Hugo Ávila, el exjefe de coaches de ShowMatch, cuenta por qué se alejó de todo y cómo es su nueva vida
Aseguró que no soportaba los enfrentamientos del programa y que lo estresaba estar ante las cámaras, por eso decidió dar un paso al costado
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Después de tres años alejado de ShowMatch, reapareció Hugo Ávila, el exjefe de coaches de “Bailando por un sueño”. El coreógrafo se había ido de la empresa de Marcelo Tinelli, luego de un conflicto laboral con Ideas del Sur. Así Ávila se encontró un día con que tenía la entrada prohibida al estudio, entonces se fue y no volvió. Después de eso, nadie lo mencionó más durante el programa. Hasta hace poco cuando regresó al certamen el bailarín Jorgito Moliniers, que era su pareja. “Fueron muchos años ahí y los últimos medio agitados en cuanto a líos, cosas, novios, problemas, famosos enojados y ese tipo de cosas en que se recuerda mi nombre y mi cara de culo”, dijo entre risas en una entrevista con Fernanda Iglesias en su programa radial Esto no es Hollywood.
Desde Córdoba, donde vive actualmente, Ávila contó cómo es su nueva vida, alejado de los escándalos y se mostró aliviado de estar afuera del show. “Estoy viviendo en Capilla del Monte, hice un cambio de vida como de 180 grados. Hasta me dicen que hablo un poco más lento. Me llaman mis amigos de Buenos Aires y me dicen: ‘hablá un poco más rápido, que desesperás’”, relató. Y enseguida recordó cómo fue su paso por el programa de Tinelli. “Estuve 15 años, desde Videomatch yo estaba trabajando ahí, pero como no había ‘Bailando...’ nuestro laburo era interno, no se veía. Fueron años muy intensos y cuando apareció el ‘Bailando...’ se tornaron más intensos todavía. Llegó un momento en el que en el programa me decían algunas cosas, había algunas peleas y me entraban todas las balas, no tenía anticuerpos. Entonces renuncié y volví a Córdoba, donde nací”.
Luego de admitir que los enfrentamientos propios del “Bailando...” lo hacían sufrir y sobre todo lo afectaba la exposición de su pareja con Moliniers, el coreógrafo explicó el motivo de su malestar: “Tenía que ver con eso, con que por ahí estar ahí con mi pareja, en el trabajo... Después estaba en mi casa y seguía trabajando, era como una cosa rara, esa cosa de no saber cuándo se termina el trabajo y cuándo empieza la vida. Y llegó un momento en que me estresé mucho. Físicamente me agarró una urticaria desde la frente hasta los pies, era una sola roncha, entonces dije: ‘apa, me pegó en la salud’. Coincidió con que un día nos dijeron que no podía entrar más... Fue una serie de cosas que hicieron que dejara esto y me viniera para acá”. Y a pesar de que la salida no fue del todo feliz, Ávila reconoce que no siempre fue así. “Obviamente, los años que viví ahí no fueron todos conflictivos o estresantes. Fueron años hermosos, de gente hermosa que conocí, de amigos, hermanos... Está Lolo Rossi, que es mi amiga, pero bueno, los últimos años como que me pegaron un poco más heavy que los anteriores”, confió. Quizá por eso no le molesta que, cada tanto, lo nombren al aire. “Es que Marcelo tiene eso de nombrarme cuando aparece Jorgito, cuando salta lo del Uritorco... Igual está bueno que me recuerden así y no como el malo de la película”.
Con respecto de sus nuevas actividades en Córdoba, detalló: “Lo que estoy haciendo ahora es despertarme y tener el Uritorco en la cara, así empiezo mi día. Después estoy trabajando con una productora de acá, Camila Vaca, en certámenes de danza. Estamos recorriendo el país, conociendo gente, eligiendo, buscando nuevos talentos para hacer una final en el teatro Luxor de Carlos Paz. Y después, nada. Mi familia vive acá, entonces ahora agarro el fin de semana y me voy a comer con mi hermana, algo que no hacía hace 25 años. Son esas pequeñas cosas que parecen una boludez, pero que me hacen re bien. Estar con mi sobrino, con mi hermana, con mis hermanos, dormir la siesta, sacar a los perros a correr al campo. Todo muy necesario, sobre todo para mi salud mental”.
Su nueva rutina, aclaró, no incluye ver ShowMatch. “No lo veo, a veces engancho algo en YouTube, o en Instagram o Facebook, y veo un conflicto y me hace algo en la panza. Digo: ‘no tengo nada que ver y me siguen entrando las balas’. Yo siempre le decía a los chicos que no estaba hecho para estar frente a cámaras. Me da vergüenza, me pone incómodo. Desde la primera nota que me hicieron hasta la última, tenía la misma sensación, no estaba hecho para eso, menos para el conflicto, menos para ponerme a discutir. Esas peleas con Polino... Esas cosas me afectaban. Yo sabía que era parte del trabajo, sabía que nuestro trabajo había pasado de ser coreógrafos y poner pasos a estar frente a cámara, exponiendo opinión. Fue buenísimo lo que pasó también porque ahora los coreógrafos tienen nombre, caras, protagonizan, tienen un poder que antes no tenían. Se le dio importancia al bailarín y al coreógrafo, que antes no sucedía y fue maravilloso. De hecho, yo sigo cosechando cosas por haber estado ahí”, reflexionó. Y agregó sobre las peleas: “Hay gente que lo hace con un naturalidad y casi que no le pasa nada, a mí me quedaba dando vueltas. Y cuando ya te lo llevás a tu casa, ahí ya es un problema. Yo no tenía pasta para eso”.
Consultado sobre el futuro, fue contundente. “Pienso quedarme en Córdoba, en las sierras. Capilla del Monte es un pueblo hermoso, con una tranquilidad, con una gente copadísima, con un sol hermoso todo el año. Volví a mis orígenes, estoy juntándome con mis amigos del folclore, bailando… A Buenos Aires no vuelvo”, finalizó.
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