Periodista de Espectáculos y actor, pronto volverá a subir al escenario como parte del elenco que celebrará los 30 años del musical Drácula; en su niñez, en lugar de jugar al rugby como quería su mamá el ya veía los programas sobre la farándula y tenía definida su vocación
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Le encantaba la tele, admiraba a los famosos y quería ser parte de ese mundo. A Guido Zaffora la fama le gustaba desde chico, cuando en lugar de ir a jugar al rugby como quería su mamá se quedaba en su casa leyendo la revista Pronto y aprendiéndose de memoria los nombres de los actores de las novelas. Por eso no perdió tiempo y a los 17 años ya estaba arriba de un escenario, como parte del elenco de Drácula, el mítico musical de Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler. Pasaron 17 años y hoy, a punto de cumplir los 35, el periodista volverá a ese escenario como actor. Sin dejar de lado su rol como panelista en el ciclo de América Es por ahí, se subirá a cantar y bailar, junto a Cecilia Milone y Juan Rodó, los originales del debut en el Luna Park, hace 30 años.
-¿Esto es como cerrar un círculo?
-No sabés cómo estoy. Yo hice la gira de Drácula en Rosario, después del boom en el Luna Park. Fue mi primer acercamiento al mundo del espectáculo. Y para mí es un volver a empezar. Estoy absolutamente fascinado, no lo puedo creer.
-¿Querías ser actor?
-De adolescente quise ser actor, sí. Pero veía a mis mejores amigos que eran protagonistas: Fernando Dente, Josefina Scaglione, Vane Butera. Ellos son la selección del teatro musical. Son muy talentosos. Y yo, en un punto, pensé: “No sé si voy a poder ser protagonista porque no sé si tengo las condiciones”. Lo veía muy lejano. Tomaba clases, sí: estudié con Raúl Serrano, con los mejores profesores de danza, de canto. Me esforzaba, era muy metódico y muy responsable. Yo decía “yo quiero esto” y le daba para adelante.
-¿Y qué pasó?
-Hice varios musicales, hasta trabajé con Ana María Campoy en La importancia de llamarse Wilde. Pero en un momento me vi frenado. Justo me llamaron de Nickelodeon para hacer unas giras por Latinoamérica. Fui Backyardigan, Pocoyó, Barney, Los padrinos mágicos, Ben 10... Ahí gané un poco de guita porque el sueldo era en dólares y cuando volví de viaje decidí hacer lo que yo soñaba de chico, que era ser periodista. Me anoté en la carrera de Periodismo. Después también estudié Locución. Y el camino empezó a tomar forma.
-¿Cómo?
-Empecé a hacer castings y un día estaba repartiendo currículums y me encuentro a una productora, Mirtha Colly, que estaba buscando panel para El pueblo quiere saber, con Lucho Avilés. Le doy el currículum y me dice: “Lucho te quiere ver mañana”. Fui al programa y la invitada era Amalia Granata. Cuando termina, Lucho me agarra y me dice: “Pibe, tenés talento, tenés condiciones, vos tenés que seguir por acá”. Y bueno, la productora de Lucho era la misma de BDV (Bien de Verano), con Ángel de Brito. Y me llevó ahí de cronista.
-Y nunca paraste.
-Después de eso fui a un casting en Ideas del Sur, hice la fila en Olleros y quedé para la tribuna de Dale la tarde, el programa de Canal 13 con Mariano Iúdica y Florencia Peña. Un día necesitaban un cronista para hacer una nota con Carlos Monti. La hice y les gustó. Después, ellos mismos me volvieron a llamar para Viva la tarde y para Este es el show. Cuando ese programa terminó, pasé a América y acá estoy.
-¿Por qué querías ser periodista de chico? ¿En tu familia hay alguien que se dedique a la profesión?
-No. Mi papá es obstetra y mi mamá es agente inmobiliaria. Pero yo amaba la tele. Me gustaba Juan Castro, por ejemplo. Y me sabía toda la programación. Mi abuela María compraba la revista Pronto y yo me la devoraba. Y eso me marcó, yo crecí con la tele. Mi mamá quería que yo jugara al rugby, pero la verdad es que siempre me dieron mucha libertad. ¡Lo que yo quería era ver tele! Para mí, era inspiración pura. Yo soñaba con esas luces.
-¿Cómo fue que te viniste de Rosario a Buenos Aires?
-Por Pepe Cibrián y Angel Mahler. Yo tenía 17 años y ellos hicieron en Rosario una clase abierta y ahí quedé para trabajar. Hice todo el secundario rápido y me vine a Buenos Aires. Vivía en una pensión, de la que me terminaron echando.
-¿Por qué?
-Yo creo que por gay.
-¿Cómo por gay?
-Bueno, ahora somos todos mucho más libres, pero en esa época era distinto.
-A esa edad, ¿ya tenías todo claro?
-Sí, siempre supe que era gay. Una vez salí con una chica, pero para probar. Porque yo ya sabía. Me asumí rápido y el primero que se enteró fue mi viejo y fue hermoso. Me abrazó, fue un acto de amor enorme. Mi mamá se enteró después. Y siempre estuvieron para apoyarme. Eso fue muy lindo.
-¿Nunca sufriste discriminación?
-Bueno, ahora le dicen bullying. En ese momento, en el colegio te dejaban de lado, pero yo siempre tuve una personalidad muy potente. Yo iba para adelante, no me afectaba lo que podían llegar a decir. No lo escuchaba. Me resguardaba en mi arte. Yo era muy fantasioso. Armaba programas de televisión en la casa de mi abuela, me imaginaba las novelas. Creaba mi mundo. Y nunca presté atención a lo que me decían los demás.
-¿Qué significa para vos volver a hacer Drácula, que fue con lo que empezaste?
-Es una alegría, una revancha y una fiesta. Hace poco me junté con Angel Mahler a cantar y me dijo: “Vamos a ser parte de una fiesta”. Yo no puedo más, estoy insoportable.
-¿Ahora pensás que sí podés ser protagonista?
-Sí, obvio, lo pienso. Tengo la tele que me ayuda.
-¿Qué papel vas a hacer en Drácula?
-Voy a ser “pueblo”, que es súper protagonista. Es parte fundamental de la obra. Estoy muy feliz.
-¿Es una bisagra en tu carrera? ¿Vas a dedicarte finalmente a la actuación?
-Yo quiero seguir en la tele porque amo la tele. Mi próximo paso es conducir, muero por conducir un show. Algo como hice en teatro, con el Guido Concert, con invitados. Lo tengo muy pensado. Quiero que me llegue la oportunidad. Estoy muy conforme con lo que estoy haciendo ahora, porque creo que el camino es importante. No es que la cosas llegan de golpe.
-¿Te cuesta, como panelista, criticar a los actores?
-Yo soy bastante tibio, me cuido. Pero no reniego, me gusta ser periodista de espectáculos. Amo debatir, me gusta el panelismo.
-¿Te creés eso de que sos tibio?
-Este es mi estilo, mi personalidad. Yo no me quiero parecer a nadie, no quiero ser como otro. Nunca me interesó la copia por la copia o la crítica por la crítica. Yo digo lo que pienso. Si gusta, bien. Y si no gusta, está perfecto. He pedido perdón. No tengo ningún problema en pedir disculpas. Me he equivocado.
-¿Con quién te pasó?
-Con Julieta Prandi. Yo sabía lo que le estaba pasando con el marido y lo conté en Intrusos. Ella me llamó para decirme lo mal que la estaba pasando y yo pensé: “Uy, metí la pata”. Ahí le pedí disculpas a ella.
-¿Cómo sobreviviste en Intrusos?
-A (Jorge) Rial lo agarré viejo. Yo no sé si me hubiese bancado el Intrusos de 2001. A Rial lo agarré en una etapa completamente diferente de su vida. Y conmigo fue generoso. Me enaltecía la información. El último año que estuve no la pasé del todo bien, pero estábamos en medio de la pandemia, fue un año extraño. Y renuncié.
-¿Cómo se lo dijiste a Rial?
-Fui a su camarín, él se tiró en su sillón y yo estaba sentado enfrente, muy derecho. Me dijo: “A ver, qué tenés para contarme”. Y ahí le dije que me iba. El me habló maravillas de mi trabajo. Yo me sentí como en el final de El diablo viste a la moda, cuando Meryl Streep le dice a Anne Hathaway: “Todos quieren ser nosotros”.
-¿No te arrepentiste de haberte ido?
-No, ya no estaba cómodo, sentía que había cumplido un ciclo con él. Fueron tres años divinos. Nunca me sentí entre la espada y la pared. Sí pasaba que cuando yo trataba de calmar un tema o defendía a un actor, Rial me miraba con una cara... “Sos muy cholulo”, me decía.
-¿Sos cholulo?
-Ahora no, pero cuando era chico, sí.
-¿Por qué ya no sos cholulo?
-Porque empecé a entender cómo es el medio, que no es una profesión extraordinaria, es ordinaria, como cualquier otra. Yo no me creo más que nadie. Desde afuera se tiende a suponer que todo es perfecto, que todo es fabuloso, que tenemos canjes, una casa perfecta, que somos millonarios y no, es un laburo como cualquier otro. Saqué ese extra y pasó a ser mi trabajo de todos los días.
-Si después de Drácula te ofrecen ser actor y no te queda tiempo para ser periodista, ¿qué hacés?
-Trataría de congeniar y de negociar. Pero si es una propuesta de actuación que me seduce, dejo descansar esto y después vuelvo. Quiero hacer todo.
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