Precoz. Con tan solo cinco años, enfundado en un smoking talla extra small, acompañaba a Juan Carlos Mareco en el programa Homenaje. Disfrutaba de aquellas noches de sábado correteando por los pasillos del viejo Canal 13, el mismo en el que treinta años después comenzaría a conducir Bienvenidos a bordo, el programa más visto de la señal durante 2020.
Se crio en la tele, potrero de cemento atravesado por cables y cielo con parrillas de luces. Más de una vez, uso las cámaras como postes y alguna viga de un decorado fue el travesaño a desafiar. Esa fue su infancia. Atípica, fundacional de una vocación que lo atraviesa. "Me gusta estar en un estudio de televisión", dice a LA NACION, mientras asciende la escalera que lo conduce a su cuarto para poder conversar tranquilo, apartado del bullicio de su casa. Guido Kaczka tiene rango estelar, pero él se encarga de disimularlo. A su actual éxito en televisión se le suma el liderazgo en la mañana radial con No está todo dicho por La 100. "Soy cercano, lo siento de ese modo", reconoce.
Durante 2020, Bienvenidos a bordo lideró en eltrece y, en reiteradas ocasiones, estuvo entre los cinco programas más vistos de la televisión argentina. Cuando se piensen retrospectivamente estos tiempos pandémicos, algunas dinámicas de los medios podrán explicar los ánimos sociales. Acaso el buen destino del programa conducido por Kaczka refleje la necesidad de las audiencias por ir en busca de algo que se aparte de la tragedia provocada por el Covid-19. El entretenimiento como ¿desconexión?: "Tengo una mirada muy personal, creo que un programa como Bienvenidos a bordo conecta en lugar de desconectar", arriesga.
-¿A qué te referís?
-Conecta con lo auténtico, lo genuino, el juego. A veces, tanta información, tanto dato cruzado, produce una desconexión del mundo.
-Lo lúdico se convierte en una experiencia vinculante.
-Es una característica de mis programas, jugar siempre reúne. En un año de pandemia, con tanta información alienante, me parece necesario.
Con su socio Martín Kweller, Kaczka es el productor de Bienvenidos a bordo. Juntos lideran Kuarzo, compañía especializada en contenidos de entretenimiento y ficción. El ciclo del prime time de eltrece es el puntal actual de la productora, con un formato atípico que se va conformando en la praxis del día a día. "Es un quilombo hacer estos programas", reconoce con honestidad brutal. Extraño cóctel el de los ciclos de Kaczka: humor, participación de productores que se convierten en caras conocidas, figuritas de status mediático, juegos, premios importantes y una noble cuota de emoción. Ingredientes amalgamados que conforman un trago de agradable textura y sabor. "Con la excusa del juego, aparece el diálogo y eso trae el encuentro. En la gente produce una identificación con valores urgentes como la emoción, hay un puente que facilita eso en un contexto que pareciera ser más liviano. El participante puede reflejar el esfuerzo de muchos televidentes, hacerles sentir que los une el mismo remo", reflexiona.
Las historias espejan a la audiencia y los premios se convierten en una muy buena herramienta de ayuda solidaria. Cuando algún participante gana un taxi, aparece no solo la recompensa material sino la ilusión de una vida mejor: "Trato de salirme del tema de la ayuda o la solidaridad, aunque el que gane se lleve algo bien interesante como recompensa. El objetivo del programa es entretener, aunque es cierto que se entregaron muchos premios. Obviamente, en un tiempo como este, un auto representa algo importante porque las cosas están muy difíciles. Además, se genera algo muy particular: gana uno y se emocionan millones. Me quedo con eso".
-Es interesante cómo manejas la propia emoción: no hacés un desborde de eso, no hay una sobreactuación del llanto.
-Con el tiempo uno va aprendiendo a hacer menos, a no dejarse llevar y evitar la tentación de ubicarse en un lugar que, en definitiva, desubica. Con el tiempo uno se da cuenta que lo único que hay que hacer y ser, y es lo más difícil de lograr, es ser auténtico, ser uno mismo. Como decía Miguel Ángel: "No hago el David, le saco al mármol todo lo que no es David". Esa idea, de un genio como él, todos la podemos tomar. No hay que hacer tanto. A veces, hay que dejar de hacer para lograr una relación más verdadera con el participante.
-¿En ese "hacer menos" es donde aparece la empatía y cercanía que lográs con el público?
-Sí, es real, pero tampoco hay que confundir los roles. Aunque, como soy una persona que viene de los barrios de clase media, ahí hay algo que la gente identifica.
Traveling
La vida de los Kaczka se repartió por varios barrios porteños y localidades del conurbano. Ese asfalto recorrido le permite al conductor encontrar el tono justo para vincularse sin esnobismos: "Viví en Moreno, La Paternal, Villa Luro, Versalles y en la casa de mis abuelos en Primera Junta. Mi familia se mudó mucho y eso ayuda a relacionarse. De chico, hacía unos viajes interminables de más de dos horas que hoy agradezco. Valoro esos trenes y colectivos a los que me subí, he caminado mucho y eso me permite generar puntos de encuentro con el otro", explica este exalumno del colegio Jorge Newbery de Nazca y San Blas, donde Villa del Parque se confunde con Villa Santa Rita.
Padres comerciantes que incursionaron en diversos rubros, incluida la venta de ropa. Familia numerosa con varios hermanos, entre ellos Analía y Emiliano, que se iniciaron antes que Guido en la actuación, pero dejaron el camino para dedicarse a la psicología y la abogacía, respectivamente. De alguna forma, Analía y Emiliano, actores de la tira juvenil Pelito, influyeron en la vocación del hermano menor. Guido fue parte de aquel programa y también de Clave de Sol, la otra historia emblemática del género. Más tarde llegarían Chiquititas, Verano del ´98 y Rincón de Luz. Tiempos donde aún el camino era el de la actuación en ficción, aunque la conducción era un deseo que latía cada vez más fuerte.
Aquella infancia y adolescencia idílica fueron dando paso a una adultez donde también algunos dolores comenzaron a marcarlo. El chico simpático y entrador, aprendió a camuflar aquellas angustias profundas, esos grises con los que convive aún hoy: "La pérdida de mi papá y las enfermedades de familiares son un dolor presente, cosas que son parte de la vida. Aunque mi viejo tenía sus enfermedades, uno nunca piensa en que puede morirse. Hubo mucho dolor y, luego de tantos años, de algún modo es algo que sigo elaborando. Mi mamá tiene sus cosas y uno vive con las incertidumbres de todo el mundo". El psicoanálisis ayudó a borrar fantasmas y, sobre todo, a convivir con esas zonas emocionales más atormentadas. "Quizás tengo algo muy activo debido a tantos años de análisis y por eso son temas que tengo en la superficie. Siempre ando arrastrando dolores, cosas que me dan miedo".
-¿A qué le temés?
-Viste cuando está todo bien y empezás a tener miedo por si te morís o si le puede llegar a pasar algo a alguien. O pienso en que si me voy, cómo dejo a los que quedan. De esas tengo muchas, son pensamientos humanos.
-Sos joven para estar tan pendiente de la muerte.
-Es raro. Cuando andás mal y preocupado en cómo solucionar un problema, en algún punto le tenés miedo a la muerte. Y cuando está todo bien, lo chicos bien, mi vieja bien, te da más miedo morirte que cuando tenés problemas. Las personas tenemos tendencia a eso
-¿Encontrás un equilibrio para que eso no opaque tu buen presente?
-Amargarse uno se puede amargar de cualquier manera. Pero es cierto que mientras tanto vas disfrutando. Es que las personas creemos que todo lo bueno es parte de nuestra vida y todo lo malo me lo agarro de afuera.
-Una suerte de castigo.
-Ante algo malo decimos "mirá lo que me pasó", pero si nos va bien es "mirá lo que hice". No es así. O las dos cosas son de adentro o las dos cosas son de afuera, según quien lo piense. Cuando ando bien, también ando mal, pero el balance me da positivo. Tengo más bueno que malo, más felicidad que dolor, pero no quiere decir que la cosa sea ideal.
Público y privado
Atemporal, a los 42 aparenta muchos menos. Como con la estelaridad, acá también hay algo de camuflaje. En junio será padre por cuarta vez y esa idea ilumina este fin de año en el que se tomó vacaciones en la televisión para regresar en enero con energías renovadas. En la radio, la cosa es menos estricta y alguna mañana despunta el vicio del micrófono.
El 2 de diciembre de 2006 se casó con la actriz Florencia Bertotti y dos años después fueron padres de Romeo. En 2010 se separaron. Pero él encontró en Soledad Rodríguez el nuevo amor. La pareja, unida legalmente en 2018, tuvo a Benjamín y Helena, y en junio de 2021 nacerá el nuevo integrante de la familia, el cuarto hijo de Kaczka: "Aún no sabemos el sexo, pero nos tiene muy motivados el nacimiento".
-A pesar de tu constante exposición pública, preservaste muy bien tu vida privada...
-Dentro de las reglas del juego, uno es una persona pública y algo puede suceder. Pero, a veces, las cosas ocurren por falta de muñeca. En realidad, nadie persigue tanto a nadie a no ser que hayas sido Diego Armando Maradona. Más allá de figuras de esa índole, todos podemos conservar la intimidad con sus más y sus menos. Es más posible de lo que se dice. Hay gente que se quiere exhibir y dice que le vulneraron la privacidad; otros que se ven asediados, pero que habría que revisar qué hacen con su intimidad.
-Lucho Avilés decía que, si alguien cena en Francisco Beiró y General Paz no hay derecho a mostrarlo públicamente, pero si la comida acontece en Las Cañitas, ahí hay una búsqueda de exhibición pública.
-Es así. ¿A dónde fuiste? ¿Qué hiciste? Conservar la intimidad tiene su trabajo, aunque no hablo de sacrificio, simplemente es parte de las cosas que uno tiene que hacer. Si querés construir intimidad, tenés que darle bola al asunto. Si te vas a bañar con tu familia adentro de una fuente en Plaza de Mayo, seguramente no vas a pasar inadvertido.
-Cuando te separaste de Florencia Bertotti, manejaste la situación con aparente naturalidad, sin ocultar y sin mostrar demasiado. ¿Fue complejo?
-Flor y yo somos conocidos y, con una separación de por medio, siempre hay un plus que viene aparejado. En ese momento, lo que más me importaba, más allá de si me gustaba verme o no, era hacer lo mejor posible para mí, ya que me estaba separando. Venían y me contaban que se había dicho tal o cual cosa y no era agradable.
-Digamos que, al trastorno de una separación, en una figura pública se suma la incomodidad de tener que mostrarse en medio del dolor...
-Es así, pero ser conocido tiene muchas cosas que a uno le gustan, entonces hay que asumir lo otro. No es natural, le tengo que poner onda, pero en la vida todo viene con una parte que no te gusta. No existe lo perfecto, hay que aceptar. Pero, como me he portado bien, también la prensa se portó bien conmigo.
Ser conocido tiene muchas cosas que a uno le gustan, entonces hay que asumir lo otro. No es natural, le tengo que poner onda, pero en la vida todo viene con una parte que no te gusta.
Hoy, el vínculo con su ex es armónico y adulto: "Nos llevamos muy bien. Desde hace once años tenemos a Romeo y van diez separados. Las vidas siguen, compartimos, nos felicitamos mutuamente".
-¿Te felicitó por tu nueva paternidad?
-Sí, por supuesto, es un hermano de Romeo quien nacerá.
-¿Cómo te encuentra el embarazo de tu mujer?
-Con Sole estamos muy contentos, nos gusta la familia grande. Un hijo es más vida, más encuentro. Por supuesto, también trae sus problemas, pero los que entendemos la vida como un atravesamiento de problemas, y no buscamos el paraíso acá adentro, nos va la situación. Es proporcional el goce a los líos, pero nos gusta y a los chicos también.
-Padeciste coronavirus, el enemigo invisible tan temido de estos tiempos.
-En la radio nos contagiamos todos los que hacemos los dos programas de la mañana. No tuve las complicaciones que tiene otra gente, pero no es agradable. Nunca es lindo enfermarse, pero el Covid, además, tiene una carga emocional muy grande. Hubo mucho aislamiento, seguí las indicaciones, pero, por otro lado, nada termina de ser eficiente, así que ahí andás como bicho fumigado. Hay que atravesarlo y, aún sin tener síntomas, siempre es bravo.
-¿El resto de la familia se contagió?
-Sole perdió el olfato, a algún hijo le pasó algo, pero nunca sabés del todo. Por supuesto, nos quedamos todos adentro.
Terreno conocido
Y si con Juan Carlos Mareco debutó frente a cámaras, hubo otro prócer que encontró en él, el carisma para enfrentar al público sin un libreto: Gerardo Sofovich lo llevó a La Noche del Domingo y a Polémica en el bar. Desparpajo y determinación lograron seducir al férreo Sofovich que hasta se permitió compartir la animación con un Guido de rulos prominentes y desfachatez cautivante. "No tenía vergüenza, me gustaba mucho, me movía bien con esa gente. Me acuerdo que me paraba para que Mareco me viera y me llamara para entrar en cámara. Con Sofovich me pasó lo mismo, aunque ya era más grande", asume.
-¿Te aconsejaban?
-Sí, mucho. También tenía relación con Gustavo Yankelevich. Los consejos me sirvieron. Incluso me sucede hoy, me siento y escucho, porque, si bien la televisión cambió mucho, hay una esencia que se mantiene. Así como el teatro tiene mucho de la representación griega, la televisión, que es más joven, conserva más de lo que, a veces, creemos. Decimos que cambió todo, pero creo que es más un deseo de modernidad que una realidad.
Como toda regla tiene sus excepciones. Aquel destino sórdido y oscuro de los niños prodigios, precoces y muy famosos, no contó a Guido Kaczka en la funesta estadística: "Ese fenómeno tiene que ver más con la fama que con el medio. En mi caso, amo mucho el oficio de la tele y de la radio. Me gusta permanecer adentro de los canales, nunca fui alguien que le interesara solo estar delante de cámara, por eso hoy soy socio de una productora. Para mí, la televisión siempre fue un lugar para estar, un espacio placentero, eso estuvo por delante de querer hacerme famoso. Por supuesto que, cuando uno es más conocido, significa que te está yendo bien en el trabajo, es como una medición, como el rating. Un termómetro de cómo andan las cosas, pero no es ese mi objetivo".
-¿Qué es lo que marea del medio?
-Creo que lo que más confunde es la fama. Si ese es el objetivo, es un problema, porque la fama va cambiando para todos, absolutamente para todos. No hay un ejemplo de alguien que haya estado siempre en la misma cima. En mi caso, no tengo a la tele como a un lugar al que se llega, sino un espacio en el que se está. Al vivirlo así, todo se me hizo más paulatino y orgánico. Desde ese lugar, con los pies más en la tierra, me fue más fácil defenderme de todo eso que podría haber traído aparejada la fama desde muy chico.
En mi caso, no tengo a la tele como a un lugar al que se llega, sino un espacio en el que se está. Al vivirlo así, todo se me hizo más paulatino y orgánico.
-Pensándolo racionalmente está muy bien, pero es algo muy complejo de lograr.
-Es cierto, la teoría parece más fácil. Pero repito, a mí me gusta estar en un estudio de televisión. Salvando las distancias, es como cuando ves jugar a Lionel Messi, lo más lindo de él es cuando ves cómo le gusta jugar, más allá de los goles.
-El goce.
-Si tuviera que envidiarle algo a Messi es el goce cuando tiene la pelota en los pies. En mi caso, lo que a mí me gusta de la tele es la propia actividad. En el momento en el que estoy haciendo el programa, siento mucha felicidad. Cuando estoy conversando con un participante y presiento que se va a emocionar y va a emocionar a un montón de gente, es el mejor momento, pero esa circunstancia tiene un solo problema.
-¿Cuál?
-No se puede conservar, sucede. Termina y tenés que ponerte a trabajar para encontrar otro momento. No te lo quedás.
-Efímero como una función teatral.
-Sí, y por suerte es así. Desde ya, uno se amarga cuando las cosas no salen, me angustio cuando no le encuentro la vuelta a algo. Hay que hacer todo para que pase, pero no hay una fórmula para que suceda.
Los ocho escalones, El último pasajero, A todo o nada, no son pocos los éxitos que tuvieron a Kaczka liderando la parada con estilo propio: poco glam y autenticidad. "Para que algo sea verdadero, no hay que dejarlo ser".
-No puedo imaginarte enojado.
-Sí, me re caliento. Además, soy muy concentrado, me meto mucho en todo.
-¿Existe otra fórmula para crecer?
-Lo vivo así. Estoy detrás de todo, miro los detalles. Siempre le digo a mi producción que nos pasa algo injusto: tenemos que laburar mucho, muchísimo, para que parezca que no trabajamos. Hay que laburar mucho para ser espontáneo. Alguien pude mirar y decir: "Este es divino, se mata de risa todo el día, entrega premios, le agradecen y se va a la casa. Tiene la vaca atada" No es así. Trabajamos mucho para que se vea eso, Bienvenidos a bordo es un programa muy difícil de hacer.
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