El polista contraerá matrimonio con la psicóloga Dolores Benedit (43); "Sueño con tener un hijo", dice
–¿Les podemos sacar una foto abrazados?
–Claro. Nos van a ver así durante toda la semana. Fotos de nuestro amor no van a faltar…
Quien responde cordialmente al pedido de ¡Hola! Argentina es Dolores Benedit (43), la psicóloga con quien Huberto Roviralta (61) se casará el próximo 20 de mayo. Durante la escapada de cinco días a Mendoza, los novios anticiparon la luna de miel, siempre abrazados y muy cariñosos, ajenos a la mirada curiosa de turistas que junto con ellos, recorrieron las bodegas más importantes en el marco del Master of Food abd Wine, organizado por Park Hyatt. "Parece como si recién estuvieran saliendo, con esa chispa de los primeros días de romance", se anima a decir uno. Pero Huberto y Dolores recorrieron un largo camino de veinte años de encuentros y desencuentros. Por suerte, ellos dicen, que el destino quiso verlos juntos en 2012, cuando se reencontraron y ya no se separaron más. A diez días de su casamiento, el ex marido de Susana Giménez sorprendió a su prometida con un viaje a la Cordillera para disfrutar de los caminos de álamos, los viñedos en otoño por supuesto, del polo, su otra gran pasión. Además de las clásicas catas de vinos, se hicieron tiempo para ver el Torneo 2° Aniversario Wines and Polo Copa Supervielle, en el Club de Campo Mendoza. En medio del imponente paisaje de Guaymallén, los enamorados se sacan fotos con su iPad. "Tenemos pocas foto juntos", confiesa espontáneamente Dolores.
"Dolores es perfecta, una mujer con valores, súper cariñosa y derecha. No imagino el resto de mi vida sin ella. Por eso, le propuse casamiento el día de su cumpleaños" (Huberto)
–¿Este viaje es un adelanto de la luna de miel?
–Podría decirse que sí. Con Dolores, todos los días se viven como una luna de miel –responde Huberto, con una enorme sonrisa.
El flechazo
Se conocen de toda la vida. Así cuentan los protagonistas de esta historia cada vez que les preguntan cómo nació el amor. Si bien las familias de Dolores y Huberto siempre fueron amigos, hay un día que ella lo recuerda como uno de los más importantes de su vida: "Tenía 17 años cuando lo vi entrar en la oficina de papá. Estaba espléndido, era deportista, canchero, divino. Me acuerdo que lo primero que le dije a mi viejo (Jaime Benedit Nougués) fue: ‘Con este señor me voy a casar’", recuerda hoy. Sin embargo, la primera cita llegaría siete años después, en 1994. Por ese entonces, Roviralta se había separado de Susana Giménez, mientras que ella, con su hija Dolores (de entonces tres años), intentaba rehacer su vida tras el divorcio.
A pesar de que se atraían mucho, la exposición mediática los obligó a tomar distancia luego de tres meses de relación. Y cada cual siguió su rumbo. Huberto Roviralta se divorció finalmente de Susana en 1998 y después de algunas relaciones fallidas, se fue a vivir a Carmelo, Uruguay. Dolores se dedicó a criar a su hija y siguió apostando a su profesión de psicóloga. Dieciocho años después de aquel approach, Huberto la sorprendió con un mail desde España. Un saludo casual, un "cómo estás" y enseguida el intercambio de cartas que derivó en un noviazgo fulminante que incluyó propuesta de casamiento. "Fue el 30 de septiembre del año pasado, justo el día de mi cumpleaños. Delante de todos, y ante mi sorpresa, le pidió mi mano a mamá. «Quiero pasar el resto de mi vida con vos, me dijo», cuenta Dolores.
"Con Huberto queremos ser padres. Cuando amás a alguien, tener un hijo juntos es lo más lindo que te puede pasar. Significa completarte finalmente con esa persona. Ojalá podamos concretarlo" (Dolores)
–¿Cómo están viviendo este momento?
Huberto: Yo estoy feliz con la mujer que amo. Dolores es íntegra, derecha, dulce, cariñosa. Ella es el amor de mi vida y no quiero perder más el tiempo. Quiero vivir con ella todo lo que pueda.
Dolores: Lo más lindo que tiene Huberto es que es un tipo transparente, lo que ves es lo que es: sumamente leal, muy cariñoso, divertido y compañero. Tiene un carácter súper tranquilo, cosa que a mí me hace bien porque yo soy más de armas llevar, de empujar, y él en ese sentido, me tranquiliza.
Huberto: Armamos un gran equipo (risas).
–Cuenten cómo fue el reencuentro después de tantos años…
Dolores: Al principio, como toda mujer, me invadieron las dudas. Pensá que la última vez que nos habíamos visto, yo tenía 24. No sabía cómo iba a estar él… El mes y medio que nos escribimos por mail fue todo espontáneo y, al mismo tiempo, muy honesto. Los dos mostramos nuestro costado más genuino. La primera salida fue increíble: me esperó ahí, paradito, en la esquina de Callao y Quintana, listo para llevarme a comer a un restaurante de la calle Posadas. Nos vimos y fue como si el tiempo no hubiera pasado para nosotros. Las mismas sensaciones, la misma química intacta. Hoy, creo que logramos la armonía, porque sin dudas este era el momento para reencontrarnos, ni antes ni después. Cuando te das cuenta de que encontraste al hombre que adorás, tratás de disfrutar cada momento, y vivir todo lo que te queda por delante juntos y de la mejor manera.
–¿Quieren tener hijos?
Huberto: Sí. Es una charla que venimos teniendo desde que empezamos a salir, pero también es un tema en manos del de arriba. Si Dios quiere, se dará…
Dolores: Nos encantaría, claro. El sueño de formar una familia es tan importante para él como para mí.
–¿Te lo imaginás a Huberto como padre?
Dolores: ¡Sí! Lo veo como un re buen papá y muy cariñoso. Cuando vos amas a alguien, tener un hijo juntos es lo más lindo que te puede pasar. Significa unirte para siempre a esa persona. Ojalá podamos concretarlo.
Suenan campanas…
Ocho meses después de la gran propuesta, Huberto Roviralta y Dolores Benedit (los dos divorciados) vuelven a apostar al casamiento. El próximo 20 de mayo darán el sí en una ceremonia civil junto con sus familiares más cercanos. Darán una fiesta para 150 íntimos en la casa de una amiga de la novia. ¿El vestido? Un diseño exclusivo de Jorge Ibáñez. "Le pedí algo muy tranquilo, que fuera fiel a mi forma de ser. El día de mi casamiento no quiero dejar de ser yo", cuenta Dolores. A pesar del hermetismo de la boda, Huberto se anima a dar pistas sobre la luna de miel. "Vamos a viajar, pero más adelante. Seguramente, será a alguna playa del Mediterráneo." De recién casados, viajarían a España para asistir al Abierto de Polo de Sotogrande y de allí partirían a la playa.
Entre Buenos Aires y Carmelo
La vida de Huberto Roviralta cambió completamente desde que decidió instalarse definitivamente en Carmelo, hace doce años. Radicado en Uruguay, tiene puesta la mirada en un ambicioso proyecto: Dos hermanas, un emprendimiento inmobiliario de barrio cerrado que incluye terrenos de una hectárea con chacras y viñas ubicadas en las afueras de pueblo. Allí, la pareja construye su propia casa. Si bien hace casi dos años que no juega al polo, su vínculo con el deporte sigue vigente. "Siempre voy a estar con caballos, me apasiona todo lo que tenga que ver con el polo, con el campo, con su gente. A veces pienso que si llegara a tener un descendiente, me encantaría poder compartir con él mis pasiones", confía Roviralta.
Clásica y romántica, Dolores encargó a Jorge Ibáñez el diseño de su vestido de novia
Mientras catan un exclusivo Malbec con vista al Valle de Uco, los novios imaginan su vida juntos en Carmelo. Dolores continuará viajando tres veces por semana a Buenos Aires para seguir con sus pacientes, en tanto que Huberto planea los últimos detalles del mega emprendimiento sin descuidar la dirección de un club de polo que tanto le gusta. Y dicen: "Estamos viviendo uno de los momentos más felices de nuestras vidas. Ahora, nos queda disfrutar".•
Texto: Jacqueline Isola
Fotos: Tadeo Jones
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