Helen Mirren, una actriz todoterreno que sedujo hasta el duro de Vin Diesel
Solo la crisis del coronavirus ha conseguido forzar una pausa en la apretada agenda de Helen Mirren, actriz muy respetada y también querida a ambos lados del Atlántico. Ya con 75 años, cumplidos el domingo pasado, la intérprete británica es uno de los nombres más reclamados del gremio, una todoterreno que tanto transita por series históricas como presta su voz a un personaje de animación o se suma a la franquicia de acción automovilística Rápido y furioso. Amén de medio siglo de sólida carrera, quizá su secreto resida en esa mezcla irresistible de elegancia y proximidad que tantos réditos le ha procurado en el mundo de la publicidad y que ha acabado seduciendo incluso al duro Vin Diesel.
De la popularidad de Mirren dan fe los 868.000 seguidores de su cuenta en Instagram, ante los que se ha mostrado a cara lavada como parte de una campaña para recaudar fondos destinados a la lucha contra la pandemia. O protegida tras un tapabocas, en otra imagen que pretende sensibilizar sobre la necesidad de tomar precauciones frente al Covid-19. Al margen de su activismo, la actriz disfruta de su tiempo libre haciendo jardinería y conectando con sus fans a través de las redes sociales. "Vin Diesel es una estrella, yo en cambio soy solo una actriz", les explicó con una modestia que, más que falsa, responde a la trayectoria de quien solo alcanzó el verdadero estrellato internacional a una edad madura, gracias a la película La Reina (2006), y después de muchos años de trabajo en el teatro, el cine y la televisión.
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La dama del Imperio Británico nació en el seno de una familia de clase trabajadora (Londres, 1945) bajo el nombre de Illiana Lydia Petrovna Mironova, hija de un inmigrante ruso que cambió legalmente el apellido Mironoff por el de Mirren cuando ella tenía nueve años. En casa no tenían televisión, tampoco se iba nunca al cine y fue una representación amateur de Hamlet la que le despertó el interés cuando era una adolescente. Ingresó en su primera compañía de teatro a los 18 años aunque, presionada por el deseo de su madre de que buscara una profesión estable, aceptó formarse como profesora. La llamada de las tablas pudo más y, después de foguearse en varias obras shakesperianas, consiguió una plaza en la Royal Shakespeare Company.
Los directores persistían en encomendarle papeles con una fuerte carga sexual, lo que le valió el apelativo de "la reina del sexo de Stratford" (Stratford-upon-Avon es la sede de la compañía). En varias ocasiones Mirren ha rememorado con resentimiento aquellos tiempos en los que se sintió un objeto sexual, también en el cine, pero más recientemente ha relativizado por ejemplo el hecho de que la película Calígula (1979) fuera proyectada en el Reino Unido en los cines porno: "En su momento ya dije que tres décadas después ese tipo de escenas aparecerían en televisión. Y no hay más que fijarse en Game of Thrones".
Su belleza y buena estado de salud, la actriz lo atribuye a su vida sana y a vigilar su figura, aunque sin la obsesión de otras colegas de Hollywood. No pisa el gimnasio porque le aburre soberanamente y prefiere hacer ejercicios en su casa.
Mirren vive entre Los Ángeles y Londres junto al director estadounidense Taylor Hackford, con quien se casó en 1997 a pesar de haber asegurado hasta entonces que nunca pasaría por el altar. No le gusta comerciar con su intimidad, pero sí permitió que un sobrino vendiera las fotos de aquella ceremonia a la prensa. Por aquel entonces ya había afianzado una sólida carrera en el cine y disfrutaba de la tremenda popularidad proporcionada por el personaje televisivo de la detective Jane Tennison. La emisión del capítulo final de aquella serie, Prime Suspect, acabaría convirtiéndose en todo un acontecimiento en el Reino Unido en 2006.
Pero lo mejor estaba todavía por llegar: la película La reina, con su retrato de Isabel II en los tiempos convulsos de la muerte de Lady Di, y el consiguiente carrusel de premios coronados por el Oscar. A partir de ese momento, Mirren se convirtió en "realeza" de Hollywood, y así ha seguido hasta ahora.
La actriz suele ser muy accesible en las entrevistas y acostumbra a aderezarlas con revelaciones (contó hace poco que en los ochenta convivió con el actor Liam Neeson durante cuatro años) o divertidas anécdotas. La última, el encuentro con un oso en su jardín del lago Tahoe (en la frontera entre California y Nevada). Lo increpó para que se fuera y el animal obedeció. Hasta los osos respetan a "la otra reina" de los británicos.
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