Hugh Grant y Drew Barrymore, en una comedia que no se oxida: Letra y música
Los actores trabajaron en esta exitosa comedia romántica, que tiene un guion tocado por la gracia y que está acompañado por la química de sus protagonistas
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Uno entraba al cine en marzo de 2007 a ver esa nueva comedia romántica... en esos tiempos no tan lejanos se estrenaban comedias románticas con cierta frecuencia y hasta se podía elegir entre una u otra. Letra y música empezaba y ¡sorpresa!, o más bien ¡pop!, estábamos en el lugar correcto, nos dábamos cuenta al instante. “Pop! Goes My Heart” era la canción -de los ochenta pero hecha en el siglo XXI- con la que empezaba Letra y música, y no solamente era una canción, sino también un videoclip. Una canción y un videoclip y una banda (Pop!) que se convertirían en éxitos en serio a pesar de -o debido a- haber sido hechos en chiste. Es decir, hechos en serio y con extraordinaria artesanía como un gran chiste, o una sucesión de chistes. Una canción de letra hiperbólicamente cursi y con un videoclip que llevaba al paroxismo la estética -o las estéticas de varios videoclips- de los ochenta y de principios de los noventa. Las referencias eran muchas, iban desde “Take on Me” de A-ha al cuadriculado en blanco y negro de la estética de The Specials. Y, sobre todo, llegaban a Wham!, otra banda con signo de admiración al final, como Pop! Todo el mundo sabe que George Michael estaba en Wham! y que después hizo una carrera solista. De la misma manera, después del fin de la banda Pop!, uno de sus líderes había seguido con la fama, el reconocimiento y el éxito. Pero ese, el exitoso, no es el protagonista de este film. Letra y música es sobre “el otro”, que en Wham! se llamaba Andrew Ridgeley. El otro, en Letra y música, es Alex Fletcher, es decir Hugh Grant en otro de esos papeles de comedia romántica en los que -contra todo pronóstico- emboca todas las notas. La coprotagonista fue nada menos que esa arrolladora máquina generadora de química en pantalla llamada Drew Barrymore, que interpretaba a Sophie Fisher.
Alex y Sophie, por esas cosas que tienen las comedias románticas, sobre todo las comedias románticas que se animaban a crear un par de personajes con una misión, tenían que escribir una canción -y a la brevedad- para una nueva cantante sensación adolescente no muy ilustrada. Esa canción podía significar el éxito -como en tanto cine sobre el mundo del espectáculo, cifrado en una chance a ser aprovechada- y sobre todo una oportunidad de regreso para Alex. Todo eso y mucho más, además de enamorarse. Porque antes, en esa primera década del siglo en curso, todavía podían aparecer comedias románticas con la ambición suficiente como para ese planteo y con protagonistas y actores secundarios conscientes de que el relato en el que estaban inmersos podía ser un éxito mundial. Y con canciones y con la osada decisión de hacerlos cantar y bailar a Grant y a Barrymore, e inventar una aparatosa estrella adolescente llamada Cora Corman (interpretada por Haley Bennett en su debut en el cine). Y con la riqueza de inventiva como para ubicar humor de primer nivel -merecedor de reflectores- en segunda y tercera línea, con chistes que aparecen al volver a las películas, esos que las hacen aptas para volver y volver a ver, incluso al punto de la adicción. El baile y la estética del baterista en el videoclip seguramente tengan algún oscuro club de fans en algún lugar del mundo. Y alguien tal vez habrá estudiado la canción “Meaningless Kiss” (“Beso sin importancia”) en comparación con “Careless Whisper” (“Murmullo descuidado”) de Wham! Y quizás alguien haya diseccionado otro intento de canción chiste -breve, por suerte- llamado “Love Autopsy”. Y alguien de alguna maestría de sociología y música probablemente se haya puesto a pensar en cuántas canciones sobre el tema se habían hecho antes de “Entering Bootytown” (“Entrando a Ciudad Culo”); después ya se sabe que se hicieron muchas más, casi todas las de la última década y media.
Letra y música es de esas películas en las que los diálogos, las canciones, las miradas, las actuaciones y los personajes se ajustaron perfectamente, con esos choques de opuestos -Grant el actor atildado, Barrymore la energía del desorden- encauzados por un guion tocado por la gracia. El guionista y director Marc Lawrence hizo pocas películas en su carrera, y la mayoría de ellas con Hugh Grant -cuatro-, pero nunca estuvo tan inspirado como en Letra y música, una de esos relatos en las que todo cayó en su lugar; como pasó, en un orden superior, con Hechizo del tiempo. Películas que no son de grandes directores, que no son de “autores cinematográficos”, que no ganan Oscars ni premios en festivales -ni las dan en festivales- y que consiguen esa corriente de entusiasmo que el cine puede generar cuando la música y la letra aciertan desde el principio. Y sí, es difícil no estar bien predispuesto frente a una comedia romántica que empieza con un videoclip como el de “Pop! Goes my Heart”. Uno podría decir que ya no se hacen películas así y quizás sea apenas un lamento más de quienes crecimos en una cultura cinematográfica distinta. Pero lo cierto es que parte del mundo al que se refiere Letra y música estaba desapareciendo mientras se estrenaba la película: hay una escena en una disquería que era una Tower Records, empresa que cerraría todos sus locales en 2006, apenas unos meses después de que la escena fuera filmada. Ese mismo año se fundaba Spotify, en donde vemos que “Pop! Goes My Heart” tiene más de diez millones de reproducciones y la canción del final de la película, “Way Back Into Love”, más de sesenta millones. La canción del éxito.
Dónde verla
Letra y música está disponible en HBO Max, Movistar Play, Google Play y Apple TV.
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