En charla con LA NACION, el periodista que acaba de ser sobreseído en la causa por violencia de género que le inició una expareja, relata cómo el caso afectó su salud y economía y asegura que su dolor más grande fue que su mamá falleció sin conocer el final de la historia
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A Guillermo Pardini la vida le cambió de un día para el otro cuando, hace siete años, una joven con la que llevaba saliendo un tiempo lo denunció por violencia de género y fue condenado en primera instancia, en el 2017. Por aquel entonces trabajaba en Duro de domar, en Canal 9. El pasado diciembre quedó sobreseído y ahora quiere rehacer su vida y busca trabajo en los medios.
“En los últimos años viví un verdadero calvario”, le confiesa a LA NACION. Esa denuncia provocó la separación de la madre de su hija, dos internaciones en terapia intensiva, una larga depresión, problemas de salud y el riesgo de quedarse sin trabajo para siempre. Ahora se gana la vida manejando un auto para Cabify. De todo eso y mucho más, habla en esta entrevista.
Cómo comenzó el caso
En el 2015 conoció a una chica mientras grababa la apertura de Duro de domar de ese año. Se vieron un par de veces, tuvieron sexo ocasional, y en octubre ella le hizo una denuncia por violencia. “Presenté muchas pruebas que el juez iba desechando sin dar explicaciones. Cada paso que yo daba estaba chequeado legalmente porque detrás estaba el estudio Rusconi. Me declararon culpable a pesar de situaciones caóticas en el juicio, como por ejemplo que el abogado de la otra parte, José Luis Ferrari, me amenazó en plena sesión y el juez no hizo nada; el que intervino fue el fiscal”, relata Pardini.
“El juez prejuzgó, en el mejor de los casos, o se dejó llevar por la presión social, porque las pruebas que presentamos, como mínimo, daban lugar a muchas dudas. El abogado de la otra parte, hasta dio un curso en televisión sobre cómo montar una causa sobre violencia de género y eso es sospechoso de por sí”, reflexiona Pardini.
El periodista además, asegura que lo extorsionaron: “Antes del juicio me pidieron mucho dinero para no avanzar con la causa. Como no accedí porque soy inocente y tengo las pruebas, no les quedó otra que continuar. El otro abogado litigante, Guillermo Armani, le compró un auto a la chica, en el 2015. Tenía todos esos datos y jamás se investigó. Evidentemente se conocían y no sé qué había en el medio pero nadie regala un auto por que sí. La chica vivía en un piso en Ayacucho y Las Heras y no tenía ingresos y tampoco investigaron porque decían que no se podían meter en la vida privada. Estoy muy enojado con la Justicia porque no trabajó y, más allá de mis abogados, el fiscal fue el único que hizo bien las cosas. Una de las acusaciones que me hacían no tenía ni siquiera, fecha concreta...”.
-¿Qué otras pruebas no se investigaron?
-Ellos presentaron dos testigos, a uno no podían encontrarlo y yo lo hice en media hora: era un ex jugador de futbol, llamé al último club en el que estuvo, pedí el número, me lo dieron y se lo entregué a la justicia. ¿Tan difícil era eso? Y el testigo fundamental de la otra arte, un amigo de ella a quien llamó para mostrarle los golpes y moretones, terminó dándome la razón porque confirmó con fecha segura algo que yo decía y es que ese día ella le mostró los moretones a las 22.30 y yo salía del canal 00.30 y llegué a su casa media hora después. Entonces, ella ya tenía los moretones. Además cambiaron la declaración varias veces. No quiero mencionar a la chica porque también es una víctima y sé que rehízo su vida y me parece genial, porque es lo que estoy tratando de hacer yo. Estuve mucho tiempo guardándome la verdad.
-¿Pensás que la Justicia actuó mal o fue un complot?
-La Justicia definitivamente actuó mal, sobre todo el juez Alejandro Becerra que no hizo justicia. Después de la primera audiencia, que fueron cuatro, tuve problemas de salud. Un día fui con 40 grados de fiebre a la guardia del CEMIC, me desvanecí y amanecí en terapia intensiva, intubado. Me bajaron las defensas, tuve pleuresía, me sacaron un litro y medio de agua de uno de los pulmones. Y para ir a la segunda audiencia firmé mi alta voluntaria para no dilatar esto, porque quería que terminara todo de una vez. Para mí fue un calvario. En 50 años nunca tuve una demanda, ni un juicio y de pronto me encontré con todo esto. Después de la segunda audiencia me volvieron a internar y me sacaron otro litro más de agua de los pulmones; no tenía capacidad pulmonar, me agitaba de nada. En esas dos semanas de internación perdí diez kilos de masa muscular. No trabajaba, porque estaba convaleciente, no tenía fuerza, me caía en la calle y hasta arrastraba una pierna. Estaba muy angustiado.
-Te declararon culpable y ahora te sobreseyeron, ¿cómo fue ese proceso?
-Estoy enojado con la Justicia y con los jueces, fundamentalmente. Me declararon culpable a pesar de todas las pruebas que presenté y me dieron seis meses de prisión en suspenso, que es el mínimo. Y en diciembre me sobreseyeron sin costos porque la causa estuvo quieta durante más de dos años. Quedé libre de culpa y cargo; es como si el juicio no hubiera existido. Mi vida se desbarrancó en muchos aspectos pero tuve suerte de tener familia y amigos y mis abogados, Maximiliano Rusconi y Martín Chasco, que me acompañaron en todo momento. En estos dos años y medio entré en una depresión terrible, quedé sin casa porque me separé de la madre de mi hija y la verdad es que le pido disculpas por este daño estúpido. Dormía en casa de amigos. Todos estuvieron al pie del cañón, me prestaron hasta dinero.
-¿De qué viviste en estos dos años y medio, desde que te fuiste de Confrontados (Canal 9)?
-Renuncié a la tele, a la radio y a un instituto en el que daba clases. Me quedé sin nada y me comí los ahorros, esperando que todo se solucionara. Y como se estiraba empecé a vender cosas: mis discos, mis libros, la ropa, los zapatos, y cosas que me daba mi familia como vajilla, cámara de fotos. Era una especie de “Mercado Libre Man” y con eso sobrevivía. Como no me alcanzaba empecé a vender productos estéticos de marcas por catálogo, reduje mis gastos al mínimo hasta que entré a Cabify, hace poco más de un año. Encima tuve un accidente con destrucción total del auto y no me pasó nada porque Dios y los airbags me protegieron. Hoy trabajo de noche porque hay menos locura. Encima en septiembre pasado falleció mi mamá, que estuvo muy angustiada, y no le pude dar el gusto de que viera el tema solucionado. Eso me dolió muchísimo. Se fue sin saberlo, porque me sobreseyeron tres meses después de su muerte.
-Ahora, poco a poco te estás rearmando…
-Sí, y tengo ganas de volver a trabajar de mi profesión, de lo que hago desde hace 35 años. Arranqué como productor de radio en Splendid, con Germinal Nogués, mientras estudiaba periodismo y locución. Esta es mi vida. Soy un operario de una fábrica de ilusiones, porque cuando trabajas en los medios vendés fantasías. Estoy casi por tatuarme un aviso clasificado en la frente: “busco trabajo”. Mi capacidad de trabajo ha quedado demostrada y estoy entrenado para seguir haciéndolo. En los programas de debate soy un discutidor profesional. Me da un poco de temor el nivel de baja tolerancia que hay para el disenso, cosa que no pasaba hace unos años, pero uno se va amoldando. La verdad, me asombré de mi fortaleza moral, aunque llena de debilidades porque estoy medicado.
-¿Te da miedo pensar en iniciar una relación amorosa?
-Pánico. Tuve una relación muy pasional pero la terminamos porque, al final, no estaba buena. Me da miedo conocer a alguien porque no sabes si tenés sexo y al otro día te acusan de algo. ¿Cómo demuestro que no pasó lo que dicen que pasó? ¿Lo grabo? Quedás paranoico, vulnerable. Es una situación muy rara. De verdad, si me gusta alguien, me da miedo avanzar. Ya pasó, pero el daño es enorme y estoy económicamente en la quiebra, sobreviviendo con lo que trabajo con el auto de lunes a lunes durante 8 horas diarias. Y sigo vendiendo cosas en mercado libre y también productos por catálogo. No se me caen los anillos pero no es el laburo que quiero.
-¿Cómo saliste de esa depresión?
-Nunca me rendí, pero me escuché. Hubo días en los que no tenía ganas de levantarme de la cama y negociaba quedarme un poco más pero me levantaba, sacaba a pasear a la perra, veía a mi hija, me buscaba pequeñas obligaciones.
-¿Hiciste terapia?
-Sí, y sigo. Y todavía hoy estoy medicado.
-¿Hablaste con esa mujer que se denunció?
-Nos vimos antes del juicio en un lugar público. Me dijo que no sabía nada de la extorsión, que no sabe por qué lo hizo, que la obligaron. No me pidió disculpas pero asegura que no fue responsable de todo lo que generó, que no sabía que iba a pasar todo lo que pasó. Yo creo que lo que buscaban era presionarme, sacarme plata y terminarlo. Pero no les salió bien y siguieron toda la farsa porque el mensaje es aleccionar a los otros. Hasta discutí con uno de mis abogados porque me ofrecieron una probation pero no acepté porque vivo de mi nombre y si aceptaba quedaba bastardeado para siempre, porque para el común de la gente es una forma de lavar las culpas. Y yo no tengo nada que lavar. Prefería ir a juicio, sabía que lo iba a ganar porque creía en la Justicia. Ya no.
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