La actriz, que murió ayer, a los 73 años, compartió un profundo vínculo con su coprotagonista del musical; su relación fue fundamental para que la australiana decidiera participar del proyecto que la consagró en todo el mundo
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En 1978, Olivia Newton-John y John Travolta protagonizaron Grease, el film que se convirtió en el más taquillero de ese año en Estados Unidos. Y esa película no solo le significó un gran éxito a sus protagonistas, sino que también les valió el nacimiento de una entrañable amistad. Y ante la triste noticia de la muerte de la actriz, Travolta recordó ese vínculo, que nació en un rodaje de camperas negras y pegadizas melodías pop.
Travolta y Newton-John, antes de Grease
Tomando como punto de partida el musical homónimo, uno de los más convocantes del Broadway de comienzos de los 70, el productor y guionista Allan Carr puso en marcha la adaptación cinematográfica de Grease. La historia de amor entre dos jóvenes, de grupos sociales muy distintos, era la materia prima ideal para convertirse en un batacazo en Hollywood. Y Carr, en compañía del director Randall Kleiser, sabía que más allá de una ágil puesta en escena y de sus coloridas canciones, el éxito del proyecto dependía en buena medida de la dinámica de sus estrellas. Por ese motivo, llegar al Danny Zuko y a la Sandy ideal, no fue una tarea sencilla.
Robert Stigwood, otro de los productores del film, conocía a Travolta, y tenía muchas expectativas puestas en este artista, que prometía convertirse en una gran estrella. Debido a eso, Stigwood firmó con el joven un contrato por tres películas, de las que Grease iba a formar parte. De esa forma no solo le asignó el protagónico en esa producción, sino también en otra pieza que sería clave en el camino al estrellato de Travolta, Fiebre de sábado por la noche (que terminó por estrenarse poco antes de Grease). El tercer proyecto que completaba ese combo fue Moment by Moment, por lejos el de menor fama. Y con Travolta a bordo, Carr estaba atento a qué actriz podía interpretar al interés romántico del héroe principal.
El número musical que casi queda afuera, y un deseo cumplido para la cantante
A priori, Olivia Newton-John no parecía la candidata ideal para el rol. La intérprete de ascendencia británico-australiana, contaba a mediados de los 70 con poco más de cinco discos, que la confirmaban como una cantante en alza. Pero el cine no figuraba entre sus planes, y las dos películas en las que trabajó habían sido estrenadas antes de su lanzamiento como artista musical (Funny Things Happen Down Under, de 1965, y Tomorrow, de 1970). Mientras tanto, el realizador Randall Kleiser estaba evaluando jóvenes promesas para protagonizar Grease, como Carrie Fisher, a quien conoció durante el rodaje de la primera Star Wars, o Susan Dey, quien estuvo muy cerca de firmar contrato.
Por esos días, y sin una actriz para el rol, el productor conoció a Newton-John en una fiesta de la cantante Helen Reddy. Como reconoció alguna vez, Allan Carr quedó “completamente encandilado” con la artista, con su presencia y encanto, y sin dudarlo le habló de Grease. Pero ella no estaba del todo segura. Sabía que Grease trataba sobre una historia netamente norteamericana, y una australiana no podía ser la opción ideal para ningún personaje. Sin embargo, la insistencia de Carr fue tal, que la cantante aceptó hacer una prueba. En esa instancia, finalmente Newton-John y Travolta se conocieron, y el actor tampoco lo dudó: ella era la opción ideal para encarnar a Sandy. Con el productor, el director, y el protagonista insistiéndole, finalmente la cantante no tuvo más remedio que aceptar la propuesta, que terminaría por convertirse en uno de los mayores hitos de su carrera.
Con el objetivo de ajustar el personaje a la artista, la Sandy del film tuvo varios cambios con respecto a la versión teatral, y de ese modo fue que la joven pasó de ser una típica adolescente de Estados Unidos a tener sus raíces en Australia (más allá de los otros cambios que sufrió la obra cuando llegó a la pantalla grande). Y si bien Newton-John comenzó el proyecto con algo de escepticismo, pronto se dejó llevar por la energía del rodaje, y por la complicidad que tenía con su coprotagonista.
La grabación de Grease se llevó a cabo sin contratiempos, y la velocidad y química de las estrellas era tal, que el famoso musical “You’re The One That I Want”, se llevó a cabo en solo una jornada. Una situación muy distinta fue la del baile final, que se filmó a lo largo de una semana, pero no porque hubiera problemas entre el elenco, sino por las elevadas temperaturas que sofocaban a los artistas. Afortunadamente, el tiempo que demoró esa grabación, le permitió a Newton-John reunir coraje para preguntarle al director, si ella podría ejecutar unos pocos pasos de baile junto a Travolta (un bailarín eléctrico, como es sabido). Olivia estaba tan entusiasmada con esa posibilidad que finalmente Kleiser le dio el gusto.
Con la película terminada, y todo listo para ingresar en la sala de montaje, el productor de la cantante, John Farrar, reparó en que Sandy no tenía ningún número solista. Y entre gallos y medianoche, sugirió una pieza titulada “Hopelessly Devoted To You”. Inicialmente el director no se mostró muy convencido con la idea, pero aceptó filmar esa escena. De esa manera, casi a último momento, dicha canción ingresó en el corte final del largometraje, convirtiéndose en uno de los clásicos instantáneos de la época, al punto de recibir una nominación a los premios Oscar.
Un romance que no fue y dio pie una amistad eterna
Olivia Newton-John tenía a muchos de sus compañeros cautivados. Sin ir más lejos, Jeff Conaway, que interpretó a Kenickie, confesó que ante ella solía ponerse muy nervioso (eventualmente, el actor se casó con su hermana, Rona Newton-John). Si bien muchos medios de la época señalaban que entre Olivia y Travolta había un romance oculto, ambos desmintieron eso infinidad de veces. Ella con 29 años, y él con 23, estaban muy sumergidos en sus trabajos como para fijarse el uno en el otro, como explicó Olivia una vez: “Creo que fue algo que sencillamente no sucedió. Y pienso que fue algo bueno, porque sirvió para mantener cierta tensión entre nosotros. Quizá hubiera sido un desastre si nos poníamos a salir, por lo que creo que así fue mejor. Mientras tanto los años pasan, y seguimos siendo grandes amigos”.
Con el paso de los años, entre ambos nació una gran amistad, y en varias oportunidades, ellos recordaron y celebraron el legado de Grease. Sin ir más lejos, en diciembre de 2019, Olivia y John lucieron nuevamente sus camperas y pantalones de cuero para conducir una proyección del mítico largometraje, cuyo objetivo fue recaudar fondos para un centro de investigación oncológico. En ese momento, Olivia aprovechó para reconocer una vez más, la importancia que tuvo su compañero al momento de aceptar el papel: “No hubiese hecho ese film si no hubiera conocido a John. Yo no estaba segura de hacerlo, pero él me convenció. Y cuando compartís un éxito tan brutal como fue Grease, se genera un lazo que dura para siempre”.
En 1992, la cantante y actriz fue diagnosticada con cáncer de mama, un cuadro por el que se trató y que la llevó a conducir varias charlas, sobre la importancia de los chequeos para una detección temprana de esa enfermedad. En 2013, le detectaron cáncer de hombro, y a diferencia de lo sucedido en 1992, ella prefirió mantener en secreto el diagnóstico. Cuatro años después, en 2017, le informaron que nuevamente tenía cáncer de mama.
Frente a la triste noticia de su muerte, John Travolta, ese entrañable amigo que la acompañó durante toda su vida, tuvo un mensaje de gran sensibilidad: “Mi queridísima Olivia, hiciste que nuestras vidas fueran mucho mejores. Tu impacto fue increíble”, aseguró el actor de 68 años, que agregó: “Te quiero mucho. Nos veremos en el camino y estaremos todos juntos de nuevo. ¡Tuyo desde el momento en que te vi y para siempre! ¡Tu Danny, tu John!”. Lejos de ponerle un punto final a ese vínculo, con esas sentidas palabras, Travolta confía en un eventual reencuentro con esa gran amiga, a la que conoció al ritmo de “You´re The One That I Want”.
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