fama me interesa solamente para comunicar cosas y llegar a más personas.
Ya lo sabía. Teatro Candilejas de Carlos Paz (Córdoba). Los lunes y martes a las 22.30.
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