Gustavo Bassani, el misterioso protagonista de Iosi, el espía arrepentido, al que Daniel Burman fue a “espiar” al teatro antes de elegirlo
En plena filmación de la segunda temporada de la serie, el actor que se hizo conocido con el rol de Iosi intenta mantener el misterio alrededor de su figura
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Como si fuera realmente un espía, el protagonista de Iosi, el espía arrepentido (disponible en Amazon Primer Video) es un fantasma en Internet. Casi no hay datos sobre su vida, ni sobre su pasado, ni sobre su situación sentimental. No se sabe si tiene hijos, quiénes son sus padres, si tiene hermanos... Se llama Gustavo Bassani, es argentino y está tan compenetrado con su personaje que le encanta ese misterio. Como en la serie interpreta a un adolescente y también a un adulto, la primera duda que surge es su verdadera edad. “Prefiero no decirla”, aclara. “El actor tiene la edad que aparenta”, explica.
-¿Cómo llegaste a Iosi, el espía arrepentido?
-Hace dos años hice un casting que disfruté mucho porque fue difícil, eso me encantó. Fue larguísimo y me eligieron. Empezamos a filmar en Uruguay, en febrero del año pasado. Estuvimos encerrados, en pandemia, en burbuja, con todo el grupo de actores. Nos cuidamos mucho y eso hizo que se armara un equipo muy compacto de amigos. Es difícil decir “tengo amigos en la profesión”. Pero cuando vivís seis meses, con las mismas personas, es como que terminás conectando mucho.
-¿Cómo fue ese casting largo y difícil?
-Me llamó Natalia Monteferrario, que en ese momento era directora de casting de Polka. Ella me había estado llamando para participaciones, pero yo siempre era muy consciente de lo que podía hacer y lo que no. Si me decían “tenés que andar en moto y llevar a un actor…” Y, no. No me siento seguro para eso. Pero cuando me llamó para este casting, enseguida entendí al personaje. No tenía mucha información, entonces apelé a hacer lo que haría un espía.
-¿Había características físicas particulares que necesitaba el personaje?
-No, no. Entiendo que la apariencia un poco define a un actor, pero a mí no me pasó. La búsqueda de Iosi no decía nada de su aspecto. Lo estaban buscando, nada más. Entonces me pasaron los textos, fui a hacer el casting y después me dijeron que había gustado, que iba a volver para una prueba con los directores. Ahí me puse a investigar de qué se trataba, con algunas pistas que me daban los guiones. Encontré el libro de Miriam Lewin, vi que Daniel Burman había comprado los derechos, que Amazon iba a producir en la Argentina... “Ah, debe ser esto”, pensé.
-¡Qué nervios!
-Es raro, pero aunque todavía estaba a prueba, yo ya estaba trabajando. Me compré el libro, lo leí. Y cuando fui al casting con los directores, estaba tan manija que me olvidé que era un casting. Entonces, lo primero que hice cuando lo vi a Sebastián Borensztein fue comentarle algo del libro y sugerirle cosas. Estaba totalmente metido en el laburo.
-¿Sabías algo del tema?
-Cuando leí el libro entendí de qué se trataba y ahí me empecé a enterarme de toda esta historia donde la realidad es más fuerte que la ficción.
-¿Cómo siguió todo?
-Los directores me fueron a ver a una obra que yo estaba haciendo, en Microteatro. Yo no sabía que iban a ir y lo vi a Burman que estaba sentado en una de las sillas, mirando. “Me están testeando”, pensé. Y a partir de ahí, bueno, pandemia, cuarentena, se frenó un poco todo y al tiempo se empezó a reactivar.
-¿Cómo te dijeron que te habían elegido?
-Llegó la confirmación desde Los Ángeles, en noviembre de 2020. Fue larguísimo.
-¿Natalia Oreiro también hizo casting?
-Yo hice con ella una prueba de cámara. No creo que estuviera haciendo el casting sino que la querían ver conmigo. Y con el resto de los actores hice pruebas por zoom, porque fue en medio de la pandemia. Supongo que querían ver cómo quedaba el resto del elenco con Iosi.
-Claro, porque vos estás en la mayoría de las escenas.
-Yo tenía casi todas las escenas, sí. Porque la historia está contada desde Iosi. Si mirás la serie con detenimiento, él no tiene tanto diálogo, porque lo que hace el personaje es que los demás hablen.
-¿Desde chico quisiste ser actor?
-Yo soy de Tristán Suárez, terminé el secundario ahí y después me mudé con mi familia a Buenos Aires. Me puse a estudiar Ciencias Políticas en la UBA, pero a los tres años dejé porque no me motivaba mucho. Después trabajé en una empresa mayorista de turismo. Arranqué de cadete y llegué a ser vendedor. En esa época también empecé a estudiar teatro. Yo quería hacer algún curso y un día mi vieja me dijo: “En el teatro Larreta hay un director muy bueno que se llama Santiago Doria, está dando clases, ya te anoté”. Ahí me enfoqué en que quería ser actor, pero no dejé de trabajar porque quería juntar plata. Finalmente renuncié a la empresa de turismo y ese mismo día me avisaron que había quedado en un casting para hacer mi primera publicidad.
-¿Una publicidad de qué?
-Del desodorante Axe. Yo pensé: “Esto no puede ser casualidad, es un mensaje”. A partir de ahí, no paré de trabajar. Hice cualquier cosa: trabajé de mozo, de cadete, en el taller de teatro de mi maestro, di clases de teatro, hice obras para escuelas, temporada en el Cervantes con El conventillo de la paloma... A los 29 años me fui de la casa de mis padres porque ya me podía mantener solo. Primero me mudé a un departamentito muy chiquito frente a Parque Las Heras, después a Villa Crespo y ahora vivo en Caballito.
-¿Por qué tu familia se fue a vivir a Tristán Suárez?
-Porque mi abuelo tenía una casa de fin de semana y les pintó salir de la Capital y probar vivir en el barro. Mi mamá era ama de casa y mi papá, empleado municipal. Y estar conectado con la naturaleza, cuando sos chico, está bueno. Quizás otro te dice que es un embole. A mí me gusta. Cuando vine a la ciudad, me gustó porque ya era adolescente, pero ahora tengo ganas de volver a vivir en un lugar con pasto.
-¿Estás en pareja?
-Convivo con una mujer que tiene una hija. Ella es bailarina de tango, se llama Johana Copes (hija del famoso bailarín de tango Juan Carlos Copes).
-¿Vos bailás tango?
-No, nada. Y está bueno que cada uno tenga su mundo. Estamos conectados con lo artístico, nos contamos nuestras cosas y siempre es novedad. Si no estaríamos hablando siempre de lo mismo.
-Es raro, porque los bailarines de tango generalmente se enganchan entre ellos.
-Sí, entran en una especie de flash. Yo viajé mucho con Johana cuando salía de gira y conocí gente afuera que dice: “Quiero dejar todo y dedicarme al tango”.
-¿Cómo se conocieron?
-Haciendo El conventillo de la paloma. Ahí no éramos pareja, ni nada. Nos enganchamos seis años después. Para hacer esa obra tomé unas clases de tango, pero no seguí. Lo hice para el personaje, como también tomé clases de hebreo para Iosi.
-¿Están filmando la segunda parte?
-Sí, estamos en Uruguay filmando, y tenemos casi el mismo protocolo que en plena pandemia.
-¿Tuviste Covid?
-Sí, en la primera ola. Toda mi familia. Lamentablemente, mi suegro (Juan Carlos Copes) falleció. Nos contagiamos en una Navidad y él no murió durante el tiempo que tuvo covid, lo pasó, pero le dejó secuelas. Al décimo día estaba bien y de repente empezó a estar mal con una insuficiencia renal que se complicó, más el epoc, más la edad…
-¿Cómo te llevás con la hija de tu mujer?
-La quiero con todo mi corazón.
-¿Vos querés tener hijos con Johana?
-Por el momento estoy enfocado en mi trabajo.
-¿Tuviste mucha repercusión con Iosi?
-Como estoy trabajando en Uruguay, no me doy cuenta. Sé que está empapelada toda la ciudad con mi cara, pero no conecto con eso. Me escriben mucho por Instagram y mis amigos me cuentan.
-En Twitter te comparan con Rodrigo de la Serna, por ejemplo.
-¡Qué lujo!
-¿Te obsesionaste con las historias de espías?
-Los directores me sugirieron que mire The Americans y otras más. Pero mi personaje favorito es el James Bond de Daniel Craig. Me encanta. Y lo que yo quise hacer con Iosi fue humanizarlo, porque si no termina siendo una especie de robot. Y esta es una historia de un tipo que está arrepintiéndose todo el tiempo de lo que está haciendo. Alguien de Amazon me dijo una vez: “Me está pasando algo con tu personaje y es que es malo pero lo quiero”. Y eso pasa porque humanicé a Iosi, no ves lo que está haciendo sino lo que siente cuando lo hace. Esa me parece que es la clave.
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