Vuelve al teatro con un unipersonal y reflexiona sobre la decisión de vivir en Pinamar; además le contó a LA NACION sobre su vida de casado, sus ganas de ser papá y la fantasía del regreso de CQC
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Aunque hace casi veinte años que pasa los veranos trabajando en Pinamar, la cuarentena lo empujó a quedarse un poco más en la costa y entender que es un futuro posible. Así, hace ya largos meses que vive una semana en Pinamar y otra en Buenos Aires. “Viajo para conducir Ranking Yenny todos los sábados a la mañana en La 100, y a la noche hacemos Santo sábado, por América”, explica a LA NACION el Pelado López. Pero, ahora, a partir del 7 de octubre deberá pasar un par de días más en Buenos Aires porque estrena El trabajo que me dio no trabajar, todos los jueves de octubre y noviembre, a las 21, en la sala Pablo Picasso del Complejo La Plaza. “Son ocho únicas funciones y la idea es seguir en 2022”, precisa. Además el actor y conductor habla de la relación con su mujer Nella Ghorghor, de sus ganas de ser padres y de la posibilidad del regreso de Caiga quien caiga.
.¿Te dio mucho trabajo no trabajar?
-(Risas) Creo que el título fue para reivindicar un poco al verdadero laburante y cuando uno hace lo que le gusta solo tiene que agradecer. La verdad es que hago mucho para no tener que trabajar, entre comillas, aunque durante años hice cosas solamente para tener un ingreso, como le sucede a mucha gente. Es un título divertido porque, en definitiva, estoy cumpliendo treinta años de trabajo y en el unipersonal hablo de ese recorrido y me río un poco de mí. Lo armamos con Jorge Leiva, que se ocupa de la puesta en escena, y las luces y la ambientación son de Marcelo López Carilo, que es mi hermano y trabaja en teatro mucho antes que yo. De hecho es él quien me recomendó estudiar con Agustín Alezzo, hace treinta años. Me pareció lindo sumarlo en este proyecto porque Jorge es como un hermano postizo y, de alguna manera, se armó una troupe familiar. Hicimos este espectáculo en el 2011 y 2012, siempre pocas funciones porque yo no tenía disponibilidad y en 2016 estuvimos en el Chacarerean. Lo vamos aggiornando, el espectáculo tiene un 50% de interacción con la gente y por eso cada función es distinta. Además cambiamos algunos monólogos y mechamos con temas como la ansiedad que nos carcome al punto de no escuchar un audio de WhatsApp de un minuto y medio. Vamos adaptándonos a medida que los tiempos proponen otras cosas.
-¿Siempre te reíste de vos o aprendiste con los años?
-Me divierte reírme un poco de mí. Me acuerdo que Alezzo me decía que para hacer humor estaba bueno reírse primero de uno. Es algo que traigo conmigo. Me voy riendo un poco de todo lo que hago, lo que me da lugar a jugar con la gente en el unipersonal. Se arma un clima muy divertido y nadie se siente agredido. Es un buen plan para grupos, solos y solas o parejas porque hay momentos dedicados a cada una de estas opciones.
-En tu vida personal, ¿también desviás todo hacia la comedia o sos más dramático?
-Me despierto todos los días de buen humor, me gusta ridiculizarme, reírme de mí. En mi vida cotidiana, compartiendo con mi mujer, apunto a eso. Me parece que reírse de uno es hasta una buena herramienta porque si vos te reís primero ya estás protegido, de alguna manera.
-¿Te mudaste a Pinamar?
-Vivimos una semana en Pinamar y otra en Buenos Aires porque el trabajo que me dio no trabajar me permite ir y venir. Vuelvo los jueves para hacer la función y el sábado a la mañana hago radio en La 100 y a la noche estoy en América con Santo sábado. Vuelvo a Pinamar y trabajo para mi radio Estudio Playa, que para mi será por siempre la radio de (Juan Alberto) Badia, pero estoy a cargo desde hace cuatro años.
-¿La compraste o tenés una función gerencial?
-La radio es mía. En el momento en que estaba por desaparecer, en 2017, y tenía muchas deudas, la familia Badia y sus socios me dijeron que les parecía una buena idea que yo me hiciera cargo. Sentían que podía ser una continuidad linda y siempre digo que me encantaría que él estuviese y yo solo dedicarme a hacer mi programa de radio a la tarde. Por alguna razón sucedió de esta manera y aunque nunca fue mi plan, un día me encontré con que esa radio era mía y con mucho respeto y cariño la cuidamos. Este próximo verano cumplo mi temporada numero veinte, ininterrumpida, así que esta radio es gran parte de mi vida. Volviendo a mi lugar de residencia, a veces fantaseo con quedarme a vivir directamente en Pinamar. La pandemia me agarró en la costa y más allá de que tenía permiso de circulación, me instalé y solo viajaba a Buenos Aires los viernes para trabajar. Ahí comprobé que en realidad es un viaje de tres horas y media y muchos que viven en Gran Buenos Aires y trabajan en CABA viajan muchas horas también. Me parece que la pandemia modificó un poco algunas cuestiones y, por ejemplo, muchos ya trabajan desde sus casas.
-Tenés trabajos que te duran muchos años, ¿no?
-Hace 12 años que hacemos Ranking Yenny y nos va bárbaro, tenemos mucha audiencia. En Cuatro Cabezas estuve 15 años y me fui porque cerró sino hubiese seguido. Me quedo donde estoy cómodo, aunque haya otra propuesta de más dinero o más tentadora. Trabajando para CQC y Zapping, en Telefe, me llamó Adrián Suar y agradecí y dije “no”; o haciendo Lo sabe no lo sabe, en América, me llamó Tomás Yankelevich y agradecí y dije “no”. Si funciona, no tengo una ambición desmedida. Hay gente que nunca se queda quieta ni conforme en ningún lado, pero a mí me gustan los proyectos a largo plazo.
-En los ‘90 debutaste como actor y te sumaste a CQC en 2002, ¿qué hiciste en el medio?
-Hice mi primer bolo en el ‘92, en La banda del Golden Rocket y en el ‘94 en Montaña rusa, y hasta el 2002 hice pequeñas participaciones en un motón de otros programas. Cuando empecé como notero de CQC lo divertido era que me cruzaba con actores y actrices con quienes había trabajando y por supuesto, no me recordaban porque había pasado inadvertido. Fui clown del Circo de la Costa, hice teatro callejero e independiente. Todo lo que puedas imaginar, digno, lo intenté y por suerte la pegué en CQC, que fue como entrar a jugar en River, superó mis expectativas.
-¿Fantaseaste alguna vez con que CQC volviera?
-Sí, y sigo fantaseando porque es un programa con un formato pensado por Diego Guebel y Mario Pergolini, tan novedoso e interesante que hoy seguiría siendo muy oportuno. De hecho, la actualidad de nuestro país da letra para CQC todo el tiempo y te podés hacer un festival. Lo que siento es que quizá hoy la gente está muy irritada y muy marcada la famosa grieta, entonces sería un problema hacer un programa y que no te tilden de estar de un lado o del otro. En realidad estaría buenísimo poder hacerlo y que la gente entendiera que es solo un programa de televisión que se ríe, entre comillas, de la actualidad. Porque CQC además tenía un contenido y decía lo que mucha gente pensaba.
-Alguna vez contaste que quieren ser padres con tu mujer, ¿siguen las ganas?
-Es nuestro proyecto pero lo vivimos tranquilos... Llevamos un año y medio casados, pasamos por el Civil una semana antes de que el mundo cambiara, el último viernes de marzo era una vida normal en la Argentina, el 13, y el 20 empezó la cuarentena, que también fue una gran prueba de amor. La verdad no fue un gran esfuerzo porque ya pasábamos mucho tiempo juntos y nos llevamos muy bien. Por supuesto que tener un hijo es un proyecto, pero tampoco es algo que nos genere prisa ni mucho menos, sobre todo a Nella que es joven. Y para mí ser padre grande, con un año más o menos me da igual. Cuando sea, será un placer.
-¿La convivencia no los agobió en ningún momento?
-Honestamente, estamos lejos de eso. Al contrario, nos unió más. Desde que estamos en pareja siempre pasamos mucho tiempo juntos y nos hace bien. Es más, la cuarentena no modificó demasiado nuestra vida diaria. Por ahora no me dijo que me busque otro trabajo más (risas).
-¿Quién te bautizó Pelado?
-Mario Pergolini, y quedó. Muchos no saben que me llamo Guillermo y por ahí me dicen Gustavo. Fui el Pelado de CQC y desde hace un tiempo me conocen como el Pelado López. A los 30 años me pelé por accidente con una máquina que pensé que cortaba más largo y me dejó rapado. No me disgustó y decidí quedarme rapado.
-Este año estuviste internado por Covid, ¿qué recuerdos tenés de ese momento?
-Pasé dos semanas feas en mi casa y cuando supuestamente me iban a dar el alta, empecé a saturar mal y terminé internado cinco días, por precaución. Me atendieron increíblemente bien, estoy muy agradecido, pero el Covid me llevó 20 días en total y un par de meses recuperarme. Cuando decidieron internarme fue muy feo porque a mi mujer no la dejaban pasar ni siquiera a la recepción de la clínica y yo pedí que me permitieran despedirme, darle un abrazo porque no sabía cuánto tiempo iba a estar ahí adentro. Entré muy asustado y salí muy agradecido a los médicos y a Dios, por haber tenido la suerte de pasarlo y hoy estar contándolo.
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