A los nueve años quería ser como Andrea Del Boca; trabajó en muchas telenovelas de los años 80 junto a figuras como Silvia Montanari, Beatriz Día Quiroga, Alicia Bruzzo, Enrique Liporace y Nora Cárpena; hace dos décadas que se luce en la escena teatral porteña
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Fue hija de muchas heroínas de televisión en los años 80 y hoy es una prestigiosa actriz de teatro independiente. Graciela Clusó tenía apenas 9 años cuando le pidió a su mamá que la llevara a la tele porque “quería ser como Andrea Del Boca en Papá corazón; la admiraba”, le confiesa Clusó a LA NACION. Y así fue. La vio la directora Marta Reguera y le dio su primera oportunidad en El pícaro rebaño, cómo extra.
Hoy Graciela Clusó se luce en Otros tiempos, una creación de Rafael Fernández que puede verse los sábados, a las 18, en Patio de Actores (Lerma 568), con Martha Rodríguez y Marcela Bea. “Hace 15 años hicimos La gaviota, de Antón Chejov, y durante la pandemia al director se le ocurrió escribir el después de tres personajes de la obra. Rafael dice que si Chéjov viviera le pediría perdón (ríe). Pero también dice que es un acto de amor y yo creo que es verdad. Cuando leí el primer borrador no podía parar de llorar porque ese personaje seguía vivo. Los personajes de Chéjov son tan profundos que sentí que no necesitaba volver a recrearlo porque en algún lugar dentro mío, todavía estaba. Fue muy fuerte, aunque habían pasado muchos años. Y me siento realmente muy identificada con mi personaje, Nina, que dice que lo importante es saber resistir. Y tiene razón, también resisto”, se sincera. “Otros tiempos es el encuentro de tres personajes, Arkádina, Masha y Nina, y cada una viene con sus circunstancias. Somos las mismas actrices y en el mismo teatro en el que hicimos La gaviota hace 15 años”.
Además, en junio la actriz debutará en Microteatro con Boda de negra, de Eloísa Tarruela. “Y en julio tengo otro Microteatro con Aros de pluma, de Florencia Aroldi y con dirección de Moma Angeleri. Ya la habíamos hecho en diciembre, pero en julio hay una micro selección y tenemos la suerte de volver”, detalla. Y dice que “el cine es algo pendiente que deseo mucho. Tuve una pequeñísima participación en la película El borde del tiempo, pero quisiera seguir experimentando.
Hija de todas las heroínas de telenovelas
Graciela Clusó admiraba a Andrea Del Boca y no se perdía ninguno de sus trabajos. Un día le dijo a su mamá que quería ser actriz como ella en Papá corazón. Tenía 9 años por entonces y se les ocurrió ir al viejo Canal 9, en Gelly 3378, para ver a Marta Reguera, prestigiosa directora que en ese momento estaba al frente de El pícaro rebaño, una tira protagonizada por Cristina Alberó, que interpretaba a una catequista, y un grupo de chicos. Trabajaban Carlos Vanoni, Carlos Gross, Rafael Salvatore y Claudia Rucci, entre muchos otros.
“Recuerdo que Marta salió del control y me pidió que recitara algo. Yo no sabía qué decir y me acordé de algo que había escuchado en una publicidad y que yo cantaba. Pero lo recité y me quedé en el medio así que terminé cantándolo”, rememora. “Empecé como extra y Marta siempre me decía que cuando creciera un poquitito me iba a dar la oportunidad de hablar en las escenas. Y así fue, porque un tiempo después tuve un pequeño personaje de apenas cuatro bocadillos que había estudiado muy bien”.
Reguera siguió convocándola para otros proyectos. “Hice Mamá linda, una de las primeras tiras en color, con Alicia Bruzzo. Era la hija de Enrique Liporace y, en la historia, él siempre había querido tener un hijo varón, y así me vestía de hombrecito”. Clusó siguió trabajando en Entre la vereda y el cielo, con Rita Terranova y Thelma Stefani; luego en Estación terminal, con Beatriz Díaz Quiroga, Raúl Aubel, Nora Massi, Héctor Fuentes, María Danelli y Oscar Ferreiro; el unitario Las 24 horas, que conducía Luisa Vehil; Nazareno Reyes, con Rodolfo Beban. “Un programa sucedía al otro y yo estaba feliz. En Noches de comedia, con Guillermo Bredeston y Nora Cárpena, hice el capítulo El papá de los domingos, que fue el debut de Adrián Suar y era mi hermano junto con Nazarena Bredeston”.
“Marta Reguera era una gran directora televisiva, así que Graciela Clusó tuvo la mejor escuela, rodeada siempre de actores enormes en talento y trayectoria. Tenía una capacidad dramática inusual para una niña actriz de esa época. Por eso la convocaban permanentemente en todas las telenovelas de la tarde. Le ponía tanta verdad a sus escenas que, a menudo, contagiaba el estado de ánimo de su personaje a sus antagonistas mayores, como Silvia Montanari, Beatriz Día Quiroga, Nora Massi o María Danelli. Cuando lloraba era un mar de lágrimas. Y lo mejor es que continuó siendo una gran actriz en la escena independiente porteña”, la describe Pablo Gorlero, periodista y crítico de LA NACION.
También fue parte de Señorita Maestra, con Cristina Lemercier. “Mi personaje era el de Carmencita. Yo era fan porque miraba la versión anterior, con María de los Ángeles Medrano”, dice. Los más memoriosos recordarán aquel personaje de Carmen Caricati. Su última participación televisiva fue en el unitario Guapas.
–¿Por qué no seguiste trabajando en tele?
–Se dio así. No tenía representante y simplemente todo se fue dando, terminaba un programa y me llamaban para otro. Después no logré tener continuidad.
–¿Te desalentó?
–No intenté mucho, porque soy una persona muy tímida. Es algo que tengo que seguir trabajando. Pero se abrió la puerta del teatro independiente, donde hice muchas obras.
Siendo adolescente se formó con Pino Solanas y después con Laura Yusem, Mariano Dossena, Heidi Steinhardt, y entrenamiento vocal con Mariana García Guerreiro. “Y aprendí mucho con Marta Reguera, porque era exigente y había que tener mucha disciplina; yo observaba todo.
En teatro debutó en 2001 en La partida de caza, de Thomás Bernhard, donde interpretaba a una princesa ciega que “casi no tenía texto pero era un personaje muy complejo”, asegura. A esa obra le siguieron muchas otras, entre ellas la aclamada Las polacas, La importancia de llamarse Ernesto, Melodía para seis sombras, Mascotas, Carmencita, de Patricia Suárez, que tuvo mucho éxito en el Centro Cultural de la Cooperación.
–¿Se puede vivir del teatro independiente?
–No (ríe). Todo se hace a pulmón, por amor al arte. Tuve trabajos que me permitieron poder seguir ensayando y haciendo lo que me gusta. Pero quisiera tener la oportunidad de poder vivir de mi profesión de actriz. Tengo varios proyectos y estoy entusiasmada.
Agradecemos a @paolamarinaarakaki por el peinado.
Para agendar
Otros tiempos
Los sábados, a las 18, en Patio de actores (Lerma 568).
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