Guido Kaczka: "Desde muy chico soñaba con tener un programa, pero era como algo inalcanzable"
El 2019 fue un año muy intenso para Guido Kaczka. Tanto, que durante algunos meses llegó a ocupar diez horas semanales en la grilla de eltrece, el canal en el que forjó definitivamente su perfil como conductor. Pero lo cierto es que su espíritu histriónico y ocurrente se adapta con facilidad a la presión del minuto a minuto; tampoco le teme a los cambios de rumbo. Así lo demuestra su carrera, que comenzó hace 37 años como actor de ficciones juveniles y, un día, viró hacia la animación.
Aquél simpático "nene de Mareco", que a sus 5 años presentaba a grandes figuras del espectáculo vestido de esmoquin, hoy es considerado uno de los comodines imbatibles del canal de Constitución. El conductor se renueva año tras año y logra mantenerse en vigencia. Y es que otra de sus facetas es la producción: Guido no solo se para frente a la cámara, sino también trabaja incansablemente detrás de ella. "Siempre estoy pensando en ideas para sumar. A veces me despierto de una siesta y de repente se me ocurre algo que podría funcionar", admite, en diálogo con LA NACIÓN.
Sus personajes en Pelito, Clave de sol, El árbol azul, Grande pa!, Chiquititas y Verano del 98 son apenas algunos de los recuerdos que quedaron de su paso por la actuación. Además de ser conductor, actor y productor, también es padre de tres hijos: Benjamín, de 5 años, y Helena, de 2 -fruto de su amor con su esposa, Soledad Rodríguez-, y Romeo, de 11, de su relación anterior con Florencia Bertotti.
Bienvenidos a bordo: cómo serán las nuevas noches de eltrece
Lo cierto es que Kaczka está de estreno: a partir de esta noche, a las 21.15, el conductor vuelve a la pantalla de eltrece con Bienvenidos a Bordo, un nuevo ciclo de entretenimientos que contará con varios segmentos en los que, como ya es costumbre, el público será protagonista. "Para mí lo que hace que el programa sea divertido es el hecho de interactuar de manera genuina con los participantes durante el juego", asegura.
"El estudio está inspirado en un aeropuerto, y hay un avión hecho a escala real que es increíble. Cada día vamos a entregar los premios: viajes al interior de la Argentina, Uruguay y a Europa", le cuenta Kaczka a LA NACION. Además, relata que no faltarán "las puertas" donde los participantes demostrarán sus talentos.
El clásico de preguntas y respuestas del conductor será otro de los bloques del programa, sólo que ésta vez, quienes contesten equivocadamente, en vez de caer al "pantano" de agua, irán directo al "depósito de combustible" del avión. A pocas horas del estreno, Kaczka confiesa que se siente entusiasmado por el nuevo desafío en el género que más ama: el entretenimiento.
-Además de ser el conductor, también sos el productor del programa. ¿Cómo van surgiendo las ideas de los contenidos?
-Yo participo a full. A lo largo de los años vamos generando ideas y según el resultado modificamos, agregamos o quitamos algo. Junto con Martín Kweller somos los productores y creadores de los programas, y obvio que hay todo un equipo detrás que hace que la magia sea posible. La verdad es que las ideas pueden surgir a partir de una reunión de producción pero también, si después de una siesta se me ocurre algo, lo propongo y lo consideramos. El asunto es implementar todo y ver si funciona. La llegada al público tiene que ser auténtica y genuina, porque al final, todo ese gran mundo de ideas es como una gran excusa para encontrarnos todos en un programa en vivo en situaciones que nos diviertan.
-¿Y vas a contar con la participación de algunos famosos como en otros programas que hiciste?
-Puede ser, pero más adelante. Por ahora no es lo esencial. Pero sí vamos a tener a "los parecidos a los famosos", como antes. La realidad es que las puertas se arman según los que se anotan. Este año, por ejemplo, se anotó gente que que tiene la rodilla parecida a un famoso, y esa va a ser la "puerta de la rodilla". Es insólito, pero real. También van a aparecer participantes con parecidos a personajes de series de Netflix.
-También ya están publicadas en el sitio web de eltrece las preguntas y respuestasque vas a hacerle a los participantes. ¿Cómo surgió la idea de compartir todo el cuestionario antes de estrenar?
-La verdad es que esa fue la idea que más feliz me puso el año pasado. Se nos ocurrió darles todas las respuestas antes de participar. Hasta hoy me digo a mí mismo: "¿Cómo no lo pensé hace 8 años?". Creo que nunca se hizo esto en el mundo entero. El participante tiene la ventaja de que, por más largo que sea el cuestionario, lo que le van a preguntar ya está publicado, y entonces se saca el miedo de que le pregunten cualquier otra cosa. No hay lugar para la especulación.
-Eso pasaba un poco cuando hacías Los 8 escalones, porque era más difícil para los participantes prepararse sin saber qué les iban a preguntar...
-Si hoy volviera a hacer Los 8 escalones publicaría preguntas y respuestas antes de participar. Voy a adoptar esa idea para para siempre. Fue un hallazgo, porque no se trata de memorizar todo, sino de estudiar y ganar también un premio por ese esfuerzo. Así es todo mucho más transparente y no da lugar a confusiones.
-Ese programa te dio la posibilidad de compartir muchas horas con Gerardo Sofovich, a quien siempre recordás como "tu mentor". ¿Cómo era tu relación con él?
-Con Gerardo teníamos mucha diferencia de edad, pero yo no la sentía. Fue un productor muy emblemático de la televisión argentina al que siempre admiré. El último tiempo él estuvo muy feliz con Los 8 escalones. Le encantaba ocupar ese rol del 'hombre sabelotodo' en el panel de expertos. También me acuerdo lo furioso que se ponía con las preguntas capciosas. Me decía: "Está mal ese enunciado, si contesté mal es porque la pregunta no tenía ningún sentido". Se enojaba muchísimo, me retaba de verdad.
-Empezaste desde muy chico en la televisión, y después de varios años actuando decidiste ir hacia la conducción. ¿Qué te hizo elegir el cambio de rumbo?
-Siento que empecé de muy chico y ya soñaba con tener un programa, pero era como algo inalcanzable. Cuando tenía cinco años estaba en Homenaje, un programa semanal conducido por Juan Carlos Mareco, un conductor uruguayo fantástico que admiraba mucho. Yo aparecía siempre vestido de smoking y presentaba a los artistas. Y en ese momento pensaba: "Mirá si algún día llego a ser como Mareco".
-¿Y en qué quedó la actuación en tu vida?
-A mí la televisión me gusta toda. Me gusta estar ahí, ya sea actuando, produciendo o conduciendo. En mis comienzos, la vida me llevó hacia la actuación, pero cuando me surgieron las ganas de conducir un programa de entretenimiento lo propuse y por suerte salió bien. En ese momento era amigo de Kweller [su actual socio], y nos veíamos cada tanto pero nunca habíamos trabajado juntos. Lo llamé y le dije: "¿Y si hacemos un programa donde haya un bloque donde los chicos se corten el pelo entre ellos?". Y ahí surgió El último pasajero, en Telefe. A partir de ahí seguí en la producción, y cuando se armó Kuarzo Entertainment me asocié con Kweller y así llegué hasta Bienvenidos a bordo [Risas].
-¿Y hoy tenés referentes en el mundo de la conducción?
-[Piensa unos instantes antes de responder] Digamos que referentes como tenía cuando era chico, ya no tengo. Pero sí me gusta el estilo de conductores como Santiago del Moro, Marcelo Tinelli, Marley, porque para mí la calidad de trabajo se demuestra con la permanencia en el medio a lo largo del tiempo y la construcción de un estilo propio reconocible.
-Justamente tu nuevo programa va a estar en el mismo horario que El muro infernal, que también es un programa de juegos. ¿Vivís como un desafío el hecho de competir con Marley?
-Pienso que no es lo mismo competencia que rivalidad. Un rival busca aplastarte, mientras que la competencia nos hace competentes en lo nuestro, es decir, nos hace ser mejores. Marley me parece un tipazo. Celebro que haya muchos conductores: Leo Montero y Nico Occhiato también son del mundo del entretenimiento. Todos hemos pisado más de un canal y necesitamos que haya más programas y más conductores.
-Sin embargo, la televisión tiene el minuto a minuto del rating, y muchos se enloquecen por mejorar los números...
-Y si, digamos que tampoco se puede no darle bola a los números. Pero estoy acostumbrado a que siempre hay una programación compitiendo en otro canal. Siempre me pasó que a la par mía hay una telenovela turca, o el mismo Marley o Santiago del Moro. Entiendo la televisión y su lógica. Creo que nivelar para arriba nos conviene a todos. Trato de hacer lo mejor posible con lo que me toca y, al fin y al cabo, estamos todos en la misma.
-Además de todo esto, también hacés radio en La 100, con tu programa No está todo dicho, desde hace 7 años. ¿Cómo hacés para sobrellevar tanta actividad a la par de tu vida familiar?
-Creo que todos nos acomodamos en casa a esa efervescencia de vivir sujetos a los cambios en el corto plazo. La radio es lo más estable todo el año. Sumado al movimiento que tiene la tele, nos vamos acostumbrando a un ambiente de mucho trabajo. Es medio un lío nuestra vida [Risas]. Tenemos que coordinar las rutinas de mis tres hijos con todo mi mundo de actividades. A veces de verdad digo: "¡Que lío mi vida!", pero después pienso: "Menos mal que tengo estos desafíos", porque líos uno siempre va a tener en la vida, pero mejor que sean estos problemas cotidianos antes que otros más graves.
-¿La idea es que Todos a bordo sea un especial de verano o que siga durante todo el año?
-El calendario televisivo es muy del día a día. Tendremos que ir viendo. Los horarios, los momentos, todo se va evaluando y modificando. Soy de los que piensa que los programas son como un matrimonio, duran lo que duran. La idea es que continúen mientras sirvan y funcionen, pero nos encantaría que sea anual.
-Seguramente en este programa volverás a decir muchas veces tu emblemática frase: "Está mal, pero no tan mal". ¿Cómo se te ocurren esos latiguillos?
-Surgen de la improvisación del momento. Esa frase surgió porque un participante contestó algo muy cerca de la respuesta correcta, y yo lo quería ayudar. Ahí se me ocurrió decirle eso. Es un poco como en la vida misma: en el día a día algo puede salir mal, pero depende cómo lo interpretes. Si sos como yo, que trato de ver siempre el vaso medio lleno, entonces te das cuenta que esa frase se aplica a todo en la vida: lo que está mal, no está tan mal en realidad, siempre se puede mejorar la perspectiva desde donde lo estás viendo.
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