El actor británico, de 63 años, irrumpió en Hollywood gracias al carisma desplegado en el género de la comedia romántica; su vida personal, en tanto, estuvo signada por vínculos conflictivos
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Él se define como un “londinense malhumorado”. Así lo manifestó en una ocasión cuando su colega, la actriz Drew Barrymore, aseguró haber tenido un rodaje complejo cuando ambos fueron convocados para la encantadora comedia romántica Letra y música. “Creo que ella me odió bastante durante ese proceso, ella era muy Los Ángeles y yo muy Londres, y se generó cierta tensión entre nosotros. De todos modos, creo que parte de esa tensión es satisfactoria para una colaboración creativa, porque también provoca una química especial”, declaró Hugh Grant quien, a sus 63 años, ya parece estar más allá de los juegos de la industria y suele pecar de honestidad brutal.
Esa mala experiencia que tuvo Barrymore con el actor deja al descubierto, una vez más, lo que él nunca negó ser: un misántropo, una rara avis que llegó a Hollywood con los códigos de su Oxford natal sin estar dispuesto a hacer concesiones, más bien dejando que su trabajo hable por sí solo.
De esta manera, Grant se convirtió en un galán dentro y fuera de la pantalla, un intérprete que dio sus primeros pasos en cine nada menos que con la brillante Maurice de James Ivory para luego consagrarse en el género en el que se lució por años, la comedia romántica. De Cuatro bodas y un funeral y Un lugar llamado Notting Hill a El diario de Bridget Jones y Realmente amor, el británico desplegó su carisma en esos relatos en los que sus personajes estaban signados por cierta ingenuidad. Como consecuencia, cuando decidió tomar riesgos, en films como Un gran chico y, años más tarde, con la secuela de Paddington, Grant demostró que tenía mucho más para dar, solo estaba aguardando las oportunidades correctas.
“Después de rodar Letra y música, me fui de Hollywood”, reveló el actor en 2020 y explicó el motivo por el que su carrera empezó a pender de un hilo. “En ese momento, en realidad, no fui yo quien renunció a la industria: esta me abandonó porque hice el tonto enormemente con esa película”, admitió. Antes de su regreso con el brillante -aunque polémico- largometraje coral El atlas de las nubes, Grant había ingresado en un período de desencanto con las comedias románticas y volvió a pecar de honesto en un medio en el que no es frecuente ver a sus estrellas renegando de los films que los cimentaron como figuras clave dentro de su star system.
El actor confesó detestar las películas que lo erigieron como galán y que no puede volver a verlas. Cuando Grant habla de su alejamiento provisorio de Hollywood fruto de su búsqueda de renovación como intérprete, tampoco es necio: sabe que, por una situación de su vida privada, Hollywood también le había dado vuelta la cara, lo había castigado en los medios por un episodio muy íntimo que llegó a cobrar mayor relevancia que su carrera. La noticia en cuestión daba la vuelta al mundo a mediados de los 90. Grant, entonces una figura emergente en Hollywood, había traicionado a su pareja, Elizabeth Hurley, con una trabajadora sexual. Fotos, declaraciones confusas, pedidos de disculpas… De la noche a la mañana, el británico se encontró envuelto en un escándalo que es recordado hasta la actualidad.
La pareja dorada de los 90 que se derrumbó por una infidelidad
Elizabeth Hurley y Hugh Grant se enamoraron en pleno rodaje. Los actores estaban filmando la película de Gonzalo Suárez, Remando el viento, cuando conectaron inmediatamente en 1987. En los 90, ambos querían abrirse paso en Hollywood, y lo lograrían. Hugh daba el salto con la comedia Nueve meses y Elizabeth, con la sátira Austin Powers. El mismo año en que ambas películas se estrenaban, con una ineludible popularidad, Grant era detenido por tener relaciones en su BMW con la trabajadora sexual Divine Brown en Sunset Boulevard, Los Ángeles. La imagen de su detención fue rápidamente replicada en diarios y revistas y el actor no tardó en disculparse públicamente con Hurley, quien lo perdonó y siguió apostando por su relación.
“Hice algo completamente loco. He herido a las personas que amo y he avergonzado a las personas con las que trabajo. Por ambas cosas, lo siento mucho”, había expresado el británico, quien décadas después, en el famoso podcast de Marc Maron, WTF, confesaría que el verse en pantalla en Nueve meses lo condujo a buscar satisfacción en Brown, para olvidarse de la industria y las inseguridades que le generaba. “La película estaba a punto de salir y tuve un mal presentimiento al respecto. Fui a ver una proyección. Todo el reparto estaba brillante, pero mi actuación era tan atroz que no tenía un buen estado de ánimo”, recordó el actor en otro de sus habituales “sincericidios”.
Hurley, en tanto, no quería tirar por la borda años de relación, pero no pudo sostener el vínculo romántico por demasiado tiempo. En el 2000, la pareja se disolvía, pero la amistad prevalecía. En la actualidad, los actores son sus respectivos confidentes. “Atravesamos tantas cosas juntos… Yo siempre pensé que una de las condiciones más importantes para mantener buenas relaciones con tus exparejas es tener mucho respeto por sus vidas actuales”, declaró la actriz, respecto a cómo sigue en contacto con Grant, pero con cierta cautela.
De hecho, el actor es el padrino del único hijo de la actriz de Al diablo con el diablo, Damian, fruto de su breve relación con el fallecido productor Steven Bing. “Nuestra amistad es muy fuerte”, apuntó Hurley. “No podés vivir en una bruma color de rosas del pasado. Tenés que ajustarte a las épocas y ser muy respetuoso del presente. Y lo somos. Yo todavía acudo a él por consejos sobre guiones. Si bien él está felizmente casado, con cinco hijos, y yo estoy muy contenta con mi vida, aún hay algunos puntos en común en que nos entendemos muy bien. Y cuando se trata de cuestiones laborales, sigue siendo mi consejero de cabecera”, añadió.
Por su parte, Grant describe a Hurley como “su hermana”, la persona con la que recorrió un sinuoso camino, personal y profesional. “Somos como hermanos en cierta forma. Creo que se debe en parte a que fuimos de cero y atravesamos años muy malos al principio, cuando ninguno de los dos tenía trabajo y vivíamos en un departamento diminuto. Esa experiencia nos unió”, recordó e hizo un mea culpa sobre el dolor que le ocasionó a su expareja. “Simplemente me comporté como un idiota. No intenté decir que tenía algún problema psicológico, solo dije: ‘Lo hice’”, manifestó el actor de Wonka.
Luego de esa ruptura, a Grant no se le conocieron romances, hasta que, en 2011, los medios comunicaron que el actor había conocido a una mujer llamada Tinglan Hong, con quien tuvo “un breve affaire”. De ese vínculo fugaz nació la primera hija del británico, Tabitha, a quien él no pudo conocer debido a cómo la atención de la prensa volvía a ponerle palos en las ruedas. La conglomeración de periodistas en la clínica impidió que el actor fuese a conocer a la niña al momento de su nacimiento y a apoyar a Hong en un momento tan significativo.
Días más tarde, cuando vio a la pequeña por primera vez, su mundo cambió. “Supe que debía dejar de ser tan egoísta”, confesó. “Mi hija me enseñó sobre la importancia de la disciplina, y cada vez que estoy con ella y la miro siento un orgullo enorme”, sumó en una entrevista con The Guardian. Un año después del nacimiento de Tabitha, la vida de Grant volvería a cambiar a gran escala.
Anna Eberstein, la mujer que lo “rescató” de los malos pensamientos
El actor conoció a la productora sueca Anna Elisabet Eberstein en 2012, mismo año en que le dieron la bienvenida a su primer hijo en común, John. La relación avanzaba con celeridad, tanto así que sus protagonistas decidieron tomarse un impasse para procesar lo que estaba sucediendo. En ese interín, el actor reanudó su vínculo con Tinglan Hong, quien le anunció su embarazo al poco tiempo. Así, en el lapso de poco más de un año, Grant se convertía en padre por tercera vez.
Sin embargo, esa relación no prosperó, y el británico apostó por consolidar su noviazgo con Eberstein, con quien tuvo dos hijos más y con quien se casó en 2018. Por primera vez, el otrora “galán de Hollywood” formalizaba una relación. De todas maneras, mantiene su postura respecto a los vínculos. “¿Pienso que los seres humanos están destinados a permanecer en relaciones monógamas, fieles, de 40 años de duración? No, no, No. ¿Quién dijo que sí? Sólo la Biblia o algo. Nadie dijo que fuera una buena idea”, compartió.
Más allá de esa postura, el actor admite que el haber conocido a Eberstein lo salvó de su perspectiva negativa de las cosas. “Tenía miedo de convertirme en un viejo triste y solitario”, reveló, y añadió que su esposa y sus hijos lo sensibilizaron enormemente. “Habiendo pasado toda mi carrera sin poder emitir una sola emoción, de repente me encuentro en mi vejez no pudiendo controlarlas”, expresó y sumó: “Es algo relacionado a mis hijos, al amor, a mi mujer”. En efecto, ahora Grant, a sus 63 años, no concibe abocarse a largos rodajes alejado de su familia, como le explicó al presentador Graham Norton en su programa.
“Pensé que sería muy bueno tomame un recreo, pero cada vez que llegaba a Nueva York los extrañaba tanto que me convertía en un desastre emocional. De repente, cada escena que me pedían que haga terminaba en lágrimas. Incluso llegué a ir a un bar y al pedir un café comencé a llorar”, llegó a confesar respecto al apego que tiene con su numerosa familia, apego que lo sorprendió a él antes que a nadie, ya que tocó fibras impensadas. “Lo que más me sorprendió de tener hijos no es solo cómo efectivamente te cambia la vida sino lo encantador que puedo ser como padre, me rompo el corazón por mis hijos”, sumó el actor que, a pesar de conservar ese espíritu gruñón, atravesó una metamorfosis más que notoria.
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