En una extensa charla a solas con LA NACION, la jurado de ShowMatch y pareja de Marcelo Tinelli abrió su corazón para contar su historia de vida: ser criada por padres adolescentes, el vínculo con sus hijos, la relación con su ex Sebastián Ortega y el amor con el conductor estrella de “La Academia”
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“Es un espacio interno y, a la vez, externo, que te permite abstraerte, pero no se trata solo de una evasión de la realidad, sino de encontrar otros mundos”. La charla con Guillermina Valdés comienza hablando sobre libros, la afición de la exmodelo y empresaria que le permite pensarse y bucear en sus universos más íntimos. “De chiquita me aburría mucho, así que en la lectura encontré un espacio para habitar otros lugares”, sostiene la creadora de la línea de cosméticos GUIV.
Pareja de Marcelo Tinelli, jurado revelación del certamen “La Academia” de ShowMatch, mamá de Dante, Paloma, Helena, fruto de su relación con el productor Sebastián Ortega, y de Lorenzo, quien coronó su vínculo con el conductor estrella de eltrece. Todo eso y más. A los 44, la necochense mantiene mucho del ritmo pausado de su ciudad natal frente a las costas de playas infinitas sobre el Atlántico. Algo de esa esencia es la que encuentra en sus búsquedas literarias: “Leo mucho sobre filosofía porque soy curiosa de la vida. Durante la pandemia leí El libro tibetano de la vida y la muerte, que significó un antes y un después para mí. Es un material muy antiguo que, por momentos, me resultaba muy pesado, pero que no podía parar de leer”, refiere sobre esas ideas expresada por el maestro Rimpoche Sogyal.
-¿En qué te modificó ese material?
-Me dio otra mirada sobre la vida. El autor es un budista, de la línea tibetana, que piensa la muerte desde un lugar muy profundo. A partir de eso comencé a investigar, creo que Oriente tiene una mirada mucho más introspectiva que los occidentales. Nosotros tenemos una mirada negada sobre algunos temas. La cultura oriental fomenta que los chicos, en el colegio, tengan materias que proponen el autoconocimiento.
-En Oriente no solo hay una concepción más introspectiva de la existencia, sino que se piensa a la muerte desde un lugar muy sano.
-Hay que naturalizarla, si vamos a ir todos al mismo lugar.
-Una parte de la vida.
-Me ha pasado de estar en la mesa hablando sobre este tema y que Marce (Tinelli) se pusiera incómodo porque estaba Lolo presente.
-Vos te parás en el lugar opuesto...
-Es que no podemos educarnos teniendo a la muerte como un tema tabú. Además si incorporamos la muerte, vamos a valorar mucho más la vida y a tener un entendimiento totalmente diferente del día a día, de las cosas simples.
-En general, se aborda la cuestión de la muerte en cierta etapa de madurez de la vida. Sin embargo, no es tu caso, sos muy joven.
-Creo que el Covid nos impulsó a este tipo de planteos, no es casual que a El libro tibetano... lo encontré en un momento en el que solo se hablaba de miedos y muerte. Si la muerte era una posibilidad real, y por eso todos nos encerramos en nuestras casas, había que indagar qué era eso tan temido.
-La pandemia puso en blanco sobre negro la finitud.
-Nos la puso en las narices.
-En tu vida, ¿padeciste muertes cercanas que te han marcado especialmente?
-Sí. A los 27 me enteré que había fallecido mi hermano siendo un bebito, pero mi mamá nunca me había hablado sobre tema.
-¿Cómo te enteraste?
-Se le escapó a mi abuela. Me dijo: “Vos eras tan celosa que a tu hermano no lo podíamos acariciar”. Y yo le respondí que tenía una hermana, no un hermano. Ahí mi abuela se dio cuenta de que nadie me había hablado sobre el tema. Yo creo que, que él se haya ido y yo me haya quedado, implicó una enorme responsabilidad. Es la primera vez que hablo sobre esto públicamente.
-¿Sentías culpa?
-No diría eso sino que sentía responsabilidad por haberme quedado.
-¿Cómo te modificó enterarte de una noticia tan movilizadora?
-A partir de ahí, todo es gratitud. Fue un proceso que comencé a los 27 y terminó a los 44. También me marcó la muerte de mi padre, que falleció a sus 46 años víctima de un cáncer de colon.
-¿Vos que edad tenías?
-27.
-La edad en la que te enteraste que tenías un hermano fallecido...
-Sí, todo fue para la misma época, con un año de diferencia.
-Demasiado para un lapso tan corto.
-Ahí comienza en mí el pensar sobre por qué alguien se queda y otro se va.
-Tu hermana, ¿es mayor que vos?
-No, menor. Soy hija de adolescentes, cuando me tuvieron, mi mamá tenía 16 y mi papá, 17. Mamá quedó embarazada a los 15, en su primera relación sexual. Soy fruto de ese momento.
-¿Fue sencillo tener una mamá tan joven?
-Al principio me costó.
-¿Por qué?
-Era divina... Cuando yo tenía 15, ella tenía 31 y mis compañeros venía a tomar la merienda a casa para ver a mi mamá. Yo era re flaquita y mi mamá, una bomba. Me costó, pero hoy es lo más lindo que me pudo pasar. A los 44, la edad que yo tengo ahora, ella ya tenía tres nietos. Hoy, a los 61, sigue siendo una abuela joven tanto para Lorenzo, que tiene siete años, como para Dante que ya cumplió los 21.
-Siendo adolescentes para tus padres debe haber sido algo traumático la noticia del embarazo.
-Fue terrible, un caos absoluto. De hecho, estuve entre la vida y no nacer. No fue un embarazo deseado o elegido, así que hubo dudas. Finalmente se tomó la decisión y siguieron adelante.
-¿No se separaron?
-Siguieron juntos. Mi mamá terminó la secundaria en Tandil siendo madre. Es una linda historia, con todo el aprendizaje que trae. Fue crecer a la par de ellos y eso me hizo ser muy madura, crecí de golpe y no tengo recuerdos de haber jugado con juguetes.
-¿Fuiste una adolescente rebelde?
-No. Era algo contestataria y a los 17 me independicé. Nunca les pedí nada, siempre tuve el peso de hacer las cosas bien.
-Si como hija hiciste los deberes, como madre ejerciste la misma responsabilidad. Al menos, eso es lo que se percibe.
-Ser madre es otro aprendizaje muy grande. Soy una mamá comprometida y eso implica poner límites constantes. Una puede estar presente, pero si no se compromete, no sirve. Es complejo, se disfruta ser madre, pero también se padece. Te preguntás si estás haciendo las cosas bien. De pronto, me veo peleando con mi hijo de 20 años y pienso que está grande para ponerle límites, pero también la adolescencia se extendió y él vive en casa, entonces debo retarlo si algo no me parece.
-Por una cuestión generacional, podés comprender determinadas actitudes.
-Psicoanálisis de por medio, uno los ampara más. Antes la respuesta a un hijo era un “no” porque sí.
-No se explicaba ni se justificaba.
-Por supuesto, era “no, porque yo te lo digo”. Ahora, en cambio, hay que justificar todo, “yo te lo digo porque si vos hacés eso, te puede suceder tal o cual cosa”. Todo se convierte en una especie de manipulación, aunque suene un poco fuerte. Una, como mamá, tiene que rendir cuentas.
-Los chicos interpelan.
-Entonces los roles se ejercen de manera dificultosa. Todo es puesto en duda. Te increpan porque les levantás la voz y es obvio que les voy a levantar la voz. A mí me tenían cortita, pero me sacaron buena.
-De todos modos, el chico busca límites.
-Aunque parezca que no, siempre buscan los límites y, de grandes, lo agradecen.
-Pensando en esa educación que brindás como madre, a tus hijos se los percibe muy libres.
-Libres, pero no viven en un libertinaje, no es salir y volver a cualquier hora. Mis hijos son libres de elegir. Para mí fue un desafío cuando vinieron con determinadas inquietudes. No me dejan decir “elección” porque sostienen que cada cual es de una manera y que nadie elige sobre su sexualidad, así que hay que cuidar cada palabrita que se dice. “Mamá yo no elegí, soy” y una pide perdón. Yo me estoy deconstruyendo todo el tiempo. A los 44, es un gran aprendizaje.
-Para alguien de mayor edad es más complejo abordar determinados temas.
-Sí, pero, más allá de lo que vivieron mis padres, vengo de una familia clásica y estructurada.
-De todos modos, qué sano poder sostener ese diálogo con los hijos.
-Yo estoy aprendiendo junto a ellos sobre la libertad y el nuevo mundo que vivimos.
-En la presentación de Lizardo Ponce en ShowMatch, cuando abordó la temática de los colectivos LGBT+, se te vio muy emocionada.
-Los hijos llegan a nuestra vida para enseñarnos algo. Fue un tema que apareció en mi vida, lo llevé a terapia, pregunté, me asesoré cómo ayudarlos y, al indagar para acompañarlos, me di cuenta que ellos estaban muy bien. Eso me tranquilizó porque lo más importante para mí es que sean felices con todo su ser.
-Para los chicos no es tema, se manejan con una cabeza muy abierta.
-Son evolucionados y tampoco se etiquetan. Enseñándome sobre determinados temas, ellos me están criando a mí.
Exponerse
-A veces, la fama o la popularidad se convierte en una banalización. Sin embargo, que una figura como vos cuente su experiencia como mamá es un ejemplo que puede servir de modelo para padres que no encuentran la forma de manejar determinados temas en torno a sus hijos o convierten en problema aquello que no debería serlo.
-De otra forma, no tendría mucho sentido ser una figura pública. De todos modos, uno tiene que autopercibirse y ver en qué se va convirtiendo porque la fama puede convertirse en algo de mucho vacío.
-La fama es peligrosísima.
-Muy peligrosa si se la usa mal.
-Si pensamos en cuestiones de masividad, participaste de ShowMatch, como jurado de “La Academia”, el programa nacional y popular por excelencia.
-Fue un curso de oratoria, improvisación y exposición. Ahí no tenés nada, te tirás a la pileta.
-Desafío superado con creces, has sido la revelación del ciclo. Te descubrió mucha gente y en un rol que es muy complejo.
-Y al lado de mi pareja.
-Y esa pareja es nada menos que Marcelo Tinelli.
-Estás a merced de los prejuicios, de los que te etiquetan como “la mujer de...”.
-A comienzos de la temporada, ¿aceptaste enseguida reemplazar a Ángel de Brito?
-De una le dije que sí, pero después me quería morir. Soy la mujer de un jefe que no es cualquier jefe e iba a ir a juzgar sobre algo que prácticamente no conozco, a pesar que bailé danza jazz cuando era chica, pero no tengo formación clásica como para ir a evaluar. Así que más de una vez pensé: “En la que me metí, me van a morfar cruda”. Además tuve que vencer mi propio prejuicio sobre ese lugar en el que iba a convivir.
-El dilema se resolvió.
-Me propuse imaginar que estaba en mi casa y opinaba sobre cada situación que veía con sentido común y empatía.
-Siempre tuviste una mirada muy amorosa sobre los participantes, algo que no abunda en el jurado.
-Me manejé con las mejores intenciones.
-Tu pareja, en la intimidad familiar, ¿te hace devoluciones sobre tu trabajo?
-No. Siempre me dijo que estaba muy bien, que se me veía segura e instalada, pero nada más. ¡Y me reprochaba que nunca había querido ir al programa a visitarlo!
-¿Por qué?
-Sentía que la energía que había allí era muy fuerte. Siempre fui muy sensible, de mimetizarme con las energías del afuera, pero ahora transito una etapa de mi vida en la que estoy más plantada y donde me puedo separar de la mirada del resto.
-¿No pisabas el set de ShowMatch?
-Solo al primer y último programa de cada año y me iba mal, pensaba que tal o cual me había mirado mal y no quería ir más, pero Marcelo me dio una lección.
-¿Qué te dijo?
-Que era bueno que me hiciera presente y que estuviera en determinados lugares.
-Habitar los espacios.
-Exacto, habitar el lugar.
-Además debías trascender el prejuicio ajeno en torno a tu vínculo con el conductor del programa.
-Antes de arrancar me propuse no hacerme cargo de nada de lo que dijera el afuera porque, de lo contrario, no iba a poder cumplir con mi trabajo, me iban a dar el micrófono y me iba a anular. Así que apliqué el trabajito interior que hice durante la pandemia. Si sirvo bien y sino me dirán: “Muchas gracias, hasta pronto”.
-Te dijeron “muchas gracias” y te volvieron a llamar cuando Pampita fue madre...
-Y volvió a los diez días, pero me pidieron que me quedara.
Cuestión de números
-En la televisión, todo se evalúa con los arbitrarios parámetros del rating. En el caso de ShowMatch no obtuvo los mejores números. Sin embargo, tengo entendido que Marcelo Tinelli llegaba al set con el mejor humor.
-Él tiene una energía muy arriba, vibra muy alto, aunque tiene sus momentos, como todo ser humano. Con respecto de eso que planteás, te puedo decir que él sabe llevar a su grupo pase lo que pase. En cuanto al rating, cuando vio que no era el año que él esperaba, pasó por un momento complejo y luego llegó a la aceptación.
-Un largo tiempo de reflexión.
-Para nada, todo eso fue muy rápido. Marcelo enseguida transformó las energías y disfrutaba como si estuviera haciendo 40 puntos de rating. Le puso el cuerpo al programa, saliendo en vivo desde Don Torcuato y yéndose a la una de la mañana. No pidió grabar todo junto e irse de viaje. Y estará al pie del cañón hasta este viernes, disfrutando de su programa.
-Que hoy ShowMatch mida 8 puntos no invalida tres décadas de liderazgo.
-Absolutamente. Siempre están sus detractores, que son unos cuantos. Me subo al auto y escucho en la radio algunos comentarios absurdos. Siempre me pregunto si esa gente estará tan segura de sus carreras. Es parte del éxito de Marcelo generar amor y odio.
-El setenta por ciento de la programación de los canales de aire mide menos de 6 puntos, en el caso de Tinelli se lo interpela porque ha sido un exitoso histórico.
-Sucede con él y también con Mirtha Legrand y con Susana Giménez, pero a él se le pide siempre un poco más. De todos modos, está bueno mirar cómo Marcelo se para ante la vida. Para él, el rating son ruidos externos que nada tienen que ver con sus vivencias internas ni cómo él entiende la vida. Que Marcelo viva igual hoy que cuando hacía 30 puntos, es un gran aprendizaje para mí.
-Además, ¿quién no tiene un traspié en su carrera?
-Marcelo está en una etapa en la que entiende que el éxito no es algo que te da el afuera y eso es muy sano. Lo próximo que haga Marcelo es consecuencia de su entereza.
-¿Te cuenta qué proyectos maneja para el año próximo?
-Sí, algo cuenta, es una persona muy creativa. Todo el tiempo está pensando ideas.
Proyecto propio
Antes de la irrupción del Covid-19, Guillermina Valdés lanzó GUIV, su línea de cosmética sostenida con productos realizados con materias primas de origen natural: “Arrancamos online, sin saber que llegaría la pandemia. Tenemos un público increíble de mujeres de todo el país que nos compra”, sostiene orgullosa de ese emprendimiento avalado por un laboratorio de notable trayectoria.
-Si ser empresario en cualquier lugar del mundo es complejo, ¿qué sucede en la Argentina?
-Acá es el doble de complicado. Quería hacer los frascos con una matriz argentina, pero tuve que importar.
-¿Por qué?
-Tenés 12 productos y una matriz te la cobran tres mil dólares. Todo es muy pesado y duro.
-Cuando se emprende, se busca completar un nicho o realizar aquello que uno mismo consumiría. ¿Cuál fue tu motor?
-Quería una línea clean, sin parabenos ni sulfatos, que no afecte a animales y que beneficie a la piel. Siempre fui muy curiosa y cada vez que viajo voy a lugares, en donde se hacen cremas y cosméticos.
-Es muy creativo ese trabajo.
-Luego de hacer mi última obra de teatro, canalizo mi creatividad con este trabajo. Desterré el prejuicio que dice que los empresarios son fríos. Uno puede ser empresario y trabajar con mucha iniciativa y en equipo, vinculándose con la gente con amorosidad. Todos somos energía y el jefe déspota no va más.
-Algunos resabios quedan. En las últimas dos semanas salieron a la luz algunas denuncias sobre maltrato en la televisión.
-Eso hoy no se permite y está muy bueno que así sea. Vamos evolucionando.
-¿Te considerás feminista?
-Estoy aprendiendo, no me pongo ninguna etiqueta. Obviamente, estoy a favor de que la mujer tiene que tener la libertad de elegir, pero no voy a marchas. Teniendo dos hijas feministas, aprendo mucho de ellas. Las mujeres de hoy tenemos que agradecerles a las feministas que abrieron camino para que podamos llevar la vida que llevamos.
-¿Siempre fuiste una mujer libre?
-No. ¡Nooooo! De hecho, trabajo para tener la mayor libertad posible de pensar y elegir. Con respecto de las parejas, creo en la monogamia, defiendo esa postura, no veo otra opción, aunque no sé qué podría pasar el día de mañana. Hasta ahora, siempre he sido muy estructurada con mis relaciones. Me gusta construir un vínculo, cuidarlo, apostar y si no funciona y las cosas ya no van, decir “hasta acá llegué” y poder transformar esa relación.
-Tengo entendido que, a pesar de varias turbulencias luego de la separación, tenés vínculo con Sebastián Ortega, el padre de tus tres hijos mayores.
-Poco. Hablamos, sobre todo, por cuestiones vinculadas a los chicos.
-Cuando comenzaste a salir con Marcelo Tinelli, hubo voces críticas debido a que él había trabajado con Sebastián Ortega, ¿te pesaron?
-Fue muy loco lo que vivimos. No eran amigos y habían sido muy buenos compañeros de trabajo, pero yo jamás viví una amistad entre ellos. Marcelo no venía a comer a casa o a los cumpleaños. Se armó una novela de la nada y lo que me pesó fue esa novela.
-Te pesó la ficción y no el vínculo real.
-Cuando comencé a salir con Marcelo, yo era una mujer divorciada y mi expareja ya estaba en pareja, fue rarísimo lo que vino después. Sin dudas, era más machista la sociedad hace diez años.
-La sociedad patriarcal te juzgaba más a vos que a Marcelo.
-Totalmente, en una década cambiaron mucho las miradas de la sociedad. De todos modos, no hay que ser influenciado por la mirada ajena porque eso te desestabiliza.
-No vivir a través de los demás.
-Jamás. Mi vida es linda porque tomo mate a la mañana, mis hijos están sanos y me puedo tirar a jugar con mi perro, y eso lo voy a disfrutar siendo conocida o no. Si uno construye esa mirada de la vida, todo es más liviano, lo bueno y lo malo.
-Es necesario pensarse.
-Cuando me voy a dormir, pienso qué cambiar, qué hice bien o no. Palabra, acción, reacción, si no, te disociás. Ser incoherente te saca energía vital.
Ficciones
La actuación es otra de las facetas de Guillermina Valdés. Algunas experiencias teatrales, como las piezas Invencible y Sexo con extraños, la acercaron al mundo ficcional, vocación que aún persiste en ella: “La actriz está guardadita”.
-¿Te interesa volver a interpretar un personaje?
-Sí, pero teniendo el tiempo para prepararlo, regarlo como a una plantita. Disfruto mucho los procesos creativos, así que no quisiera perderlo, eso es lo valioso del artista.
-¿Algún personaje soñado?
-Durante muchos años quise hacer la vida de Gilda, pero ya la hizo Nati Oreiro.
-¿Por qué Gilda?
-Había cierta dulzura de su ser que siento que yo pescaría muy bien. También me gustaría interpretar algún personaje histórico como Lady Di.
-Mencionás a Gilda y a Lady Di, ambas muy empáticas con la gente.
-Volvemos al tema de la fama, ambas pudieron hacer algo interesante en el lugar que ocuparon.
-Se dice que Rosario siempre estuvo cerca, en tu caso... ¿Necochea?
-Muy cerca, amo a mi ciudad.
-Y Marcelo la disfruta mucho.
-Más de una vez es él el que me lleva, le encanta.
-¿Dónde se alojan?
-En alguna casa cerca del mar.
-Se los ve en la playa o por las calles, evidentemente la gente del lugar mantiene un vínculo menos histérico con la fama.
-Marcelo va a comprar la carne o le encanta ir al supermercado, y la gente se le acerca con mucho respeto para sacarse una foto. Es muy armonioso todo. A Marcelo le gusta que en Necochea no se le vayan encima.
-Y vos sos la ciudadana ilustre.
-Soy una vecina más.
Ensamblados
-Es muy sano tu vínculo con Soledad Aquino, la primera esposa de tu pareja.
-Tengo que valorar mucho lo que hace Marcelo, es el exmarido que todas quisieran tener, por el compromiso y el amor, y por entender que lo más importante son sus hijas. Y si una de las madres de sus hijos pasa un mal momento, él está ahí.
-Vos podrías no acompañar eso.
-Somos muy parecidos, entendemos que los hijos son lo más importante. Él acompañó mucho a Sole, estuvo en el trasplante y en su recuperación. Tienen una relación muy linda, la ha ayudado siempre. Lo mismo hizo con Pau (Paula Robles), con quien también nos llevamos súper. Eso es él, tiene esa capacidad.
-Y sos vos.
-Es construir, de eso se trata la vida.
-Una concepción tibetana.
-Sobre la vida y la muerte.
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