Guillermo Bredeston: del retiro en pleno éxito a su increíble historia de amor con Nora Cárpena
Se cumplen cinco años de la muerte de este actor que se inició como galán, se convirtió en rey de la comedia y se volcó luego a la producción teatral
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Nacido en Concepción de Uruguay, Entre Ríos, el 24 de agosto de 1933, Guillermo Juan Bredeston llegó a Buenos Aires para estudiar abogacía y durante los primeros años vivió con una tía. La curiosidad lo llevó a anotarse en un taller de teatro que dictaban en la universidad y entonces le picó el bichito de la actuación que quizá siempre lo tuvo porque su papá, Juan José, era un actor de teatro independiente en su ciudad natal. Fue galán de muchas novelas y el rey de la comedia. Tuvo un primer matrimonio que duró poco, conoció a Nora Cárpena haciendo una novela y se enamoraron en la vida real, tal cual les sucedía a sus personajes en la ficción. Bredeston se retiró de la actuación para dedicarse a la producción, y se convirtió en uno de los artífices de la obra Brujas. Falleció el 28 de julio del 2018, luego de sufrir cinco ACV (accidente cerebro vascular) que impactaron fuertemente en sus últimos siete años de vida.
Se formó en la Escuela Nacional de Teatro y una de sus compañeras fue René Roxana, la mamá de Ricardo Darín. “Fueron noviecitos en esa época”, le confía Nora Cárpena a LA NACIÓN. Empezó haciendo giras teatrales por el país con su colega y amigo Rudy Carrie y luego hizo radioteatro, en Radio Nacional, junto a Nora Massi.
Llegó a la televisión de una manera muy particular. En la escuela de teatro enseñaban muchas disciplinas, entre ellas maquillaje. Cuando se abrió Canal 7, César de Combi, que era el profesor, decidió llevar a tres alumnos para que lo ayudaran y uno de ellos fue Bredeston. Maquilló durante mucho tiempo hasta que en un momento tuvo que decidir su camino y eligió ser actor. Dejó de maquillar y comenzó a hacer pequeños papeles. Trabajó en Canal 7 en un programa de Chicho Serrador, quien le propuso ir a España a hacer Aprobado en castidad, en teatro. Cuando terminó la temporada, volvió a Buenos Aires y se sumó al elenco del teleteatro Palmolive del aire. Buscaban caras nuevas, y lo contrataron a él y a Nora Cárpena.
Su trayectoria en televisión es larga: en 1960 hizo el programa La mano, y desde entonces todos los años estuvo en una nueva producción, durante más de dos décadas. Hizo ¿Es Usted el asesino?, Quinto año Nacional, Mañana puede ser verdad, Hamlet, Tu triste mentira de amor, Su comedia favorita, Desesperadamente vivir, los teleteatros de Palmolive, Adorable profesor Aldao, La piedra contra el cristal, Los que no debían amarse, Muchacho triste, Así en la villa como en el cielo, La comedia del domingo, Mi amigo Andrés, Hermosas mentirosas, Noche de comedia y Las comedias de Guillermo Bredeston y Nora Cárpena, que la pareja protagonizó durante varias temporadas.
En cine debutó en 1958 con la película Pobres habrá siempre, a la que le siguieron Las furias, Dar la cara, Allá donde el viento brama, La familia Falcón, La cigarra no es un bicho, Pimienta, Deliciosamente amoral, El monte de las brujas, ¡Quiero besarlo señor!, El mariscal del infierno y Con mi mujer no puedo. En teatro hizo Aprobado en castidad, Ensalada de ternura y tomate, Los días felices, entre otras.
Hacia finales de los ‘80, Bredeston se replanteó su profesión y planeó su retiro. En una nota radial, unos años después, contaba: “Me retiré de la profesión en pleno éxito haciendo las comedias con Nora porque no quise estar más en la mecánica de la competencia, en esa lucha y la vanidad que significa ser actor, y quise volver a mis raíces y por eso seguí con el trabajo de producción. Tuve la fortuna inmensa de terminar con un éxito muy grande y por años la gente me habló de esas comedias. Nunca me arrepentí porque fue una decisión que me llevó mucho tiempo tomar, y lo hice muy consciente. Y tuve la inmensa fortuna de que en ese momento apareciera Brujas que satisfizo plenamente mi trabajo en el mundo del espectáculo”.
Sobre el retiro de Bredeston, Cárpena le dijo a LA NACIÓN: “Hicimos temporadas del Hermitage de Mar del Plata durante 6 años, y poco a poco empezó a producir las obras. Un buen día dijo que no quería trabajar como actor y creo que fue por varias cosas. Por un lado, pensó que ya estaba, que había dado todo como actor y, por otro lado, tenía agorafobia, aunque de eso no se hablaba en ese momento. Decidió retirarse y empezó a producir seriamente y ya no trabajo más como actor hasta que volvió a hacer teatro en una temporada en Mar del Plata con Rodolfo Bebán y Guillermo García Satur, una comedia que se llamó Los galanes peinan canas. Hacía mucho que no trabajaba, fue una temporada muy exitosa”.
En el 2011 sufrió un ACV y desde ahí su salud comenzó a deteriorarse; tuvo cinco en total. “Uno de los ACV fue isquémico y le afectó la capacidad de deglutir y el lado derecho de su cuerpo, pero se recuperó mucho. Volvió a comer y caminaba con bastón. Después tuvo otro en 2012, estuvo internado cuarenta días, ya dejó de caminar y apenas comía solo… Después sufrió una neumonía severa. Si él pudiera hablar, pediría eutanasia”, contaba Cárpena en octubre de 2017.
La gran historia de amor
“Mi vida con Guillermo es una gran película de amor. Hemos pasado momentos fantásticos y otros duros, pero yo rescato los más felices”, le dice Cárpena a LA NACION. “Nos conocimos en el ‘64 haciendo el teleteatro Palmolive al aire. Hicimos una temporada de tres o cuatro meses y después, en verano, contrataban a otra pareja y la pareja estable volvía en marzo. En esa primera novela él estaba casado aunque, voy a decir la verdad, fuimos a tomar café dos o tres veces, y una vez a comer. Yo vivía en Quilmes y a veces él me llevaba a Constitución donde yo me tomaba el tren Roca. Era un coqueteo… ‘Que quiero, que no quiero’. Pero era otra época y yo no me animaba a muchas cosas”.
“Según me contaba, no estaba bien con su mujer, pero qué iba a decirme (risas). Terminó la novela y no nos vimos más hasta marzo del año siguiente, para hacer el nuevo teleteatro y entonces ya estaba separado. Empezamos a salir dos o tres meses después y al año nos fuimos a vivir juntos, porque todavía no había divorcio. Nos casamos vía México y por civil después del ‘83. Mis hijas ya eran grandes, tenían novio y todo. Nos casamos solo por civil, porque no pudimos casarnos por iglesia porque él ya se había casado. A mí me hubiese gustado, porque yo soy practicante”, continuaba su relato la actriz.
Bredeston y Cárpena estuvieron juntos por 52 años y compartieron trabajo, casa y familia; tienen dos hijas, Lorena y Nazarena, y siete nietos. Tuvieron sus crisis y hasta estuvieron separados durante un año, cuando corrió un rumor sobre un romance de ella con un compañero de elenco. “Estuvimos un año separados porque empezó a circular el chimento de que yo tenía un romance con otro, pero no fue verdad”, contó varias veces la actriz. “Sufrí muchísimo. Pesaba 46 kilos, era un esqueleto. Vino mi suegro, que vivía en Entre Ríos, intervino toda la familia”.
Emocionada, Cárpena lo recuerda: “Compartimos muy buenos momentos con Guillermo. Estuvimos muchos años juntos pese a los problemas que pudimos haber tenido, como cualquier pareja. Momentos buenos y otros no tan buenos, nunca terribles. Viajamos mucho, solos y con amigos, porque a los dos nos gustaba viajar. Me quedan los mejores recuerdos, dos hijas y siete nietos. Creo que fue un buen hombre, honesto y muy divertido, aunque parecía serio. Teníamos largas charlas. Pasé por todos los estadios con él: la pasión, la locura del comienzo del romance, el disfrute a pleno, de espíritu y sexo, nuestras hijas y después la quietud de poder ver televisión con crema en la cara. Luego vino su larga enfermedad y tengo la satisfacción de haberlo podido acompañar. Creo que se sintió acompañado. Fue un gran padre y un buen abuelo, aunque no conoció a los nietos más chicos. Con el mayor, de 30 años, tenía una relación fantástica”.
Cárpena tiene anécdotas sobre los muchos viajes que compartieron: “Era muy jugador, nada le divertía más que el casino. Con Carlos Rottemberg hacíamos giras y ellos buscaban ciudades con casinos (risas). En un viaje que hicimos a Europa con Emilio Disi, Dorys del Valle, Pablo Codevilla y Silvia Pérez, alquilamos auto y parábamos en ciudades donde había casinos, claro. En un momento le dio por jugar al paddle, le gustaba ver teatro, era un gran lector. Fue mi gran amor y un buen compañero y tuve la dicha de vivir momentos apasionados y serenos también”.
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